Книга - Condenada

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Condenada
Morgan Rice


Diario de un Vampiro #11
Un libro para rivalizar con TWILIGHT y EL DIARIO DEL VAMPIRO, ¡querrás seguir leyendo hasta la última página! Si te gusta la aventura, el amor y los vampiros ¡este libro es para ti! –Vampirebooksite. com (Sobre Convertida) En CONDENADA, cuando se despierta y se da cuenta que se está convirtiendo en un vampiro, Scarlet Paine de 16 años lucha por entender lo que le está pasando. Alejada de sus padres y de sus amigos, la única persona que le queda es Sage, el chico misterioso que rápidamente se ha convertido en el amor de su vida. Sin embargo, Sage, cuya casa ha sido tapiada, no está por ningún lado. Sola en el mundo, sin ningún lugar donde ir, Scarlet, busca a sus amigos y trata de reconciliarse con ellos. Todo parece salir mal cuando la invitan a un viaje a una isla abandonada en el Hudson – y las cosas se salen de control y se revelan los verdaderos poderes de Scarlet; entonces, es cada vez más difícil que nunca saber quiénes son sus amigos y quienes sus enemigos. Blake, aun interesado en ella, intenta hacer las paces. Parece sincero, y Scarlet se siente confundida, ya que no sabe si estar con Blake o esperar a Sage, a quien no puede encontrar. Cuando finalmente Scarlet encuentra a Sage, viven el momento más romántico de su vida; sin embargo, se tiñe de tragedia, porque Sage se está muriendo y tiene unos pocos días de vida. Por su parte, Kyle se convirtió en el único otro vampiro que queda en el mundo, y está en una campaña criminal, buscando a Scarlet; Caitlin y Caleb consultan con Aiden, y cada uno se embarca en diferentes misiones -Caleb busca detener y matar a Kyle, y Caitlin, va a la famosa biblioteca de la Universidad de Yale, para investigar la antigua reliquia que se dice tanto puede curar como matar a los vampiros de todos los tiempos. Es una carrera contra el tiempo, y puede que sea demasiado tarde. Scarlet está cambiando rápidamente, apenas puede controlar lo que se está convirtiendo, y Sage está muriendo con cada minuto que pasa. El libro culmina un lleno de acción, y da un giro sorprendente, Scarlet se quedará con una elección monumental que va a cambiar el mundo para siempre. ¿Scarlet hará el último sacrificio para salvar la vida de Sage? ¿Arriesgará todo lo que tiene por amor?Repleta de acción, romance, aventura y suspenso. Consigue este libro y enamórate de nuevo. – Vampirebooksite. com (Sobre Convertida)





Morgan Rice

Condenada (Libro #11 Del Diario Del Vampiro)




Acerca de Morgan Rice

Morgan Rice es la escritora de bestsellers # 1 de LOS DIARIOS DE LA VAMPIRESA, una serie para jóvenes adultos que comprende once libros (y contando) ; la serie bestseller # 1 LA TRILOGIA DE LA SUPERVIVENCIA, un thriller post-apocalíptico que comprende dos libros (y contando) ; y la serie de fantasía épica bestseller # 1 EL ANILLO DEL BRUJO, que comprende trece libros (y contando).

Los libros de Morgan están disponibles en audio e impresos, y han sido traducidos al alemán, francés, italiano, español , portugués, japonés, chino, sueco, holandés, turco, húngaro, checo y eslovaco (y en más idiomas próximamente).

TRANSFORMACIÓN – (Libro #1 de Diario de un Vampiro) y LA SENDA DE LOS HÉROES – (Libro #1 del Anillo del Hechicero) están disponibles para ser descargados en Google Play!

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Morgan Rice ha sido aclamada

"Rice hace un gran trabajo arrojando a los lectores en la historia desde el principio, demostrando una gran calidad descriptiva que trasciende la mera recreación del ambiente … La novela esté muy bien escrita y es extremadamente rápida de leer."



    Críticas –Black Lagoon (sobre Convertida)

"Una historia ideal para los jóvenes lectores. Morgan Rice ha hecho un buen trabajo dándole un giro interesante … es refrescante y única. La serie se centra en torno a una chica … ¡una chica extraordinaria! … Es fácil de leer, con un ritmo extremadamente rápido … Calificación PG ".



    --The Romance Reviews (sobre Convertida)

"Me llamó la atención desde el principio y no podía dejar de leerla … .Esta  historia es una aventura increíble con un ritmo rápido y llena de acción desde el principio. No hay oportunidad para aburrirse."



    --Paranormal Romance Guild (sobre Convertida)

"Está repleta de acción, romance, aventura y suspenso. ¡Ponga sus manos en este libro y enamórese nuevamente."



    --vampirebooksite.com (sobre Convertida)

"Una gran trama y, sobre todo, es la clase de libro que tendrá problemas para dejar de leer por la noche. El final creó un suspenso tan espectacular que inmediatamente voy a querer comprar el siguiente libro, sólo para saber cómo sigue.”.



    --The Dallas Examiner  (sobre Amada)

"Un libro que rivaliza con TWILIGHT y con VAMPIRE DIARIES, y ¡uno que te hará querer seguir leyendo hasta la última página! Si te gusta la aventura, el amor y los vampiros, ¡este libro es para ti! "



    --Vampirebooksite.com (sobre Convertida)

"Morgan Rice prueba de nuevo que es una narradora de gran talento … .Este apelaría a una amplia variedad de públicos, incluyendo a los aficionados más jóvenes del género de vampiros / fantasía. Termina con un suspenso inesperado que te dejará conmocionado ".



    --The Romance Reviews (sobre Amada)

“EL ANILLO DEL BRUJO tiene todos los ingredientes para que sea todo un éxito: tramas, contratramas, misterio, caballeros valientes, y relaciones románticas repletas con corazones rotos, decepción y traición. Lo mantendrá entretenido por horas, y agradará a lectores de todas las edades. Es un libro recomendado para estar en las bibliotecas de los lectores de la fantasía.”



    --Books and Movie Reviews, Roberto Mattos



Libros de Morgan Rice

EL ANILLO DEL BRUJO

LA SENDA DE LOS HÉROES (Libro # 1)

LA MARCHA DE LOS REYES (Libro # 2)

EL DESTINO DE LOS DRAGONES (Libro # 3)

UN GRITO DE HONOR (Libro n º 4)

UNA PROMESA DE GLORIA (Libro n º 5)

UNA CARGA DE VALOR (Libro # 6)

UN RITO DE ESPADAS (Libro n º 7)

UNA SUBVENCESIÓN DE ARMAS (Libro # 8)

UN CIELO DE HECHIZOS (Libro n º 9)

UN MAR DE ESCUDOS (Libro # 10)

UN REINADO DE ACERO (Libro # 11)

UNA TIERRA DE FUEGO (Libro n º 12)

UNA REGLA DE REINAS (Libro n º 13)



LA TRILOGÍA DE LA SUPERVIVENCIA

ARENA UNO: TRATANTES DE ESCLAVOS (Libro # 1)

ARENA DOS (Libro # 2)



EL DIARIO DEL VAMPIRO

TRANSFORMACIÓN (Libro # 1)

AMORES (Libro # 2)

TRAICIONADA (Libro # 3)

DESTINADA (Libro # 4)

DESEADA (Libro # 5)

COMPROMETIDA (Libro # 6)

JURADA (Libro # 7)

ENCONTRADA (Libro # 8)

RESUCITADA (Libro # 9)

ANSIADA (Libro # 10)

CONDENADA (Libro # 11)



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Derechos Reservados © 2012 Morgan Rice

Todos los derechos reservados. Ninguna porción de este libro podrá ser reproducida, almacenada en algún sistema de recuperación, o transmitida en cualquier forma o por cualquier medio o ser guardado en una base de datos o sistema de recuperación, sin la autorización previa del autor.

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Esta es una obra de ficción. Los nombres, personajes , empresas, organizaciones, lugares, eventos e incidentes son producto de la imaginación del autor o han sido usados como ficción. Cualquier parecido con personas reales, vivas o muertas, es total coincidencia.

Derechos de autor de la imagen de la portada Subbotina Anna, usada bajo licencia de Shutterstock.com.


“Nuestras voluntades y destinos corren tan contrariamente
Que nuestros dispositivos se han desbordado;
Nuestros pensamientos son nuestros, aunque ninguna de sus conclusiones son nuestras.”

    --William Shakespeare, Hamlet






CAPÍTULO UNO


En la trastienda del bar de Pete, junto con Caleb, Sam, Polly, y una docena de agentes de la Policía, Caitlin Paine miraba por la ventana abierta ahora hecha añicos, hacia la noche iluminada con las luces intermitentes de las patrullas de la  policía. Se preguntaba qué demonios pudo haberle sucedido a su hija. Scarlet, el amor de su vida, estaba por ahí afuera, en algún lugar, dirigiéndose hacia la noche, sola, probablemente con miedo; el solo pensar en ello la estaba destrozando. Lo que más le dolía a Caitlin, aún más de que su hija estuviera perdida, era pensar en lo que Scarlet se había convertido, su recuerdo de ella, su última mirada antes de que saltara por la ventana. Esa no era su hija.

Era otra cosa.

Caitlin se estremeció al pensar en ello y, aunque trató de sacudírselo de la cabeza, sabía que era verdad. Todo ese tiempo había estado resistiendo la idea, luchando para no creer que Scarlet ya no era humana, que Scarlet era realmente un vampiro. Caitlin se había confrontado con Aiden, con el sacerdote, con Caleb, y sobre todo, con ella misma, con la esperanza, deseando, esperando que no fuera así. Pero ya no tenía más fuerzas. Se había quedado sin explicaciones.

El corazón de Caitlin latía con fuerza mientras miraba hacia la noche. Esta vez,  lo había visto por sí misma, lo había presenciado con sus propios ojos. Su niña se había transformado, se había alimentado de ese hombre, y había adquirido una fuerza sobrehumana. Había estrellado ese hombre enorme contra una pared como si fuera un palillo de dientes y se había lanzado hacia la noche tan rápidamente, en un abrir y cerrar de ojos, que no había manera de que pudiera ser un humano. Tampoco había manera, Caitlin lo sabía, que pudieran atraparla. Sabía que la policía estaba perdiendo su tiempo.

Esta vez también era diferente porque no había sido la única que lo había presenciado. Caitlin había visto la expresión en el rostro de Caleb, en el de Sam y Polly, y podía verlo en sus ojos: una mirada de asombro y miedo a lo sobrenatural. Scarlet, la persona que más querían en el mundo, ya no era la Scarlet que habían conocido.

Era algo propio de las pesadillas y los cuentos de hadas y leyendas, algo que  Caitlin nunca había imaginado que pudiera ver en su vida. No sólo sacudió su imagen de Scarlet, pero también su idea del mundo entero. ¿Cómo podía existir una cosa así? ¿Cómo era posible que en este planeta habitara algo más que seres humanos?

“¿Señora Paine? "

Caitlin se volvió para ver a un oficial de policía junto a ella, con pluma y papel en la mano, mirándola con paciencia.

"¿Escuchó mi pregunta?"

Caitlin, temblaba, estaba confundida; negó lentamente con la cabeza.

"Lo siento", respondió ella, su voz ronca. "No la escuché."

“Le dije: ¿dónde cree que su hija pudo haber ido?"

Caitlin suspiró al pensarlo. Si se tratara de la antigua Scarlet, podría decírselo  fácilmente. La casa de un amigo, el gimnasio, podía estar con un chico; el campo de fútbol ....

Pero, tratándose de la nueva Scarlet, no tenía ni idea.

"Me gustaría saber," ella respondió finalmente.

Otro oficial se adelantó.

"¿Hay algún amigo con quien pudo haber ido?" él intervino. “¿Un novio?"

Al oír la palabra novio, Caitlin se volvió y miró por la habitación buscando  alguna señal de ese chico misterioso que había aparecido en ese bar. Sage, había dicho. Tan simple, una sola palabra, como si ella debiera saber quién era. Caitlin tenía que admitir que nunca había conocido a nadie como él. Irradiaba un poder que era más contundente que cualquier otro que hubiera conocido, y era un hombre formado más de un adolescente. Vestía todo de negro y sus ojos brillantes y los pómulos cincelados lo hacía parecer como si hubiera llegado de otro siglo.

Lo más extraño de todo, Caitlin recordaba lo que el chico le había hecho a los lugareños en ese bar. Había creído que Caleb y Sam habrían podido cuidarse más de sí mismos, sin embargo, este chico había logrado una rápida victoria, golpeando a todos los hombres en un torbellino. ¿Quién era? ¿Por qué había estado allí?

¿Y por qué había estado buscando a Scarlet?

Sin embargo, mientras miraba a su alrededor, Caitlin no vio ni rastro de él. Sage, también, había desaparecido. ¿Cuál era su conexión con Scarlet? se preguntó. Su instinto de madre le decía que, de alguna manera, esos dos estaban juntos. Pero ¿Quién era? El misterio sólo se hizo más grande.

Caitlin no quería mencionarlo a la policía; todo era demasiado extraño.

"No," Caitlin mintió, con la voz temblorosa. "No que yo sepa."

“Usted dijo que había un chico, que estaba aquí con ustedes, ¿que participó en el altercado?" Otro agente preguntó. "¿Sabe su nombre?"

Caitlin negó con la cabeza.

"Sage" Polly intervino, dando un paso adelante. "Dijo que su nombre era Sage."

Por alguna razón, Caitlin no había querido decírselo; sentía que debía protegerlo. Y también sentía, no podía explicarlo cómo, que Sage no era humano,, y no podía decírselo que a la policía y que todo el mundo pensara, una vez más, que estaba loca.

La policía se quedó allí, escribiendo su nombre, y Caitlin se preguntó qué harían.

"¿Qué pasa con todos estos tipos asquerosos que están aquí?" Polly presionó, mirando a su alrededor en consternación. "Todos los patanes que iniciaron la pelea? ¿No va a arrestarlos? "

Los policías se miraron incómodos.

Uno de ellos se aclaró la garganta.

"Ya detuvimos a Kyle, el hombre que atacó a su hija", dijo el oficial. "En cuanto a los otros, bueno, para ser francos, es su palabra contra la de ustedes y ellos dicen que ustedes iniciaron el altercado."

“¡Nosotros no lo iniciamos!", dijo Caleb, dando un paso adelante con enojo, acariciando un bulto en la cabeza. "Vinimos aquí a buscar a mi hija y ellos trataron de detenernos."

"Como dije," el oficial dijo, "es su palabra contra la de ellos. Dijeron que usted lanzó el primer puñetazo, y francamente ellos están en peores condiciones que usted. Si los detenemos, tenemos que arrestarlo a usted también."

Caitlin se quedó mirando, ardiendo de ira.

"¿Qué pasa con mi hija?" ella dijo. "¿Cómo piensan encontrarla?"

"Señora, le puedo asegurar, que todas nuestras fuerzas están buscándola ahora", dijo el oficial. "Pero es terriblemente difícil buscar a alguien cuando no sabemos a dónde fue, ni por qué. Necesitamos un motivo.”

"Usted dijo que corrió", dijo otro oficial, dando un paso adelante. "No entendemos. ¿Por qué correría? Usted había llegado. Ella estaba con ustedes. Estaba a salvo. ¿Entonces por qué correría? "

Caitlin miró a Caleb y a los otros, y todos se miraron entre sí con incertidumbre.

"No lo sé", ella dijo con sinceridad.

"Entonces, ¿por qué no intentó detenerla?" Otro oficial preguntó. “¿O no corrió tras ella?"

“Usted no entiende", dijo Caitlin, intente tratando de ser clara. "Ella no corrió; ella saltó. Fue… como ver a un ciervo. Nos podríamos haberla alcanzado aun si lo hubiéramos intentado.”

El oficial miró con escepticismo a los demás.

"¿Me está diciendo que con todas las personas adultas aquí, ninguno pudo tratar de atraparla? ¿Qué es, una especie de atleta olímpico?” Se burló, escéptico.

“¿Ha estado bebiendo esta noche, señora?" Otro oficial preguntó.

"Escuche," Caleb soltó, dando un paso adelante, "mi esposa no se lo está  inventando. Yo también lo vi. Todos nosotros lo vimos: su hermano también, y su esposa. Nosotros cuatro. ¿Cree que todos estamos viendo cosas?"

El oficial levantó una mano.

"No hay necesidad de ponerse a la defensiva. Todos estamos en el mismo equipo. Pero vea desde nuestro lado: usted me dice que su hija corre más rápido que un ciervo. Obviamente eso no tiene ningún sentido. Tal vez ustedes están confundidos tras la pelea. A veces, las cosas no siempre se ven como parecen. Todo lo que estoy diciendo es que todo esto no tiene ningún sentido.”

El oficial intercambió una mirada escéptica con su compañero, que dio un paso adelante.

"Como he dicho, nuestra fuerza está buscando a su hija. Nueve de cada diez veces, los adolescente que huyen regresan a sus casas. O van a la casa de un amigo. Así que mi mejor consejo para ustedes es que regresen a casa y se queden allí. Apuesto a que todo lo que sucedió aquí era porque ella quería doblar las reglas un poco y, por una noche, ir a un bar de adultos y tomar una copa, y las cosas se le fueron un poco de las manos. Tal vez ella se encontró con un chico en el bar. Cuando ustedes llegaron, probablemente se fue porque se sintió avergonzada. Vuelvan a casa, apuesto a que va a estar esperándolos", el funcionario concluyó, como si lo hubiera resuelto todo.

Abrumada por la frustración, Caitlin negó con la cabeza.

“Usted no entiende", dijo ella. "No conoce a mi hija. Scarlet no va a los bares. Y ella no se encuentra con hombres extraños. Ella vino aquí porque estaba sufriendo. Vino aquí porque no tenía otro lugar adonde ir. Porque necesitaba algo. Vino aquí porque se está transformando. ¿Usted no entiende? Transformando.”

Los oficiales la miraron como si estuviera loca; Caitlin detestaba esa mirada.

“¿Transformando?" Ellos repitieron, como si ella hubiera perdido la razón.

Caitlin suspiró, estaba desesperada.

"Si no la encuentran, alguna gente por ahí va a salir lastimada."

El oficial frunció el ceño.

“¿Lastimada? ¿Qué está diciendo? ¿Su hija ha estado lastimando a la gente? ¿Está armada?”

Caitlin negó con la cabeza, se sentía más que frustrada. Estos policías locales nunca podrían entender; ella estaba perdiendo las fuerzas.

"Ella está desarmada. Nunca le ha hecho daño a nadie. Pero si sus hombres la encuentran, no podrán contenerla.”

Los agentes de policía se miraron, como concluyendo que Caitlin estaba loca, y luego se volvieron y caminaron a la habitación de al lado.

Cuando Caitlin los vio alejarse, ella se volvió y miró de vuelta, a través de los cristales rotos, a la noche.

Scarlet, pensó. ¿Dónde estás? Ven a mí, bebé. Te quiero. Lo siento. Por lo que te haya molestado, lo siento. Por favor, vuelve a casa.

Lo más extraño de todo eso, Caitlin se dio cuenta, era que, al pensar en Scarlet  por ahí, sola en la noche, no sentía ningún temor por Scarlet.

En cambio, sentía miedo por todos los demás.




CAPÍTULO DOS


Kyle estaba sentado en la parte trasera de la patrulla de la policía, con las manos esposadas a la espalda, con la mirada fija en la jaula estrecha, sintiéndose como nunca antes. Algo estaba cambiando dentro de él, no sabía qué, pero podría sentirlo burbujeando adentro. Le recordó la vez que había usado heroína, ese primer ardor  cuando la aguja tocó su piel. Este nuevo sentimiento era como un calor abrasador  corriendo por sus venas y estaba acompañado por un sentimiento de poder invencible. Se sentía abrumado de poder, sentía como si sus venas fueran a salirse de su piel, como si su sangre se hinchara en su interior. Se sentía más poderoso que nunca, la piel le hormigueaba en la cara y la frente y en la parte posterior del cuello. La oleada de poder en su interior era algo que no entendía.

Pero a Kyle no le importaba; siempre y cuando el poder estuviera allí, le daba la bienvenida. A través de sus ojos nublados observó como el mundo se teñía de rojo y lentamente se ponía en foco. Detrás de la jaula, vio a dos oficiales.

Cuando el zumbido en sus oídos comenzó a ceder, pudo oír su conversación, en un principio en silencio.

"Este asesino va a estar en el bote por mucho tiempo", le dijo uno al otro.

"Escuché que acaba de salir. Está de lo peor para él.”

El policía comenzó a reír, y el sonido chirriante taladró la cabeza de Kyle. La patrulla aceleró por la carretera, con las luces encendidas, y Kyle se hizo más consciente de sus alrededores mientras empezaba a darse cuenta dónde estaba. Estaban en la carretera nueve, regresando a la cárcel, el lugar donde había estado los últimos quince años su vida. Fue reconstruyendo lo que había pasado esa noche: ese bar … esa chica … Estaba a punto de tener algo con ella cuando … algo había sucedido. La pequeña perra lo había mordido.

El darse cuenta lo atravesó como una ola. Lo había mordido.

Kyle intentó palpar su cuello, las dos marcas le palpitaban, pero no pudo; encía las manos esposadas detrás de la espalda.

Kyle movió los brazos y, para su sorpresa, rompió las esposas sin mayor  esfuerzo. Levantó las muñecas con asombro, mirándolas, sorprendido de su propia fuerza. ¿Las esposas estaban dañadas? Las miró colgando frente a él, y se preguntó: ¿Cómo pudo haber hecho eso?

Kyle se estiró y sintió los dos bultos en el cuello, le ardían, como si la mordida hubiera entrado hasta venas. Se quedó allí sentado, mirando las esposas colgando, y se preguntó: ¿Existen los vampiros? ¿Era eso posible?

Kyle sonrió con gusto. Era el momento de averiguarlo.

Kyle tomó las esposas, que colgaban, y las golpeó contra la jaula.

Los dos policías se volvieron y miraron hacia atrás, y esta vez no se estaban riendo; ahora sus rostros estaban en shock. Las manos de Kyle estaban libres, sus esposas estaban rotas, y él las colgaba frente a ellos, sonriendo, mientras continuaba golpeando en la jaula.

"Mierda," un oficial le dijo al otro. "¿No lo esposaste, Bill?"

"Lo hice. Estoy seguro. Le apreté las esposas con más fuerza que el infierno.”

“No estaban lo suficientemente apretadas," Kyle gruñó.

Un policía tomó su arma, y el otro pisó el freno.

Pero no lo suficientemente rápido. Con una velocidad increíble, Kyle extendió la mano, arrancó la reja de metal como si fuera un palillo de dientes, y se zambulló en el asiento del frente.

Kyle se abalanzó sobre el policía en el asiento del pasajero, le quitó el arma de las manos, y le dio un codazo tan fuerte que le rompió el cuello.

El otro policía se desvió, y la patrulla se tambaleó por la autopista mientras  Kyle lo agarraba por la parte posterior de la cabeza, y lo embestía de frente. Un chasquido llenó el aire mientras la sangre del policía salpicaba a Kyle. Con el coche desviándose hacia todos lados, Kyle extendió la mano para agarrar el volante pero ya era demasiado tarde.

La patrulla se desvió hacia el otro lado de la carretera, y los sonidos de claxon  llenaron el aire mientras se estrellaba contra un auto que se aproximaba.

Kyle salió volando de cabeza por el parabrisas, y aterrizó en la carretera, rodó y rodó mientras el coche se volcaba y rodaba de lado, también. Un coche que se acercaba a Kyle aplicó los frenos, pero no a tiempo, y Kyle sintió como el coche aplastaba su pecho.

El coche paró en seco mientras Kyle estaba allí, respirando con dificultad; una mujer de unos treinta años salió, gritando, llorando, mientras corría hacia Kyle, que yacía de espaldas.

"Oh, Dios mío, ¿está bien?" Ella dijo en un apuro. "Traté de parar a tiempo. Dios mío. ¡He matado a un hombre! ¡Dios mío!”

La mujer estaba histérica, de rodillas sobre él, lloraba.

De repente, Kyle abrió sus ojos, se sentó y miró a la mujer.

Su llanto se detuvo cuando ella le devolvió la mirada en shock, tenía los ojos muy abiertos frente a los faros.

Kyle sonrió, se inclinó, y, en éxtasis, hundió sus hermosos colmillos que crecían y crecían en su garganta.

Fue la mejor sensación de su vida.

La mujer gritaba mientras él bebía su sangre; él se atiborró hasta que ella cayó inerte en sus brazos.

Kyle se puso de pie, satisfecho, y se volvió y contempló la carretera vacía.

Enderezó el cuello, alisó su camisa, y dio el primer paso. Tenía mucho que cobrarle a esta ciudad camino y todo iba a empezar con Scarlet.




CAPÍTULO TRES


Sage volaba cortando el aire hacia el amanecer, los primeros rayos de sol iluminaban una lágrima en su mejilla, que rápidamente él se secó. Estaba agotado, con mucho sueño después de volar toda la noche buscando a Scarlet. Durante la noche, creyó verla muchas veces, sólo para darse cuenta de que había llegado con  una chica desconocida que se sorprendía al verlo aterrizar y despegar de nuevo. Estaba empezando a preguntarse si alguna vez la encontraría.

Scarlet no estaba por ninguna parte, y Sage no podía entenderlo. La conexión entre los dos era tan fuerte, que estaba seguro que podría sentirla, que ella lo llevaría a donde estaba. No podía entender lo que había pasado. ¿Ella había muerto?

Sage creía que quizás estaba en tal estado emocional, que todos sus sentidos estaban bloqueados, y eso no le permitía rastrearla; o tal vez había caído en un sueño profundo, como sabía que le sucedía a los vampiros después de alimentarse de un humano por primera vez. Eso podía llegar a ser mortal para algunos, él lo sabía, y le dolía el corazón pensar que ella estaba por ahí, quien sabía dónde, completamente sola. ¿Alguna vez despertaría?

Sage voló bajo, muy rápidamente para no ser detectado, y pasó por todos los lugares a los que había ido con ella -su escuela, su casa, todos los lugares en que podía pensar- usando su visión láser la buscó por los árboles y las calles.

A medida que el sol se elevaba y pasaba hora tras hora, Sage, finalmente se dio cuenta de que no tenía sentido seguir buscando. Tendría que esperar hasta que ella saliera a la superficie, o él pudiera detectarla.

Sage estaba agotado como nunca antes. Podía sentir su fuerza vital empezando a decaer. Sabía que sólo quedaban unos días para que él mismo muriera, y cuando sintió otro dolor en el pecho y en los brazos y hombros, supo que se estaba muriendo por dentro. Pronto dejaría esta tierra, y lo había aceptado. Sólo quería pasar sus últimos días con Scarlet.

Cuando ya no le quedó ningún lugar donde buscar, Sage voló sobre la mansión  de su familia en el Hudson, mirando hacia abajo mientras descendía. Dio una y otra vuelta, como un águila, preguntándose: ¿debería verlos una última vez? No sabía para qué. Todos lo odiaban ahora por no llevar a Scarlet; y tenía que admitirlo, él los odiaba también. La última vez que había estado  allí, su hermana había muerto en sus brazos, y Lore había partido para tratar de matar a Scarlet. No quería enfrentarse a ellos de nuevo.

Y sin embargo, no tenía otro lugar a donde ir.

Mientras volaba, Sage escuchó un golpeteo, y miró hacia abajo y vio a varios de sus primos sosteniendo planchas de madera sobre las ventanas, y martilleando. Uno a uno, estaban sellando su mansión ancestral, y Sage vio a varias docenas de sus primos despegar en vuelo. Estaba intrigado. Era evidente que estaba pasando algo.

Sage tenía que averiguarlo. Una parte de él quería saber a dónde iban, qué sería de su familia, y una parte más grande de él quería saber si tenían alguna idea dónde estaba Scarlet. Tal vez uno de ellos había visto u oído algo. Quizás Lore la había capturado. Tenía que saber; era la única pista que tenía.

Sage se lanzó hacia la finca de su familia, aterrizando en el patio de mármol, ante la gran escalinata que conducía a la puerta de entrada trasera con antiguas puertas francesas.

Cuando se acercó, de repente las puertas se abrieron, y vio a su madre y su padre adelantándose; lo enfrentaron con una mirada de desaprobación.

"¿Qué estás haciendo aquí?" Su madre le preguntó como si él fuera un intruso.

"Ya nos mataste una vez", dijo su padre. "Nuestra gente pudo haber sobrevivido si no hubiera sido por ti. ¿Has venido a matarnos de nuevo?”

Sage frunció el ceño; estaba harto de la desaprobación de los padres.

“¿A dónde van?" exigió Sage.

“¿A dónde crees?" Su padre replicó. "Han convocado al Gran Consejo, por primera vez en mil años."

Sage lo miró con sorpresa.

“¿Al Castillo Boldt?"preguntó. “¿Van a las mil islas?"

Sus padres fruncieron el ceño de nuevo.

"¿Qué te importa?", dijo su madre.

Sage no podía creer lo que estaba escuchando. El Gran Consejo no se había reunido desde lo que parecía ser el principio de los tiempos, y que toda su raza se fuera a reunir en un solo lugar, no podía ser por algo bueno.

“¿Pero por qué?" preguntó. "¿Por qué convocarlos, si todos vamos a morir de todos modos?"

Su padre se adelantó y sonrió mientras levantaba un dedo y lo clavaba en el pecho de Sage.

"No somos como tú", gruñó. "No vamos darnos por vencidos sin luchar. El nuestro será el mayor ejército que jamás se haya conocido, es la primera vez que todos nos reuniremos en un mismo lugar. La humanidad va a pagar. Nos vengaremos."

“¿Vengarse de qué?” preguntó Sage. "La humanidad no te ha hecho nada. ¿Por qué vas a herir a personas inocentes?”

Su padre le devolvió la sonrisa.

“Eres tonto hasta el final", dijo. "¿Por qué no lo haríamos? ¿Qué tenemos para  perder? ¿Qué van a hacer, matarnos?”

Su padre se rió, y su madre se le unió, mientras se tomaban del brazo y pasaban  junto a él, chocando sus hombros y preparándose a despegar en vuelo.

Sage les gritó: "Recuerdo una vez cuando eran nobles", dijo. "Pero ahora, no son nada. Son menos que nada. ¿Esto es lo que hace la desesperación en ustedes?”

Se volvieron y le hicieron una mueca.

"Tu problema, Sage, es que si bien eres uno de nosotros, nunca has entendido a nuestra especie. Destruir es todo lo que siempre hemos querido. Sólo tú, sólo tú has sido diferente.”

"Tú eres el hijo que nunca entendimos", dijo su madre. "Y nunca has dejado de decepcionarnos."

Sage sintió que lo atravesaba un dolor, se sentía demasiado débil para responder.

Cuando se dieron vuelta para irse, Sage, jadeando, juntó fuerzas para gritar: "Scarlet! ¿Dónde está? ¡Dime!"

Su madre se volvió y sonrió con gusto.

"Oh, no te preocupes por ella", dijo su madre. "Lore la encontrará, y nos salvará a todos. O va a morir en el intento. Y cuando sobrevivamos, no creas que habrá un lugar para ti.”

Sage enrojeció.

"¡Te odio!" Gritó. “¡Los odio a los dos!"

Sus padres simplemente se volvieron sonriendo, se posaron sobre la barandilla de mármol y despegaron hacia el cielo.

Sage se quedó allí, observándolos ir, desaparecer en el cielo, mientras el  resto de sus primos se les unían. Se quedó allí, solo, ante su ancestral casa tapiada, allí no quedaba nada para él. Su familia lo odiaba y él los odiaba también.

Lore. Sage sintió un nuevo estallido de la determinación al pensar en él. No podía dejar que encontrara a Scarlet. A pesar de todo su dolor, tenía que reunir todas sus fuerzas, una última vez. Tenía que encontrar a Scarlet.

O morir en el intento.




CAPÍTULO CUATRO


Caitlin estaba sentada en el asiento del pasajero de su camioneta, estaba agotada, con el corazón roto, mientras Caleb conducía sin parar por la ruta 9, recorría las calles hacia arriba y hacia abajo como lo había estado haciendo por  horas. Ya estaba amaneciendo, y Caitlin miró a través del parabrisas el cielo fuera de lo común. Le sorprendió que ya estuviera amaneciendo. Habían estado conduciendo toda la noche, los dos en la parte delantera y Sam y Polly en el asiento trasero, manteniendo los ojos bien abiertos mirando la orilla de la carretera, buscando a Scarlet por todos lados. Una vez, se habían detenido en seco, Caitlin había creído verla pero se dio cuenta que era un espantapájaros.

Caitlin cerró los ojos por un momento, sentía sus párpados muy pesados, hinchados, veía el destello de los coches que se acercaban hacia ellos, sus faros pasaban de largo, un flujo interminable de tráfico que había estado viendo durante toda la noche. Tenía ganas de llorar.

Caitlin se sentía vacía por dentro, como una mala madre por no haber estado allí lo suficiente, acompañando a Scarlet -por no haber creído en ella, por no entenderla, por no haber estado allí cuando la había necesitado. De alguna manera, Caitlin se sentía responsable de todo. Y quería morirse al pensar que nunca más podría ver a su hija de nuevo.

Caitlin se puso a llorar, y abrió los ojos y se secó rápidamente las lágrimas. Caleb se acercó y le agarró la mano, pero ella la retiró. Caitlin se volvió para mirar por la ventana, quería un poco de privacidad, deseaba estar sola -quería morir. Sin su niña en su vida, se dio cuenta que ya no le quedaba nada.

Caitlin sintió una mano en su hombro. Se volvió para ver a Sam inclinándose hacia adelante.

"Hemos estado conduciendo toda la noche", dijo. "No hay ningún rastro de ella por ningún lado. Hemos cubierto cada centímetro de la ruta 9. Los policías están buscándola también, con muchos más coches que nosotros. Todos estamos cansados, y no tenemos ni idea de dónde puede estar. Incluso podría estar en casa, esperándonos.”

"Estoy de acuerdo", dijo Polly. "Yo digo que vayamos a casa. Necesitamos descansar un poco.”

De repente, se escuchó el sonido de un claxon estridente, y Caitlin levantó la mirada para ver un camión venir hacia ellos, estaban en el lado equivocado de la carretera.

“¡CALEB!" Caitlin gritó.

De repente, Caleb se desvió del camino en el último segundo, y regresó a su lado de la carretera, evitando por un pie el camión, que tocó la bocina.

Caitlin lo miró fijamente, con el corazón palpitante, y un Caleb agotado le devolvió la mirada, tenía los ojos inyectados en sangre.

“¿Qué pasó?" Ella preguntó.

"Lo siento", dijo. "Debo de haberme quedado dormido."

"Esto no está haciéndole ningún bien a nadie", dijo Polly. "Necesitamos descansar. Tenemos que ir a casa. Todos estamos cansados.”

Caitlin lo pensó, y finalmente, después de un largo momento, asintió.

"Bien. Llévanos a casa.”


*

Caitlin se sentó en su sofá mientras el sol se elevaba, hojeaba un álbum con fotos de Scarlet. A toda prisa, todos los recuerdos la inundaron y empezó a recordar  a Scarlet en todas sus edades. Caitlin frotó las fotos con su pulgar deseando más que nada en el mundo que pudiera tener a Scarlet allí con ella. Daría cualquier cosa, incluso su propio corazón y su alma.

Caitlin levantó la página rota del libro que había tomado de la biblioteca, el antiguo ritual, el que habría salvado a Scarlet sólo si Caitlin hubiera regresado a  tiempo, el que habría evitado que se convirtiera en un vampiro. Caitlin rompió la antigua página en pedazos y los arrojó al suelo. Los pedazos cayeron cerca de Ruth, que se quejó y se acurrucó junto a Caitlin.

Esa página, ese el ritual, que había significado tanto para Caitlin, ahora era inútil. Scarlet ya se había alimentado, y ahora ningún ritual podía salvarla.

Caleb y Sam y Polly, también estaban en la sala, cada uno perdido en su propio mundo, cada uno se había desplomado en una silla o un sofá, y estaba medio dormido o durmiendo. Los unía un silencio pesado, todos esperaban que Scarlet caminara por la puerta, todos sospechaban que eso no pasaría.

De repente, sonó el teléfono. Caitlin se levantó y lo arrebató, le temblaba la mano. Dejó caer el receptor varias veces, finalmente lo recogió y se lo llevó a la oreja.

"Hola, hola, hola?" Ella dijo. "Scarlet, ¿eres tú? ¿Scarlet!?”

"Señora, es el Oficial Stinton," se escuchó una voz masculina.

El corazón de Caitlin se desplomó al darse cuenta de que no era Scarlet.

"Sólo estoy llamando para hacerle saber que no tenemos ninguna novedad de su hija todavía."

Las esperanzas de Caitlin se desvanecieron. Ella agarró el teléfono, apretándolo, estaba desesperada.

"No se están esforzando lo suficiente," ella hervía.

"Señora, estamos haciendo todo lo que podemos.”

Caitlin no esperó a escuchar el resto de su respuesta. Azotó el auricular, luego agarró el teléfono, un aparato de los años 80, arrancó el cable de la pared, lo levantó, y lo estrelló al suelo.

Caleb, Sam, y todo Polly se levantaron de un salto, sorprendidos en su sueño, y la miraron como si estuviera loca.

Caitlin miró el teléfono y se dio cuenta que tal vez lo estaba.

Caitlin salió de la habitación, abrió la puerta que daba al amplio porche y se sentó en una mecedora. Hacía frío en la madrugada, pero no le importó. Se sentía entumecida.

Con fuerza, cruzó los brazos sobre su pecho, y se balanceó y balanceó en el aire frío de noviembre. Miró hacia la calle vacía iluminada con la luz de un nuevo día, no había ni un alma a la vista, ni un coche en movimiento, todas las casas aún estaban a oscuras. Todo estaba quieto. Una calle suburbana perfectamente tranquila, ni una hoja fuera de lugar, todo limpio tal como se suponía que debía ser. Perfectamente normal.

Pero nada, Caitlin lo sabía, era normal. De repente, odió este lugar que había querido durante años. Odiaba la tranquilidad; odiaba la quietud; odiaba el orden. Que no daría para que hubiera caos, para que la quietud se hiciera añicos, para que se escuchara algo, para que algo se moviera, para que su hija apareciera.

Scarlet, rezó, mientras cerraba sus ojos, llorando, vuelve a mí, bebé. Por favor, vuelve a mí.




CAPÍTULO CINCO


Scarlet Paine sentía que flotaba en el aire y escuchaba el aleteo de un millón de pequeñas alas en su oído mientras sentía elevarse más y más alto. Miró y vio que era izada por una bandada de murciélagos, aferrados a la parte de atrás de su camiseta, un millón de murciélagos la rodeaba y la llevaba por el aire.

La llevaron a través de las nubes y del amanecer más hermoso que jamás había visto, y las nubes se desparramaban y se rompían, el cielo de color naranja parecía incendiarse. No entendía lo que estaba pasando, pero por alguna razón no tenía miedo. Sintió que la llevaban a alguna parte, y tal como chillaban y revoloteaban a su alrededor, mientras la izaban en el cielo, sintió como si fuera uno de ellos.

Antes de que Scarlet pudiera procesar lo que estaba pasando, los vampiros la posaron con cuidado en el suelo, ante el castillo más grande que jamás había visto. Tenía antiguos muros de piedra, y ella estaba de pie delante de una enorme puerta arqueada. Los murciélagos se fueron volando, desapareciendo; su aleteo se fue desvaneciendo.

Scarlet se quedó mirando la puerta, que lentamente se abrió. Una luz ámbar se derramó hacia afuera, y Scarlet se sintió atraída a entrar.

Scarlet cruzó el umbral de la puerta, pasó por la luz, y entró a la sala más grande que jamás había visto. En el interior, alineados frente a ella y prestando total atención, se encontraba un ejército de vampiros, todos vestidos de negro. Ella se cernió sobre ellos, mirando hacia abajo como si fuera su líder.

Como si fueran uno, todos levantaron sus palmas y las golpearon contra sus pechos.

"Has dado a luz a una nación", gritaron, su voz, como si fueran uno, hizo eco en las paredes. “¡Has dado a luz a una nación!"

Los vampiros dejaron escapar un gran grito, y entonces Scarlet lo absorbió todo, por fin, había encontrado a su gente.

Los ojos de Scarlet se abrieron mientras se despertaba con el sonido de cristales rotos. Se encontró yaciendo boca abajo con las mejillas contra el cemento frío y húmedo. Vio hormigas caminando hacia ella, y puso sus manos sobre el cemento áspero, se sentó, y se las quitó.

Scarlet estaba fría, adolorida, tenía el cuello y la espalda torcidos por haber dormido en esa posición incómoda. Por encima de todo, estaba desorientada, un poco asustada mientras observaba lo que la rodeaba. Estaba debajo de un pequeño puente de la ciudad, tendida sobre una loza de cemento debajo de él, estaba amaneciendo. Apestaba a orina y cerveza rancia allí, y vio que el cemento estaba todo marcado con graffiti y, mientras examinaba el suelo, vio latas de cerveza vacías, basura, jeringas usadas. Se dio cuenta que estaba en un mal lugar. Miró a su alrededor, parpadeando, no tenía idea dónde estaba, ni cómo había llegado allí.

Escuchó de nuevo el sonido de cristales rotos y de pies arrastrándose, y se volvió rápidamente, sus sentidos estaban en alerta.

A unos diez metros, había cuatro vagabundos vestidos con harapos, parecían estar borrachos o drogados, o venían de una pelea. Eran hombres mayores sin afeitar, la miraban como si ella fuera su juguete, con sonrisas lascivas en sus rostros, revelando los dientes amarillos y podridos. Pero eran fuertes, ella podía decirlo, eran robustos y altos y, por la forma en que se acercaban, uno de ellos tiró una botella de cerveza y la rompió debajo del puente, supo que sus intenciones no eran buenas.

Scarlet trató de recordar cómo había llegado a ese lugar. Era un lugar al que nunca habría ido voluntariamente. ¿La habían llevado allí? Lo que primero pensó era que tal vez la habían violado; miró hacia abajo y vio que estaba completamente vestida, y supo que no. Ella se puso a pensar, tratando de recordar lo que había pasado la noche anterior.

Pero todo era como un borrón lleno de dolor. Recordaba destellos: un bar al lado de la ruta 9 … un altercado … Pero todo estaba en una nebulosa. No lograba recordar los detalles.

“Tú sabes que estás debajo de nuestro puente, ¿verdad?" Uno de los vagabundos dijo mientras se acercaba cada vez más a ella. Scarlet se escabulló hacia atrás con sus manos y rodillas, luego se puso de pie, enfrentándolos, temblaba por dentro, pero no quería verse asustada.

"Nadie viene aquí sin pagar una cuota", otro dijo.

"Lo siento," dijo ella. "No sé cómo llegué aquí."

"Ese fue tu error", otro dijo, con una voz gutural profunda, mientras le sonreía.

"Por favor," Scarlet dijo, tratando de sonar dura, pero su voz le temblaba mientras daba un paso hacia atrás, "No quiero problemas. Me voy ahora mismo. Lo siento.”

Con el corazón latiéndole en el pecho, Scarlet se volvió para irse, cuando de repente, oyó pasos corriendo, y entonces sintió que un brazo se enroscaba en su cuello, sosteniendo un cuchillo; el horrible aliento a cerveza le daba en la cara.

"No, no lo estás, cariño", dijo. "Ni siquiera hemos empezado a conocernos.”

Scarlet luchó, pero el hombre era demasiado fuerte para ella, su barba raspaba su mejilla mientras frotaba su cara contra la suya.

Pronto, los otros tres se pararon frente a ella, y Scarlet gritó mientras luchaba en vano, y entonces sintió sus manos horribles corriendo por su estómago. Uno de ellos llegó a la línea de su cintura.

Scarlet se resistió y se retorció, tratando de escapar, pero ellos eran más fuertes. Uno de ellos se agachó, se quitó el cinturón, y lo tiró, y ella oyó el sonido metálico de metal en el cemento.

“¡Por favor, déjenme ir!" Scarlet gritó, mientras se retorcía.

El cuarto vagabundo se agachó y la agarró de la cintura, por los pantalones vaqueros y comenzó a tirar de ellos, tratando de sacárselos. Scarlet supo que, con en unos momentos, si ella no hacía algo, la lastimarían.

Algo en su interior se quebró. No entendía qué era pero, por completo, la invadió una energía que la inundaba, y se elevaba desde sus pies, iba a través de sus piernas, por su torso. Sintió un calor abrasador, disparado a través de sus hombros, sus brazos, hasta sus dedos. Su cara estaba enrojecida, y tenía los pelos de punta por todo su cuerpo, sintió un fuego arder en su interior. Sentía que no lograba entender que pasaba, y se sentía más fuerte que todos esos hombres, más fuerte que el universo.

Entonces sintió algo más: una rabia primordial. Era una sensación nueva. Ya no quería alejarse, ahora quería quedarse allí y hacer que los hombres pagaran. Separarlos, miembro por miembro.

Y, por último, sintió algo más: hambre. Un hambre punzante y profundo que la hacía que necesitara alimentarse.

Scarlet se echó hacia atrás y gruñó, un sonido que hasta a ella le dio miedo; sus colmillos se extendieron desde los dientes mientras se inclinaba hacia atrás y le daba una patada al hombre que jalaba sus vaqueros. La patada fue tan tremenda, que envió al hombre volando por el aire unos buenos veinte pies, hasta que se golpeó la cabeza contra la pared de hormigón. Se dejó caer, inconsciente.

Los otros dieron un paso atrás y la soltaron, con la boca abierta en estado de shock y con miedo mientras miraban a Scarlet. Se veían como si se hubieran dado  cuenta que habían cometido un error muy grande.

Antes de que pudieran reaccionar, Scarlet se dio vuelta y le dio un codazo al hombre que la sostenía, dándole una zancailla en la mandíbula con tanta fuerza, que él dio vuelta dos veces y se derrumbó, inconsciente.

Scarlet se volvió, gruñendo, y se enfrentó a los otros dos, como una bestia mirando a su presa. Los dos vagabundos se quedaron allí, con los ojos desorbitados por el miedo, y Scarlet escuchó un ruido, bajó la mirada para ver a uno de ellos orinándose en sus pantalones.

Scarlet se agachó, recogió su cinturón, y avanzó con total despreocupación.

El hombre se tambaleó hacia atrás, petrificado.

"¡No!" Él gimió. “¡Por Favor! ¡No fue mi intención!”

Scarlet se lanzó hacia adelante y envolvió el cinturón alrededor de la garganta del hombre. Entonces, ella lo levantó con una mano, los pies del hombre colgaban sobre la tierra, el hombre jadeaba mientras trataba de agarrar la correa. Ella lo mantuvo allí, en lo alto, hasta que, finalmente, él dejó de moverse y se desplomó, muerto.

Scarlet se volvió y se enfrentó al último vagabundo, que lloraba, estaba  demasiado asustado para correr. Con los colmillos extendidos, dio un paso adelante y los hundió en la garganta del hombre. Él sacudió sus brazos y, en unos momentos, yacía en un charco de sangre, lívido.

Scarlet escuchó un correteo a distancia, y vio al primer vagabundo levantarse, y gemir, se estaba poniendo lentamente de pie. Él la miró con los ojos muy abiertos de miedo, y con sus manos y rodillas trató de escapar.

Ella se abalanzó sobre él.

"Por favor, no me hagas daño", gimió, llorando. “No era mi intención. No sé lo que eres, pero no quise hacerlo.”

"Estoy segura que no," contestó ella, con su voz oscura, inhumana. "Al igual que no es mi intención lo que voy a hacerte ahora."

Scarlet lo cogió por la espalda de la camiseta, lo hizo dar vueltas, y lo lanzó hacia arriba con todas sus fuerzas.

El vagabundo salió volando como un misil hacia el puente, la cabeza y los hombros se estrellaron contra el cemento saliendo por el otro lado, el sonido de escombros cayendo se escuchó por todas partes después que ella lo arrojó a la  mitad del puente. Quedó atorado allí, capturado, con las piernas colgando debajo.

De un solo salto, Scarlet llegó hasta la parte superior del puente y lo vio con su torso superior atrapado en el hormigón, mientras él gritaba, con la cabeza y los hombros expuestos, era incapaz de moverse. Él se movía, tratando de liberarse.

Pero no podía. Era un blanco fácil para todo vehículo que se aproximara.

“¡Sácame de aquí!", él le exigió.

Scarlet sonrió.

"Tal vez la próxima vez", ella dijo. "Disfruta del tráfico."

Scarlet se volvió y saltó y voló hacia el cielo, los gritos del hombre se iban apagando mientras ella volaba más y más alto, lejos de ese lugar, sin saber donde estaba, y eso tampoco le importaba. Sólo tenía a una persona en su mente: Sage. Su rostro se cernía ante ella, en el ojo de su mente, igual su barbilla y sus labios perfectamente cincelados, sus ojos conmovedores. Podía sentir el amor que él sentía por ella. Y ella sentía lo mismo.

Ya no sabía donde estaba su casa en este mundo, pero no le importaba, siempre y cuando estuviera con él.

Sage, pensó. Espérame. Voy a por ti.




CAPÍTULO SEIS


María estaba sentada con sus amigos en el huerto de calabazas, muy celosa de todos, odiaba la vida. Todo el mundo parecía tener un novio salvo ella. Y los que no tenían eran parte de una muy fuerte camarilla de amigos que se apiñaban todos juntos.

María estaba sentada sobre un montón de calabazas, Becca y Jasmine estaban a  su lado, y realmente ya no sabía dónde encajaba. Maria  solía tener una camarilla tan fuerte, una que por años había sido indestructible, ella y Becca y Jasmine y, por supuesto, su mejor amiga, Scarlet. Habían sido inseparables. Si una de ellas no tenía novio, las otras siempre estaban allí acompañándola. Ella y Scarlet se habían jurado que nunca pelearían, que irían a la misma universidad, serían damas de honor en la  boda de la otra, y vivirían siempre a diez cuadras de la otra.

María había estado muy segura de sus amigas, de Scarlet, de todo.

Luego, en las últimas semanas, de repente, todo se había venido abajo, sin previo aviso. Scarlet le había robado a Sage frente a sus ojos, el único chico con quien María había estado totalmente obsesionada en un largo tiempo. El rostro de María se sonrojó al recordar toda la indignidad; Scarlet la había hecho verse muy estúpida. Todavía estaba muy enojada con ella por eso, y creía que nunca la  perdonaría.

Maria recordó su última pelea, Scarlet se defendió diciendo que ella le gustaba a Sage, y que no se lo robó. En el fondo, María sabía que probablemente tenía razón. Aún así, tenía que culpar a alguien; era mucho más fácil de culparse a sí misma.

Alguien la golpeó, y María se deslizó de la pila de calabazas, aterrizando en el suelo, y sus vaqueros se llenaron de barro.

“¡Qué te pasa!" Ella gritó, furiosa.

Era uno de los chicos borrachos. Varios cientos de su clase se habían reunido allí, como tradicionalmente siempre lo hacían, el día después de la gran fiesta del otoño, en este estúpido evento de la escuela de "cosecha de la calabaza". Todo el mundo sabía que realmente nadie recogía calabazas, todos se sentaban alrededor del campo de calabazas, bebiendo sidra de manzana caliente y comiendo donas, mientras que la chusma de la clase mezclaba la sidra con ginebra. Uno de esos chicos la había golpeado. Él ni siquiera se había dado cuenta, e insultaba mientras se tambaleaba. María lo conocía, y sabía que todos los chicos que bebían a esa edad no terminarían haciendo nada con sus vidas, al menos eso la consolaba.

María tenía que aclararse la cabeza. No podía soportar más, estar junto a todo eso. Sólo quería huir. Todavía estaba muy molesta, y ahora ni siquiera sabía por qué. Perder a su mejor amiga, aun con Jasmine y Becca allí, la hacía sentir como suelta. Y aun peor, todavía sentía deseos por Sage. Pensar en él la estaba volviendo loca.

María se puso de pie y comenzó a caminar.

"¿A dónde vas?" Jasmine preguntó.

María se encogió de hombros.

“Voy a tomar un poco de aire."

María se abrió paso entre la multitud, alejándose más y más hacia el campo de las afueras de la ciudad, mientras miraba a todos los niños sosteniendo sus tazones, sentados alrededor, riendo, todo el mundo parecía estar muy feliz. Todo el mundo menos ella. En ese momento, los odiaba a todos.

María llegó al borde de la multitud y siguió caminando hasta un pajar solitario,  en la base del laberinto de maíz.

Puso su cabeza entre las manos y contuvo las lágrimas. Se sentía deprimida, y no sabía por qué. Sobre todo, pensó, porque Scarlet no era parte de su vida. Solía enviarle mensajes de texto cien veces al día. Tampoco entendía por qué había ocurrido todo eso. Y no podía dejar de pensar en Sage, aunque sabía que ella no le gustaba. Cerró los ojos y pidió y pidió para que él apareciera.

Sage, daría cualquier cosa, pensó. Ven acá. Te deseo. Te necesito.

"¿Qué está haciendo alguien tan bonita como tú sentada aquí sola?" se escuchó la voz oscura y seductora.

María se estremeció mientras abría los ojos y estaba en completo estado de  shock al ver quien estaba ante ella. No era Sage. Pero era un chico, si era posible, aún más magnífico que Sage. Llevaba botas de cuero negro, pantalones de cuero negro, una playera negra, un pequeño collar de dientes de tiburón negro y una chaqueta de cuero negro ajustado. Tenía los ojos grises y el cabello castaño ondulado, y una pequeña sonrisa, que era perfecta. Tenía más atractivo sexual que cualquier chico que jamás había visto: parecía una estrella de rock que había  salido del escenario sólo para verla.

María parpadeó varias veces y miró a su alrededor, preguntándose si era una broma. Pero él era el único allí, y realmente estaba hablando con ella, y a nadie más. Ella intentó responder, pero las palabras se le atascaron en la garganta.

“¿Bonita?" Fue todo lo que atinó a decir, con el corazón desbocado en su pecho.

Él se rió, y fue el sonido más hermoso que ella jamás había oído.

"Vamos, ellos se están divirtiendo. ¿Por qué tú no?”

Sin esperar, él se le acercó con gracia y extendió la mano, y sin darse cuenta, ella la tomó, saltando fuera de la pila de heno, y lo siguió; tomados de la mano los dos caminaron hacia el laberinto de maíz. Se sentía tan atraída por él, que ni siquiera se detuvo a pensar de que esto no era algo exactamente normal. Una fantasía de ella se había materializado y la había arrastrado. Pero no iba a empezar a hacer preguntas.

"Um … ¿quién eres?" ella preguntó, tentativamente, con voz temblorosa, abrumada al sentir la mano del chico entre las suyas.

"Estaba buscando una pareja para entrar al laberinto de maíz", dijo con una sonrisa cuando entraron. "Es mi día de suerte. María, ¿no? "

Ella lo miró con asombro.

"¿Cómo sabes mi nombre?"

Él sonrió y se rió.

"Pronto sabrás que yo", dijo él, “lo sé casi todo. Y en cuanto a mi nombre: me puedes llamar Lore.”


*

Lore caminó tomado de la mano de la amiga de Scarlet, encantado consigo mismo por lo fácil que había sido seducirla. Estos seres humanos eran demasiado frágiles, demasiado ingenuos, ni siquiera era justo. Incluso, apenas había necesitado usar sus poderes y, en pocos minutos, la tenía en la palma de su mano. Una parte de él quería alimentarse de ella, drenar la energía de su cuerpo, y deshacerse de ella como lo había hecho con otros seres humanos.

Pero, otra parte de él le decía que debía ser paciente. Después de todo, había volado por el campo y había bajado sólo por ella. Lore había estado buscando una manera de llegar con Scarlet y, mientras volaba, había percibido los fuertes sentimientos de María atravesando el universo; había sentido su deseo por Sage, su desesperación. Se había sentido atraído como un imán.

Lore había ubicado a María con su ojo de águila desde los cielos y, al bajar, se dio cuenta de que, después de todo, ella sería la trampa perfecta, alguien tan sola, tan vulnerable y tan cercana a Scarlet. Si alguien sabía cómo encontrar a Scarlet, debía ser ella. Lore decidió que entablaría una amistad, la utilizarla para encontrar a Scarlet, y cuando terminara, la mataría. Mientras tanto, podría divertirse con ella. Esta humana patética creería cualquier fantasía que quisiera.

"Um … no entiendo …", dijo María, mientras caminaban, con la voz temblorosa, nerviosa. "Explícamelo otra vez. ¿Dijiste que … que eres nuevo aquí?"

Lore se rió.

"De alguna manera", dijo.

“¿Como que vas a estar en nuestra escuela?" ella preguntó.

"No creo tener tiempo para ir a la escuela", respondió.

"Qué quieres decir? ¿No tienes mi edad?” Ella preguntó.

"Sí. Pero terminé la escuela hace mucho tiempo.”

Lore estuvo a punto de decir hace siglos pero se contuvo en el último segundo, por suerte.

“¿Hace mucho tiempo? ¿Qué quieres decir? ¿Estás como avanzado o algo así?“ Ella lo miró con ojos llenos de admiración, y él le devolvió una sonrisa.

"Algo así", dijo. "Así que tus amigos están allí, en la fiesta?", Añadió.

María asintió.

"Sí, todos excepto … Bueno, ya no soy su amiga, así que sí, todos."

“¿Excepto quién?" Lore preguntó, intrigado.

María se ruborizó.

"Bueno, mi mejor anterior amiga. Ella no está allí. Pero como dije, ya no somos amigas.”

“¿Scarlet?" él preguntó, arrepintiéndose inmediatamente por haber dicho demasiado.

María lo miró, suspicaz.

"Como, ¿cómo sabes todo esto? ¿Estás como acechándome?”

Lore comenzó a sentir que ella se estaba alejando de él, y no quería perderla. Él la miró, le tomó sus mejillas, hizo que lo mirara, y sus ojos brillaron en los de ella. Ella parpadeó, y entonces él borró los últimos treinta segundos de su conversación  de su memoria.

María parpadeó varias veces, él le tomó la mano, y siguieron caminando.

Estuvo cerca, él pensó. Vamos a empezar de nuevo.

“¿Entonces tus amigos están allí, en la fiesta?", Añadió.

María asintió.

"Sí, todos ellos excepto … Bueno, ya no soy su amiga, así que sí, todos.”

“¿Excepto quién?" Lore preguntó, intrigado.

María se ruborizó.

"Bueno, mi anterior mejor amiga. Ella no está allí. Pero como dije, ya no somos amigas.”

Lore se detuvo esta vez, pensando mejor sus palabras.

"¿Qué pasó entre ustedes dos?" Él preguntó cuidadosamente.

María se encogió de hombros, y siguieron caminando en silencio, sus botas crujían en el heno.

“No tienes que decirme", dijo Lore, finalmente. "De todos modos, yo sé lo que se siente el estar alejado de un amigo. Mi primo. Una vez fuimos como hermanos. Ahora ni siquiera nos hablamos.”

María lo miró con compasión.

"Eso es terrible", dijo. “¿Que pasó?"

Lore se encogió de hombros.

"Es una larga historia." De siglos, quería añadir, pero se contuvo.

María asintió, entendiéndolo.

"Bueno, como pareces entender", dijo, "entonces te lo voy a decir. No sé por qué, como si ni siquiera te conozco, pero siento que podrías entenderlo todo.”

Lore le sonrió para darle confianza.

“Suelo tener ese efecto en la gente", dijo.

"De todos modos," María continuó, "mi amiga, Scarlet, ella como que me robó un chico que me gustaba. No es que me importe aun ese chico.”

María dejó de hablar y Lore intuyó que quería decir algo más, y leyó su mente:

Bueno, no desde que te conocí, eso es.

Lore sonrió.

“Robarle el compañero de alguien," Lore dijo, sacudiendo la cabeza. "No hay nada peor que eso."

Él le apretó la mano con más fuerza, y María le sonrió débilmente

“¿Entonces ya no son amigas?", dijo Lore, empujándola.

María negó con la cabeza.

"No. Como que corté totalmente con ella. Me siento un poco mal por ello. Quiero decir, ella todavía está entre mis amigas favoritas y seguimos siendo amigas en Facebook y en todo. No puede ir tan lejos. Pero no la he llamado ni le enviado mensajes de texto. Solíamos textearnos cien veces al día.”

"¿Has intentado enviarle un mensaje?"

María negó con la cabeza.

"Realmente no quiero hablar de eso", ella dijo.

Lore sintió que la estaba empujando demasiado. Tendría tiempo de sobra para seducirla, para averiguar todo lo que necesitaba saber sobre Scarlet. Mientras tanto, tenía que hacer que confiara en él -confiar completamente.

Llegaron al centro del laberinto de maíz, y se detuvieron y se quedaron allí. María miró hacia otro lado, y Lore percibió lo nerviosa que estaba.

"Entonces, ¿ahora qué?" Ella preguntó, con las manos temblorosas. "Tal vez deberíamos regresar", Añadió.

Él leyó su mente:

Espero que no quiere volver. Espero que me bese. Por favor, bésame.

Lore se agachó, le tomó las mejillas, se inclinó y la besó.

En un primer momento, María se resistió, tirando hacia atrás.

Pero, luego ella se derritió en su beso. El la sintió fundirse completamente en él, y ahora él sabía que ella era totalmente suya.




CAPÍTULO SIETE


Scarlet voló por el cielo de la mañana, secándose las lágrimas, aún se sentía sacudida por el incidente debajo del puente; trataba de entender lo que le estaba pasando. Estaba volando. Casi no podía creerlo. No sabía cómo, pero le habían brotado alas, y acababa de despegar y se elevó en el aire como si fuera la cosa más natural del mundo. No lograba entender por qué la luz le estaba lastimando los ojos, por qué su piel le picaba debajo del sol. Por suerte, se había nublado, y tenía un poco de alivio; y aún así, no sentía que era la misma de antes.

Scarlet se sentía tan perdida, tan sola, y no sabía a dónde ir. No podía volver a su casa, no después de todo lo que había sucedido, no después de descubrir que su madre quería que muriera, y que todos la odiaban. Tampoco podía ir con sus amigos; María la odiaba también, y parecía que había puesto a las demás en su contra. No podía volver a la escuela, no podía simplemente regresar a su vida normal, especialmente después de su gran pelea con Vivian en la fiesta.

Una parte de Scarlet quería acurrucarse en una bola y morir. Sentía que no le  quedaba nada en el mundo.

Scarlet voló sobre su ciudad natal y pasó por su casa, era una sensación muy  extraña verla desde arriba. Scarlet voló lo suficientemente alto como para que nadie la viera, y ella vio su ciudad desde una vista de pájaro, era algo que nunca había experimentado. Vio las cuadras perfectamente alineadas, la cuadrícula rectangular, las calles limpias, el alto campanario de la iglesia; vio cables por todas partes, los postes de teléfono, todos los techos inclinados, algunos de teja, otros de pizarra, la mayoría con cientos de años. Vio los pájaros encaramados en los techos, y vio un globo púrpura solitario elevarse hacia ella.

El viento de noviembre se sentía frío allí arriba, azotando su rostro, y Scarlet  sintió frío. Quería bajar en alguna parte para calentarse.

Mientras Scarlet y volaba y volaba, tratando de pensar en algo, la única persona que podía ver, la única cara que continuaba parpadeando en su mente, era Sage. No se había presentado en la fiesta de la escuela como le había prometido; la había plantado, y ella todavía estaba enojada. Scarlet supuso que él no quería volver a verla.

Por otra parte, no estaba muy segura de lo que había pasado. Tal vez, sólo tal vez, había otra razón por la que no se había presentado. Tal vez él la amaba,  después de todo.

Cuanto más pensaba en ello, más sentía que necesitaba verlo. Necesitaba ver una cara familiar, alguien en el mundo que se preocupara por ella, que la amara. O, al menos, que una vez la había amado.

Scarlet tomó una decisión. Dio la vuelta y se dirigió al oeste, hacia el río, hacia dónde sabía que vivía Sage. Ella continuó volando fuera de los límites de la ciudad, mirando hacia abajo a los caminos que la guiaron como un faro mientras volaba. Su corazón latía rápidamente cuando se dio cuenta que llegaría con él en unos minutos.

Al volar fuera de la ciudad, el paisaje cambió: en lugar de cuadras y casas perfectamente alineadas, había menos casas, lotes más grandes, más árboles … Los terrenos se transformaron de dos hectáreas a seis, luego diez, veinte hectáreas … . Estaba entrando a la sección de las mansiones.

Scarlet llegó a la orilla del río y, cuando se volvió y voló junto a él, debajo vio  todas las mansiones, con extensas calzadas, enmarcadas por viejos robles y grandes portones. Todo olía a riqueza e historia, y dinero y poder.

Scarlet pasó sobre la más grande y la más elegante de todas, muy bien situada  detrás de la carretera, encaramada cerca de la orilla del río, una antigua casa de piedra antigua, con los más hermosos espirales y torres; parecía más un castillo que una casa. Sus quince chimeneas sobresalían en el cielo como un faro al cielo. Scarlet no se había dado cuenta todo lo hermosa que era la casa de Sage hasta que la vio desde arriba.

Scarlet voló más bajo, descendiendo, le latía el corazón de nervios. ¿Sage querría verla? ¿Y si no? Ella no sabría donde podía ir.

Descendiendo suavemente, Scarlet aterrizó frente a la puerta principal, retractó sus alas, y miró el edificio de piedra, y entonces sintió que su corazón se le ponía frío por dentro. No podía comprender lo que estaba viendo: la casa entera, toda, estaba abandonada. En lugar del hermoso cristal adornado, había madera contrachapada, apresuradamente clavada; en lugar de toda la actividad de la última vez que la visitó, no había nada.

Estaba desierta.

Scarlet escuchó un ruido chirriante. Miró a un lado y vio una puerta oxidada balanceándose ligeramente, chillando en el viento. Parecía como si nadie hubiera vivido allí durante miles de años.

Scarlet voló a la parte trasera de la casa, aterrizando en la amplia plaza de mármol, y alzó la vista hacia el frente; era más de lo mismo. La casa estaba completamente vacía, cerrada con tablas. Como si todo lo que había sido, nunca hubiera ocurrido.

Scarlet se volvió y miró los jardines que llegaban hasta el río, miró hacia el horizonte lleno de nubes; el cielo se había ennegrecido y amenazaba una tormenta, buscaba a Sage por todas partes.

No lo percibió allí. No en la casa. En ningún lugar.

Se había ido.

Scarlet no podía creerlo. Él se había ido.

Scarlet se sentó, poniendo sus manos sobre sus rodillas y lloró. ¿Realmente la odiaba tanto? ¿Nunca la había amado?

Scarlet se quedó allí, llorando, hasta que se sintió hueca, entumecida. Se quedó mirando la nada, sin saber qué hacer.  Una parte de ella quería entrar a la casa, mas no fuera para calentarse y refugiarse. Pero sabía que no podía hacer eso. No era una criminal.

Scarlet se quedó sentada con la cabeza entre las manos por lo que pareció una eternidad; sintiendo una presión intensa en sus ojos, sabía que tenía que ir a alguna parte, hacer algo. ¿Pero, donde?

Por alguna razón, de nuevo Scarlet pensó en sus amigos. María la odiaba; no había ninguna razón para alguna de las demás la odiaran. Habían sido tan unidas. Incluso si no podía hablar con María, tal vez podrían hablar con Becca o con  Jasmine. Después de todo, Scarlet no les había hecho nada. ¿Y para qué son los amigos, si no es para un momento como este?

Scarlet se levantó, se secó las lágrimas, dio tres pasos, y saltó en el aire. Encontraría a sus amigas, les pediría de poder quedarse con ellas sólo por esa noche, y luego pensaría qué hacer con su vida.




CAPÍTULO OCHO


Con las manos temblando, el Padre McMullen se arrodilló ante el altar, mientras apretaba el rosario, rezaba para ver las cosas con mayor claridad. Y también, tenía que admitirlo, oraba para que lo protegieran. En su mente todavía centelleaban  imágenes de esa chica, Scarlet, que su madre había llevado varios días antes, y de ese momento cuando, incluso en ese lugar santo, se rompieron todas las ventanas. El padre levantó la vista y miró a su alrededor, como si se preguntara si había sucedido realmente, y sintió un agujero en el estómago cuando, como un recordatorio, las ventanas ahora estaban tapiadas con madera contrachapada.

Por favor, Padre. Protégenos. Protégela. Sálvanos de ella. Y sálvala de sí misma. Te pido una señal.

El Padre McMullen no sabía qué hacer. Era un sacerdote de pueblo, con una parroquia de pueblo pequeño, y no tenía las habilidades para hacer frente a una fuerza espiritual de esa magnitud. Había leído leyendas, pero nunca había creído que fueran verdad, y ciertamente nunca la había visto con sus propios ojos.

Ahora, después de pasar su vida entera rezando a Dios, de hablarle a los otros de las fuerzas del bien y del mal, la había presenciado él mismo. Las verdaderas fuerzas espirituales estaban en una batalla, aquí en la tierra, para que todos la vieran. Ahora había experimentado todo lo que había leído y hablado.

Y estaba muy asustado.

¿La maldad así podía realmente caminar por la tierra? se preguntó. ¿De dónde venía? ¿Qué quería? ¿Y por qué tenía que venir con él, caer sobre su regazo?

El Padre McMullen se había puesto en contacto con el Vaticano de inmediato, y había informado de lo ocurrido y les había pedido ayuda, necesitaba orientación. Por encima de todo, quería saber cómo ayudar a esa pobre chica. ¿Había oraciones y ceremonias antiguas que desconocía?

Pero, a su pesar, no había recibido respuesta.

El padre se arrodilló, rezando, como lo hacía todas las tardes, ahora oró por más tiempo y con más fuerza.

De repente, el padre se estremeció cuando las enormes puertas arqueadas de madera de la iglesia se abrieron de golpe, la luz lo inundó desde atrás, y sintió una brisa fría en su espalda. Sintió un escalofrío y no era sólo por el clima.

Intuyó que algo oscuro había entrado a ese lugar.

Con el corazón latiéndole con fuerza, el padre se puso rápidamente de pie y se dio vuelta, de frente a la entrada, preguntándose qué podría ser. Entrecerró los ojos a la luz.

Entraron las siluetas de tres hombres en sus sesentas, con el pelo blanco, vestidos de negro, con cuellos altos negros y sotanas. Los examinó con asombro; había algo diferente en ellos, algo siniestro. No se parecía a ningún otro sacerdote que hubiera visto.

“¿Padre McMullen?" Uno de ellos preguntó.

Mientras se acercaban, el padre se paró y asintió temblorosamente.

"¿Quién son ustedes?" Él preguntó. “¿En qué puedo ayudarlos?"

“Usted nos mandó llamar", dijo uno.

El padre lo miró con perplejidad.

“¿Yo?”

Llegaron junto a él, y uno de ellos le extendió un pedazo de papel.

El padre lo tomó. Era del Vaticano.

"Nos enviaron a investigar," uno de ellos dijo.

El padre sintió cierto alivio y, aún así, los examinó con aprensión, registrando su aspecto austero.

"Me siento honrado de que hayan venido desde Italia", dijo. "Gracias por venir. ¿Pueden ayudarme?”

Sin embargo, los hombres lo ignoraron y se dieron vuelta para examinar la madera en las ventanas, mientras se miraban uno al otro, como si lo hubieran visto antes, como si supieran exactamente lo que había sucedido.

"Esta chica que usted describe," uno dijo con su voz oscura y baja. "¿Cuál es su nombre?"





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Un libro para rivalizar con TWILIGHT y EL DIARIO DEL VAMPIRO, ¡querrás seguir leyendo hasta la última página! Si te gusta la aventura, el amor y los vampiros ¡este libro es para ti! –Vampirebooksite. com (Sobre Convertida) En CONDENADA, cuando se despierta y se da cuenta que se está convirtiendo en un vampiro, Scarlet Paine de 16 años lucha por entender lo que le está pasando. Alejada de sus padres y de sus amigos, la única persona que le queda es Sage, el chico misterioso que rápidamente se ha convertido en el amor de su vida. Sin embargo, Sage, cuya casa ha sido tapiada, no está por ningún lado. Sola en el mundo, sin ningún lugar donde ir, Scarlet, busca a sus amigos y trata de reconciliarse con ellos. Todo parece salir mal cuando la invitan a un viaje a una isla abandonada en el Hudson – y las cosas se salen de control y se revelan los verdaderos poderes de Scarlet; entonces, es cada vez más difícil que nunca saber quiénes son sus amigos y quienes sus enemigos. Blake, aun interesado en ella, intenta hacer las paces. Parece sincero, y Scarlet se siente confundida, ya que no sabe si estar con Blake o esperar a Sage, a quien no puede encontrar. Cuando finalmente Scarlet encuentra a Sage, viven el momento más romántico de su vida; sin embargo, se tiñe de tragedia, porque Sage se está muriendo y tiene unos pocos días de vida. Por su parte, Kyle se convirtió en el único otro vampiro que queda en el mundo, y está en una campaña criminal, buscando a Scarlet; Caitlin y Caleb consultan con Aiden, y cada uno se embarca en diferentes misiones -Caleb busca detener y matar a Kyle, y Caitlin, va a la famosa biblioteca de la Universidad de Yale, para investigar la antigua reliquia que se dice tanto puede curar como matar a los vampiros de todos los tiempos. Es una carrera contra el tiempo, y puede que sea demasiado tarde. Scarlet está cambiando rápidamente, apenas puede controlar lo que se está convirtiendo, y Sage está muriendo con cada minuto que pasa. El libro culmina un lleno de acción, y da un giro sorprendente, Scarlet se quedará con una elección monumental que va a cambiar el mundo para siempre. ¿Scarlet hará el último sacrificio para salvar la vida de Sage? ¿Arriesgará todo lo que tiene por amor?Repleta de acción, romance, aventura y suspenso. Consigue este libro y enamórate de nuevo. – Vampirebooksite. com (Sobre Convertida)

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