Книга - Obsesionada

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Obsesionada
Morgan Rice


Diario de un Vampiro #12
¡Un libro que puede rivalizar con TWILIGHT y VAMPÌRE DIARIES, y que te dejará on ganas de seguir leyendo hasta la última página! Si te gusta la aventura, el amor y los vampiros, ¡este libro es ideal para ti! Vampirebooksite. com (sobre Convertida) OBSESIONADA es el libro # 12 y el último libro- de la exitosa serie EL DIARIO DEL VAMPIRO, que comienza con CONVERTIDA (Libro # 1) – ¡una descarga gratuita con más de 900 críticas de cinco estrellas! En OBSESIONADA, Scarlet Paine de 16 años corre para salvar a su verdadero amor, Sage, antes de que muera en la mano de los inmortalistas. Distanciada de sus amigas y familiares, y con sólo una noche antes de que Sage sea aniquilado- Scarlet se ve obligada a decidir si sacrificará todo por él. Caitlin y Caleb se apresuran desesperadamente para salvar a su hija, y siguen decididos a encontrar una manera de curar a Scarlet y poner fin al vampirismo para siempre. Su búsqueda los lleva de un sorprendente secreto al siguiente en su intento por encontrar la antigua ciudad vampiro perdida, oculta debajo de la Esfinge en Egipto. Lo que encuentran cambiará el destino de la raza de vampiros para siempre. Sin embargo, puede ser demasiado tarde. La nación Inmortalista tiene toda la intención de matar a Scarlet y a Sage, mientras que Kyle también está en una campaña criminal, convirtiendo a Vivian y a toda la escuela preparatoria en su propio ejército vampiro, que se dispondrá a destruir la ciudad. En OBSESIONADA, el impactante final de la serie de 12 libros EL DIARIO DEL VAMPIRO, Scarlet y Caitlin tendrán que tomar una decisión monumental que cambiará el mundo para siempre. ¿Hará Scarlet el último sacrificio para salvar la vida de Sage? ¿Caitlin renunciará a todo para salvar a su hija? ¿Ambas lo arriesgarán todo por amor?Morgan Rice demuestra de nuevo que es una narradora de gran talento.. Este libro puede gustar a una amplia gama de lectores, incluyendo los aficionados más jóvenes al género de vampiros / fantasía. El final es de un suspenso inesperado que te dejará conmocionado. The Romance Reviews (sobre Amada)





Morgan Rice

Obsesionada (Libro # 12 del Diario del vampiro)




Morgan Rice

Morgan Rice es la escritora # 1 de libros más vendidos y la autora de libros más vendidos de USA Today por la serie de fantasía épica EL ANILLO DEL BRUJO, que comprende diecisiete libros, la exitosa serie de libros más vendidos # 1 EL DIARIO DEL VAMPIRO, que comprende doce libros; la exitosa serie LA TRILOGÍA DE LA SUPERVIVENCIA, un thriller post-apocalíptico que comprende dos libros (y siguen más); la serie de fantasía épica REYES Y HECHICEROS, que comprende seis libros. Los libros de Morgan están disponibles impresos y  en ediciones de audio, y han sido traducidos a más de 25 idiomas.

La nueva serie de fantasía épica de Morgan, SOBRE CORONAS Y GLORIA, será publicada en abril del 2016, e iniciará con el libro # 1, ESCLAVA, GUERRERA, REINA.

A Morgan le encanta saber de ti, así que ¡no dudes en visitar www.morganricebooks.com para unirte a la lista de correos electrónicos, recibir un libro gratis, recibir regalos gratis, descargar la aplicación gratuita, obtener las últimas noticias en exclusiva, conectarte en Facebook y Twitter, y mantenerte en contacto con ella!


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"Rice hace un gran trabajo jalándote en la historia desde el principio, con una gran calidad descriptiva que trasciende la mera pintura del entorno … .Bellamente escrita y es extremadamente rápida de leer."

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"Una historia ideal para los lectores jóvenes. Morgan Rice hizo un buen trabajo creando un giro interesante … refrescante y único. La serie se centra en una chica … ¡una chica extraordinaria! … Fácil de leer, pero con un ritmo muy acelerado … Calificación PG ".

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"Morgan Rice demuestra de nuevo que es una narradora de gran talento … .Este libro puede gustar a una amplia gama de lectores, incluyendo los aficionados más jóvenes al género de vampiros / fantasía. El final es de un  suspenso inesperado que te deja conmocionado.”

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Libros de Morgan Rice


DE CORONAS Y GLORIA


ESCLAVA, GUERRERA, REINA (Libro #1)


REYES Y HECHICEROS


EL DESPERTAR DE LOS DRAGONES (Libro #1)


EL DESPERTAR DEL VALIENTE (Libro #2)


El PESO DEL HONOR (Libro #3)


UNA FORJA DE VALOR (Libro #4)


UN REINO DE SOMBRAS (Libro #5)


LA NOCHE DEL VALIENTE (Libro #6)


EL ANILLO DEL BRUJO


LA SENDA DE LOS HÉROES (Libro #1)


UNA MARCHA DE REYES (Libro #2)


UN DESTINO DE DRAGONES (Libro #3)


UN GRITO DE HONOR (Libro #4)


UN VOTO DE GLORIA (Libro #5)


UNA POSICIÓN DE VALOR (Libro #6)


UN RITO DE ESPADAS (Libro #7)


UNA CONCESIÓN DE ARMAS (Libro #8)


UN CIELO DE HECHIZOS (Libro #9)


UN MAR DE ESCUDOS (Libro #10)


UN REINO DE ACERO (Libro #11)


UNA TIERRA DE FUEGO (Libro #12)


UN MANDATO DE REINAS (Libro #13)


UNA PROMESA DE HERMANOS (Libro #14)


UN SUEÑO DE MORTALES (Libro #15)


UNA JUSTA DE CABALLEROS (Libro #16)


EL DON DE LA BATALLA (Libro #17)


LA TRILOGÍA DE LA SUPERVIVENCIA


ARENA UNO: TRATANTES DE ESCLAVOS (Libro # 1)


ARENA DOS (Libro # 2)


LOS DIARIOS DEL VAMPIRO


TRANSFORMACIÓN (Libro # 1)


AMORES (Libro # 2)


TRAICIONADA (Libro # 3)


DESTINADA (Libro # 4)


DESEADA (Libro # 5)


COMPROMETIDA (Libro # 6)


JURADA (Libro # 7)


ENCONTRADA (Libro # 8)


RESUCITADA (Libro # 9)


ANSIADA (Libro # 10)


CONDENADA (Libro # 11)


OBSESIONADA (Libro # 12)


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Copyright © 2016 por Morgan Rice

Todos los derechos reservados. A excepción de lo permitido por la Ley de Derechos de Autor EE.UU., de 1976, ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, distribuida o transmitida en cualquier forma o por cualquier medio, o almacenada en un sistema de base de datos o recuperación de información, sin el consentimiento previo del autor.

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Se trata de una obra de ficción. Los nombres, personajes, empresas, organizaciones, lugares, acontecimientos e incidentes son producto de la imaginación de la autora o son usados como ficción. Cualquier parecido con personas reales, vivas o muertas, es pura coincidencia.

Imagen de la portada Derechos de Autor Subbotina Anna, usada bajo licencia de Shutterstock.com.


"Entonces, con un beso, muero.”



    --William Shakespeare
    Romeo y Julieta




CAPÍTULO UNO


Desde el techo del antiguo castillo de Boldt, Scarlet Paine podía oír los gritos de agonía de Sage. Resonaban como en la fría noche de noviembre, y ella sentía como si cada grito le estuviera rebanando el corazón. No podía soportar la idea de que Sage estuviera siendo torturado hasta la muerte por su propia especie porque él la amaba, porque no quería matarla para que ellos pudieran vivir dos mil años más. Scarlet nunca había imaginado que alguien pudiera llegar a amarla con tanta fuerza, tanta que pudiera morir por ella. Y, sin embargo, ella estaba a punto de hacer lo mismo por él.

Lore, el primo de Sage, le había atraído al castillo de Boldt. El tiempo de vida de dos mil años de los Inmortalistas acabaría una vez que la luna se desvaneciera, y Lore se desesperaba por cobrar su vida -la única manera de salvar la suya. Ella, el último vampiro en la Tierra, necesitaba ser sacrificada. A pesar de que Scarlet sabía que era una trampa, tenía que ir. Sabía que su vida terminaría allí, esta noche, sin embargo, valdría la pena si era una forma de salvar a Sage.

Otro grito de Sage atravesó la noche. Scarlet no soportaba seguir escuchando su agonía por más tiempo. Entonces, se puso de pie y agitó sus alas y sobrevoló una o dos pulgadas sobre las antiguas tejas de pizarra inclinadas del castillo. Entonces, con el corazón palpitante, voló por la ventana.

La habitación tenía al menos cien pies de alto. Scarlet se precipitó por las sombras de la bóveda y se posó sobre una de las viejas vigas de madera. Sintió una oleada de calor que provenía de abajo y miró hacia allí. Una multitud agitada y enojada de Inmortalistas llenaba la sala. Debía haber al menos un millar de ellos. Desde esa distancia, la multitud parecía un enjambre de insectos, algunos iban y venían mientras que otros arremetían algunas yardas por encima del suelo. Al menos estaban bastante abajo como para que no se dieran cuenta de que ella estaba escondida allí.

Al sentir que sus palmas se volvían más resbaladizas por el sudor ansioso, Scarlet se agarró al poste, mientras esperaba su oportunidad, alentándose a sí misma para saltar.

Debajo, los inmortalistas estaban concentrados mirando en una dirección en particular: una plataforma ligeramente elevada situada en un extremo de la habitación. Había un hombre increíblemente alto en el escenario, sostenía un bastón largo. Parecía estar golpeando el bastón contra una gran cruz.

Confundida, Scarlet ladeó la cabeza mientras la cruz parecía empezar a moverse. Fue entonces cuando se dio cuenta de que alguien estaba sujeto con grilletes a la cruz, alguien que se retorcía de dolor cada vez que el bastón del hombre se clavaba en él.

El corazón le dio un vuelco al darse cuenta de que era Sage.

La ira recorrió cada fibra de Scarlet. El hombre que amaba estaba encadenado por brazos y piernas. Por el cansancio, tenía la cabeza caída hacia delante sobre el pecho y su cabello estaba alisado por el sudor. La sangre que había goteado por su torso se acumulaba a sus pies. Scarlet quería gritar que dejaran de castigarlo , pero sabía que tenía que guardar silencio o correría el riesgo de ser descubierta por la multitud que rebuznaba debajo. Se le revolvía el estómago ver que estaban exhibiendo la tortura de Sage, quien era el centro de su odio.

Scarlet vio con horror como el hombre de la larga capa carmesí que estaba sobre el escenario blandía el bastón con una cruz en su extremo antes de golpearlo contra el suelo. Las baldosas de piedra hacían un ruido fuerte que reverberaba por el espacio cavernoso.

“¿Vas a darte por vencido?" gritó el hombre. “¿Vas a entregarnos a la muchacha?"

Él parecía ser el instigador de la tortura y Scarlet llegó a la conclusión de que debía ser el líder de los inmortalistas. Se acordó que Sage le había comentado sobre el hombre que dirigía a su raza. Su nombre era Octal y por lo que Sage le había dicho, era un tirano violento.

“¡Contéstame!" gritó Octal.

La multitud se le unió con una fuerte burla.

Desde donde estaba, Scarlet no pudo escuchar la respuesta de Sage, pero supo que lo que había dicho no era lo que Octal quería oír, porque él se inclinó hacia delante y empujó el bastón de metal en el pecho de Sage. Sage dejó escapar un grito que le heló la sangre.

Scarlet no podía contenerse por más tiempo. Saltó de la viga donde había estado agachada y gritó a pleno pulmón.

"¡DETENTE!"

Mientras empezaba a volar hacia abajo, hacia la multitud, los inmortalistas que estaban debajo volvieron sus miradas hacia ella con un movimiento brusco, repentino. Scarlet vaciló y sus alas de repente se paralizaron de terror. Comenzó a desplomarse por el aire huso hacia la multitud enfurecida.

Desde lejos, Scarlet pudo oír a Sage gritar su nombre. Era el grito de un hombre enamorado desesperado, un hombre a quien le estaban arrancando el corazón de su cuerpo, un hombre cuyo dolor al ver a su amante correr hacia la muerte era mucho mayor que el dolor de la tortura que había estado soportando.

Scarlet agitó sus alas desesperadamente, pero no le sirvió de nada. Sentía que el terror había bloqueado sus poderes. Estaba cayendo cada vez más rápidamente sobre las multitudes enfurecidas. Sabía que cuando llegara con ellos, la rasgarían en pedazos, porque su muerte era la única manera de que pudieran sobrevivir. Cuanto más se acercaba, sus burlas y gritos se hacían cada vez más fuertes.

Al caer, el tiempo parecía ir más despacio y las caras de sus amigos y familia pasaron ante  sus ojos: su mejor amiga, María, su madre, Caitlin, Ruth, su perro. Incluso Vivian cruzó por su mente a pesar de que Scarlet la había odiado.

Luego, un bello rostro apareció ante sus ojos, uno que la hizo jadear. Era el rostro de Sage. En esta caída en cámara lenta, Scarlet ladeó la cabeza y miro al Sage real en los ojos. A pesar de que estaba cubierto de sudor y sangre y tenía una mueca de dolor en el rostro, no era menos hermoso para ella, era el recuerdo perfecto que su cerebro había conjurado. Cuando hicieron contacto visual, Scarlet sintió una oleada de amor correr a través de ella. Aunque sabía que estaba a unos escasos segundos de morir, ya no tenía miedo, porque sabía que iba a morir siendo amada.

Ella cerró los ojos y se preparó para el impacto.

Pero antes de caer al suelo, Octal dio un paso adelante y fijó sus ojos translúcidos en su caída en picada en cámara lenta. Sin esfuerzo y sin emoción, él se elevó en el aire y extendió la mano hacia ella. Ella sintió las manos de Octal agarrar su brazo. La jaló hacia él como si la hubiera  arrancado del aire. De una vez, las de aceleración y de prisa que había estado sintiendo fueron reemplazadas por una calma suave mientras de una manera controlada, empezaron a flotar sobre el suelo.

Scarlet abrió los ojos, casi sin poder creer que, de hecho, no estaba muerta. Pero mientras que el temor a la muerte inmediata abandonó su cuerpo, ella sabía que el peligro no había pasado. Octal pudo haberla salvado de que su cerebro se incrustara contra las duras baldosas de la iglesia, pero sabía que no le había salvado la vida por compasión. Él era un torturador. Scarlet se dio cuenta de que él la había salvado solamente con el fin de matarla de una manera más desagradable.

Ella miró por encima del hombro de Octal a Sage.

“¡Scarlet!" gritó Sage.

Octal bajó a Scarlet. La multitud se lanzó hacia delante, pero Octal levantó los brazos para hacerlos retroceder. La multitud obedeció. Scarlet no sabía por qué, pero Octal les estaba dando a ella y Sage una última oportunidad para estar juntos, una última oportunidad para decirse adiós.

Con los ojos de un millar de inmortalistas en plena ebullición puestos en ella, Scarlet corrió hacia Sage. Sus ojos se empañaron de lágrimas mientras le echaba los brazos al cuello y hundía  la cara en su cuello. Su piel estaba al rojo vivo, como si tuviera fiebre. Ella lo abrazó tan fuerte como pudo, temiendo que pudiera ser la última vez que pudiera hacerlo.

"Scarlet", Sage le murmuró al oído.

Ella se hizo hacia atrás y le levantó la cabeza. Sus ojos estaban hinchados y magullados, y su labio inferior estaba partido e hinchado. A Scarlet le dolió en el corazón verlo así. Ella quería darle un beso, quitarle el dolor con besos y curarlo, pero sabía que no tenía tiempo. En cambio, le quitó un mechón de pelo de la cara y le dio un delicado beso en la frente, la única parte que no se veía magullada o lastimada.

"¿Cómo me encontraste?", él le preguntó.

"Lore. Me dejó una nota diciéndome que estabas aquí.”

El miedo brilló en los ojos de Sage. "Es una trampa. Te van a matar.”

"Lo sé," Scarlet se quedó sin aliento. "Pero tenía que verte. Mi vida está destrozada de todas formas.”

Pensó en sus padres y sus discusiones constantes, en la promesa de su madre para eliminarla, en su casa que Lore había dado vuelta, en Vivian que odiaba sus agallas y en sus amigas que parecían haberse puesto en su contra.

“Tú eres lo único bueno que me queda en la vida", agregó con sinceridad. "¿No te acuerdas que te dije que si tú morías, me iba a morir contigo?"

Ella trató de sonreír para tranquilizarlo pero la mirada en los ojos de Sage le abrió un pozo de dolor en su estómago.

Él sacudió la cabeza.

“Yo quería que tú vivieras, Scarlet," él jadeó, haciendo una mueca por el dolor que le había causado el bastón de Octal. "¿No lo entiendes? Lo único que me consolaba mientras me torturaban era saber que podrías vivir tu vida una vez que me hubiera ido.” Él suspiró. "Pero ahora vamos a morir los dos."

Scarlet sostuvo la pesada cabeza de Sage en sus manos. "Y ¿no importa lo que yo quiero?"

"Eres joven", dijo Sage con una mueca. "No sabes lo que quieres. Yo he vivido dos mil años y lo único que ha tenido sentido para mí eres tú. ¡No quiero que mueras por mí!”

“¿Era Julieta demasiado joven?" Scarlet respondió con seriedad, recordando la noche mágica que habían pasado juntos viendo la tragedia de Shakespeare.

En ese momento, Scarlet sintió detrás de ella la multitud en ebullción y supo que Octal no iba a  retenerlos por más tiempo.

"De todos modos," dijo ella, parpadeando a Sage una sonrisa agridulce, ”es demasiado tarde para cambiar de opinión."

"No lo es," Sage respondió. "Por favor, Scarlet. Aléjate. Aún hay tiempo."

Scarlet respondió presionando un beso feroz contra sus labios.

"No tengo miedo de morir," ella respondió con firmeza. Luego, pasó el brazo alrededor de su cintura y se volvió hacia la multitud asesina. "Siempre y cuando estemos juntos.”




CAPÍTULO DOS


Una guerra de vampiros.

El mar que estaba debajo de Caitlin era tan negro como la noche. Podía escuchar el zumbido del motor mientras el pequeño avión militar avanzaba a través de las nubes, las mismas palabras volvían una y otra vez a su mente. No podía llegar a comprender cómo las cosas había llegado a todo esto, cómo su hija había volado hacia la oscuridad de la noche, obligándola a ella y a Caleb a ir desesperadamente tras ella. Su preocupación por Scarlet la consumía, y las mariposas de pánico empezaban a revolotearle en el estómago.

Caitlin sintió una fuerte sensación primal agitarse en su interior. Scarlet estaba en un lugar cercano. Caitlin estaba segura. Se enderezó de golpe y apretó el brazo de Caleb.

“¿Puedes sentirla?”, él le dijo, analizando la expresión de Caitlin.

Caitlin solo asintió, apretando los dientes mientras una creciente necesidad de estar con su hija crecía en su interior.

"Ella está en peligro, Caleb," dijo Caitlin, conteniendo las lágrimas que amenazaban con ahogarla.

Caleb miró por el parabrisas y apretó la mandíbula. "Vamos a estar junto a ella pronto. Te lo prometo. Todo estará bien."

Caitlin quería creer desesperadamente en él, pero una parte de ella estaba escéptica. Scarlet había volado voluntariamente a ese lugar, a ese castillo lleno de inmortalistas maliciosos. Como su madre, Caitlin sabía que no tenía más remedio que seguirla. Al ser un vampiro, Scarlet estaba, sin lugar a dudas, en mayor peligro que un adolescente promedio.

Otra punzada de nostalgia golpeó a Caitlin. Pero esta vez fue peor que antes. No era sólo el dolor por estar lejos de su hija Caitlin, era algo aún peor.

Scarlet estaba en peligro de muerte.

"Caleb", Caitlin dijo a toda prisa. "Ella está ahí abajo y está en problemas. Tenemos que aterrizar. Ahora.“ La urgencia en su voz hizo que sus palabras se escucharan como un susurro apresurado.

Caleb asintió y miró a un lado. Por debajo de ellos, se batían las olas negras.

"No hay donde aterrizar", dijo. "No quiero intentar aterrizar en el agua. Es demasiado peligroso.”

Sin perder el ritmo, dijo Caitlin: "Entonces tendremos que expulsarnos."

Los ojos de Caleb se abrieron como dos platos. "Caitlin, ¿estás loca?"

Pero mientras él hablaba, ella sacó el paracaídas y se lo empezó a poner.

“No estoy loca," dijo. "Sólo soy una madre a quien su hija necesita."

Tan pronto como las palabras salieron de sus labios, la dolorosa necesidad de estar junto a su hija la inundó otra vez. Podía divisar una forma en la distancia y pensó que tal vez se trataba de un edificio.

Las gotas de lluvia comenzaron a caer, trazando líneas en el vidrio y reflejando la luz de la luna, y Caleb apretó sus manos sobre el timón.

"Quieres que abandonemos el avión", dijo, con calma, era más una afirmación que una pregunta.

Caitlin se puso su mochila paracaídas. "Sí."

Ella le tendió el otro paracaídas a Caleb. Él lo miro con una expresión de incredulidad.

"No hay donde aterrizar," Caitlin añadió con firmeza. "Tú mismo lo dijiste."

“¿Y si nos ahogamos?" dijo Caleb. “¿Si las olas son demasiado fuertes? ¿El agua demasiado fría? ¿Cómo podremos ayudar a Scarlet si morimos?"

"Tienes que confiar en mí", dijo Caitlin.

Caleb respiró profundamente. "¿Qué tan segura estás de que Scarlet esté cerca?"

Caitlin miró a Caleb en los ojos mientras otra punzada de anhelo se precipitaba hacia ella. "Estoy segura."

Caleb aspiró aire entre los dientes y sacudió la cabeza.

"No puedo creer que esté haciendo esto", dijo.

Luego, rápidamente se quitó las correas de los hombros y se ajustó el paracaídas. Una vez que estuvo listo, miró a Caitlin.

"Esto no va a ser divertido", él dijo. "Y puede no terminar bien."

Ella extendió la mano y apretó la de él. "Lo sé."

Caleb asintió, pero Caitlin podía ver el miedo en su rostro y la preocupación en sus ojos.

Luego, él golpeó con su palma el botón de expulsión.

De pronto, una ráfaga de aire se arremolinó a su alrededor. Caitlin sintió que el viento frío helado enmarañaba su pelo y se sintió propulsada hacia arriba a un ritmo tan rápido que parecía que había dejado su estómago atrás.

Y un momento después estaban cayendo.




CAPÍTULO TRES


Vivian se despertó sobresaltada y se dio cuenta que estaba acostada en una hamaca en el patio trasero de su casa. El sol se había puesto hacía tiempo, y la luna brillaba sobre la superficie de la piscina. Desde las ventanas de la mansión de su familia, un cálido resplandor naranja se derramaba por el césped perfectamente cuidado.

Vivian se incorporó y la sacudió una ola de dolor. Parecía irradiar de sus poros, como si cada una de sus terminaciones nerviosas estuviera en llamas. Su garganta estaba seca, su cabeza le dolía, y tenía una sensación pulsante como dagas detrás de los ojos.

Vivian se agarró a los lados de la tumbona para mantener el equilibrio pues tenía náuseas.

¿Que me está pasando?

Los recuerdos comenzaron a flotar a la superficie de su mente, de dientes dirigiéndose hacia ella, de un dolor insoportable en el cuello, el sonido de la respiración de una persona grotesca en su oído, el olor de la sangre llenaba sus fosas nasales.

Vivian se agarró a los lados con más fuerza mientras recuerdos terribles pasaban por su mente. Su corazón latía con fuerza y su estómago se desplomó al recordar todo a la vez: el momento en que ese Joe la había convertido en un vampiro. La estaba agarrando con tanta fuerza que la tumbona cedió.

Alarmada por su fuerza, Vivian se levantó de un salto. Al hacerlo, el dolor que había estado  sintiendo inmediatamente se disipó. Se sentía diferente, casi como si estuviera habitando un cuerpo nuevo. Un poder nuevo fluía por sus venas. Había sido una porrista fuerte y atlética -aún así, lo que sentía ahora era algo más que una excelente aptitud física. Era algo más que fuerte. Se sentía invencible.

No era sólo el poder. Algo más se estaba acumulando en su interior. Enojo. Rabia. El deseo de causar dolor. El deseo de venganza.

Quería hacer sufrir a Joe por lo que le había hecho. Quería lastimarlo tanto como él la había herido.

Estaba caminando hacia la mansión, decidida a encontrarlo, cuando las puertas del patio se abrieron. Se detuvo en seco cuando su madre, vestida con sus zapatillas esponjosas de color rosa pom-pom, bata de seda, y gafas de sol de Prada, asomó la cabeza. Era típico de su madre usar gafas de sol, incluso cuando estaba en un lugar oscuro. En su cabello llevaba rodillos, señal de que se estaba preparando para salir, probablemente, a una de sus estúpidas funciones de  la sociedad.

Al ver a su madre, la rabia recién descubierta de Vivian comenzó a burbujear hasta el tope. Apretó los puños.

"¿Qué estás haciendo ahí afuera?", exclamó su madre, utilizando la voz aguda que le ponía a Vivian los nervios de punta. “¡Se supone que deberías estar preparándote para la fiesta de los Sandersons!" Hizo una pausa mientras Vivian daba un paso hacia la luz. “¡Dios mío, te ves como la muerte! ¡Ven rápidamente aquí para que te arregle el pelo.”

Su pelo largo y rubio había sido, una vez, el orgullo y alegría de Vivian, provocando la  envidia entre sus compañeras de escuela y un potente imán para los chicos interesados, pero en ese momento, Vivian no podía importarle menos cómo se veía. Solo podía pensar en las nuevas sensaciones que estaban rebotando en su cuerpo, el hambre persistente en la boca del estómago, y el deseo de matar que latía en sus venas.

“¡Vamos!" espetó su madre, haciendo temblar los rodillos en su cabeza. “¿Por qué te quedas  ahí parada?"

Vivian sintió una sonrisa en la comisura de la boca. Muy lentamente, dio otro paso hacia su madre. Cuando habló, su voz era fría y sin emoción.

"No voy a ir a la fiesta de los Sandersons."

Su madre le devolvió la mirada, su mirada estaba llena de odio.

“¿Que no vienes?", exclamó. "Esa no es una opción, señorita. Este es uno de los eventos más importantes en el calendario de este año. Si no vienes, va a empezar a correr todo tipo de rumores. Ahora, date prisa, sólo tenemos una hora antes de que llegue el coche. ¡Y mira tus uñas! ¡Parece que te hubieras estado arrastrándose en la tierra! "

La miraba con una incredulidad, mezclada con desconfianza y vergüenza.

La ira de Vivian sólo se profundizó. Pensó en la forma en que su madre la había tratado durante toda su vida, siempre colocando primero sus compromisos sociales, y sólo se interesaba en Vivian cuando  encajaba con la imagen perfecta que quería proyectar al mundo. Odiaba a esta mujer, más de lo que podría afirmar.

"No voy a ir a la fiesta de los Sandersons," Vivian gruñó, mientras daba un paso para estar más cerca de su madre.

Entonces, se dio cuenta de que había una palabra para lo que estaba haciendo: acecho. Es lo que los animales de caza hacen en la naturaleza cuando se están acercando a sus presas. Un estremecimiento de anticipación corrió por ella mientras observaba el cambio de expresión de su madre: de la frustración al miedo.

"No voy a ir a la fiesta de los Sandersons", dijo Vivian de nuevo “o a la de los Johnson, o los Gilbertons', o los Smythes '. No voy a ninguna otra fiesta nunca jamás.”

La expresión en los ojos de su madre era algo que Vivian nunca querría olvidar.

"¿Qué te pasa?", ella dijo, esta vez había un temblor nervioso en su voz.

Vivian se le acercó más. Se humedeció los labios y chasqueó el cuello.

Su madre dio un paso hacia atrás, estaba horrorizada.

"Vivian …", comenzó.

Pero no pudo terminar.

Con las manos extendidas, Vivian se abalanzó hacia ella, mostrando los dientes. Agarró a su madre, le tiró la cabeza hacia atrás, y hundió sus dientes en su cuello. Sus gafas de sol Prada volaron al suelo y ella los pisoteó bajo sus pies.

El corazón de Vivian empezó a latir más rápidamente mientras el sabor metálico de la sangre llenaba su boca. Y cuando su madre cayó inerte en sus brazos, Vivian sintió una abrumadora sensación de triunfo.

La soltó y el cuerpo sin vida de su madre cayó al suelo, no era más que un montón de miembros retorcidos y ropa de diseño. Sus ojos muertos miraban directamente a Vivian, sin ver. Vivian le devolvió la mirada y lamió la sangre de sus labios.

"Adiós, Madre," dijo.

Se dio vuelta y atravesó el jardín de sombras, corriendo cada vez más rápidamente, y enseguida estaba volando, en el aire de la noche, sobre su residencia impecable, hacia la noche fría, fría. Ella encontraría al hombre que le había hecho eso, y le desgarraría miembro por  miembro.




CAPÍTULO QUATRO


La luna llena brillaba arriba de Kyle, haciendo que los árboles que se alineaban en la calle suburbana de la casa de Vivian se vieran como esqueletos. Se lamió la sangre seca de los labios, saboreando su sabrosa caza, recordando la expresión de miedo y terror de Vivian. Y eso le dio fuerza. Ella, decidió, sería la primera de muchos, la primera víctima en el ejército de vampiros que estaba a punto de crear.

La preparatoria. Sería su próxima parada. Tenía un deseo ardiente de encontrar a la chica que lo había convertido -Scarlet. Tal vez estaría allí, o alguien podría saber dónde estaba.

Si no, estaría bien de todos modos pues habría un suministro sin fin de chicos para convertir. Desde el banquete con Vivian, se había engolosinado con el sabor de los adolescentes, y le gustaba la idea de tener un pequeño ejército obediente que lo siguiera. Más que eso, le gustaba la idea de causar estragos en esa ciudad y en el mundo.

Kyle comenzó a correr por la banqueta, y luego se detuvo en seco y se rió para sí. Se acordó de que ahora era un vampiro, con la fuerza y la habilidad por encima de lo que un humano podría soñar, y lo más importante, tenía la capacidad de volar. Era lo único que no había probado todavía. Y ahora quería sentirlo todo, y sentirlo completamente. Quería elevarse al cielo y mirar hacia abajo a esas insignificantes hormigas con sus pequeñas vidas sin brillo. Quería precipitarse hacia ellos y cazarlos como un águila capturando su presa.

Sonrió para sí mientras daba dos pasos grandes y se elevaba en el aire.

Fue estimulante. El viento pasaba junto a él, revolviéndole el pelo mientras volaba más y más alto en el cielo. Debajo de él, podía ver las pequeñas luces parpadeantes de la ciudad. Pensó en todas las personas en sus hogares, ignorantes del infierno que estaba a punto de desatar. Se rió para sí, imaginando el caos que estaba a punto de crear. Nada le daría más alegría que destrozar  todas y cada una de sus vidas.

Pronto Kyle vio la escuela preparatoria a lo lejos, muy por debajo. La policía había establecido un bloqueo alrededor de un área grande de la zona, incluyendo cada camino que llevaba a la escuela. Cada camino estaba lleno de patrullas de la policía.

Idiotas, Kyle pensó mientras volaba directamente sobre ellos sin ser notado.

Eran presa la ignorancia por sus limitaciones. Era claro que la idea de un vampiro asesino suelto era demasiado para sus pequeños cerebros, por lo que en lo había bajado de categoría a sólo un asesino suelto. No tenían ni idea.

Cuando Kyle se acercó a la entrada de la escuela, vio los trozos de cinta policial aleteando con el viento donde los dos hombres habían tratado de dispararle. Vio su propia sangre sobre el cemento. Apretó los puños y pensó en que ahora nadie podía detenerlo. Ahora, era inmortal. Ni coches, ni balas, nada podía detenerlo.

Entonces, decidió entrar por la entrada trasera. Bajó sobre el campo de atletismo, donde había una práctica de fútbol bajo el resplandor de los reflectores, y se escondió entre las sombras. Usando su vista súper aguda, enfocó en las patrullas de policía aparcadas tan solo a la vuelta de la calle, con la idea de que estarían fuera de vista. Tal vez, Kyle pensó con una sonrisa, estaban fuera de la vista de un ser humano. Pero no de un vampiro.

El lugar estaba en completo desorden. Había vidrios rotos y basura desparramados por todo el pavimento. Se preguntó cómo pudieron convencer a los niños a permanecer en la escuela. Era que no quería saber, de nuevo, pensó.

Se paseó hacia las puertas cerradas del gimnasio, concluyó que era el mejor camino para entrar a la escuela. Allí, pudo notar, también había mayor vigilancia. Kyle vio que habían colocado a un tipo corpulento junto a las puertas, incluso era más grande que él. Era el tipo de guardia de seguridad que sería más fácil encontrar en un club nocturno del centro que en una escuela preparatoria. Kyle solo sonrió para sí, saboreando el reto de hacerse cargo del hombre.

Con confianza, se paseó hasta donde estaba el guardia de seguridad, mientras notaba cómo la mano del hombre se deslizaba hacia su cintura. Kyle supuso que estaría alcanzando ya sea una pistola o un walkie-talkie de radio para pedir refuerzos. Nada de eso perturbaba a Kyle. Las armas no podían matarlo e incluso ni un centenar de agentes de policía no podrían hacer nada para detenerlo.

"Tienes el descaro para volver", dijo el guardia de seguridad mientras Kyle se acercaba a él. “Te están buscando. Todo el personal de policía y de seguridad de la ciudad tienen tu foto. Toda la ciudad te está buscando.”

Kyle sonrió y extendió los brazos.

"Y, sin embargo, aquí estoy", respondió.

El guardia de seguridad trató de ocultar la preocupación en su rostro, pero Kyle pudo notarlla.

"¿Qué quieres?", preguntó, su voz estaba temblorosa.

Con la cabeza, Kyle señaló las puertas del gimnasio. Podía escuchar el ritmo palpitante de la música que venía del interior e imaginaba a todas las porristas adentro, en la mitad de su  práctica. Quería convertir a todas y cada una de ellas.

Kyle se acercó al guardia de seguridad y lo agarró por el cuello, levantándolo muy por encima del piso. A pesar de que era más grande y más alto que Kyle, la fuerza de Kyle era  mayor. El hombre se sentía que pesaba como apenas un niño.

"Quiero hacer un ejército," Kyle susurró en el oído del hombre.

El hombre dejó escapar un gemido estrangulado mientras daba patadas. Kyle inclinó la cabeza hacia abajo y mordió el cuello del guardia de seguridad. El hombre trató de gritar pero el Kyle le estaba agarrando el cuello con demasiada fuerza. No hizo ningún sonido mientras se le drenaba la sangre del cuello.

Kyle dejó caer el hombre, sabiendo que había creado su segundo vampiro. Cuando se despertó, renacido, estaría en su ejército.

Soldado número dos.

Kyle abrió las puertas del gimnasio y la música fuerte estalló junto con el olor a sudor y los gritos de las chicas que estaban en la práctica.

"¡Hey!" gritó una chica desde las gradas. "No puedes estar aquí."

Llevaba el mismo equipo de porrista que el resto de las chicas. Ella precipitó hacia Kyle y se detuvo frente a él, mirándolo hacia arriba con el ceño fruncido.

"¡Fuera de aquí!" ella le exigió.

Kyle la ignoró.

“¿Conoces a Scarlet Paine?", él dijo.

Ella hizo una mueca. “¿Ese monstruo? Yo sé mucho de ella.”

Detrás de la chica, las otras porristas se volvieron para ver lo que estaba pasando.

"¿Dónde está?", preguntó Kyle.

La chica se encogió de hombros.

"¿Cómo voy a saberlo?", dijo.

Kyle se lanzó hacia delante y la agarró, elevándola por encima de su cabeza. Las otras chicas comenzaron a gritar.

"Si alguna de ustedes sabe donde está Scarlet Paine," Kyle les gritó, “les pido que mejor hablen ahora."

Las porristas se hicieron para atrás. La chica que Kyle sostenía sobre su cabeza se retorcía. Sólo una de las muchachas que estaban mirando fue lo suficientemente valiente para decir algo.

"No sé dónde está," ella dijo, temblando. "Sin embargo, sus amigas Becca y Jasmine están en el coro de la escuela. Están practicando al final del el pasillo.”

Kyle entrecerró los ojos hacia la chica. "¿Estas diciendo la verdad?"

Ella apretó los labios y asintió.

Finalmente, Kyle bajó a la chica que estaba luchando en sus brazos. Ella corrió con el resto de las chicas y se juntaron en torno a ella, buscando protegerla, algunas estaban llorando.

Kyle se acercó a la pared y, de un tirón, bajó una escalera. Arrancó una de las piezas largas de madera y, deslizándolas por las asas, aseguró las puertas del gimnasio.

“Que nadie se mueva," ordenó a las chicas aterrorizadas.

Todavía quería convertirlas, pero primero tenía que seguir la pista.

Cuando salió del gimnasio y entró a los pasillos de la escuela, aun podía oír su llanto ahogado. A pesar de las trifulcas y disparos que habían ocurrido más temprano, el lugar todavía estaba lleno de niños. Kyle se rió para sí al darse cuenta de que debieron pensar que rodeando la escuela con patrullas sería suficiente para mantenerlo lejos. Estaban tratando de mantener todo en la normalidad para no asustar a los niños ni a los padres de la comunidad.

"¿Qué tan tontas pueden llegar a ser estas personas?" pensó Kyle para sí mientras sonreía.

Kyle se acercó a un grupo de chicos de aspecto alternativo que estaban pasando el tiempo junto a los casilleros. Se veía como la clase de niños con quienes habría estado dando vueltas si estuviera en la escuela, el tipo que abandonarían sus estudios sin haber obtenido su diploma y estaría destinado a trabajar en bares por el resto de su vida.

"Amigo," uno de los muchachos dijo, empujando con el pie al chico junto a él. "Mira el vagabundo."

Kyle se acercó al grupo y dio un puñetazo en los casilleros junto a ellos, hundiéndolos. El grupo saltó de sorpresa.

"¿Cuál es tu problema, hombre?", el muchacho dijo.

“La práctica de coro," Kyle gruñó. "¿Dónde es?"

Una de las chicas del grupo, una gótica de pelo largo y negro, dio un paso adelante. “Ni creas que vamos a decirte."

Antes de que el grupo pudiera parpadear, Kyle había agarrado a la chica y la había atraído hacia él. Hundió sus dientes en su cuello y succionó. En cuestión de segundos, la chica se desvaneció inerte en sus brazos. El resto del grupo gritó.

Kyle dejó caer a la chica al suelo y se limpió la sangre de los labios con el dorso de la mano.

“La práctica de coro", él repitió. "¿Dónde es?"

El chico que había hablado primero señaló con un dedo tembloroso al final del pasillo. A su lado, dos de sus amigas estaban llorando abrazadas, sus miradas asustadas estaban fijas en el cuerpo de la chica muerta.

Kyle ya se iba pero, no había dado sólo pasos, cuando se dio vuelta y cogió a las dos niñas que estaban llorando. Mordió a una, luego a la otra, la sangre drenaba de sus cuellos al tiempo que sus gritos de dolor, finalmente, se callaron. Las dejó caer, pasó por encima de ellas, y se dirigió por el pasillo, dejando boquiabierto el resto del grupo.

Kyle siguió el canto hasta el salón donde el coro estaba practicando. Abrió las puertas de un golpe.

El grupo supo que estaba en peligro desde el instante que entró. Su canto cesó inmediatamente.

"Jazmín. Becca,” exigió.

Temblando, las dos chicas se dieron a conocer. Él las agarró por el cuello, levantándolas del piso.

"Scarlet Paine. Díganme dónde está.”

Las chicas pateaban y se retorcían en su mano. Ninguna podía hablar porque Kyle les estaba apretando demasiado el cuello.

“Yo lo sé," dijo alguien.

Todo el mundo se volvió, sorprendido. Kyle soltó a Becca y Jasmine y miró a la chica.

"¿Quién eres?", dijo Kyle.

"Jojo", respondió la chica. Hizo girar un mechón de pelo en sus dedos y sonrió. Llevaba una camiseta Ralph Lauren. Era evidente que era una de las amigas de Vivian.

"¿Y bien?" dijo Kyle.

"Yo …" la chica empezó, pero se detuvo. “Estuvimos juntas en una fiesta la otra noche."

"¿Y?" exigió Kyle.

"La vi. Con este tipo. Un chico muy guapo, en verdad.”

Becca y Jasmine intercambiaron miradas. Jojo tosió y siguió hablando.

"Estaban hablando de que no podían estar juntos para siempre, porque él estaba como muriendo o algo así."

A Kyle se le agotó la paciencia. Cruzó volando el salón hasta donde estaba la chica y la elevó en el aire.

“¡Salta al final!", exclamó.

La chica arañó la mano que oprimía su cuello. "Iglesia."

Kyle la examinó por un momento y luego la dejó en el suelo. "¿Iglesia?"

Con los ojos llenos de terror, la chica asintió con la cabeza. Se frotó el cuello.

"Iglesia. O castillo. O una catedral. Algo así. Ellos … volaron juntos.”

Si la chica hubiera dicho tal cosa antes, sus compañeros de clase se habrían burlado. Pero después de ver a Kyle volar a través de la habitación hacia ella, de repente la idea de Scarlet Paine y un chico guapo volando juntos bajo la luz de la luna parecía menos descabellada.

Desde el suelo, Becca miró a la chica con ojos llenos de furia.

"¿Por qué le tuviste que decirle eso, Jojo?", exclamó. “¡Es evidente que quiere hacerle daño!"

“Lealtad a Vivian," Jazmín respondió mordazmente.

Se le pararon las orejas a Kyle. Pensó en la sangre dulce de Vivian. Se volvió hacia Jojo.

“¿Eres una de las amigas de Vivian?", preguntó.

La muchacha asintió.

Kyle le tomó la mano.

"Vas a venir conmigo."

El coro vio con horror como Jojo era sacada de la habitación hacia el pasillo. Kyle la arrastró por los pasillos. El lugar era un completo caos. Los niños que se había convertido estaban dándose un banquete el uno con el otro. Los que aún tenían que ser convertidos iban corriendo y gritando, tratando de escapar. Kyle asintió con la cabeza a la chica gótica y a su amiga cuando pasó junto a ellas, estaban chupando la sangre de sus compañeros de escuela. A su lado, él sintió cómo Jojo temblaba.

Llegó el gimnasio y abrió las puertas de un tirón y encontró a las chicas porristas tratando de  formar una pirámide humana para salir por una de las ventanas superiores. La pirámide cayó tan pronto como se dieron cuenta de que su captor había vuelto y frustrado su complot.

“Es muy inteligente", dijo Kyle con una risa. “Por lo que veo, todas serán excelentes nuevas miembros de mi familia."

"Jojo!" Alguien gritó mientras la amiga de Vivian era arrojado en el gimnasio.

Kyle miró a su alrededor y se lamió los labios.

"Que empiece la diversión", se dijo.




CAPÍTULO CINCO


El oficial de policía Sadie Marlow miró a través de la pequeña ventana de cristal al interior de la habitación. En el cuarto casi desnudo, vio una cama contra una pared. Sentada sobre la cama, estaba la chica con quien había sido enviada para hablar.

El psicólogo junto a ella sacó una tarjeta magnética del bolsillo. Pero justo antes de que la fuera a pasar contra la cerradura de la puerta para permitir la entrada de los agentes, se detuvo y se volvió hacia los dos.

"Ya saben que todavía no hemos podido obtener una sola palabra inteligible de ella", dijo el psicólogo. "Todo lo que dice es 'Scarlet. Scarlet. Tengo que encontrar a Scarlet.’”

Era el turno del oficial de policía Brent Waywood para hablar.

"Por eso es que estamos aquí, señor", dijo, señalando uncuaderno abierto. "Scarlet Paine. Ese nombre sigue apareciendo una y otra vez en nuestra investigación.”

El psicólogo frunció los labios.

"Entiendo por qué están aquí", respondió. "Simplemente no me gusta la idea de que la policía interrogue a mis pacientes."

Brent cerró bruscamente su cuaderno que hizo un chasquido. Miró al psicólogo.

"Tenemos policías muertos", dijo en un tono cortante. "Buenos hombres y mujeres que no irán a casa con sus familias esta noche porque un psicópata mató a todos y cada uno que estaba en su camino. ¿Qué quiere él? A Scarlet Paine. Eso es todo lo que tenemos para seguir adelante.Entonces, usted puede darse cuenta por qué es nuestra prioridad interrogar a su paciente.”

El Oficial Marlow cambiaba incómodamente su apoyo pasándolo de un pie al otro, frustrada por la forma en que su compañero parecía estar creando un conflicto en cada situación. No pudo evitar pensar que su trabajo sería mucho más sencillo si pudiera hacer estas entrevistas por sí sola. A diferencia de Brent, ella  tenía calma y una manera de tratar con los testigos, especialmente los más vulnerables mentalmente como la chica que querían ver. Por eso, el jefe de policía la había enviado para proteger el hospital para enfermos mentales, en primer lugar. Sólo deseaba que él hubiera elegido un mejor agente para acompañarla. Se dio cuenta entonces, con un nudo en el estómago, que el jefe de la policía no había tenido muchos policías para elegir. Aparte de los que vigilaban la escuela preparatoria, el resto estaba muerto o herido.

Ella dio un paso adelante.

"Entendemos que el testigo está en un estado vulnerable", dijo, diplomáticamente. "Vamos a ser amables con ella. No le haremos preguntas que la hagan sentir presionada. No elevaremos la voz. Confíe  en mí, señor, tengo años de experiencia hablando con jóvenes como ella.”

Todos miraron por la ventana a la chica. Se balanceaba hacia atrás y hacia adelante, con las rodillas levantadas contra su pecho.

Finalmente, el psicólogo pareció satisfecho y permitió la entrada de los oficiales. Pasó la tarjeta por la cerradura de la puerta. Una luz verde se encendió, acompañado de un pitido.

Guió a los dos agentes a la habitación hacia donde estaba la chica encorvada. Fue entonces cuando la oficial de Marlow notó las esposas en sus tobillos y en sus manos. Restricciones. El hospital no emitía restricciones a menos de que el paciente pudiera lastimarse sí mismo o lastimar a otros. Lo que esta chica había tenido que pasar, había sido horrible. ¿Cómo era posible que una estudiante de preparatoria de dieciséis años, sin ni siquiera una mancha en su registro, de repente fuera considerada peligrosa?

El psicólogo habló primero.

"Hay unos oficiales aquí que vinieron a verte", dijo con calma a la chica. “Es sobre Scarlet."

La cabeza de la chica se lanzó hacia arriba. Sus ojos frenéticamente recorrían las caras de las tres personas ante ella. La Oficial Marlow pudo notar la angustia en su expresión y en su  desesperación.

"Scarlet", exclamó la chica, tirando de sus ataduras. "Necesito encontrar a Scarlet."

El psicólogo miró a los dos agentes mientras salía de la habitación.


*

María miraba a los oficiales. En algún lugar en el fondo de su mente, su parte sana todavía seguía funcionando, todavía estaba lúcida y despierta. Pero la parte con la que se había metido Lore tenía el control sobre ella, y sentía que era como una nube oscura de tormenta que empañaba su mente. Tenía que salir de ese lugar y tenía que encontrar a Scarlet. Scarlet estaría con Sage, y Sage, estaba segura, sería capaz de ayudarla. Podría deshacer lo que su primo había hecho en ella.

Pero no importaba todo lo que intentara, no podía explicarle a nadie de que no estaba loca, que no debía estar allí, encadenada como si fuera un convicto. Ni siquiera cuando sus amigas iban a verla, ni cuando su madre le tomaba la mano y lloraba, María no podía pronunciar ninguna  palabra. Sea lo que fuera que Lore había puesto en su cerebro era impenetrable. Y se estaba haciendo cada vez más fuerte. Con cada momento que pasaba, sentía que su fuerza se diluía. Su capacidad para luchar contra el control mental de Lore iba disminuyendo y la parte sana de su era cada vez más y más débil. Estaba segura de que si no encontraba ayuda, eventualmente desaparecería por completo, y solo sería una cáscara vacía.

El oficial hombre se quedó mirando hacia abajo, hacia María. La mujer policía se sentó en el borde de la cama.

"María, tenemos que hacerte algunas preguntas", ella le dijo, en voz baja.

María trató de asentir con la cabeza, pero no pasó nada. Su cuerpo se sentía pesado. Estaba agotada. Luchar contra lo que Lore le había hecho a su cerebro era un trabajo agotador.

"Tu amiga, Scarlet", la mujer continuó con la misma suavidad. "¿Sabes donde está?"

"Scarlet", dijo María.

Ella quería decir más, pero no le salían las palabras. Miró con frustración al oficial masculino quien revoleaba los ojos.

"Esto es inútil", le dijo a su compañera.

"Oficial Waywood, necesita ser paciente", la mujer le espetó.

“¿Paciente?", exclamó el Oficial Waywood. “¡Mis amigos están muertos! ¡Nuestros colegas están en peligro! ¡No tenemos tiempo para ser pacientes!"

Atrapada en su propia mente, María se sentía más y más frustrada. Entendía la preocupación del oficial Waywood. Quería ayudar, realmente. Pero, gracias a Lore, apenas podía articular palabra. Poder sacar las palabras de su boca parecía como como correr en una cinta para correr, todo ese esfuerzo y nunca llegaba a ninguna parte.

La mujer policía ignoró el arrebato de Oficial Waywood y se volvió hacia María.

"El hombre que busca a tu amiga, su nombre es Kyle. ¿Alguna vez lo viste? ¿Escuchaste que ella lo mencionara?”

María trató de negar con la cabeza, pero no pudo. La funcionaria se mordió el labio y jugueteó con el cuaderno en sus manos. María supo por sus gestos que ella estaba sopesando algo en su mente, tratando de decidir si le diría más.

Finalmente, la agente se acercó y apretó la mano de María. La miró fijamente a los ojos.

"Kyle … él es un vampiro, ¿verdad?"

Desde su posición de pie, el Agente de Waywood echó los brazos en el aire y se burló. “¡Sadie, te has vuelto loca! ¡Esas cosas de vampiros son solo mierda!”

La funcionaria se levantó rápidamente, mirándolo a la cara.

"No te atrevas a decirme eso", ella dijo. "Soy una oficial de policía. Es mi deber interrogar a este testigo. ¿Cómo puedo interrogarla adecuadamente sin decirle lo que sabemos? “Antes de que el  Oficial Waywood tuviera la oportunidad de responder, Sadie añadió," Y soy la Oficial Marlow, muchas gracias."

El Oficial Waywood la miró con disgusto.

"Oficial de Marlow," él dijo, enunciando el nombre a través de sus dientes, "en mi opinión profesional, traer la idea de vampiros a un testigo mentalmente inestable es una mala idea."

En la cama, María empezó a balancearse. Podía sentir que su parte sana, enterrada muy profundamente debajo de lo que Lore le había hecho, comenzaba a emerger. De alguna manera, el hecho de que el agente Marlow creyera en los vampiros estaba ayudando a que se liberaran las partes atrapadas de su mente. Ella trató de hablar y finalmente un ruido salió de su garganta.

"Guerra."

Los dos oficiales dejaron de discutir y se volvieron para mirar a María.

"¿Qué dijo?", dijo el agente Waywood, con el ceño fruncido en su rostro.

La Oficial Marlow corrió a la cama y se sentó a su lado.

“¿María?", Dijo. “Repite lo que dijiste."

"G …" trató María. Ella cerró los ojos y respiró hondo. Su lucidez estaba regresando. Estaba recuperando su mente. Finalmente, pudo sacar la palabra. "Guerra."

La oficial Marlow levantó la vista hacia su colega. "Creo que está diciendo 'guerra'".

Él asintió con la cabeza, con una expresión de preocupación en su rostro.

María volvió a respirar hondo, esperando que su parte lúcida tomara el control para poder decirles lo que tan desesperadamente necesitaban conocer.

"Vampiro", dijo entre dientes. "Vampiro. Guerra."

La cara de Marlow oficial palideció.

"Adelante", ella instó a María.

María se lamió los labios. Permanecer presente le tomó cada onza de su esfuerzo.

"Kyle", ella dijo a través de una mueca. "Líder."

La Oficial Marlow apretó la mano de María. “¿Kyle conducirá una guerra de vampiros?"

María le apretó la mano y asintió.

"Scarlet", agregó. “Única. Esperanza."

La Oficial Marlow exhaló y se enderezó. "¿Sabes dónde está Scarlet?"

María apretó los dientes y habló con tanto cuidado como pudo. "Con Sage … el castillo."

De repente, un dolor profundo emergió en el interior del cerebro de María. Ella gritaba y se agarraba la cabeza, tirando de su cabello con sus puños apretados. Al instante supo que su parte sana estaba siendo dominada una vez más por el daño que Lore le había hecho. Ella estaba perdiendo el control.

“¿Ayúdame!" gritó.

Empezó a tirar de sus ataduras golpeándolas violentamente.

Presa del pánico, la Oficial de Marlow se puso de pie. Miró por encima del hombro a su compañero.

“Llama al jefe", le ordenó.

Ella trató de calmar a María, pero estaba descontrolada. Gritaba una y otra vez. La puerta sonó y el psicólogo se precipitó al interior.

"¿Qué pasó?", exclamó.

"Nada", dijo el agente Marlow, retrocediendo. “Solo perdió el control."

Se alejó mientras el psicólogo trataba de calmar a María y se paró junto a su compañero.

“¿Lo llamaste?", ella dijo, jadeando por la angustia.

"No", él respondió escuetamente.

La Oficial Marlow frunció el ceño y cogió su walkie-talkie. Pero el Oficial Waywood se  inclinó hacia delante y se lo sacó de las manos.

"No", espetó. "El jefe no quiere escuchar esa basura. ¡Tiene a todo su equipo trabajando y tú  quieres molestarlo porque una chica, que está loca, cree que hay una guerra de vampiros!"

Sobre los gritos de Maria, Sadie Marlow hablaba con una voz apresurada, insistente.

"El jefe nos ha enviado aquí por una razón. ¿Por qué iba a querer interrogar a la que llamas 'niña loca' si no creyera que pudiera ayudarnos? Kyle quiere encontrar a Scarlet Paine. Esa chica", señaló a María, "es lo más cerca que vamos a estar de encontrarla y tal vez poner fin a todo esto. Si ella sabe algo, entonces estoy muy segura de que el jefe va a querer saberlo.”

El Oficial Waywood negó con la cabeza.

“Está bien", dijo, regresándole el walkie-talkie. "Es tu carrera la que está en juego, no la mía. Que el jefe piense que estás loca.”

La Oficial Marlow le arrancó el dispositivo e hizo clic en el botón.

"¿Jefe? Es Marlow. Estoy en el instituto con la testigo.”

El walkie-talkie crujió.

La Oficial Marlow hizo una pausa, sopesando sus palabras. "Ella dice que va a ver una guerra de vampiros. Dirigida por Kyle. Y la única persona que puede detenerla es Scarlet Paine.”

Sintiéndose como una tonta, alzó la vista hacia las cejas levantadas de su compañero. A continuación, el walkie-talkie sonó de nuevo y se escuchó la voz del jefe de la policía.

“Voy para allá.”




CAPÍTULO SEIS


Scarlet tosió y se limpió el polvo de sus ojos. Su mente era un remolino mientras trataba de encontrarle sentido a lo que estaba sucediendo a su alrededor. En un momento los inmortalistas estaban avanzando hacia ella y Sage, al siguiente se escuchó una tremenda explosión que sacudió el castillo. Luego, el techo se había derrumbado, con todo y ladrillos, maderas y baldosas pesadas.

Scarlet miró a su alrededor y vio que estaba en un cucurucho de escombros. Estaba tan oscuro que apenas se podía ver. Una gruesa capa de polvo obstruía sus pulmones, y se le hacía difícil respirar.

“¿Sage?" Scarlet gritó en la oscuridad.

Algo se agitó a su lado.

“¿Scarlet?" se escuchó la voz de Sage. "¿Eres tu?"

El corazón de Scarlet saltó al darse cuenta de que su amado seguía vivo. Se arrastró sobre las rocas y el polvo hasta el cuerpo encorvada de Sage. No bien llegó a su lado, apretó sus labios contra los de él.

"Te tengo", ella susurró.

"Scarlet, es demasiado tarde", él respondió.

Pero Scarlet no estaba escuchando. Puso sus brazos alrededor de su torso desnudo y lo jaló  para que se sentara. Él se dejó caer, estaba débil, apenas podía mantener su cuerpo erecto.

"¿Qué pasó?", él dijo, inspeccionando los daños, su voz sonaba un poco más que un graznido.

"No tengo idea", respondió Scarlet.

Miró a su alrededor, y esta vez notó la maraña de inmortalistas tirada por el suelo, o atrapada  debajo de las vigas del techo y los bloques de ladrillo y piedra. Las llamas se elevaban en varias áreas, como si fueran extraños arbustos color naranja.

Octal yacía inmóvil sobre el piso. Su bastón estaba a su lado, roto por la mitad, y la cruz en la punta que había estado clavándole a Sage estaba en llamas. Scarlet no podía decir si Octal estaba o no muerto, pero ciertamente parecía que no iba a hacer ningún daño por el momento.

Entonces, Scarlet reconoció entre los escombros el fuselaje de metal retorcido de un avión militar. Ella jadeó.

"Fue un avión", dijo. "Un avión militar se estrelló contra el castillo."

Sage negó con la cabeza, la confusión cruzaba su frente.

"No hay ninguna razón para que un avión esté aquí", él respondió. "El castillo se encuentra en el medio de la nada."

"A menos de que lo estuvieran buscando," Scarlet terminó la oración por él, mientras caía en la cuenta. "A menos que me estuvieran buscando."

En ese momento, un montículo de ladrillos se movió y Sage hizo una mueca cuando se estrelló contra su pierna.

"Tenemos que salir de aquí", respondió Scarlet.

No sólo estaba preocupada del peligro del edificio dañado -sino también por los inmortalistas. Tenían que escapar antes de que recobrarán el conocimiento.

Se volvió hacia Sage.

"¿Puedes correr?"

Él la miró con los ojos cansados. "Scarlet. Es demasiado tarde. Estoy muriendo."

Ella apretó los dientes. "No es demasiado tarde."

Él agarró las manos de Scarlet entre las suyas y se quedó mirándola fijamente a los ojos. "Escúchame. Te quiero. Pero tienes que dejarme morir. Se acabó."

Scarlet apartó su cara él y se enjugó la lágrima que caía de su ojo. Cuando se volvió, extendió la mano y puso el brazo de Sage por encima de su hombro, poniéndolo de pie. Él gritó de dolor y se hundió en ella. Cuando ella comenzó a guiarlo a través de los escombros y de las columnas de humo, dijo:

"Esto no ha terminado hasta que yo diga."


*

El castillo estaba en completo desorden. Aunque el avión que se había estrellado era pequeño, el daño al antiguo edificio había sido colosal.

Scarlet serpenteó por los pasillos mientras las paredes se derrumbaban a su alrededor. Sostenía firmemente  a Sage a su lado y, gimiendo de dolor, él se dejó caer contra ella. Estaba tan débil y frágil a Scarlet se le partía el corazón. Todo lo que quería era llevarlo a un lugar seguro.

En ese momento, oyó gritos que venían de atrás.

“¡Se están escapando!!”

Con desazón, Scarlet se dio cuenta que estaban recobrando el conocimiento, que a pesar de que su castillo estaba destruido y muchos de sus hermanos yacían heridos y estaban muriendo a su alrededor, los estaba conduciendo su deseo de venganza.

"Sage", dijo Scarlet, "vienen por nosotros. Tenemos que ir más rápido.”

Sage tragó saliva e hizo una mueca.

"Voy lo más rápido que puedo."

Scarlet trató de apresurar el paso, pero la debilidad de Sage hacía lenta la marcha. Tenía que dejar de correr. Tenía que encontrar un lugar seguro para esconderlo para que por lo menos  pudieran decirse adiós.

Miró por encima de su hombro y vio a varios inmortalistas acercarse. Allí, en la parte de atrás, medio oculto por las sombras, vio a Octal. Entonces, no estaba muerto.

A medida que el grupo se acercaba más, Scarlet vio que la mitad de la cara de Octal había sufrido quemaduras graves. Debía estar teniendo un dolor significativo y, sin embargo, todavía quería dañarla y también a Sage. Le entristecía pensar que el amor entre ella y Sage indignara tanto a los inmortalistas.

De pronto, un estruendo tremendo hizo saltar a Scarlet, y una repentina ola de agua helada la empapó. Miró por encima de su hombro izquierdo y vio que todo un lado del castillo se había derrumbado en el mar, lo que creó una poderosa ola que se estrelló en ellos.

Oyó gritos y se volvió hacia atrás para ver a las inmortalistas caer en el mar. Caían tan rápidamente que ni siquiera tenían tiempo para moverse a un lugar seguro y, tan pronto como llegaban a las olas, el mar furioso se los tragaba.

Cuando las baldosas comenzaron a ceder bajo sus pies, Scarlet empujó su espalda contra la pared del pasillo y empujó a Sage con su brazo. El agua negro se movía varios pies por debajo de ellos. De repente, Scarlet sintió como si estuviera haciendo un precario equilibrio sobre el borde de una montaña.

La única persona de pie en el otro lado de un amplio abismo era Octal. Scarlet sabía que le llevaría no más de unos pocos segundos atravesar volando el espacio entre ellos. Pero, en cambio, se decidió a mirar.

Él piensa que no hay esperanza. Él piensa que vamos a morir.

"Rápido", dijo a Sage. "Antes de que caigamos en el mar."

La ola del mar frío golpeó su cara mientras lo conducía por la cornisa. Con cada paso, el suelo se desprendió y caía en el mar. El corazón de Scarlet se aceleró por la angustia. Rezó para que pudieran salir del castillo y estar en un lugar seguro.

"Vamos," le dijo a Sage. "Sólo unos pasos más."

Pero tan pronto como las palabras salieron de sus labios, las baldosas bajo los pies de Sage cedieron. Él sólo tuvo tiempo para mirarla a los ojos antes de que el suelo cediera totalmente, y se desplomó hacia la oscuridad.

“¡Sage!" Scarlet gritó, con su mano extendida, tratando de alcanzarlo.

Pero él se había ido.

Scarlet levantó la mirada hacia el otro lado del abismo y vio una sonrisa dibujarse en el rostro horriblemente desfigurado de Octal.

Sin vacilar un segundo, Scarlet saltó de la cornisa como un nadador desde un trampolín, y se precipitó hacia abajo, hacia la figura de Sage cayendo. Segundos antes de que cayera al mar, ella lo alzó en sus brazos.

"Te tengo," ella susurró, sosteniéndolo contra su pecho.

Sage era pesado. Scarlet sólo podía flotar. Estaban apenas a una pulgadas por encima del agua traicionero. No podía volar porque eso le revelaría a Octal de que habían sobrevivido y enseguida lanzaría un ataque contra ellos.

Fue entonces cuando a su derecha vio unas cuevas. Estaban esculpidas de forma natural, erosionadas, durante siglos, en la roca sólida por el mar. El castillo debe haber sido construido en su parte superior.

Scarlet no perdió tiempo. Voló a la cueva, con Sage en sus brazos, y lo sentó sobre el suelo. Él se dejó caer hacia atrás y gimió.

"Estamos bien," le dijo Scarlet. "Lo logramos."

Pero ella estaba empapada y temblaba. Le castañeteaban los dientes mientras hablaba. Cuando tomó la mano de Sage, se dio cuenta de que él estaba temblando también.

“No lo logramos", él dijo finalmente. "Te lo he estado diciendo todo el tiempo, me voy a morir. Esta noche."

Scarlet negó con la cabeza, haciendo volar sus lágrimas de sus mejillas.

"No", dijo.

Pero entonces se dio cuenta de que era inútil. Sage se estaba muriendo. Era realmente cierto.

Ella lo tomó en sus brazos y dejó que sus lágrimas cayeran libremente. Rodaron por sus mejillas y por el cuello. Ya no se molestó en secarlas.

Scarlet estaba a punto de pronunciar sus despedidas cuando notó un extraño brillo proceder  de debajo de su camiseta, justo donde estaba su corazón. Ella sacudió la cabeza, pensando en un principio de que estaba alucinando. Sin embargo, el resplandor se hizo más fuerte.

Miró hacia abajo y se dio cuenta de su collar estaba radiante con una luz blanca que se derramaba a través de las bisagras. Metió la mano en su playera y lo sacó. Nunca había podido  abrir el collar pero algo le dijo que esta vez sería diferente. Cuando deslizó una uña en el pestillo, se dio cuenta de que sus lágrimas habían estado goteando sobre él. Tal vez habían desbloqueado,  de alguna manera, el colgante.

Las dos mitades plegadas se abrieron y la luz blanca inundó la cueva, iluminando a Scarlet y a Sage. En el medio de la luz resplandeciente había una imagen. Scarlet la examinó. Era un castillo en el medio del mar, pero no era el castillo Boldt. Éste era más alto y más angosto, más como una torre elaborada que un castillo real.

Scarlet sacudió el hombro de Sage.

"Mira", le dijo.

Sage logró abrir sus ojos cansados por la mitad.

Scarlet lo oyó tomar una inhalación brusca.

“¿Sabes donde está?", ella le preguntó.

Sage asintió. “Lo sé"

Luego, dejó caer su cabeza hacia atrás en su regazo, estaba exhausto.

Algo dentro de Scarlet le dijo que donde quiera que este lugar estuviera, era algo importante. Y si Sage lo conocía, entonces debía ser significativo para los inmortalistas. ¿Por qué su collar le mostraba un lugar así? ¿Y por qué sólo se abrió cuando sus lágrimas cayeron sobre él? Sin duda, era una pista.

Scarlet cerró el collar y el resplandor blanco desapareció, llevándose consigo la imagen del  castillo torcido en el medio de un mar embravecido. De alguna manera, supo, dentro de ella, que si llevaba a Sage a ese castillo, él iba a vivir. Pero se le estaba acabando el tiempo.

Reclinó al inconsciente Sage sobre su espalda. Era pesado, pero esta vez Scarlet estaba más determinada que nunca, y estaba más segura de que había alguna esperanza. Ella se elevó al cielo.

Ella lo salvaría. No importaba lo que se necesitara hacer.




CAPÍTULO SIETE


Caitlin se esforzó por recuperar el aliento mientras caía por el cielo nocturno. No bien Caleb había golpeado el botón de expulsión, el avión ya no estuvo a su alrededor. Estaba en el aire negro de la noche, cayendo hacia el mar embravecido.

Miró a la derecha, buscando a Caleb. Él no estaba allí. Con angustia, miró a su alrededor y, finalmente, vio a Caleb por encima de ella, con su paracaídas desplegado. Estaba señalando su cuerda del paracaídas. Ella no podía oírlo por el sonido del aire rugiente.

Entonces se dio cuenta: él estaba tratando de decirle que tirara de su cordón. Ella lo hizo y de un vez la caída en picada se detuvo mientras su cuerpo hacía un chasquido. Pronto todo estuvo en calma. Ella se movía, flotando, el paracaídas blanco se extendió abierto por encima de ella como alas de ángel.

Caitlin respiró profundamente varias veces para calmar su corazón acelerado. Volvió a mirar a Caleb y lo vio levantar sus dos pulgares. Caleb, que tenía mucha más experiencia con este tipo de cosas, logró maniobrar su caída y estaban casi al mismo nivel.

“¡Va a ser frío!", le gritó a ella.

Caitlin miró hacia abajo. El agua estaba muy cerca, y antes de que tuviera la oportunidad de pensar de las olas congeladas que la golpearían, una enorme explosión hizo temblar todo el mundo.

Presa del pánico, Caitlin miró a su derecha para ver que el avión se había estrellado contra algo. Se dio cuenta, con una sensación de hundimiento,que era el edificio que había visto en el horizonte, el que sus sentidos le habían dicho que era donde se encontraba Scarlet.

"¡No!" gritó.

Llamas y pedazos de fuselaje en llamas cayeron en el mar mientras una enorme columna de humo se elevaba en el aire negro.

Entonces Caitlin cayó en el mar.

Caitlin se quedó sin aliento cuando golpeó contra el agua helada. Estaba tan frío que se sentía como si sus huesos se hubieran convertido en hielo.

Pero la punzada aguda causada por el mar glacial palidecía en comparación con la angustia en su corazón. Un momento después, el edificio donde, Caitlin estaba segura, estaba su hija,  estaba en llamas. Observó, como si fuera un sueño, cuando el techo se derrumbó. Un momento después, toda la pared que daba al mar se derrumbó, abriendo un profundo agujero en el exterior.

“¡Caitlin!" escuchó la voz de Caleb que venía de una cierta distancia.

Caitlin sacudió la cabeza y regresó a la realidad. Caleb estaba nadando hacia ella, ya se había desprendido su paracaídas que flotaba lejos, empujado por la fuerte corriente.

“¡Quítate el paracaídas!" Caleb le ordenó al segundo que estuvo a su lado.

Caitlin se quitó eso pesado, sintiéndose más ligera  al instante. Sin embargo, su cuerpo todavía estaba cansado, y su ropa empapada la jalaba hacia su abajo.

"Tenemos que llegar a tierra," dijo Caleb.

Él puso su brazo alrededor de su esposa. Podía sentir que estaba temblando violentamente. Estaba tratando de ser fuerte para ella, pero en realidad estaba igualmente en peligro.

"¿Crees que puedes nadar así de lejos?" él agregó, señalando el desmoronamiento del castillo de Boldt.

Caitlin apretó los dientes castañeteando.

"¿Y si el avión la golpeó?" ella logró decir.

Caleb negó con la cabeza. "No lo pienses."

"No puedo evitarlo. Es nuestra hija. Y si-"

Pero Caleb no la dejó terminar. Él apretó su mano sobre el corazón de Caitlin.

"Si ella está muerta, lo sabrías," dijo. “¿No es así? Si puedes percibir a nuestra hija, la seguiste a este lugar, entonces lo sabes en tu corazón. Estoy en lo cierto, ¿verdad? "

Caitlin se mordió el labio.

"Sí", dijo, por fin. "Tienes razón. Lo sabría si ella estuviera muerta. Lo sentiría.”

Pero, aun mientras decía las palabras y, a pesar de que ella lo creía, no podía evitar sentir la misma sensación de miedo. Incluso si Scarlet estuviera viva, sin duda todavía estaba en peligro.

Caitlin sintió que sus brazos comenzaban a fatigarse de pedalear en el agua durante tanto tiempo.

"¿Qué vamos a hacer?", le gritó a Caleb. "La única tierra está en esa dirección."

Ella señaló el castillo de Boldt, el agujero abierto en su pared. Caleb siguió su dedo extendido.

"Lo sé," él dijo con inquietud.

Caitlin asintió. Mechones de pelo mojado se pegaban a su cara. Se los quitó y empezó a nadar hacia el castillo.

En ese momento, un ruido llamó la atención de Caitlin. Sonaba como un chirrido distante, de naturaleza mecánica. Era algo familiar. Se escuchaba cada vez más fuerte.

Caitlin miró por encima del hombro a Caleb.

"Un helicóptero", dijo.

Caleb hizo una pausa a mitad de una brazada y se quedó mirando hacia el cielo mientras el ruido se hacía más y más fuerte.

“¿La policía?", dijo. "No puede ser que todavía nos estén persiguiendo, ¿o sí? A menos de que estuvieran monitoreando el avión.”

Repentinamente, Caleb golpeó palmas de las manos abiertas contra el agua, haciendo un gran chapoteo. Pero el ruido fue casi completamente ahogado por las aspas del helicóptero que zumbaban mientras se acercaba rápidamente.

Su rostro se dejó caer en la resignación.

"Prepárate", dijo. "Esto se va a poner mucho más peligroso."


*

Les tomó varios minutos nadar hasta el castillo de Boldt. El lado más cercano a Caitlin y Caleb había quedado totalmente destruido, era donde se había estrellado el avión. Piedras y escombros habían caído en el mar, creando una especie de pendiente que ahora ellos estaban subiendo. Era algo precario pero finalmente lograron entrar al castillo Boldt.

Había un fuerte olor a combustible del avión en el aire, que se mezclaba con el olor del polvo, el humo, y la sal del mar. Caitlin escuchó un clamor a lo lejos, de gente gritando, discutiendo y gritando de dolor. Supo de inmediato que el edificio había estado en una pieza  antes del impacto del avión, y que, gracias a ella, mucha gente había resultado herida. Ella se estremeció, su cuerpo congelado estaba atormentado por la culpa.

Caitlin estaba completamente desaliñada, su cabello era un desastre, después de saltar desde el avión y ser empujada por las olas, era un conjunto de rastas empapadas. Su ropa estaba rota en varios lugares. Caleb se veía igual de desaliñado.

"¿Y bien?", él dijo. “¿Puedes sentirla?”

Caitlin se llevó un dedo a los labios para que se callara. Trataba de sentir a su hija, de dejar que sus instintos le dijeran dónde estaba, pero ella estaba luchando por agarrarse a algo tangible. El helicóptero rugiente que estaba dando vueltas por encima de ellos, el calor proveniente del fuego, los gritos procedentes de los heridos, todo se agolpaba en su mente y entorpecía sus habilidades.

"No puedo sentirla," Caitlin susurró, sintiéndose derrotada.

Caleb se frotó la barbilla. Caitlin se dio cuenta de que estaba al borde de la desesperación. Deseaba poder hacer algo para ayudarlo, pero su mente estaba demasiado frenético centrada en Scarlet.

"¿Está en alguna parte del castillo?" preguntó Caleb.

A pesar de sus intentos por ocultarlo, Caitlin podía percibir la exasperación en su voz. Ella lo había llevado a este lugar, lo había obligado a saltar de un avión, y ahora ni siquiera podía decirle si había estado en lo cierto o no.

Ella cerró los ojos y trató de calmar su mente.

"Creo que está," dijo finalmente. "Creo que está aquí, en alguna parte."

“Entonces, busquemos", replicó Caleb.

Se dio vuelta para irse, pero Caitlin lo agarró del brazo.

"Tengo miedo", dijo.

“¿De lo que podríamos encontrar?"

Ella sacudió su cabeza.

"No", dijo, "de ver el daño que he causado."

Caleb se acercó y le apretó la mano.

Avanzaron por el castillo. Caminaron con cuidado porque el piso bajo sus pies se veía  inestable. Cuando Caleb de repente se detuvo, bloqueando el paso de Caitlin con un brazo extendido, ella supuso que había algún tipo de obstáculo delante. Pero cuando estiró la cabeza para mirar por encima del hombro de Caleb, su boca se abrió de asombro. Un poco más adelante había  cientos y cientos de hombres y mujeres. Algunos de ellos estaban volando, otros flotando, y todos estaban enfrentando a un hombre que era más alto que cualquier humano que Caitlin hubiera visto jamás. Él tenía al menos el doble del tamaño de un hombre normal. La mitad de su rostro estaba quemado al rojo vivo.

"¿Qué es él?" Caitlin susurró a su marido.

Caleb se limitó a sacudir la cabeza.

Caitlin se estremeció. Como nunca antes era apremiante encontrar a su hija. Estas personas extrañas la estaban desconcertando, especialmente el hombre gigante con su rostro desfigurado.

“Por aquí," le dijo Caleb en voz baja.

Lo más silenciosamente posible, se arrastraron lejos, pegados a las sombras donde la multitud no pudiera verlos. Entonces, Caitlin puso su mano sobre el brazo de Caleb para detenerlo. Miró hacia atrás.

"¿Qué es? ¿Qué pasa? "

"Scarlet", dijo Caitlin. "No puedo sentirla más."

"¿Quieres decir que no está aquí?" Caleb la desafió.

Caitlin retrocedió al escuchar la furia en su voz.

"Creo que se ha ido a otro lugar," dijo en voz baja, sintiéndose derrotada y desesperada. "Podía sentirla antes, en el lugar por donde entramos, pero cuanto avanzamos en el castillo, se vuelve más débil. Creo que ella se fue antes de que llegáramos aquí. Se fue cuando llegamos.”

Con exasperación, Caleb se pasó las manos por el cabello.

"No puedo creerlo", murmuró en voz baja.

En ese momento, desde el helicóptero una luz fuerte iluminó el castillo. Estaba bajando a través del techo colapsado.

“¡Está tratando de aterrizar!", exclamó Caleb con incredulidad.

La multitud en la gran sala empezó a dispersarse, la gente corría y volaba por todo el lugar.

"Tenemos que irnos", Caitlin le dijo a su marido.

"Lo sé", respondió. "¿Pero cómo?"

“Por aquí," dijo Caitlin, tirando de su brazo.

Lo condujo por la gran sala. Gracias al helicóptero que estaba descendiendo, ninguna de las personas extrañas en la sala pareció darse cuenta de que las dos figuras que corrían por la habitación eran desconocidos. Las aspas del helicóptero estaban creando un mini tornado en la habitación, levantando columnas de humo que aumentaban el caos.

Caitlin y Caleb salieron de la sala hacia un corredor sombrío. El humo era espeso allí y la luz  tenue. Caitlin y Caleb corrieron por el pasillo hasta una puerta. Caleb la empujó con el hombro y la puerta se abrió revelando el mundo exterior.

“¡Por ahí!", Caitlin exclamó, examinando su entorno.

Caleb miró hacia donde ella señalaba.

Un poco más adelante, bajando unas escaleras de piedra que venían del castillo, había un pequeño estacionamiento con espacio suficiente para cuatro o cinco vehículos. Entre ellos había una motocicleta.

Corrieron hacia la motocicleta. No tenía ningún seguro ni candado.

Fueron varios los intentos antes de que él pudiera encender el motor, el motor rugió y vomitó humo a la vez. Para entonces, la gente que estaba en la iglesia en ruinas había comenzado a salir.

"Rápido", gritó Caitlin, saltando a la parte posterior detrás de Caleb. "Ahí vienen."

Pero antes de que Caleb pudiera acelerar y partir, las sirenas de la policía empezaron a sonar en las inmediaciones.

Él arrancó, tratando de evitar a la gente que disparaban del castillo. Saliendo del castillo Boldt iban tras ellos los policías que habían llegado en helicóptero. A toda velocidad por la oscuridad, por el sinuoso camino, varias patrullas de policía se dirigían hacia ellos, sus luces parpadeaban furiosamente.

"¿Y ahora qué?", exclamó Caitlin.

Caleb la miró. Y aceleró el motor.

"Ahora te aprietas fuerte", dijo.

Caitlin tuvo el tiempo justo para poner sus brazos alrededor de su cintura antes de que la moto se dispara a toda velocidad.


*

La moto se sacudía por la carretera. Caitlin estaba agotada. Apoyó la cabeza sobre la espalda de Caleb, confortada por el palpitar constante de su corazón, y contempló la oscuridad de la noche. Pero sabía que no podía descansar. Scarlet necesitaba su ayuda y no había manera de que pudiera descansar, ni siquiera por un momento, mientras ella estuviera en peligro.

“¿Tienes alguna idea?" gritó Caleb por encima de su hombro, luchando para que Caitlin escuchara por encima del viento y las sirenas de la policía que los seguían. “¿A dónde vamos?"

Caitlin se dio cuenta de que él estaba tratando de mantener la calma y estar sereno, pero estaba tan agotado como ella.

"No puedo sentirla" Caitlin a gritos. "No ahora."

Caleb no dijo nada, pero Caitlin vio que sus manos se tensaron contra el manubrio con tanta  fuerza que sus nudillos se volvieron blancos.

La moto avanzaba velozmente, aumentando gradualmente la distancia entre ellos y las patrullas de la policía.

El camino era un camino rural estrecho. Empezaba a subir una colina. Pronto, el terreno cayó fuertemente a un lado mientras había un acantilado en el otro. Con náuseas, Caitlin se agachó detrás de la espalda de Caleb para protegerse. El viento bailaba con su pelo.

En ese momento, sintió que algo vibraba en su bolsillo. Seguramente no podía ser su teléfono celular. Pero cuando Caitlin puso su mano en su bolsillo descubrió que su teléfono celular de hecho había sobrevivido a la caída en el mar. No había tenido recepción antes, pero ahora había surgido de repente a la vida, parpadeando porque tenía un mensaje de voz.

Caitlin marcó su correo de voz y escuchó la voz apresurada de Aidan en el otro extremo.

"Caitlin", dijo. "¿Dónde estás? Necesitas llamarme ahora mismo.”

El mensaje terminó. Eso era todo. Ella iba a presionar el servicio de rellamada, pero perdió la señal.

“¡Maldita sea!", Exclamó.

"¿Qué pasa?" Caleb dijo por encima de su hombro.

"Necesitamos detenernos," respondió Caitlin, dándose cuenta que la batería de su celular  estaba en el uno por ciento.

"No puedo detenerme," replicó Caleb. "La policía está detrás de nosotros. Primero tenemos que alejarnos de este lugar.”

En ese momento, Caitlin vio una cueva cortada a un lado del acantilado.

“¡Allí adentro!", exclamó.

Caleb captó enseguida, girando el manubrio de la motocicleta con precisión de experto y se  desvió y deslizó al interior de la cueva, levantando polvo antes de detenerse.

Tan pronto como se detuvieron, Caleb se volvió hacia su mujer. "¿Puedes sentir a Scarlet?"

"No", respondió Caitlin. "Mi teléfono funciona. Tengo que llamar a Aidan.”

En ese momento, las patrullas de la policía que los estaban siguiendo se rebasaron la pequeña cueva donde Caitlin y Caleb estaban ocultos.

Caitlin tomó su teléfono celular y marcó el número de Aidan, rezando para que la batería le durase lo suficiente. Aidan respondió a la tercera llamada.

"Te has tomado tu tiempo", dijo.

"He estado un poco ocupada," respondió Caitlin, pensando en el viaje en avión y el desplome en el mar. "Entonces, ¿qué era lo que tenías que decirme?"

Caitlin escuchó el sonido de la voz de Aidan en el otro extremo del teléfono mientras arrastraba sus pies y buscaba entre sus libros y papeles. Ella sentía crecer su frustración.

"Por favor, ¿puedes darte prisa?" lo apuró Caitlin. "No me queda mucha batería."

"Ah, sí", dijo al fin.

“¿Qué es?" exigió Caitlin. "¡Dime!"

"Dime el canto de nuevo. Dime el canto que es la cura.”

Caitlin buscó en su bolsillo y sacó las notas que había escrito al estudiar el libro. Pero estaban empapados y la tinta se había corrido. Ella cerró los ojos y trató de visualizar la página tal como la había leído. Las palabras comenzaron a aparecer en su mente.

"Soy el sol el cielo y la arena,

Soy el polen en el viento.

Soy el horizonte, el matorral, el brezo en la colina.

Soy hielo,

Soy nada,

Estoy extinguida. “

Caitlin abrió los ojos y las palabras desaparecieron de su mente. Hubo un largo momento en que Aidan se quedó en silencio.

Caitlin quería gritarle que se diera prisa.

“¡Caitlin!" dijo al fin. "Lo tengo. ¡Lo tengo!"

"Dime," Caitlin respondió a toda prisa, sintiendo que su corazón se aceleraba.

“¡Hemos sido tan tontos! ¡No es para nada un canto.”

Caitlin frunció el ceño.

"¿Qué quieres decir? ¿Cómo puede no ser un canto? No entiendo."

"Quiero decir que el canto no es la cura", respondió Aidan, balbuceando sus palabras en su excitación. “¡El canto es una pista para llegar a la cura!"

Caitlin podía sentir su corazón latir con expectativa.

"¿Cuál es la pista, entonces?", preguntó.

“¡Caitlin! Piénsalo. Es un enigma. Son direcciones. Que te está diciendo de que vayas a una parte.”

Caitlin sentía que se le drenaba la sangre de la cara mientras repasaba las palabras en su mente.

"Soy el mar, el cielo y la arena", repitió en voz baja. Entonces, de repente, se dio cuenta. "No. No estas diciendo- "

"Sí", respondió Aidan. "S. P. H. I. N. X ". ___

"La ciudad vampiro," Caitlin susurró en voz baja.

Por supuesto. Antes de que Scarlet se sumergiera en el peligro, Caitlin había estado tratando de encontrar la cura, de encontrar una manera de convertir a su hija de un vampiro en un ser humano. Ella pensó que las palabras en la página necesitaban ser leídas a Scarlet para poder  curarla, que había encontrado la cura. Pero no. Lo que había encontrado eran las instrucciones que la llevarían a la cura. Caitlin había dejado su angustia innata como madre anular al investigador sensato y lógico que necesitaba ser en ese momento, el que necesitaba darse cuenta de que el enigma no era una cura, sino un mapa.

"Gracias, Aidan," ella dijo apresuradamente.

Su teléfono se apagó.

Caitlin miró a la cara expectante de Caleb.

"¿Y bien?", dijo.

"Ya sé a dónde vamos a ir", respondió Caitlin, sintiendo una punzada de esperanza por primera vez en mucho tiempo.

Caleb levantó una ceja y miró a su esposa.

“¿A dónde?", dijo.

Caitlin sonrió.

"Vamos a Egipto.”




CAPÍTULO OCHO


Lore estaba de pie sobre un montículo de escombros entre las ruinas del castillo Boldt. Las aspas del helicóptero levantaban viento que azotaba sus ropas rasgadas y rizaban su pelo. Miró a su alrededor, inspeccionando los daños que el avión había causado. Ese llenó de odio hasta el tope.

Lloraba, agitando el puño hacia el agujero en la pared del antiguo castillo. Luego, tomó una respiración profunda. No había tiempo que perder. Su pueblo moriría, sería erradicado, hacia el final de la noche. Su única esperanza era encontrar a la chica que había robado el corazón de su primo. Y eso significaba matar a todo quien se interpusiera en su camino.

Pero los inmortalistas estaban en pánico, sorprendidos por la presencia del helicóptero. Pasaban zumbando por la gran sala, algunos salían del castillo, corriendo hacia sus muertes que eran inevitables.

"¿En qué piensas, hijo?" una voz junto a Lore dijo, rompiendo su ensimismamiento.

Miró hacia abajo para ver a su madre. Aunque los inmortalistas vivían las relaciones entre padres e hijos de modo diferente a los humanos, Lore respetaba a la mujer que lo había alimentado, vestido, y cuidado a lo largo de su infancia. La idea de que moriría al final de la noche hizo que su corazón se encogiera aún más que con la idea de su propia muerte.

"Estoy pensando en Sage," respondió Lore. “Lo usamos como cebo antes y la chica vino."

Su madre frunció el ceño.

"¿Crees que aún hay esperanza?", preguntó, en voz baja.

Lore podía ver que el cansancio se había deslizado en sus ojos. Estaba preparada para morir. O por lo menos, dispuesta a dejar de luchar.

Pero no Lore. Y tampoco los cientos de inmortalistas que todavía se aferraban a la vida en el castillo Boldt.

"No voy a renunciar," Lore le dijo con fuerza. "No podemos dejar que nuestra gente muera sólo porque mi primo se ha enamorado de un vampiro. Él va a morir de todos modos. ¿Cuál es el punto?"

La madre de Lore sacudió la cabeza. “Tú no entiendes el amor."

"No", respondió Lore. "Pero tal vez si viviera dos mil años más, lo entendería."

Su madre sonrió y le apretó el brazo.

"Quiero eso para ti, hijo," ella dijo amablemente, "Pero no puedo evitar sentir que el destino está en contra de nosotros." Ella dirigió la cabeza hacia el cielo; la luna llena brillaba en el techo colapsado. "Las estrellas están alineadas. Las ruedas del destino están en movimiento.” Ella le devolvió la mirada. "Esta noche es cuando los inmortalistas morirán."

Lore apretó los puños.

"No, no lo es", dijo entre dientes. "Voy a dirigir un ejército, si es necesario. Voy a traer el caos a la tierra. Voy a destruir a toda la raza humana antes de dejar que mi gente muera.”

Mientras hablaba, los inmortalistas a su alrededor comenzaron a mirar por encima, alentados  por su discurso y su pasión. Volvió la espalda a su madre y les dirigió sus palabras.

"¿Quién va a estar conmigo?", exclamó Lore, agitando los puños. "¿Quién va a luchar por su derecho a vivir?"

La pequeña multitud comenzó a mascullar su acuerdo, y el murmullo atrajo a aún más inmortalistas hacia Lore. Pasaron junto al fuselaje del avión humeante para poder ver mejor. Pronto, las palabras de Lore no fueron recibidas con asentimiento entre dientes sino con vítores y aplausos.

"¿Quién de ustedes ya está harto de escuchar sobre el destino y las profecías y las estrellas?", dijo. “¡No estoy dispuesto a permitir que el orgullo de nuestro pueblo muera hoy!"

La multitud rugió en acuerdo.

Lore notó que Octal se había unido a la multitud y estaba escuchando desde su orilla. Lore hizo una seña a su líder, al hombre que respetaba por encima de todos los demás. Pero Octal sacudió la cabeza, como si estuviera comunicando en silencio que Lore debía ser quien dirigiera a los inmortalistas.

Lore no pudo evitar fruncir el ceño. ¿Realmente podría dirigir un ejército?

Pero no tenía tiempo para pensar en ello, porque el helicóptero estaba aterrizando.

“¡Mátenlos!" gritó Lore. “¡Maten a los humanos!"

La multitud Inmortalista obedeció su orden de inmediato. Se precipitaron hacia el helicóptero. Lore oyó el sonido de los gritos desesperados mientras la policía sacaba sus armas. Pero fue inútil. No había manera de que la policía pudiera hacer frente a los inmortalistas.

Mientras peleaban, Lore se dio cuenta de que varios agentes de policía estaban escapando del castillo.

“¡Bloqueen las salidas!" Lore ordenó a sus tropas.

Con las salidas bloqueadas, los policías restantes no tenían otra opción que de nuevo elevarse a los cielos en su helicóptero.

Pero eso no era suficiente para Lore. No sólo quería que echarlos, los quería muertos. Cuando el helicóptero comenzó a subir, el deseo de matar en Lore se hizo más fuerte.

“¡No dejen que se escapen!" ordenó a sus seguidores.

Observó a un grupo de inmortalistas elevarse en el aire. La policía a bordo del helicóptero miraba con incredulidad mientras los inmortalistas comenzaban a rodear como un enjambre el helicóptero, arrastrándolo hacia abajo. El helicóptero tartamudeaba bajo su peso y comenzó a caer. Los policías en el interior comenzaron a gritar. Cuando el helicóptero se desplomó al suelo, los inmortalistas saltaron para evitar el peligro.

Una bola de fuego se desplomó en el aire mientras el helicóptero caía al suelo y explotaba.

Las multitudes vitorearon, eufóricas por la muerte y la destrucción que habían causado. Zigzagueaban por el aire antes de aterrizar y calmarse. Fue entonces cuando Lore se dio cuenta de que todos estaban mirándolo de nuevo, a la espera de sus instrucciones.

"¿Ahora qué?" -gritó uno de ellos.

"¿Cómo podemos salvar a nuestro pueblo?" añadió otro.

Se sentían con nuevos bríos después de la victoria contra el helicóptero y los humanos. Lore había despertado en ellos el deseo de luchar y vivir. La multitud estalló en una turba de exclamaciones de preocupación.

Esta vez Octal se acercó entre la multitud hasta Lore. Estaba dispuesto a mandar a su pueblo una vez más.

"La muchacha está en las cuevas," dijo, su voz resonando en la gran sala destruida. "Ella tiene a Sage. Ellos están juntos."

Lore asintió y apretó los puños.

“¡A la cueva!", exclamó.

Juntos, la banda de inmortalistas siguió a Octal y a Lore hacia las cuevas.




CAPÍTULO NUEVE


Vivian sintió una ráfaga de aire pasar por ella mientras volaba sobre la pequeña ciudad; el corazón le latía fuertemente en el pecho. No sabía exactamente a dónde iba; solo tenía el deseo de  volar, dejar que los grilletes de su antigua vida se desvanecieran. Se sentía llena de júbilo, y sentía que, de pronto, el mundo estaba tan lleno de posibilidades que apenas podía contener su emoción.

Pero cuanto más volaba, una nueva sensación comenzaba a crecer en ella. Era una especie de vacío que la roía. La parte humana de ella había muerto y había sido sustituida por esta impresionante criatura nueva y poderosa. La muerte de su madre -en sus propias manos- no  era su origen. La sensación era más primal.





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