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Destinada
Morgan Rice


Diario de un Vampiro #4
En Destinada (Libro #4 del Diario de un Vampiro), Caitlin Paine despierta para descubrir que está en el pasado. Se encuentra en un cementerio, huyendo de una turba de aldeanos y busca refugio en el antiguo claustro de Asís, en la campiña de Umbría, Italia. Allí, se entera de su destino y su misión: encontrar a su padre y el antiguo escudo que le permitirá salvar a la humanidad. Pero corazón de Caitlin todavía suspira por su amor perdido: Caleb. Desesperadamente, necesita saber si él sobrevivió a su viaje en el tiempo. Su misión le exige ir a Florencia, pero si quiere seguir los dictados de su corazón, debe ir a Venecia. Elige Venecia. Lo que se encuentra le resulta abrumador. La Venecia del siglo XVIII es un lugar surreal; hombres y mujeres ataviados con trajes elaborados y máscaras, celebran una fiesta interminable, fastuosa. Está encantada de descubrir y reencontrarse con algunos de sus amigos íntimos y ser bienvenida en su cofradía. Y está emocionada de ir con ellos al gran baile de Venecia, el baile de disfraces más importante del año, donde espera encontrar a Caleb. Pero Caitlin no es la única que ha podido viajar en el tiempo: Kyle llega también y está decidido a cazarla y matarla de una vez por todas. Sam, también llega, decidido a salvar a su hermana antes de que sea demasiado tarde. En el baile, Caitlin busca por todas partes y no encuentra indicios de Caleb. Es decir, hasta el último baile. Baila con un hombre enmascarado que le roba el corazón y ella está segura de que es él. Pero como las parejas cambian, lo pierde nuevamente. ¿O no es así? Caitlin pronto se encuentra dividida entre los dos amores de su vida y descubre que tiene que tener cuidado con lo desea. La alegría de encontrar lo que desea puede estar mezclada con tragedia y dolor.





Morgan Rice

Destinada libro #4 del Diario de un Vampiro




Acerca de Morgan Rice

Morgan Rice es la escritora del bestseller #1: DIARIO DE UN VAMPIRO (THE VAMPIRE JOURNALS), una saga que comprende once libros (y siguen llegando); la saga del bestseller #1: TRILOGÍA DE SUPERVIVENCIA (THE SURVIVAL TRILOGY), thriller pos apocalíptico que comprende dos libros (y siguen llegando); y la saga de fantasía épica, bestseller #1: EL ANILLO DEL HECHICERO, que comprende trece libros (y contando).

Los libros de Morgan están disponibles en audio y edición impresa, y la traducción de los libros está disponible en alemán, francés, italiano, español, portugués, japonés, chino, sueco, holandés, turco, húngaro, checo y eslovaco (próximamente en otros idiomas).

A Morgan le encantaría tener comunicación con usted, así que visite www.morganricebooks.com (http://www.morganricebooks.com/) para unirse a la lista de correo electrónico, recibir un libro gratuito, recibir regalos gratuitos, descargar una aplicación gratuita, obtener las últimas noticias exclusivas, conectarse a Facebook y Twitter, y ¡mantenerse en contacto!



Algunas Opiniones Acerca de las Obras de Morgan Rice

"TRAICIONADA es una gran entrega de esta serie. Morgan Rice realmente ha logrado convertirse en  una ganadora con esta serie. Tiene un  ritmo rápido, está llena de acción, amor, suspenso e intriga. Si usted no ha leído sus dos primeras novelas, leálas y luego ponga sus manos en TRAICIONADA. He leído estos libros en orden, pero cada uno de estos libros también está  diseñado para ser leído de forma individual. Si usted no ha leído los dos primeros, lea TRAICIONADA. Estoy seguro que va a terminar comprando los dos primeros – ¡vale la pena leerlos todos … una o dos veces!"–VampireBookSite



" CONVERTIDA es un libro que puede rivalizar con TWILIGHT  y Vampire Diaries, ¡y querrá seguir leyendo hasta llegar a la última página! Si a usted le interesa la aventura, el amor y los vampiros, ¡este libro es para usted!"

–– Vampirebooksite com



"Rice hace un gran trabajo jalando al lector en la historia desde el principio, gracias a su gran calidad descriptiva que trasciende la mera pintura de los escenarios .... Al estar tan bien escrita y ser de lectura rápida, CONVERTIDA es un buen inicio para una nueva serie de vampiros que seguramente será un éxito entre los lectores que buscan una historia ligera pero entretenida " .

–-Black Lagoon Reviews



“Rice hace un gran trabajo para captar su atención desde el principio, al utilizar una gran calidad descriptiva que va más allá de la simple descripción de la ambientación… Bien escrito y sumamente rápido de leer”.

–-Black Lagoon Reviews (acerca de Turned)



“Es una historia ideal para lectores jóvenes. Morgan Rice hizo un buen trabajo dando un giro interesante… Innovador y singular. La saga se centra alrededor de una chica… ¡una chica extraordinaria!  Es fácil de leer, pero con un ritmo sumamente rápido…  Clasificación PG (Guía Paternal)”.

–-The Romance Reviews (acerca de Turned)



Libros de Morgan Rice




EL ANILLO DEL HECHICERO (THE SORCERER’S RING)


LA SENDA DE LOS HÉROES (A QUEST OF HEROES) – (Libro #1)


LA MARCHA DE LOS REYES (A MARCH OF KINGS) – (Libro #2)


EL DESTINO DE LOS DRAGONES (A FATE OF DRAGONS) (Libro #3)


EL GRITO DE HONOR (A CRY OF HONOR) (Libro #4)


UNA PROMESA DE GLORIA (A VOW OF GLORY) (Libro #5)


UN DEBER DE VALOR (A CHARGE OF VALOR)  (Libro #6)


UN GRITO DE ESPADAS (A RITE OF SWORDS) (Libro #7)


UNA SUBVENCIÓN DE ARMAS (A GRANT OF ARMS)  (Libro #8)


UN CIELO DE HECHIZOS (A SKY OF SPELLS)  (Libro #9)


UN MAR DE ESCUDOS (A SEA OF SHIELDS) (Libro #10)


UN REINADO DE HIERRO (A REIGN OF STEEL) (Libro #11)


UNA TIERRA DE FUEGO (A LAND OF FIRE) –  (Libro #12)


EL DECRETO DE LAS REINAS (A RULE OF QUEENS) –  (Libro #13)




LA TRILOGÍA DE SUPERVIVENCIA (THE SURVIVAL TRILOGY)


ARENA UNO: TRATANTES DE ESCLAVOS (SLAVERSUNNERS) –  (Libro #1)


ARENA DOS (ARENA TWO) – (Libro #2)




DIARIO DE UN VAMPIRO (THE VAMPIRE JOURNALS)


TRANSFORMACIÓN (TURNED) (Libro #1)


AMORES (LOVED)  (Libro #2)


TRAICIÓN (BETRAYED) – (Libro #3)


DESTINADO (DESTINED) (Libro #4)


DESEO (DESIRED) (Libro #5)


PROMETIDO (BETROTHED) (Libro #6)


PROMESA (VOWED) (Libro #7)


ENCUENTRO (FOUND) (Libro #8)


RESURRECCIÓN (RESURRECTED) (Libro #9)


ANSIAS (CRAVED) (Libro #10)


DESTINO (FATED) (Libro #11)












Escuche la serie de los Diarios de la Vampiresa en formato de audio libro!




Disponibles ahora en:




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Derechos Reservados © 2012 Morgan Rice



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Esta es una obra de ficción. Los nombres, personajes , empresas, organizaciones, lugares, eventos e incidentes son producto de la imaginación del autor o han sido usados como ficción. Cualquier parecido con personas reales, vivas o muertas, es total coincidencia.



Arte Jacket © iStock.com / © Jen Grantham



HECHO:

En el 2009, se descubrió el primer cadáver intacto de un supuesto vampiro en la pequeña isla de Lazzaretto Nuovo, en la laguna de Venecia. El vampiro, una mujer que murió por la peste en el siglo 16, fue encontrado enterrado con un ladrillo en la boca- apoyando la creencia medieval de que los vampiros eran responsables de plagas como la Muerte Negra.


HECHO:

En los 1700´s, Venecia era diferente a cualquier otro lugar sobre la tierra. La gente llegaba allí de todo el mundo para participar en sus grandes fiestas y bailes, y vestirse con trajes elaborados y máscaras. Las personas solían caminar por las calles con todo su disfraz. Por primera vez en la historia, ya no había desigualdad de género. Las mujeres, que antes habían vivido sometidas, ahora podían disfrazarse como los hombres, y por lo tanto podían acceder a todo lugar que quisieran ....


"¡Oh, mi amor! mi mujer!
La muerte, que te arrebató la dulzura de tu aliento,
No puede someter aún tu belleza:
No serás dominada; eres todavía el símbolo de la belleza
Hay carmesí en tus labios y en tus mejillas … "

    – William Shakespeare, Romeo y Julieta






CAPÍTULO UNO


Assisi, Umbria (Italia)

(1790)



Caitlin Paine se despertó lentamente, la oscuridad la cubría completamente. Trató de abrir los ojos para orientarse y saber dónde estaba, pero no le fue posible. Trató de mover sus manos, sus brazos, pero eso no funcionó tampoco. Se sintió inmersa en una textura suave que la cubría, pero no lograba saber lo que era. Era algo pesado que la empujaba hacia abajo, y cada vez se hacía más pesada.

Trató de respirar pero al hacerlo se dio cuenta de sus conductos estaban  bloqueados.

Presa del pánico, Caitlin trató de respirar profundamente a través de la boca, pero al hacerlo, sintió que tenía algo incrustado profundamente en su garganta. Su olor llenó su nariz y finalmente se dio cuenta lo que era: tierra. Estaba inmersa en tierra, que cubría su cara y sus ojos y su  nariz, y entraba en su boca. Era muy pesada y la empujaba más y más, volviéndose cada vez más pesada, la estaba asfixiando.

Al no poder respirar ni ver, Caitlin entró en pánico. Trató de mover las piernas, los brazos, pero también la empujaban hacia abajo. Rápidamente, luchó por su vida hasta que logró soltar un poco los brazos; finalmente los pudo elevar más y más alto. Finalmente, atravesó el suelo y sintió que sus manos entraban en contacto con el aire. Con una fuerza renovada, se sacudió todo lo que tenía, manoteándose y arañándose frenéticamente la tierra de ella.

Finalmente, Caitlin consiguió sentarse mientras la tierra se le caía por todas partes. Se sacudió la suciedad pegada a su cara, sus pestañas, se la sacó de su boca, de su nariz. Usó las dos manos, histéricamente, y por último, se limpió lo suficiente como para poder respirar.

Hiperventilándose, respiró profundamente, nunca antes se había sentido tan agradecida de poder respirar. Cuando se quedó sin aliento, empezó a toser, lastimando sus pulmones, escupiendo tierra por la boca y la nariz.

Caitlin entreabrió sus ojos, sus pestañas permanecían pegadas hasta que logró abrir suficientemente los ojos para poder ver dónde estaba. Era el atardecer. Estaba en el campo. Ella yacía en un montículo de tierra, en un pequeño cementerio rural. Vio los rostros atónitos de una docena de aldeanos humildes, vestidos con harapos quienes la miraban fijamente en completo  shock. A su lado había un sepulturero, un hombre fornido, concentrado paleando. Todavía no la había notado, ni siquiera la vio cuando se acercó con otro montón de tierra que arrojó en su dirección.

Antes de que Caitlin pudiera reaccionar, la nueva palada de tierra la golpeó en la cara, cubriéndole nuevamente los ojos y la nariz. Manoteó la tierra, y se enderezó, moviendo sus piernas,  con toda su fuerza salió de debajo de la tierra pesada y fresca.

Finalmente, el sepulturero se dio cuenta. Cuando iba a tirar otra palada, la vio y dio un salto hacia atrás. La pala cayó lentamente de sus manos, y él dio varios pasos hacia atrás.

Un grito perforó el silencio. Venía de uno de los aldeanos, el chillido estridente de una vieja mujer supersticiosa, que se quedó mirando lo que debió haber sido el cadáver fresco de Caitlin, ahora levantándose de la tierra. Ella gritaba y gritaba.

Los otros aldeanos reaccionaron de diferente manera. Algunos se volvieron y huyeron, corrían para escapar. Otros simplemente se taparon la boca con las manos, sin poder decir palabra. Pero algunos de los hombres, sosteniendo antorchas, vacilaban entre el miedo y la ira. Dieron unos pasos cautelosos hacia Caitlin quien pudo notar por sus expresiones y por sus instrumentos de trabajo, que se estaban preparando para atacarla.

¿Dónde estoy? se preguntó desesperadamente. ¿Quiénes son estas personas?

Pese a que se sentía desorientada, Caitlin pudo darse cuenta de que tenía que actuar rápidamente.

Rascó el montículo que mantenía sus piernas inmovilizadas, arañando la tierra con furia. Pero la tierra estaba húmeda y pesada, y se movía con lentitud. Recordó una vez con su hermano Sam, en una playa, cuando él la había enterrado hasta la cabeza. No había podido moverse. Ella le había rogado que la  liberara, y él la había hecho esperar por horas.

Se sentía tan impotente, tan atrapada que, a pesar de sí misma, se echó a llorar. Se preguntó dónde se había ido su fuerza de vampiro. ¿Era nuevamente simplemente un humano? Se sentía de esa manera. Mortal. Débil. Al igual que todos los demás.

De repente se sintió asustada. Muy, muy asustada.

"Alguien, por favor, ayúdeme!" Caitlin gritó, tratando de mirar en los ojos de las mujeres en la multitud, con la esperanza de encontrar una cara amable.

Pero no había ninguna. En su lugar, la miraban en shock y con miedo.

E ira. Una multitud de hombres, con instrumentos de trabajo en alto, se acercaban a ella. Caitlin no tenía mucho tiempo.

Les habló con sinceridad, rogándoles.

"Por favor!" gritó Caitlin, "no es lo que piensan! No voy a hacerles daño. Por favor, no me hagan daño! Ayúdenme a salir de aquí! "

Pero eso sólo pareció envalentonarlos.

"Mata al vampiro!" gritó un aldeano en la multitud. "Mátala otra vez!"

El grito fue recibido por un rugido entusiasta. Esta gente quería verla muerta.

Uno de los aldeanos, menos miedoso que los demás, un hombre enorme, se acercó hasta unos metros de ella. La miró con una rabia cruel, luego elevó la piqueta. Caitlin pudo ver que estaba apuntando directamente a su cara.

"Vas a morir esta vez!", Gritó mientras elevaba el instrumento.

Caitlin cerró los ojos, y desde algún lugar, muy dentro de ella,  convocó a la rabia. Era una rabia primitiva, de una parte de ella que todavía existía, y sintió cómo crecía a través de los dedos de sus pies, corriendo a través de su cuerpo, de su torso. Ardía de calor. Simplemente no era justo morir así, mientras la atacaban y ella estaba tan indefensa. No les había hecho nada. Simplemente no era justo,  repetía en su mente una y otra vez, mientras su furia llegaba a un punto álgido.

El aldeano blandió la piqueta con fuerza, apuntando directamente a la cara de Caitlin, y de pronto ella sintió la ráfaga de fuerza que necesitaba. Con un solo movimiento, se levantó de un salto de la tierra a sus pies y  cogió el hacha por su mango de madera, en el medio de su movimiento.

Caitlin oyó un grito horrorizado de la sorprendida turba que dio varios pasos hacia atrás. Sin soltar el mango del hacha, vio que la expresión de la bestia se había transformado en una de absoluto miedo. Antes de que pudiera reaccionar, ella le quitó el hacha de su mano, se echó hacia atrás y le dio una fuerte patada en el pecho. Él salió volando hacia atrás por el aire a unos veinte metros, y aterrizó en el medio del grupo de aldeanos, golpeando a varios.

Caitlin levantó el hacha, dio varios pasos rápidos hacia ellos, y con la expresión más feroz que pudo exhibir, gruñó.

Chillando, los aterrorizados habitantes del pueblo llevaron las manos a sus caras. Algunos corrieron hacia los bosques, y los que se encogieron de miedo.

Era el efecto que Caitlin quería provocar. Los había asustado lo suficiente para aturdirlos. Dejó caer el hacha y corrió a un lado de  ellos a través del campo hacia la puesta de sol.

Mientras corría, ella esperaba, deseaba, que le regresaran sus poderes de vampiro, que sus alas brotaran, para simplemente poder despegar y volar lejos de allí.

Pero no tuvo tanta suerte. Por alguna razón, no estaba sucediendo.

¿Los he perdido?, se preguntó. ¿Soy sólo un humano otra vez?

Ella corrió con la velocidad de un una humana común, y no sintió nada en la espalda, ningún ala, no importaba lo mucho que lo deseaba. ¿Era ahora igual de débil e indefensa que todos los demás?

Antes de que pudiera encontrar la respuesta, oyó un estruendo detrás de ella. Miró por encima de su hombro. La multitud de aldeanos la estaba persiguiendo. Gritaban, llevaban antorchas, instrumentos agrícolas, garrotes y piedras.

Por favor, Dios, rezó. Que esta pesadilla termine. Necesito tiempo para saber dónde estoy. Para poder ser fuerte otra vez.

Caitlin miró hacia abajo y, por primer vez, notó lo que llevaba puesto. Era un largo vestido elaborado, negro, bellamente bordado, que iba desde su cuello hasta los pies. Era apropiado para un evento formal, como para un funeral pero ciertamente no para una carrera de velocidad. Restringía el movimiento de sus piernas. Se agachó y lo rompió hasta arriba de su rodilla. Eso la ayudó, y pudo correr más rápido.

Pero todavía no lo suficientemente rápido. Pronto, se sintió cansada, la multitud detrás de ella parecía tener una energía inagotable. Se estaba acercando rápidamente.

De repente, sintió algo afilado en la parte posterior de la cabeza y se tambaleó por el dolor. Tropezó y extendió la mano para tocar el lugar  con la mano. Su mano estaba cubierta de sangre. Una piedra la había alcanzado.

Vio varias piedras volar junto a ella, se volvió: le estaban arrojando piedras. Otra la golpeó en la parte baja de su espalda con dureza. La multitud estaba ahora a sólo 20 metros de distancia.

A lo lejos vio una colina empinada, y en su cima, una gran iglesia medieval y un claustro. Corrió hacia allí. Si podía llegar hasta allí, tal vez podría encontrar refugio con esas personas.

Pero a medida que la golpeaban de nuevo, en el hombro, se dio cuenta de que no serviría de nada. La iglesia estaba demasiado lejos, iba perdiendo fuerza, y la multitud se estaba acercando demasiado. No tenía más remedio que volverse y luchar. Es irónico, pensó. Después de todo lo que había pasado, después de todas las batallas de vampiros, incluso después de sobrevivir a un viaje en el tiempo, una turba de aldeanos estúpidos podría matarla.

Caitlin se detuvo en seco, se volvió y enfrentó a la multitud. Si iba a morir, al menos que fuera peleando.

Mientras esperaba allí, cerró los ojos y respiró. Se concentró, y el mundo a su alrededor se detuvo. Sintió sus pies descalzos sobre la hierba, arraigada a la tierra, y poco a poco sintió que una fuerza primigenia se elevaba y corría por ella. Se obligó a recordar; a recordar la rabia; recordar su innata fuerza primal. Antes, había entrenado y luchado con una fuerza sobrehumana. La convocó para que volviera. Sintió que en algún lugar, de alguna manera, todavía estaba escondida dentro de ella.

Mientras estaba allí, pensó en todos  canallas que había conocido en su vida, todos los matones, todos los imbéciles. Pensó en su madre, que le envidiaba incluso la amabilidad más pequeño; recordó a los matones que Jonás y ella habían perseguido en el callejón de Nueva York. Pensó en esos matones en ese granero en el Valle de Hudson, los amigos de Sam. Y recordó el recibimiento de Caín en Pollepel. Parecía que siempre había matones, matones por todas partes. Huir de ellos nunca le había servido de nada. Al igual que siempre lo había hecho, sólo tenía que ponerse de pie y luchar.

Mientras pensaba en la injusticia de todo eso, la ira la recorrió. Se duplicó y triplicó, hasta que sintió que sus venas se hinchaban con ella, sintió cómo sus músculos estaban a punto de estallar.

Justo en ese momento, la multitud estaba junto a ella. Un aldeano levantó su garrote y lo blandió hacia su cabeza. Con su nuevo poder, Caitlin se agachó justo a tiempo, se inclinó, y lo lanzó por encima de su hombro. Él salió volando varios pies en el aire y cayó de espaldas sobre la hierba.

Otro hombre se le acercó por la espalda con una gran piedra, estaba a punto de hacerla caer sobre su cabeza; pero ella levantó su mano y le agarró la muñeca y la chasqueó. Él cayó de rodillas, gritando.

Un tercer aldeano blandió su azadón, pero ella reaccionó con rapidez: se dio vuelta y lo agarró en el medio de su movimiento. Se lo sacó de las manos, lo reventó, y se lo quebró en la cabeza.

La azada, de seis pies de largo, era justo lo que necesitaba. La hizo girar en un amplio círculo, derribando a todos los que estaban a su  alcance; en unos instantes, pudo establecer un gran perímetro a su alrededor. Vio a un aldeano regresar con una gran piedra, esperaba  lanzársela, y ella arrojó la azada hacia él. Lo golpeó en la mano y le hizo soltar la piedra.

Caitlin corrió entre la multitud aturdida, tomó una antorcha de la mano de una mujer mayor, y la hizo girar violentamente. Se las arregló para encender una sección de la hierba alta y seca, se escuchaban gritos, mientras muchos aldeanos huían nuevamente presos del miedo. Cuando la pared de fuego creció lo suficiente, Caitlín se acercó de nuevo y lanzó la antorcha directamente a la multitud. La antorcha se  fue volando por el aire y aterrizó en la parte posterior de la túnica de un hombre, él y la persona junto a él se prendieron fuego. La multitud se juntó rápidamente a su alrededor para apagar el fuego.

Era lo que Caitlin quería. Finalmente, los aldeanos se distrajeron lo suficiente para darle el tiempo que necesitaba para correr. No quería hacerles daño. Sólo quería que la dejaran en paz. Sólo necesitaba recuperar el aliento para averiguar dónde estaba.

Ella se volvió y corrió nuevamente hacia la colina de la iglesia. Sintió una nueva fuerza y también la velocidad, sintió que avanzaba por la colina, y sabía que estaba dejándolos atrás. Sólo deseaba que la iglesia estuviera abierta y la dejaran entrar

Mientras corría por la colina, sintiendo la hierba bajo sus pies descalzos, se hizo oscuro, y varias antorchas se encendieron en la plaza del pueblo, y a lo largo de las paredes del claustro. Al acercarse, vio a un guardia nocturno en lo alto de un parapeto. Él la miró mientras el miedo cruzaba su rostro. Elevó una antorcha por encima de su cabeza, y gritó: "¡Vampiro! Vampiro! "

Mientras lo hacía, las campanas de la iglesia empezaron a sonar.

Caitlin vio antorchas emerger por todos los lados a su alrededor. Como el vigía no paraba de gritar, y cuando las campanas empezaron a repicar, la gente salía de las construcciones de madera en todas direcciones. Era una cacería de brujas y todos parecían encaminarse directamente hacia ella.

Caitlin aumentó su velocidad, corría con tanta fuerza que sus costillas le dolían. Justo a tiempo llegó jadeando a las puertas de roble de la iglesia. Tiró de una de las puertas que se abrió, giró y cerró de un golpe con un estruendo detrás de ella.

En el interior, miró frenéticamente a su alrededor y vio a un cayado de pastor. Lo cogió y lo deslizó a través de las puertas dobles, estaba a salvo.

Al segundo de hacerlo, se escuchó un tremendo estruendo en la puerta, mientras docenas de manos la golpeaban. Las puertas se sacudieron pero no cedieron. El bastón las estaba sosteniendo-al menos por el momento.

Caitlin inspeccionó rápidamente la habitación. Por suerte, la iglesia estaba vacía. Era enorme, sus techos abovedados se elevaban a cientos de metros de altura. Era un lugar frío y vacío con cientos de bancos en un piso de mármol; al otro lado, sobre el altar, colgaban varias velas encendidas.

Mientras miraba, estaba segura de haber visto un movimiento en el otro extremo de la habitación.

El golpeteo se hizo más intenso y la puerta comenzó a sacudirse. Caitlin saltó a la acción y corrió por el pasillo hacia el altar. Al llegar, vio que tenía razón: había alguien allí.

Dándole la espalda, se arrodilló en silencio, era un sacerdote.

Caitlin se pregunto cómo pudo ignorarla, ignorar su presencia, ¿cómo podía estar tan profundamente inmerso en la oración, en un momento como este? Ella esperaba que no la entregara a la multitud.

"¿Hola?", Dijo Caitlin.

Él no se volvió.

Caitlin corrió hacia el otro lado frente a él. Era un hombre mayor, con pelo blanco, bien afeitado y de ojos celestes que parecen mirar hacia el espacio mientras estaba arrodillado en oración. No se molestó en mirar hacia ella. Había algo más que ella sentía por él. Incluso en esas circunstancias, se dio cuenta de que había algo diferente en él. Supo que era de su especie. Un vampiro.

El golpeteo se hizo más fuerte y una de las bisagras se rompió, Caitlin miró hacia atrás con miedo. Esta multitud se veía decidida, y ella no sabía a dónde más ir.

"Ayúdame, por favor!" Caitlin lo instó.

Él continuó su oración durante varios momentos. Por último, sin mirarla, dijo: "¿Cómo pueden matar lo que ya está muerto?"

Se escuchó un chasquido de la madera.

"Por favor", instó. "No me entregues a ellos."

Él se levantó despacio, tranquila y serena, y señaló el altar. "Allí," dijo. "Detrás de la cortina. Hay una puerta trampa. Ve! "

Ella caminó hacia donde él le había indicado, pero sólo vio un gran podio cubierto con una tela de raso. Ella apartó el paño y vio la puerta de trampa. La abrió, y empujó su cuerpo en el pequeño espacio.

Desde allí, miró por la pequeña grieta. Observó al sacerdote apresurarse hacia una puerta lateral y, con una fuerza sorprendente, abrirla con el pie de un golpe.

No bien lo hizo, la multitud abrió las puertas de entrada e irrumpió por el pasillo.

Rápidamente, Caitlin se deslizó hacia muy atrás de la cortina. Esperaba que no la hubieran visto. Observaba a través de una grieta en la madera y logró ver a la multitud correr por el pasillo, era perfecto.

"Por ahí!" Gritó el sacerdote. "El vampiro huyó por ahí!"

Al señalar la puerta lateral, la multitud se precipitó por delante de él y de nuevo hacia la noche.

Después de varios segundos, la corriente interminable de personas salió de la iglesia y, finalmente, todo quedó en silencio.

El sacerdote cerró la puerta tras ellos.

Pudo oír sus pasos que se dirigían hacia ella y, temblando de miedo y de frío, Caitlin abrió lentamente la puerta trampa.

Deslizó la cortina y miró.

Él extendió su mano con suavidad.

"Caitlin", dijo y sonrió. "Te hemos estado esperando desde hace mucho tiempo."




CAPÍTULO DOS


Roma, 1790



Kyle se puso de pie en la oscuridad, respiraba con dificultad. No había cosa que odiara más que los espacios cerrados, y cuando palpó la piedra que lo encerraba, empezó a sudar. Estaba atrapado. No había nada que fuera peor para él.

Tiró la mano hacia atrás y con el puño abrió un agujero a través de la piedra, que se rompió en pedazos. Kyle se protegió los ojos de la luz del día.

Si Kyle odiaba algo más que estar atrapado, era que la luz del día lo golpeara de frente, sobre todo si no llevaba su piel protectora.  Rápidamente, saltó a través de los escombros y se refugió detrás de una pared.

Desorientado, Kyle respiró hondo y observó su entorno mientras se limpiaba el polvo de sus ojos. Esto era lo que odiaba de viajar en el tiempo: nunca sabía exactamente dónde iba a aterrizar. No lo había intentado durante siglos y no tendría que haberlo hecho ahora si no fuera por esa molestia, Caitlin.

No había pasado mucho tiempo después de irse de Nueva York para que Kyle se diera cuenta de que había ganado su guerra, sólo parcialmente. Con ella libre, buscando el escudo, Kyle nunca podría estar a gusto. Había estado a punto de ganar la guerra, de esclavizar a toda la raza humana, de convertirse en el único líder de la raza de los vampiros. Pero ella, esa niña patética, lo estaba deteniendo. Mientras no encontrara el escudo, no podría ejercer el poder absoluto. No tenía más remedio que seguir su pista y matarla. Y si eso significaba retroceder en el tiempo, entonces eso era lo que iba a hacer.

Respirando con dificultad, Kyle extrajo rápidamente una envoltura de piel y cubrió sus brazos, su cuello y su torso. Miró a su alrededor y se dio cuenta que estaba en un mausoleo. Por sus marcas, parecía romano. Era Roma.

No había estado allí en años. Se había soltado demasiado polvo al caer sobre e mármol, y en la luz del día, le era difícil de decir. Respiró hondo, y se dirigió hacia afuera.

Tenía razón: era Roma. Al ver los árboles de ciprés italiano, sabía que no podía estar en ningún otro lugar. Estaba en la parte superior del foro romano, su césped verde, sus colinas y valles y los monumentos derruidos se extendían ante él en una suave pendiente. Le trajo recuerdos. Había matado a mucha gente allí, en la época cuando se lo usaba y él mismo casi había muerto allí una vez. Sonrió al pensar en ello. Era un lugar propio para él.

Y era el lugar perfecto para aterrizar. El Panteón no estaba muy lejos, y en pocos minutos, podría estar ante los jueces de la Gran Consejo romano, su más poderosa cofradía, y escuchar todas las respuestas que deseaba. No tardaría en saber dónde estaba Caitlin, y si todo iba bien, tendría su permiso para matarla.

No era que lo necesitara. Era sólo por cortesía, el protocolo de los vampiros, seguir la tradición de mil años de antigüedad. Siempre se  buscó el permiso para que una matanza en el territorio de otro.

Pero si se negaban, no se echaría para atrás. Se podría hacer la vida difícil, pero iba a matar a todo aquel que se interpusiera en su camino.

Kyle respiró profundamente el aire romano y se sintió como si estuviera en su casa. Hacía mucho tiempo desde la última vez que había estado allí. Se había dejado atrapar demasiado en Nueva York, en la política de los vampiros, en una época  y un lugar modernos. Este era más su estilo. Podía ver los caballos en la distancia, los caminos de tierra, y supuso que probablemente estaba  en el siglo XVIII. Perfecto. Roma era urbana pero todavía ingenua, aún le quedaban 200 años para ponerse al día.

Como Kyle pudo comprobar por sí mismo, había sobrevivido bastante bien al viaje en el tiempo. En otros viajes, había resultado mucho más golpeado, había necesitado más tiempo para recuperarse. Pero no esta vez. Se sentía más fuerte de lo que nunca había estado, listo para la acción. Sintió que sus alas brotarían de inmediato y podría volar directamente al Panteón si lo deseaba para poner su plan en acción.

Pero él no estaba listo. No había tenido vacaciones en mucho tiempo y se sentía bien de estar de vuelta. Quería explorar un poco, para ver y recordar lo que había significado haber estado allí.

Kyle descendió por la colina con su increíble velocidad, y en un breve momento estaba fuera del Foro y en las bulliciosas y concurridas calles de Roma.

Se maravilló de que incluso 200 años antes Roma estaba llena de gente a más no poder.

Kyle aminoró el paso mientras se mezclaba con la multitud y caminaba  junto a ella. Era una masa de gente. El amplio paseo marítimo, todavía de tierra, era el escenario para miles de personas que corrían  en todas direcciones. También había caballos de todas las razas y tamaños, junto con carros, carretas y carruajes tirados por caballos. Las calles apestaban a humano y estiércol de caballo. Kyle empezaba a recordarlo todo, la falta de drenaje, la falta de baños-el hedor de los viejos tiempos. Eso lo enfermaba.

Kyle sintió que lo empujaban en todas direcciones, mientras la multitud de todas las razas y clases crecía más y más mientras corrían de aquí para allá. Se maravilló ante los escaparates sencillos, que vendían  antiguos sombreros italianos. Se maravilló de los niños pequeños, vestidos con trapos que corrían hacia él para venderle piezas de fruta. Algunas cosas nunca cambian.

Kyleobló en un callejón sórdido y estrecho que recordaba bien, con la esperanza de que todavía fuera como antes. Le encantó descubrir que aun lo era: delante de él había decenas de prostitutas apoyadas contra las paredes, lo llamaban mientras caminaba.

Kyle sonrió con gusto.

Cuando se acercaba a una de ellas -una mujer grande, pechugona con el pelo teñido de rojo y demasiado maquillaje-, ella extendió la mano y le acarició la cara con la mano.

"Hey muchchote", dijo, "quieres pasar un buen momento? ¿Cuánto tienes? "

Kyle sonrió, pasó su brazo alrededor de ella y la condujo por un callejón lateral.

Aleremente, ella lo siguió.

Tan pronto como doblaron la esquina, ella dijo: "No has respondido a mi pregunta. ¿Cuánto tienes… "

Era una pregunta que ella nunca terminaría.

Antes de que pudiera acabar de hablar, Kyle ya había hundido sus dientes profundamente en su cuello.



Trató de gritar, pero él tapo su boca con la mano libre, y la atrajo hacia sí, bebiendo y bebiendo. Sintió la sangre humana fluir a través de sus venas y se sintió eufórico. Había estado reseco, deshidratado. El viaje en el tiempo lo había agotado y esto era exactamente lo que necesitaba para recuperar el ánimo.

Cuando sintió que el cuerpo de la mujer se relajaba, chupó más y más, bebió más de lo que necesitaba. Por último, completamente saciado, dejó caer el cuerpo inerte al suelo.

Cuando se volvió y se preparó para salir, un hombre enorme, sin afeitar, sin un diente, se le acercó. Él sacó un puñal de su cinturón.

El hombre miró a la mujer muerta, luego a Kyle, e hizo una mueca.

"Era de mi propiedad", dijo el hombre. "Espero que tengas dinero."

El hombre dio dos pasos hacia Kyle y con la daga se abalanzó sobre él.

Kyle, con sus reflejos de rayo, fácilmente lo eludió, agarró la muñeca del hombre, la jaló hacia atrás en un solo movimiento, y rompió su brazo por la mitad. El hombre gritó pero, antes de que pudiera terminar, Kyle le arrebató la daga de las manos y en el mismo movimiento le cortó la garganta. Dejó caer el cuerpo muerto sobre la calle.

Kyle miró la daga, una pequeña cosa intrincada, con mango de marfil, y asintió con la cabeza. No era del todo malo. Se la metió en el cinturón y , con el dorso de la mano, se limpió la sangre de la boca. Respiró profundamente y por último caminó por el callejón hacia la calle.

¡Oh, cómo había extrañado a Roma.




CAPÍTULO TERCERO


Caitlin caminó con el sacerdote por el pasillo de la iglesia, después de bloquear la puerta principal y de sellar todas las demás entradas. El sol se había puesto y él encendía antorchas mientras caminaba, las enormes habitaciones se iban iluminando gradualmente.

Caitlin miró hacia arriba y notó las cruces enormes y se preguntó por qué se sentía tan en paz allí. ¿No se supone que los vampiros temen a las iglesias? A las cruces? Recordó la casa de la Cofradía  Blanca en los Claustros de Nueva York, y las cruces que habían forrado las paredes. Caleb le había dicho que ciertas razas de vampiros aceptaban a las iglesias. Él se había enganchado en un largo monólogo sobre la historia de la raza de los vampiros y su relación con el cristianismo, pero ella no lo había escuchado con atención en aquel momento, estaba demasiado enamorada de él. Ahora, deseaba haberlo escuchado.

El sacerdote vampiro condujo a Caitlin por una puerta lateral, y Caitlin descendió por una escalera de piedra. Caminaron por un pasadizo medieval arqueado, mientras él seguía encendiendo antorchas a su paso.

"No creo que vayan a regresar", dijo, cerrando otra entrada a su paso. "Van a peinar el campo buscándote, y cuando no te encuentren, regresarán a sus hogares. Es lo que hacen siempre."

Caitlin se sentía a salvo allí, y estaba muy agradecida por la ayuda de este hombre. Se preguntó por qué la había ayudado, por qué había puesto su vida en peligro para salvarla.

"Porque soy de su tipo", dijo, volviéndose y mirándola directamente con sus ojos azules penetrantes.

Caitlin siempre olvidaba con qué facilidad los vampiros podían leer la mente del otro. Pero, por un momento, había olvidado de que él era uno de los suyos.

"No todos tememos a las iglesias", dijo, nuevamente respondiendo a sus pensamientos. "Sabes que nuestra raza se dividió. Nuestra especie -la benevolente- necesita las iglesias. Progresamos en su interior."

Cuando doblaron por otro corredor y descendieron otro pequeño tramo de escaleras, Caitlin se preguntó a dónde la estaba conduciendo. Se agolpaban muchas preguntas en su mente y no sabía qué preguntarle primero.

"¿Dónde estoy?" Preguntó ella, y se dio cuenta que era lo primero que le había dicho desde que se encontraron. Todas sus preguntas llegaban a raudales. "¿En qué país estoy? ¿Qué año es?"

Él sonreía mientras caminaban, las líneas de la edad se amontonaban  en su rostro. Era un hombre bajo y frágil, con el pelo blanco, bien afeitado, con una cara de abuelo. Llevaba las elaboradas vestimentas de un sacerdote, incluso para un vampiro, se veía muy viejo. Caitlín se preguntó cuántos siglos habría estado en esta tierra. Sintió que él irradiaba amabilidad y calidez y se sintió muy en paz a su alrededor.

"Son demasiadas preguntas," dijo finalmente con una sonrisa. "Entiendo. Es mucho para ti. Bueno, para empezar, estás en Umbría. En el pequeño pueblo de Asís ".

Trato de pensar rápidamente, tratando de averiguar dónde estaba.

"¿Es Italia?", preguntó.

"En el futuro, sí, esta región será una parte de un país llamado Italia", dijo, "pero no ahora. Todavía somos independientes. Recuerda, "sonrió, “ya no estás en el siglo 21 -como habrás adivinado por el vestido y el comportamiento de los habitantes del pueblo. "

"¿Qué año es?" Preguntó Caitlin en voz baja, casi con miedo de saber la respuesta. Su corazón latía más rápidamente.

"Estás en el siglo 18", respondió. "Para ser más precisos: en el año 1790."

1790. Asís. Umbría. Italia.

La idea la abrumaba. Todo parecía irreal, como si estuviera en un sueño. No podía creer que le estuviera pasando, que ella estuviera realmente, realmente, allí, en ese tiempo y lugar. Ese viaje en el tiempo realmente funcionó.

También se sintió un poco aliviada: de todos los tiempos y lugares en los que podría haber aterrizado, Italia, en 1790 no sonaba tan mal. No era como aterrizar en la prehistoria.

"¿Por qué esas personas trataron de matarme? ¿Y quién es usted? "

"A pesar de todos nuestros avances, sigue siendo un tiempo algo primitivo y supersticioso", dijo. "Incluso en esta era de lujo y  decadencia, por desgracia, todavía hay decenas de comuneros que nos temen.

"Mira, el pequeño pueblo de Asís siempre ha sido un baluarte para nuestra especie. Es frecuentado por los vampiros, y siempre lo ha sido. Nuestra especie de vampiro sólo se alimenta de su ganado. Aún así, con el tiempo, los habitantes del pueblo comienzan a tomar nota.

"A veces van a detectar a uno de nosotros. Y cuando lo hacen, la situación se vuelve intolerable. Así que de vez en cuando, los dejamos que nos entierren. Los dejamos hacer sus tontos pequeños rituales humanos para que se sientan como si se hubieran librado de nosotros. Y cuando no están mirando, simplemente nos levantamos de nuevo y volvemos a nuestras vidas.

"Pero a veces, un vampiro se eleva nuevamente demasiado pronto, o se lo ve elevarse, y luego viene la reacción del pueblo. Se olvidará. Siempre pasa así con estas cosas. Llama una atención hacia nuestra especie que no deseamos, pero sólo temporalmente."

"Lo siento", dijo Caitlin, sintiéndose mal.

"No te preocupes", dijo, "Esta fue tu primer viaje en el tiempo. No  podías controlarlo. Toma un poco de tiempo acostumbrarse. Incluso el mejor de nosotros no puede controlarlo muy bien. Siempre es difícil decir exactamente cuándo o dónde iremos a parar. Lo has hecho muy bien, "dijo, colocando suavemente una mano sobre su muñeca.

Caminaron por otro corredor, éste con techos bajos abovedados.

"Además, no lo hiciste tan mal", agregó. "Después de todo, supiste como llegar hasta aquí."

Caitlin recordó que había detectado la iglesia cuando corría a través del campo.

"Sólo parecía el lugar lógico para ir", respondió ella. "Fue el primer edificio que vi y parecía una fortaleza."

Él sonrió, sacudiendo la cabeza. "No hay tal cosa como una coincidencia en el mundo de los vampiros," dijo. "Todo está destinado. Un edificio que puede parecerte seguro a ti, puede parecerle débil a otra persona. No, elegiste este lugar por una razón. Una razón muy específica. Y te ha guiado hasta mí. "

"Pero usted es un sacerdote."

Él negó con la cabeza ligeramente. "Todavía eres muy joven y todavía tienes mucho que aprender. Tenemos nuestra propia religión, nuestro propio credo. No es muy diferente al de la iglesia. Uno puede ser un vampiro y todavía participar en la vida religiosa. Especialmente nuestro tipo de vampiro, "dijo. "Incluso ayudo a los humanos en su vida espiritual diaria. Después de todo, tengo la ventaja y la sabiduría de miles de años en este planeta -a diferencia de los sacerdotes humanos. Por suerte, los seres humanos no saben que no soy de su tipo. Por lo que saben, yo soy el cura del pueblo, y siempre lo he sido."

La mente de Caitlin daba vueltas mientras trataba de conciliar todo. La imagen de un sacerdote vampiro le pareció muy paradójica. La noción de una religión vampiro, de su trabajo dentro de la iglesia … todo parecía muy extraño.

Por muy fascinante que fuera todo esto, realmente no quería saber de los vampiros, o las iglesias, o la religión. Quería saber sobre Caleb. Había sobrevivido al viaje? ¿Estaba vivo? ¿Dónde estaba?

Y ella quería desesperadamente saber acerca del hijo de ambos. ¿Estaba aún embarazada? Había sobrevivido el bebé?

Pensó estas preguntas con mucha fuerza y deseaba que el sacerdote las notara y las respondiera.

Pero no lo hizo.

Sabía que él había escuchado sus pensamientos, y estaba eligiendo no responder. La estaba obligando a que hiciera esas preguntas en voz alta. Y, como él probablemente sabía, eran preguntas que tenía miedo hacer.

"¿Y qué de Caleb?" Preguntó finalmente, con la voz temblorosa. Estaba demasiado nerviosa para preguntar por su hijo.

Ella lo miró y vio su sonrisa desvanecerse y un mínimo gesto de dolor cruzó su rostro.

Su corazón se quebró.

Por favor, pensó. Por favor, no me des malas noticias.

"Vas a tener que averiguar algunas cosas por ti misma", dijo lentamente. "Hay cosas que no puedo decirte. Es un camino que debes seguir. Tú y sólo tú. "

"Pero está aquí?" Preguntó esperanzado. "¿Él lo logro?"

Mientras caminaba a su lado, el sacerdote apretó los labios. Dejó que sus preguntas quedaran  colgando en el aire sin respuesta por lo que pareció una eternidad.

Finalmente, se detuvieron ante otro tramo de escaleras, y él se volvió y la miró. "Me gustaría poder decir más", dijo. "De verdad."

Se dio la vuelta, levantó la antorcha y encabezó la marcha por otro pequeño tramo de escaleras.

Entraron a un pasillo largo y abovedado, todos los techos eran dorados y de intrincado diseño. Estaban completamente cubiertos con frescos de diseño luminoso, y entre ellos estaban los arcos forrados de oro. El techo brillaba.

También el piso brillaba. Era de un mármol rosa, hermoso, y se veía que recién lo habían limpiado. Este nivel subterráneo de la iglesia era precioso, parecía una cámara antigua de tesoros.

"Wow," Caitlin se oyó decir en voz alta. "¿Qué es este lugar?"

"Es un lugar de milagros. Estás en la iglesia de San Francisco de Asís. Este es también su lugar de descanso. Es un lugar muy sagrado en nuestra religión. Las personas -humanos y vampiros por igual-peregrinan hasta aquí, desde miles de kilómetros de distancia, sólo para estar en este lugar. Francisco era el santo de los animales, y también fue el santo de todos los seres vivos fuera de la raza humana-incluida nuestra especie. Se dice que ocurrieron milagros aquí. Estamos protegidos gracias a su energía.

"No aterrizaste aquí por accidente", continuó. "Este lugar es un portal para ti. Es una plataforma de lanzamiento para que comiences tu viaje, tu peregrinación ".

Él se volvió y la miró.

"Lo que todavía no puedes ver", dijo, "es que estás en un viaje. Y algunas peregrinaciones toman años, y muchos, muchos kilómetros. "

Caitlin pensó. Todo era abrumador para ella. Ella no quería estar en un viaje. Quería estar de vuelta en casa, con Caleb, segura y protegida, en el siglo 21, con toda esta pesadilla en el pasado. Estaba cansada de viajar, de estar siempre a la carrera, siempre buscando. Sólo quería una vida normal otra vez, la vida de una adolescente.

Pero abandono esa manera de pensar. No era útil, lo sabía. Las cosas habían cambiado -de forma permanente- y nunca más serían lo mismo. Recordó que el cambio era la nueva normalidad. Ya no era la misma Caitlín promedio de antes, la Caitlin humano. Era mayor ahora. Más sabia. Y le gustara o no, estaba en una misión especial. Sólo tenía que aceptarlo.

"Pero cuál es mi peregrinación", preguntó Caitlin. "¿Cuál es mi destino? ¿A dónde estoy yendo exactamente?"

Él la condujo hasta el final del pasillo y se detuvo frente a una tumba grande y elaborada.

Caitlin pudo sentir la energía que salía de la tumba y de inmediato supo que se trataba de la tumba de San Francisco. Sintió recargarse simplemente de estar cerca de ella, se sintió cada vez más fuerte. Nuevamente se preguntó si había regresado como un humano o como un vampiro. Echaba mucho de menos a sus poderes.

"Sí, sigues siendo un vampiro," dijo. "No te preocupes. Simplemente te tomará tiempo recobrar tu fuerza."

Se avergonzó de olvidarse de nuevo, proteger sus pensamientos, pero se sintió reconfortada por sus palabras.

"Eres una persona muy especial, Caitlin," dijo. "Eres muy necesaria  para nuestra raza. Sin ti, me atrevería a decir, toda nuestra raza, y toda la raza humana, estaría al borde de la extinción. Te necesitamos. Necesitamos su ayuda ".

"Pero, ¿qué se supone que debo hacer?" Preguntó.

"Necesitas encontrar el Escudo", dijo. "Y para encontrar el Escudo, tendrás que encontrar a tu padre. Él, y sólo él, lo tiene. Para ello, tendrás que encontrar tu cofradía. Tu verdadera cofradía."

"Pero no tengo ni idea por dónde empezar", dijo. "Yo ni siquiera sé por qué estoy en este lugar y la hora. ¿Por qué Italia? ¿Por qué 1790? "

"Vas a tener que descubrir por ti misma las respuestas a esas preguntas. Pero le aseguro que tienes razones muy especiales para estar de vuelta en esta época. Hay personas especiales para conocer, las acciones para cumplir. Y este lugar y esta época te conducirá al Escudo."

Caitlin pensó.

"Pero no tengo ni idea dónde está mi padre. No tengo ni idea por dónde empezar ".

Se volvió hacia ella y sonrió. "Pero sí tienes," respondió. "Ese es tu problema. No confías en su intuición. Tienes que aprender a buscar en lo profundo de ti misma. Trata ahora. Cierra los ojos, respira profundamente ".

Caitlin hizo lo que le dijo.

"Pregúntate a ti misma: ¿dónde tengo que ir ahora?"

Caitlin lo hizo, escudriñando su cerebro. No ocurrió nada.

"Escucha el sonido de tu respiración. Deja quieta tu mente."

Cuando Caitlin lo hizo, mientras se concentraba y se relajaba, las imágenes empezaron a parpadear en su mente. Por fin abrió los ojos y lo miró.

"Veo dos lugares", dijo. "Florencia y Venecia."

"Sí," dijo. "Muy bien."

"Pero estoy confundida. ¿A dónde voy? "

"No hay decisiones equivocadas en un viaje. Cada camino sólo nos lleva a un lugar diferente. La elección es tuya. Tienes un destino muy fuerte, pero también tienes libre albedrío. Puedes elegir en cualquier momento. Ahora, por ejemplo, te enfrentas a una elección fundamental. En Florencia, cumplirás sus obligaciones, acercándote al Escudo. Es lo que se necesita de ti. Pero en Venecia, cumplirás con los asuntos del corazón. Tendrás que elegir entre tu misión y tu corazón".

El corazón de Caitlin se disparó.

Asuntos del corazón. ¿Significaba eso que Caleb estaba en Venecia?

Sintió que su corazón se volcaba hacia Venecia. Sin embargo, intelectualmente, sabía que Florencia era donde debía estar para hacer lo que se esperaba de ella.

Se sentía desgarrada.

"Ahora eres una mujer adulta", dijo. "La elección es tuya. Pero si sigues a su corazón, se te romperá", le advirtió. "El camino del corazón nunca es fácil. Y nunca es lo que esperas."

"Me siento tan confundida," dijo ella.

"Pensamos mejor en los sueños", dijo. "Hay un claustro en la puerta de junto, puedes dormir aquí por esta noche, descansa y decide por la mañana. Para entonces, te habrás recuperado totalmente."

"Gracias," dijo ella, extendiendo la mano y tomando la de él.

Él se volvió para irse mientras el corazón de ella latía con fuerza. Tenía  una pregunta más para él, la más importante de todas. Sin embargo, una parte de ella estaba demasiado asustada para hacerla. Estaba temblando. Abrió la boca para hablar, pero se le secó.

Él caminaba por el pasillo, a punto de darse la vuelta, cuando por fin, ella reunió el coraje.

"¡Espera!", Gritó. Entonces más suavemente, le dijo, "Por favor, tengo una pregunta más."

Él se detuvo en seco pero se mantuvo de espaldas a ella. Extrañamente,  no se volvió, como si intuyera lo que ella estaba a punto de preguntar.

"Mi bebé", dijo ella, con una voz suave y temblorosa. "Es él … ella … sobrevivió? El viaje? ¿Todavía estoy embarazada? "

De a poco, él se volvió y la miró a la cara. Luego bajó los ojos.

"Lo siento," dijo finalmente, tan suavemente que ella no creía haberlo oído. "Has regresado en el tiempo. Los niños sólo pueden moverse hacia adelante. Tu hijo vive, pero no en este tiempo. Sólo en el futuro."

"Pero …" empezó a decir temblando, "Pensé que los vampiros sólo pueden viajar hacia atrás en el tiempo, no hacia adelante."

"Es cierto", dijo. "Me temo que tu hijo vive en otro tiempo y lugar sin ti." Bajó los ojos de nuevo. "Lo siento mucho", agregó.

Con esas últimas palabras, se dio la vuelta y se fue.

Y Caitlin sintió como si le hubieran hundido una daga en el corazón.




CAPÍTULO CUATRO


Caitlin se sentó en el cuarto austero del monasterio franciscano y se asomó por la ventana mirando la noche. Finalmente, había dejado de  llorar. Habían pasado varias horas desde que se había despedido del sacerdote, cuando supo la noticia de su hijo perdido. No había podido contener las lágrimas, ni dejar de pensar en la vida que habría llevado. Todo era demasiado doloroso.

Pero después de muchas horas, lloró todo lo que pudo y ahora lo que le quedaba eran las lágrimas secas en sus mejillas. Miró por la ventana tratando de distraerse y respiró hondo.

La campiña de Umbría se extendía ante ella, y desde este punto de vista, desde lo alto de la colina, pudo apreciar las colinas de Asís. Había una luna llena y la luz suficiente para que pudiera notar que la campiña era verdaderamente hermosa. Vio a las pequeñas casas rurales que salpicaban el paisaje, el humo saliendo de las chimeneas, y pudo sentir que se trataba de una época más tranquila en la historia.

Caitlin se volvió y contempló su pequeña habitación iluminada sólo por la luz de la luna y una pequeña vela encendida en un aplique de pared. Estaba hecha enteramente de piedra, y había sólo una sencilla cama en una esquina. Se maravilló ante lo que parecía ser siempre su destino: terminar en un claustro. Este lugar no podía ser más diferente a Pollepel pero, al mismo tiempo, la pequeña sala medieval le recordó la habitación que había tenido allí. Había sido diseñada para la introspección.

Caitlin examinó el suelo de piedra lisa y vio, junto a la ventana, dos huellas leves, a pocos centímetros de distancia, con la forma de una rodilla. Se preguntó cuántas monjas habían orado allí y se habían  arrodillado frente a la ventana. Esta habitación probablemente había sido usada por cientos de años.

Caitlin se acercó a la cama pequeña y se acostó. En realidad, sólo era  una losa de piedra con un poco de paja. Trató de ponerse cómoda, rodando sobre su costado y luego sintió algo. Estiró su mano y lo extrajo, con alegría se dio cuenta lo que era: su diario.

Lo sostuvo en lo alto, contenta de tenerlo a su lado. Su viejo amigo de confianza, parecía ser el único que había sobrevivido el viaje de regreso. Sostener esa cosa real y tangible la hizo darse cuenta de que no era un sueño. Ella estaba realmente allí. Todo era real.

Una pluma moderna se deslizó de sus páginas y aterrizó sobre su regazo. La levantó y la examinó mientras pensaba.

Sí, decidió. Eso era exactamente lo que tenía que hacer. Escribir. Para procesar todo. Las cosas habían sucedido tan rápido que apenas había tenido tiempo de recuperar el aliento. Necesitaba reflexionar, pensar,  recordar. ¿Cómo había llegado hasta allí? ¿Qué había sucedido? ¿A dónde iba?

No estaba segura de saber las respuestas. Pero, al escribirlas,  esperaba poder recordar.

Caitlin volvió las páginas quebradizas hasta que encontró con una página vacía. Se incorporó y se apoyó contra la pared, curvó sus rodillas contra el pecho y empezó a escribir.


*

¿Cómo fue que terminé aquí? ¿En Asís? ¿En Italia? ¿En 1790? Por un lado, no parece que fue hace mucho tiempo que estaba en el siglo 21, en Nueva York, viviendo la vida normal de una adolescente. Por otro lado, parece que siempre .... ¿Cómo empezó todo?

Recuerdo, en primer lugar, la sensación de hambre. No entendía lo que era. Jonás. Carnegie Hall. Mi primera alimentación. Convertirme inexplicablemente en un vampiro. Me llamaron mestizo. Sentía que quería morir. Todo lo que quería era ser como todos los demás.

Luego, llegó Caleb. Salvándome de la cofradía malvada, rescatándome. Su cofradía en los claustros. Pero ellos me echaron porque estaban prohibidas las relaciones entre los humanos y los vampiros. Estaba por mi cuenta nuevamente -es decir, hasta que Caleb me rescató de nuevo.

La búsqueda de mi padre, de la mítica espada que podría preservar a la raza humana de una guerra de vampiros, nos empujó a Caleb y a mí  por todos lados, de un lugar histórico a otro. Encontramos la espada y nos la arrebataron. Como siempre, Kyle estaba allí para arruinar las cosas.

Pero no antes de que tuviera tiempo para darme cuenta en lo que me estaba convirtiendo. Y no antes de que Caleb y yo pudiéramos encontrarnos el uno al otro. Después que robaron la espada, después de que me apuñalaron, mientras estaba muriendo, él me convirtió y me salvó una vez más.

Pero no resultó como yo había pensado. Vi a Caleb con su ex esposa, Sera, e imaginé lo peor. Me equivoqué, pero ya era demasiado tarde. Huyó lejos de mí, al peligro. En la isla de Pollepel me recuperé y entrené, y me hice de amigos -vampiros- muy cercanos, más de lo que había tenido. Especialmente Polly. Y Blake -tan misterioso, tan hermoso. Casi me robó el corazón. Pero reaccioné justo a tiempo. Me enteré de que estaba embarazada, y me di cuenta que tenía que encontrar y salvar a Caleb de la guerra de vampiros.

Fui a salvar a Caleb, pero ya era demasiado tarde. Mi propio hermano Sam nos engañó. Él me traicionó, me hizo pensar que era otra persona. Fue por él que me pareció que Caleb no era Caleb, y lo maté, mi amor. Con la espada. Con mis propias manos. Todavía no puedo perdonármelo.

Pero llevé a Caleb de regreso a Pollepel. Traté de revivirlo, traerlo de regreso, si es que había alguna manera posible. Le dije a Aiden que haría cualquier cosa, sacrificaría todo. Le pregunté si podía enviarnos de regreso en el tiempo.

Aiden me había advertido de que podría no funcionar. Y que si lo hiciera, podríamos no estar juntos. Pero yo insistí. Tuve que hacerlo.

Y ahora, aquí estoy. Sola. En un lugar y en un tiempo extraños. Mi hijo ha desaparecido. Y puede ser que incluso Caleb se haya ido, también.

¿Cometí un error en regresar?

Sé que tengo que encontrar a mi padre, para poder encontrar el escudo. Pero sin Caleb a mi lado, no sé si tendré la fuerza para seguir adelante.

Me siento tan confundida. No sé qué hacer ahora.

Por favor, Dios, ayúdame ....


*

Cuando el sol se elevó como una enorme bola en el horizonte, Caitlin corría por las calles de Nueva York. Era el apocalipsis. Los autos dados vuelta, los cuerpos yacían alrededor y había devastación por todas partes. Corrió y corrió por avenidas sin fin.

Mientras corría, el mundo parecía girar sobre su eje; mientras giraba, los edificios parecían desaparecer. El paisaje se transformó, y las avenidas se convirtieron en caminos de tierra, el hormigón se convirtió  en colinas. Sintió que egresaba en el tiempo, de una edad moderna a otro siglo. Creía que si corría más rápido, podría encontrar a su padre, su verdadero padre, en algún lugar en el horizonte.

Corrió a través de pequeños pueblos del campo, y luego también se desvaneció.

Pronto sólo quedó un campo de flores blancas. Mientras corría a través de las flores, estaba encantada de ver que él estaba allí, en el horizonte, esperando. Su padre.

Como siempre, su silueta se recortaba contra el sol, pero esta vez  sintió que estaba más cerca de lo normal. Esta vez, pudo ver su cara, su expresión. Estaba sonriendo, esperándola con los brazos extendidos para abrazarla.

Ella lo alcanzó. Lo abrazó, y él la abrazó con fuerza, su torso musculoso la sujetaba.

"Caitlin", dijo, con una voz que exudaba amor. "¿Sabes qué tan cerca estás? ¿Sabes cuánto te amo?"

Antes de que pudiera responder, ella vio algo de pie en el otro lado del campo, era Caleb. Le tendía una mano.

Dio varios pasos hacia él, luego se detuvo y miró a su padre.

Él, también, le tendió la mano.

"Encuéntrame en Florencia", dijo su padre.

Se volvió hacia Caleb.

"Encuéntrame en Venecia", dijo Caleb.

Miró hacia no y otro, desgarrada sobre qué camino tomar.


*

Caitlin se despertó con una sacudida y se sentó en la cama.

Desorientada, miró alrededor de su pequeña habitación.

Finalmente, se dio cuenta de que había sido un sueño.

El sol estaba saliendo, ella se acercó a la ventana y miró. Bajo la luz de la mañana, Asís se veía muy tranquilo y hermoso. Todo el mundo estaba todavía en sus casa y de vez en cuando el humo salía de las chimeneas. La niebla de la mañana se cernía sobre los campos como una nube, la luz refractándose.

Al oír un crujido, Caitlin giró y se preparó cuando su puerta se empezó a abrir. Apretó sus puños, preparándose para recibir un visitante no deseado.

Pero cuando la puerta se abrió más, ella bajó la mirada y sus ojos se abrieron de alegría.

Era Rose, estaba empujando la puerta con la nariz.

"Rose!" Gritó.

Rose abrió la puerta del todo, corrió y saltó a los brazos de Caitlin. Le lamió la cara por todas partes mientras Caitlin lloraba de alegría.

Caitlin se hizo hacia atrás y la miró. Había engordado y se veía más grande.

"¿Cómo me encontraste?" Preguntó Caitlin.

Rose pasó la lengua por su espalda, gimiendo.

Caitlin se sentó en el borde de la cama, acariciándola y pensó mucho, tratando de aclarar su mente. Si Rose había regresado, tal vez Caleb  también había podido. Eso le dio ánimos.

Racionalmente, sabía que tenía que ir a Florencia. Para continuar la búsqueda. Sabía que la clave para encontrar a su padre, el escudo, estaba allí.

Pero su corazón la jalaba a Venecia.

Si hubiera una remota posibilidad de que Caleb estuviera allí, tenía que averiguarlo. Sólo tenía que hacerlo.

Y tomó la decisión. Cogió a Rose fuertemente en sus brazos, tomó una pequeña carrera y saltó por la ventana.

Sabía que se había recuperado y que sus alas brotarían.

Efectivamente, lo hicieron.

Pronto, Caitlin estaba volando por el aire de la mañana, sobre las colinas de Umbria hacia el norte, rumbo a Venecia.




CAPÍTULO CINCO


Kyle caminó por las calles angostas del antiguo barrio de Roma. A su alrededor la gente cerraba los comercios, era el fin de la jornada. El anochecer siempre había sido su momento favorito del día, el momento cuando empezaba a sentirse más fuerte. Sentía su sangre latir más rápidamente y se sentía cada vez más fuerte con cada paso que daba. Estaba tan feliz de estar de vuelta en las atestadas calles de Roma, especialmente en este siglo. Estos patéticos humanos todavía estaban a cientos de años de distancia de cualquier tipo de tecnología y sistemas de vigilancia. Podía destrozar este lugar fácilmente con un corazón relajado sin tener que preocuparse de ser detectado.

Kyle dobló por la Via Del Seminario que en unos minutos se abrió para transformarse en una  plaza grande y antigua, la Piazza Della Rotonda.

Y allí estaba. Kyle se quedó allí, cerró los ojos y respiró profundamente. Se sentía tan bien estar de vuelta. Justo del otro lado había un lugar que durante siglos había llamado hogar, una de las sedes de vampiros más importante del mundo: el Panteón.

El Panteón estaba allí, Kyle estaba feliz de verlo, como siempre, era un antiguo edificio de piedra maciza, la parte trasera se adentraba con una forma circular, y su frente estaba flanqueado por enormes e imponentes columnas de piedra. Durante el día, todavía seguía abierto a los turistas, incluso en este siglo. Fue sede de las turbas indecorosas de los seres humanos.

Pero por la noche, después que cerraban las puertas al público, los verdaderos dueños, los ocupantes reales de este edificio, llegaban: el Gran Consejo de los vampiros.

Vampiros de cofradías grandes y pequeñas, de todos los rincones del mundo, acudían todas las noches allí para asistir a todas las sesiones. El consejo resolvía todo tipo de los asuntos, otorgaba permisos o los quitaba. No pasaba nada en el mundo de los vampiros sin que ellos se enteraran y, en la mayoría de los casos, sin su aprobación.

Todo encajaba a la perfección. Originalmente, este edificio había sido construido como un templo a los dioses paganos. Siempre había sido un lugar de culto y de reunión de las fuerzas oscuras de vampiros. Para cualquiera que tuviera ojos era obvio: había odas a los dioses paganos, frescos, pinturas, estatuas por todas partes. Cualquier turista humano que se tomara el tiempo para leer la misión de este lugar podría darse cuenta de su verdadero propósito.

Y si eso no fuera suficiente, también todos los grandes vampiros estaban enterrados allí. Era un mausoleo viviente, el lugar perfecto para que Kyle y su clase llamaran hogar.

Mientras Kyle subía los escalones, se sentía como si regresara a casa. Caminó hacia las enormes puertas dobles de hierro, golpeó la aldaba de metal en cuatro ocasiones-la señal de los vampiros-y esperó.

Momentos después, las pesadas puertas se abrieron unos centímetros, y Kyle vio una cara que desconocía. La puerta se abrió más, lo suficiente para dejar entrar a Kyle, y luego se estrelló rápidamente detrás de él.

El enorme guardia, incluso más grande que Kyle, miró hacia abajo.

"¿Te están esperando?", le preguntó con cautela.

"No."

Haciendo caso omiso de la guardia, Kyle dio varios pasos hacia la sala, cuando, de repente sintió un apretón frío y helado en su brazo y se detuvo. Ardía de rabia, Kyle echaba humo.

El guardia vampiro lo miró con rabia similar.

"Nadie entra sin cita previa", espetó. "Vas a tener que irte y regresar en otro momento."

"Yo entro a todo lugar que quiera," Kyle hervía de nuevo. "Y si no sacas  tu mano de mi muñeca, vas a sufrir mucho."

El guardia le devolvió la mirada, estaban en un punto muerto.

"Veo que algunas cosas nunca cambian," dijo una voz. "Está bien, puedes soltarlo."

No bien lo soltaron, Kyle se volvió y vio un rostro familiar: era Lore, uno de los asesores principales del Consejo. Se quedó allí mirando a Kyle, sonriendo, moviendo lentamente la cabeza.

"Kyle", dijo, "Nunca pensé verte de nuevo."

Todavía molesto con el guardia, Kyle se alisó la chaqueta y asintió lentamente. "Tengo negocios con el Consejo", dijo. "No puedo esperar."

"Lo siento, viejo amigo," Lore continuó, "hoy tenemos la agenda llena. Algunos han estado esperando durante meses. Hay cuestiones que resolver de los vampiros en todos los rincones del mundo, así parece. Pero si vuelves la semana que viene, podría ser posible que tengas un espacio."

Kyle dio un paso hacia adelante. "Tú no entiendes", dijo tensamente, "Yo no vengo de este tiempo. Vengo del futuro. Doscientos años en el futuro. De un mundo muy diferente. El juicio final ha llegado. Estamos al borde de la victoria, la victoria total. Y si no los veo de inmediato, habrá graves consecuencias para todos nosotros."

Cuando Lore le devolvió la mirada, se dio cuenta de la gravedad del asunto, y su sonrisa desapareció. Finalmente, después de unos momentos de tensión, se aclaró la garganta. "Sígueme."

Dio media vuelta y se alejó, Kyle lo seguía muy de cerca pisándole los talones.

Kyle pasó por un largo pasillo ancho, y en unos instantes, entró a la enorme sala. Era inmensa, abierta de par en par, con un techo circular muy elevado y pisos brillantes de mármol. La habitación era circular, y estaba bordeada por columnas ornamentadas y estatuas elevadas montadas sobre pedestales.

De pie a los lados de la habitación, había cientos de vampiros, de todas las posibles razas y credos. Kyle sabía que en su mayoría eran mercenarios, tan malvados como él. Todos observaban pacientemente mientras el Gran Consejo, en el lado opuesto de la habitación, se sentaba detrás de su banco y repartía su juicio. Sintió la tensión en la habitación.

Kyle entró, prestando atención a todo. Ir al Consejo era lo correcto. Podría haberlos pasado por alto, podría cazar a Caitlin por su cuenta, pero el Consejo tendría servicios de inteligencia que podrían guiarlo con mayor rapidez. Más importante aún, necesitaba su aprobación oficial. Encontrar Caitlin no era tan sólo una cuestión personal, sino también  una cuestión de la mayor importancia para la raza de los vampiros. Si el Consejo lo apoyaba, y estaba seguro de que lo iban a hacer, no sólo tendría su venia pero también sus recursos. Podría matarla más rápido y regresar a su casa pronto, listo para terminar su guerra.

Sin su aprobación, no sería más que otro pícaro vampiro mercenario. Eso no le causaba ningún problema pero no quería pasar el resto de su tiempo cuidándose las espaldas: si actuaba sin su aprobación, podrían enviar vampiros para matarlo. Sabía que podría hacerse cargo, pero no quería perder el tiempo y la energía de esa manera.

Pero si ellos rechazaban su solicitud, estaba totalmente preparado para hacer lo que tenía que hacer para cazarla.

En definitiva, era sólo una formalidad más en un número sin fin de formalidades de los vampiros. Esta etiqueta era el pegamento que los mantenía unidos -pero también le molestaba sobremanera.

Cuando Kyle caminó al interior de la sala, observó al Consejo. Eran tal como los recordaba. Al otro lado de la cámara, los 12 jueces del Gran Consejo se sentaron sobre una tarima elevada. Vestían túnicas negras, duras, todos llevaban capuchas negras que cubrían sus rostros. No obstante, Kyle sabía cómo eran. Los había enfrentado muchas veces a lo largo de los siglos. Una vez, y sólo una vez, se habían quitado sus capuchas y había visto sus rostros grotescos y  envejecidos, rostros que habían recorrido el planeta durante millones de años. El solo recuerdo lo hizo estremecer. Eran horribles criaturas de la noche.

Sin embargo, eran el Gran Consejo de su tiempo, y siempre habían vivido aquí, desde que habían construido el Panteón. Realmente era  una parte de ellos, este edificio y nadie de su especie, ni siquiera Kyle, se atrevían a cuestionar sus dictámenes. Sus poderes eran demasiado intensos, y los recursos a su alcance demasiado vastos. Tal vez, Kyle podría matar a uno o dos de ellos, pero los ejércitos que convocarían, desde todos los rincones del mundo, finalmente lo cazarían.

Los cientos de vampiros en la habitación habían llegado a presenciar los juicios del Consejo, y esperaban el momento de su audiencia. Siempre se alineaban ordenadamente a los lados, prestando atención en un gran círculo, en la periferia, dejando el centro de la habitación totalmente abierta. Salvo por una sola persona. Siempre era la persona que tenía que estar frente a ellos en el juicio.

En ese momento, se trataba de una pobre alma, de pie, que temblaba  de miedo frente a ellos y observaba sus capuchas inescrutables, a la espera de su juicio. Kyle ya había estado en ese lugar. No era algo  agradable. Si no les gustaba el asunto que llevabas ante ellos, posiblemente, te mataban en el acto, por puro capricho. Nunca ibas delante de ellos a la ligera -siempre se trataba de una cuestión de vida o muerte.

"Espera aquí" Lore susurró a Kyle mientras se dirigía hacia el gentío. Kyle permaneció en la periferia, observando.

Mientras Kyle observaba, un juez asintió muy ligeramente y dos soldados vampiros aparecieron de ambos lado. Cada uno agarró uno de los brazos de la persona frente al Consejo.

"¡No! ¡No! "Gritó.

Pero no le sirvió de nada. Lo llevaron a la rastra mientras gritaba y luchaba, a sabiendas de que lo conducían a la muerte, y que nada de lo que dijera o hiciera podría salvarlo. Debió pedirles algo que ellos no habían aprobado, Kyle se dio cuenta, mientras los gritos del vampiro resonaban por toda la cámara. Por último, se abrió una puerta, lo llevaron afuera, y la puerta se cerró detrás de él. La sala quedó nuevamente en silencio.

Kyle pudo sentir la tensión en el aire mientras los demás vampiros se miraban entre sí, temiendo el momento de la audiencia.

Kyle vio a Lore acercarse a un asistente, junto al Consejo, y le susurró  al oído. A su vez, el asistente se acercó a un juez, se arrodilló y le susurró al oído.

El juez volvió la cabeza muy ligeramente, y el hombre señaló a Kyle. Incluso desde esa gran distancia, Kyle pudo sentir los ojos del juez escondidos en su capucha perforarlo. A su pesar, Kyle sintió un escalofrío. Finalmente, estaba ante la verdadera maldad.

El encargado asintió, y esa fue la señal para Kyle.



Kyle se abrió paso entre la multitud y caminó directamente al centro del  cuarto vacío. Estaba parado en el pequeño círculo en el centro de la habitación -el lugar. Sabía que si miraba hacia arriba, directamente encima de su cabeza estaba el agujero en el techo, el óculo, abierto al cielo. Durante el día, entraba un rayo de sol; ahora, al atardecer, la luz se filtraba y era muy débil. La habitación estaba iluminada principalmente por antorchas.

Kyle se arrodilló e hizo una reverencia, esperando que se dirigieran a él tal como lo exigía la etiqueta vampiro apropiada.

"Kyle de la Cofradía Marea Negra", un juez anunció lentamente. "Eres valiente para acercarte a nosotros sin previo aviso. Si tu solicitud no recibe nuestra aprobación, sabes que te arriesgas a la pena de muerte ".

No era una pregunta; se trataba de un comunicado. Kyle conocía las consecuencias. Pero él no temía el resultado.

"Lo sé, mi señor," dijo Kyle simplemente y esperó.

Finalmente, después de un ligero murmullo, se escuchó otro pronunciamiento: "Entonces, habla. ¿Qué es lo que quieres de nosotros? "

"He venido de otro tiempo. De doscientos años en el futuro."

Un fuerte murmullo emergió en toda la habitación. Un asistente golpeó tres veces el suelo con su bastón y gritó: "¡Silencio!"

Finalmente, el cuarto se calmó.

Kyle continuó. "Yo no hago viajes en el tiempo a la ligera, ya que ninguno de nosotros lo hacemos. Había una urgencia. En el futuro, en época en que yo vivo, habrá una guerra, una gloriosa guerra de vampiros. Comenzará en Nueva York y se extenderá desde allí. Es el Apocalipsis de vampiros que hemos soñado. Nuestra especie saldrá  finalmente victoriosa. Vamos a acabar con toda la raza humana y la esclavizaremos. También vamos a acabar con las cofradías de vampiros benévolos, y a cualquiera que se interponga en nuestro camino.

"Lo sé, porque yo soy el líder de esta guerra."

En ese momento emergió otro rumor, seguido por el estruendo del bastón.

"Pero mi guerra no ha sido completada", gritó Kyle por encima del estruendo. "Aun hay un problema, una persona que puede arruinar todo lo que hemos logrado, que puede arruinar ese futuro glorioso para nuestra raza. Ella viene de un linaje especial y ha regresado en el tiempo, probablemente para escaparse de mí. He vuelto para encontrarla y matarla de una vez por todas. Hasta que lo haga, el futuro seguirá siendo incierto para todos nosotros.

"Hoy vengo ante ustedes para pedir permiso para matarla, aquí, en su ciudad y en su tiempo. También me gustaría su ayuda para encontrarla. "

Kyle bajó su cabeza y esperó. Su corazón latía muy rápido mientras esperaba el veredicto. Por supuesto, necesitaban tener su mejor interés para ayudarlo, y no veía razón para que no fuera así. Pero, de nuevo, estas criaturas que habían vivido por millones de años, más viejas incluso que él, eran completamente impredecibles. Nunca sabía cuál era la agenda de los doce y sus resoluciones siempre parecían tan arbitrarias como el viento.

Esperó en medio del espeso silencio.

Finalmente, se aclararon la garganta.

"Por supuesto sabemos de quien hablas" se escuchó la voz ronca de un juez. "Te refieres a Caitlin. De lo que será la Cofradía Pollepel. Pero, es, en realidad, de una cofradía diferente y mucho más poderosa. Sí, ella llegó ayer a nuestra época. Por supuesto, lo sabemos. Y si quisiéramos matarla nosotros, ¿no crees que lo haríamos?"

Kyle sabía que no debía responder. Necesitaban su pequeño punto de orgullo. Los dejaría terminar su discurso.

"Pero, admiramos tu determinación y tu futura guerra", el juez continuó. "Sí, la admiramos mucho."

Un silencio espeso se produjo nuevamente.

"Te permitiremos seguirla", continuó el juez, "pero si la encuentras, no la matarás. Vas a capturarla con vida y la traerás con nosotros. Preferimos disfrutar matándola nosotros y verla morir lentamente. Ella será la candidata perfecta para los Juegos."

Kyle sintió que hervía de rabia. Los Juegos. Por supuesto. Eso era todo lo que a estos vampiros ancianos y enfermos les importaba. Recordaba ahora. Convirtieron al Coliseo en una arena para su deporte de vampiro contra vampiro, vampiro contra humano, vampiro contra las bestias, y les encantaba verlos desgarrarse en pedazos. Era cruel, y a su manera, Kyle lo admiraba.

Pero eso no era lo que deseaba para Caitlin. Quería verla muerta. Punto. No era que le importara que la torturaran. Pero no quería perder el tiempo, dejar algo librado al azar. Por supuesto, nadie había escapado o sobrevivido a los Juegos. Pero al mismo tiempo, nunca se sabía lo que podría suceder.

"Pero, mis señores," Kyle protestó, "Como usted dijo, Caitlin proviene de un linaje poderoso y es mucho más peligrosa y difícil de alcanzar de lo que imagina. Solicito su permiso para matarla instantáneamente. Hay demasiado en juego."

"Todavía eres joven", dijo otro juez ", y así que vamos a perdonar tu comentario a nuestro dictamen. A cualquier otra persona, la hubiéramos matado en el acto."

Kyle bajó la cabeza. Se dio cuenta de que había ido demasiado lejos. Nadie nuca se había opuesto a los jueces.

"Ella está en Asís. Ahí es donde irás después. Ve rápidamente y no te demores. Ahora que lo has mencionado, no podemos esperar a   verla morir ante nuestros ojos."

Kyle se volvió para irse.

"Y Kyle", uno de ellos lo llamó.

Él se dio la vuelta.

El juez principal se retiró la capucha, revelando la cara más grotesca que Kyle jamás  había visto en su vida, cubierta de protuberancias y líneas y verrugas. Abrió la boca y sonrió con una sonrisa espantosa, mostrando los dientes amarillos y afilados y sus brillantes ojos negros. Él sonrió aún más: "La próxima vez que te presentes sin previo aviso, tú serás quien muera lentamente."




CAPÍTULO SEIS


Caitlin sobrevoló la idílica región de Umbría, pasando por encima de las colinas y los valles, mientras observaba el exuberante paisaje verde iluminado por la luz de la mañana. Debajo de ella, se desparramaban las pequeñas comunidades agrícolas, pequeñas casas de piedra rodeadas de cientos de acres de tierra, el humo salía de sus chimeneas.

Cuando se dirigió hacia el norte, el paisaje cambió: eran las colinas y los valles de la Toscana. Vio viñedos en las colinas, los trabajadores con grandes sombreros de paja ya estaban trabajando, cuidando las viñas desde temprano. Este país era increíblemente hermoso, y una parte de ella deseaba poder descender allí, establecerse y sentirse como en su casa en una de las pequeñas cabañas de las granjas.

Pero tenía trabajo que hacer. Siguió volando hacia el norte, sosteniendo con fuerza a Rose que iba acurrucada adentro de su camisa. Caitlin pudo sentir que Venecia estaba cerca y se sintió como un imán atraído hacia ella. Cuanto más se acercaba, más sentía el  su corazón latía en expectativa, podía sentir que allí había gente que había conocido una vez. Pero aun no sabía a ciencia cierta quién. No podía percibir si Caleb estaba allí, y si estaba aún con vida.

Caitlin siempre había soñado con ir a Venecia. Había visto fotos de sus canales, las góndolas, y siempre se había imaginado yendo algún día, tal vez con alguien a quien amaba. Incluso había imaginado que le proponían matrimonio en una de esas góndolas. Pero nunca había imaginado ir de esa manera.

Mientras volaba y volaba, acercándose cada vez, se le ocurrió que la Venecia que estaría visitando ahora, en 1790, podría ser muy diferente de la Venecia que había visto en fotos en el siglo 21. Probablemente, sería más pequeña, menos desarrollada, más rural. También imaginaba que no estaría tan llena de gente.

Pero pronto se dio cuenta de que no pudo haber estado más equivocada.

Cuando Caitlin finalmente llegó a las afueras de Venecia, se sorprendió de ver, incluso desde esta altura, que la ciudad era sorprendentemente similar a sus imágenes de los tiempos modernos. Reconoció la histórica y famosa arquitectura, reconoció todos los pequeños puentes y las mismas vueltas y más vueltas de los canales. De hecho, se sorprendió al darse cuenta de que la Venecia de 1790 no era, al menos en las apariencias, tan diferente a la Venecia del siglo 21.

Cuanto más pensaba en ello, más sentido le encontraba. La arquitectura de Venecia no tenía sólo 100 o 200 años: tenía cientos y cientos de años. Recordó una clase de historia, en una de sus muchas escuelas secundarias, cuando aprendió de Venecia, de algunas de sus iglesias, construidas en el siglo 12. Ahora deseaba haber escuchado con mayor atención. La Venecia debajo de ella, una extensa masa  de los edificios, no era una ciudad nueva. Incluso en 1790, ya tenía varios cientos de años.

Caitlin se sintió reconfortada. Se había imaginado que el año 1790 sería como un planeta diferente, y  se sintió aliviada al saber que hay cosas que en realidad no había cambiado mucho. Esencialmente parecía ser la misma ciudad que ella habría visitado del siglo 21. La única diferencia inmediata que podía ver era que sus canales no contenían un solo bote motorizado, por supuesto. No había lanchas rápidas, ni grandes ferris, ni cruceros. En cambio, los canales estaban llenos de enormes buques de vela, sus mástiles trepaban decenas de metros de altura.

A Caitlin también le sorprendió la multitud. Se zambulló hacia abajo para estar un centenar de metros por encima de la ciudad, y pudo ver que, incluso ahora, temprano en la mañana, las calles estaban totalmente llenas de gente. Y que los canales estaban absolutamente repletos de botes. Eso la sorprendió. Esta ciudad estaba más congestionada que Times Square. Siempre había imaginado que regresar en la historia significaría menos gente, multitudes menores. Estaba equivocada en eso, también.

Mientras volaba sobre la ciudad y daba vueltas una y otra vez, lo que más la sorprendió, sin embargo, fue que Venecia no era solo una ciudad y una isla, se extendía por muchas islas, había decenas de islas en todas direcciones, cada una tenía sus propios edificios, su propia ciudad pequeña. La isla en la que se asentaba Venecia tenía la mayoría de los edificios y era la más urbanizada. Pero las decenas de otras islas parecían estar conectadas, formando una parte vital de la ciudad.

Otra cosa que la sorprendió fue el color del agua: era azul brillante. Era tan ligera, tan surrealista, era el tipo de agua que podría haber esperado encontrar en algún lugar del Caribe.

Mientras volaba en círculos sobre las islas, una y otra vez, tratando de orientarse y saber dónde aterrizar, se arrepintió de no haberla visitado en el siglo 21. Bueno, al menos tendría una oportunidad ahora.

Caitlin también se sentía un poco abrumada. Se veía como un lugar muy expandido. No tenía idea dónde bajar, donde empezar a buscar a las personas que pudo haber conocido, si es que estaban aquí. Había imaginado tontamente que Venecia era más pequeña, más pintoresca. Incluso desde allí arriba, podía decir que podría caminar esta ciudad durante días y no llegar al otro extremo.

Se dio cuenta de que no había un lugar para aterrizar discretamente en la isla de Venecia. Estaba demasiado lleno de gente, y no había manera de acercarse sin que la notaran. No quería llamar ese tipo de atención. No tenía idea de las cofradías que habría  allí  y cuan territoriales eran; no tenía ni idea si eran amables o malévolas; y no tenía idea de si los humanos allí, como los de Asís, estaban a la caza de vampiros, y la perseguirían. Lo que menos necesitaba era otra multitud atemorizada.

Caitlin decidió aterrizar en el continente, lejos de la isla. Vio enormes barcos, llenos de gente, que parecían partir del continente, y pensó que sería el mejor escenario lejos del bullicio. Por lo menos los barcos la conducirían directamente al corazón de la ciudad.

Caitlin aterrizó discretamente detrás de una arboleda, sobre tierra firme, no demasiado lejos de los barcos. Sentó a Rose, que de inmediato corrió hacia un arbusto cercano y se alivió. Cuando terminó, Rose miró a Caitlin y gimió. Caitlin podía ver en sus ojos que tenía hambre. Ella se solidarizó: ella también estaba hambrienta.

El vuelo la había agotado, y Caitlin dio cuenta de que todavía no estaba totalmente recuperada. También se dio cuenta de que se le había abierto el apetito. Quería comer. Y no de alimentos propios de los humanos.

Miró a su alrededor y no vio ciervos cerca. No había tiempo para ir a buscar. Se escuchó un fuerte silbido desde el barco, estaba a punto de partir. Ella y Rose tendrían que esperar y resolverlo más tarde.

Caitlin sintió nostalgia, extrañaba la seguridad y las comodidades de Pollepel, extrañaba estar al lado de Caleb, sus  enseñanzas de como cazar, su guía. A su lado, ella siempre sentía  que todo estaría bien. Ahora, por su cuenta, no estaba tan segura.


*

Con Rose a su lado, Caitlin se aproximó a la embarcación más cercana. Era un gran barco de vela con una rampa larga de cuerda que llegaba hasta la orilla y, cuando alzó la vista, vio que estaba completamente llena de gente. Los últimos pasajeros se subían por la rampa y Caitlin se apresuró con Rose para subir antes que la quitaran.

Pero una mano carnosa y grande, que la golpeó con fuerza en el pecho, la sorprendió mientras extendía la mano para detenerla.

"Boleto", dijo la voz.

Caitlin vio a un hombre alto y musculoso con el ceño fruncido. Era un hombre grueso y sin afeitar y podía olerlo desde allí.

Caitlin se llenó de ira. Estaba en el límite, y no le gusto que la detuviera con la mano.

"No tengo," Caitlin dijo. "¿No puedes dejarnos entrar?"

El hombre negó con firmeza y se apartó, haciendo caso omiso de ella. "Sin boleto, no se puede viajar," dijo.

Su cólera creció y se obligó a pensar en Aiden. ¿Qué le habría dicho? Respira profundo. Relájate. Utiliza su mente, no tu cuerpo. Le habría recordado que ella era más fuerte que ese humano. Le hubiese dicho que se centrará sí misma. Para concentrarse. Para utilizar sus talentos internos.

Ella cerró sus ojos y trató de concentrarse en su respiración. Trató de ordenar sus pensamientos, para dirigirlos hacia ese hombre.

Usted nos dejará subir al barco, deseó. Va a hacerlo sin que tengamos que pagarle.

Caitlin abrió sus ojos y esperaba que él se encontrara allí, ofreciéndole un boleto. Pero, a su pesar, no estaba. La seguía ignorando y estaba desatando la última de las cuerdas.

No estaba funcionando. O había perdido sus poderes de control mental o no le habían regresado totalmente. O tal vez estaba demasiado cansada y no se había concentrado lo suficiente.

De repente se acordó de algo. Sus bolsillos. Rápidamente buscó adentro de ellos, preguntándose si por acaso había llevado algo del siglo 21. Encontró algo y se tranquilizó al ver que era un billete de $ 20.

"Aquí", dijo entregándoselo.

Él lo tomó, lo arrugó y lo sostuvo en lo alto, examinándolo.

"¿Qué es esto?", Se preguntó. "No sé qué es."

"Es un billete de 20 dólares," Caitlin le explicó, dándose cuenta mientras lo decía, lo estúpido que sonaba. Por supuesto. ¿Por qué iba a reconocerlo? Era americano. Y su país no existiría por otros doscientos años.

Con una punzada de miedo, de repente Caitlin se dio cuenta de que todo el dinero que tenía sería inútil.

"Es basura", él dijo regresándoselo.

Con una punzada de miedo, Catlín vio que estaban desatando las cuerdas, el barco se estaba preparando para partir. Pensó rápido, buscó nuevo en sus bolsillos y sacó algo de cambio. Ella bajó la mirada, encontró un cuarto de dólar y extendió la mano y se lo entregó.

Él la tomó, con mayor interés, y la sostuvo contra la luz. Aún así, sin embargo, no estaba convencido.

Se lo volvió a regresar.

"Regresa con dinero real", dijo, también miró a Rose, y añadió "y no se permiten perros."

Caitlin pensó en Caleb. Tal vez estaba allí, a su alcance, en la isla de Venecia, a un viaje en barco. Le enfurecía que este hombre la estaba alejando de él. Ella tenía el dinero – pero no su tipo de  dinero. Además, el barco no se veía en condiciones de navegar y transportaba cientos de personas. ¿Realmente un boleto sería una gran diferencia? No era justo.

Al poner el dinero en la palma de Caitlin, de repente él cubrió la mano de Caitlín con la suya, grande y sudorosa y le agarró la muñeca. La miró de reojo y su boca se abrió en una gran sonrisa horrible, revelando varios dientes perdidos. Caitlin pudo oler su mal aliento.

"Si no tienes dinero, puedes pagarme de otra manera", dijo con su sonrisa espeluznante, y extendió la otra mano y le tocó la mejilla.

Automáticamente, Caitlin golpeó con fuerza su mano y soltó la muñeca de su mano. Se sorprendió de su propia fuerza.

Él la miró, aparentemente sorprendido de que una pequeña chica tuviera tanta fuerza, y su sonrisa se convirtió en una mueca de indignación. Recogió saliva de su garganta, y escupió justo a sus pies. Caitlin miró hacia abajo y vio el esputo sobre sus zapatos, y le repugnó.

"Tienes suerte que no te corté," él gruñó, luego abruptamente le dio la espalda y siguió desatando las cuerdas.

Caitlin sintió sus mejillas enrojecer mientras la rabia se apoderaba de ella. ¿Eran los hombres iguales en todas partes? En todo tiempo y de toda edad? ¿Era una muestra de lo que podía esperar de cómo trataban a las mujeres en esta época yen este lugar? Pensó en todas las otras mujeres y en de todo lo que tendrían que soportar en esa época, y sintió crecer su ira. Se sentía con la obligación de defenderlas.

Él seguía agachado, desatando las cuerdas, rápidamente ella se echó hacia atrás y pateó con dureza al bruto, justo en su trasero. El puntapié lo mandó volando sobre el muelle, de cabeza, derecho al agua, a quince metros debajo. Aterrizó con un fuerte chapoteo.

Caitlin corrió rápidamente por la rampa de cuerda, Rose subió a su lado, y se abrió paso en el enorme barco de vela enorme, lleno de gente.

Había sucedido tan rápido, que esperaba que nadie lo hubiera visto. Así pareció, porque la tripulación tiró del pasillo de soga y la nave zarpó.

Caitlin corrió hacia el borde de la embarcación y miró hacia abajo: podía verlo chapoteando en el agua, moviendo la cabeza, mientras levantaba un puño hacia el barco.

"Detengan el barco! Detengan el barco! " gritaba el hombre.

Nadie pudo escuchar sus gritos porque cientos de pasajeros aplaudían emocionados a la embarcación que zarpaba.

Uno de los tripulantes se fijó en él, sin embargo, y corrió hacia el lado de la embarcación, siguiendo el dedo del hombre, mientras señalaba hacia Caitlin.

Caitlin no esperó a ver qué pasaba. Rápidamente se metió en el grueso de la multitud, Rose a su lado, escondiendo la cabeza y metiéndose de un lado a otro, hasta que estuvo en el medio del barco, en el grueso de las masas. Empujó más hacia adentro y siguió en moviéndose. Había cientos de personas hacinadas y esperaba que no la ubicaran, ni a ella ni a Rose.

En cuestión de minutos, el barco estaba ganando velocidad. Después de un tiempo, Caitlin finalmente respiró profundamente. Se dio cuenta de que nadie la estaba persiguiendo ni buscándola.

Con Rose a su lado, se abrió paso a través de la multitud con más calma hacia la parte más alejada de la embarcación. Una vez allí, pudo ver que la barandilla  que estaba llena de gente, se inclinó y miró.

A lo lejos, el bruto aun se balanceaba en el agua, jalándose arriba del muelle, pero ahora no era más que un punto en el horizonte. Caitlin sonrió. Se lo tenía merecido.

Cuando se volvió hacia el otro lado, Venecia se alzaba al frente.

Sonrió satisfecha, se inclinó y sintió el fresco agua de mar que le empujaba su cabello hacia atrás. Era un día cálido en mayo y la temperatura era perfecta, y el aire salado era refrescante. Rose se  levantó de un salto a su lado, puso sus patas en el borde de la barandilla, se asomó y olió el aire también.

A Caitlin siempre le había gustado a los barcos. Nunca había visitado un auténtico velero histórico- y mucho menos había navegado en uno. Sonrió y se corrigió a sí misma: ya no era un barco histórico. Era uno moderno. Después de todo, era 1790. Casi se rió en voz alta ante la idea.

Levantó la vista hacia los mástiles de madera que se  elevaban hacia el cielo. Observó cómo los marineros alineaban y tiraban de las cuerdas gruesas; rápidamente se elevaron yardas y más yardas de tela pesada y pudo oír el aleteo del material. Se veía pesado y los marineros sudaban bajo el sol mientras tiraban de las cuerdas con toda su fuerza tan sólo para elevar el lienzo unas pocas pulgadas.

Entonces, así se hacía. Caitlin estaba impresionada por la eficiencia de todo, todo funcionaba a la perfección. No podía creer lo rápido que se movía este enorme barco lleno de gente, especialmente sin contar con motores modernos. Se preguntó qué haría el capitán de la nave si ella le contase de los motores del siglo 21, sobre cuánto más rápido podría ir. Probablemente pensaría que estaba loca.

Miró hacia abajo y vio, a unos veinte metros más abajo, el agua que corría y las pequeñas olas rompiendo contra el costado de la embarcación. El agua era tan ligero, tan azul, que era mágico.

A su alrededor, la gente se apretujaban, todos trataban de llegar a la barandilla y mirar hacia fuera. Miró a su alrededor y se dio cuenta de que la mayoría estaba vestida muy sencillamente, muchos con túnicas y sandalias, y algunos estaban descalzos. Otros, sin embargo, estaban vestidos elegantemente y parecían que trataban de mantenerse lejos de las masas. Algunas personas llevaban máscaras elaboradas, con una nariz larga y aguileña. Se reían y se empujaban unos a otros,  parecían estar borrachos.

De hecho, se dio cuenta de que una buena parte de los pasajeros iban balanceando botellas de vino y se veían borrachos, incluso tan temprano por la mañana. El barco entero, ahora se daba cuenta, tenía un ruidoso ambiente festivo, como si todos fueran a una fiesta gigante.

Caitlin se abrió paso a lo largo de la barandilla, a través de la multitud, junto a padres sosteniendo a sus niños, y poco a poco llegó al frente. Finalmente, vio lo que quería. Se inclinó sobre el borde y vio cómo el barco avanzaba hacia Venecia.

La vista de la ciudad la dejó sin aliento. Observó su perfil, los hermosos edificios históricos que se alineaban perfectamente uno al lado del otro, todos construidas frente al agua. Algunas de las fachadas eran realmente magníficas, estaban muy adornadas, sus fachadas blancas estaban cubiertas con todo tipo de molduras y detalles. Muchos tenían paredes arqueadas y ventanas arqueadas que se abrían hacia el agua y, sorprendentemente, tenían sus puertas de entrada a la derecha estaban al nivel del agua. Era increíble. Se podía llegar hasta la propia puerta en barco y entrar.

En medio de todos los edificios, había torres que se elevaban desde las iglesias y algunas cúpulas salpicaban el horizonte. Esta era una ciudad de arquitectura magnífica, de un gran estilo ornamentado, y todo parecía diseñado para estar frente a las aguas. No sólo coexistía con el agua -sino que la integraba a la vida citadina.

Y todo lo largo, un lado de la ciudad se conectaba con la otra a través de pequeñas pasarelas arqueadas, los escalones se elevaban a cada lado y había una amplio descanso en el centro. Estaban atestadas de gente subiendo o bajando o simplemente sentada en el borde, viendo pasar los barcos.





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En Destinada (Libro #4 del Diario de un Vampiro), Caitlin Paine despierta para descubrir que está en el pasado. Se encuentra en un cementerio, huyendo de una turba de aldeanos y busca refugio en el antiguo claustro de Asís, en la campiña de Umbría, Italia. Allí, se entera de su destino y su misión: encontrar a su padre y el antiguo escudo que le permitirá salvar a la humanidad. Pero corazón de Caitlin todavía suspira por su amor perdido: Caleb. Desesperadamente, necesita saber si él sobrevivió a su viaje en el tiempo. Su misión le exige ir a Florencia, pero si quiere seguir los dictados de su corazón, debe ir a Venecia. Elige Venecia. Lo que se encuentra le resulta abrumador. La Venecia del siglo XVIII es un lugar surreal; hombres y mujeres ataviados con trajes elaborados y máscaras, celebran una fiesta interminable, fastuosa. Está encantada de descubrir y reencontrarse con algunos de sus amigos íntimos y ser bienvenida en su cofradía. Y está emocionada de ir con ellos al gran baile de Venecia, el baile de disfraces más importante del año, donde espera encontrar a Caleb. Pero Caitlin no es la única que ha podido viajar en el tiempo: Kyle llega también y está decidido a cazarla y matarla de una vez por todas. Sam, también llega, decidido a salvar a su hermana antes de que sea demasiado tarde. En el baile, Caitlin busca por todas partes y no encuentra indicios de Caleb. Es decir, hasta el último baile. Baila con un hombre enmascarado que le roba el corazón y ella está segura de que es él. Pero como las parejas cambian, lo pierde nuevamente. ¿O no es así? Caitlin pronto se encuentra dividida entre los dos amores de su vida y descubre que tiene que tener cuidado con lo desea. La alegría de encontrar lo que desea puede estar mezclada con tragedia y dolor.

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