Книга - Resucitada

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Resucitada
Morgan Rice


Diario de un Vampiro #9
En RESUCITADO (Libro # 9 del Diario del vampiro), Scarlet Paine de 16 años está cambiando de maneras misteriosas. Ahora es sensible a la luz, es capaz de leer los pensamientos de la gente, y es más rápida y más fuerte de lo que nunca había sido. No entiende lo que le está pasando y trata de ignorarlo. Pero sólo podrá ignorarlo por mucho más tiempo. Su mamá, Caitlin Paine, sabe muy bien lo que le está sucediendo a su hija. Siglos atrás, experimentó la misma transformación en un vampiro una vez. Pero ahora, en el presente, es un simple ser humano, y no recuerda nada. Todo lo que tiene es el diario que encontró en el ático -su misterioso diario de vampiro- en el que cuenta sus hazañas en otro tiempo y lugar, y de cómo se erradicó la raza de vampiros. Pero ¿hubo una excepción a la regla? ¿Podría ser que Scarlet, su hija, fuera el último vampiro que quedaba sobre la tierra? Mientras Scarlet lucha con lo que se está convirtiendo, también lucha con sus sentimientos por Blake, un chico de su mismo año en la escuela de quien estaba enamorada. Sin embargo, no está segura si él también estaba enamorado de ella y, con el gran baile de Halloween a solo unos días, es mucha la presión. Ella haría cualquier cosa para que Blake la invitara a ir con él. Pero Vivian, la más malvada de las chicas populares de la escuela, también está en el radar de Blake, y estaba dispuesta a hacer cualquier cosa para hacer suyo a Blake -y para transformar la vida de Scarlet en un infierno. Por suerte Scarlet tiene su propia camarilla de amigos para ayudarla, incluyendo sus mejores amigas María y Jazmín. Ellas también tienen problemas con los chicos, pero no es hasta que aparece Sage, el chico nuevo y misterioso, con quien sus amigas obsesionan. Scarlet también se siente atraída por él y le sorprende que sea ella, de todas las niñas en la escuela, a quien él le presta atención. Pero tiene en su mente en Blake, al menos por ahora, y sigue esperando que el le pida ir al baile con él. Justo cuando parece que Scarlet tiene lo que quiere, su cuerpo cambia. Pronto, puede que le sea imposible estar cerca de sus compañeros humanos. Pronto, tendrá que elegir entre su deseo de vivir y su deseo de amor.





Morgan Rice

Resucitada (Libro #9 del Diario del Vampiro)




Acerca de Morgan Rice

Morgan Rice es la escritora de bestsellers # 1 de LOS DIARIOS DE LA VAMPIRESA, una serie para jóvenes adultos que comprende once libros (y contando) ; la serie bestseller # 1 LA TRILOGIA DE LA SUPERVIVENCIA, un thriller post-apocalíptico que comprende dos libros (y contando) ; y la serie de fantasía épica bestseller # 1 EL ANILLO DEL BRUJO, que comprende trece libros (y contando).

Los libros de Morgan están disponibles en audio e impresos, y han sido traducidos al alemán, francés, italiano, español, portugués, japonés, chino, sueco, holandés, turco, húngaro, checo y eslovaco (y en más idiomas próximamente).

A Morgan le encantará saber de ustedes, por favor no dude en visitar www.morganricebooks.com (http://www.morganricebooks.com/) para unirse a la lista de correos electrónicos, recibir un libro gratis, regalos gratis, descargar la aplicación gratuita, recibir las últimas noticias exclusivas, conectarse en Facebook y Twitter, y ¡estar en contacto con ella!



Aclamada por EL DIARIO DEL VAMPIRO

"Rice hace un gran trabajo arrojando a los lectores en la historia desde el principio, demostrando una gran calidad descriptiva que trasciende la mera recreación del ambiente … La novela esté muy bien escrita y es extremadamente rápida de leer."

Críticas –Black Lagoon (sobre Convertida)

"Una historia ideal para los jóvenes lectores. Morgan Rice ha hecho un buen trabajo dándole un giro interesante … es refrescante y única. La serie se centra en torno a una chica … ¡una chica extraordinaria! … Es fácil de leer, con un ritmo extremadamente rápido … Calificación PG ".



    --The Romance Reviews (sobre Convertida)

"Me llamó la atención desde el principio y no podía dejar de leerla … .Esta historia es una aventura increíble con un ritmo rápido y llena de acción desde el principio. No hay oportunidad para aburrirse."



    --Paranormal Romance Guild (sobre Convertida)

"Está repleta de acción, romance, aventura y suspenso. ¡Ponga sus manos en este libro y enamórese nuevamente."



    --vampirebooksite.com (sobre Convertida)

"Una gran trama y, sobre todo, es la clase de libro que tendrá problemas para dejar de leer por la noche. El final creó un suspenso tan espectacular que inmediatamente voy a querer comprar el siguiente libro, sólo para saber cómo sigue.”.



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"Un libro que rivaliza con TWILIGHT y con VAMPIRE DIARIES, y ¡uno que te hará querer seguir leyendo hasta la última página! Si te gusta la aventura, el amor y los vampiros, ¡este libro es para ti! "



    --Vampirebooksite.com (sobre Convertida)

"Morgan Rice prueba de nuevo que es una narradora de gran talento … .Este apelaría a una amplia variedad de públicos, incluyendo a los aficionados más jóvenes del género de vampiros / fantasía. Termina con un suspenso inesperado que te dejará conmocionado ".



    --The Romance Reviews (sobre Amada)



Libros de Morgan Rice

EL ANILLO DEL BRUJO

UNA BÚSQUEDA DE HÉROES (Libro # 1)

UN MARZO DE REYES (Libro # 2)

EL DESTINO DE LOS DRAGONES (Libro # 3)

UN GRITO DE HONOR (Libro n º 4)

UN VOTO DE GLORIA (Libro n º 5)

UNA CARGA DE VALOR (Libro # 6)

UN RITO DE ESPADAS (Libro n º 7)

UNA CESIÓN DE ARMAS (Libro # 8)

UN CIELO DE HECHIZOS (Libro n º 9)

UN MAR DE ESCUDOS (Libro # 10)

UN REINADO DE ACERO (Libro # 11)

UNA TIERRA DE FUEGO (Libro n º 12)

UNA REGLA DE REINAS (Libro n º 13)



LA TRILOGÍA DE LA SUPERVIVENCIA

ARENA UNO: TRATANTES DE ESCLAVOS (Libro # 1)

ARENA DOS (Libro # 2)



EL DIARIO DEL VAMPIRO

CONVERTIDA (Libro # 1)

AMADA (Libro # 2)

TRAICIONADA (Libro # 3)

DESTINADA (Libro # 4)

DESEADA (Libro # 5)

COMPROMETIDA (Libro # 6)

JURADA (Libro # 7)

ENCONTRADA (Libro # 8)

RESUCITADA (Libro # 9)

ANSIADA (Libro # 10)

DESTINADA (Libro # 11)



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Derechos Reservados © 2012 Morgan Rice

Todos los derechos reservados. Ninguna porción de este libro podrá ser reproducida, almacenada en algún sistema de recuperación, o transmitida en cualquier forma o por cualquier medio o ser guardado en una base de datos o sistema de recuperación, sin la autorización previa del autor.

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Esta es una obra de ficción. Los nombres, personajes , empresas, organizaciones, lugares, eventos e incidentes son producto de la imaginación del autor o han sido usados como ficción. Cualquier parecido con personas reales, vivas o muertas, es total coincidencia.


“¿Quien haya amado no ha amado a primera vista?”

    —William Shakespeare






CAPÍTULO UNO




Rhinebeck, Nueva York (Valle del río Hudson)



Época actual


Sentada en su sala de estar, agotada, con los ojos rojos de tanto llorar, Caitlin Paine contemplaba la puesta de sol color rojo sangre, y apenas escuchaba a los agentes de policía que estaban en su casa. Sentía como si todo fuera un sueño. Miró lentamente a su alrededor y vio que el lugar estaba lleno de gente -había demasiada gente.

Los agentes de policía, todos policías locales, se arremolinaban en la sala, unos estaban sentados, otros estaban de pie, varios sostenían tazas de café en la mano. Con caras sombrías, sentados en los sofás y en las sillas frente a ella, le hacían pregunta tras pregunta. Habían estado allí desde hacía varias horas. Todo el mundo en este pequeño pueblo se conocía, y eran personas que Caitlin conocía, ya sea del supermercado o que saludaba en las tiendas locales. No podía creer que estuvieran allí. En su casa. Era como una pesadilla.

Era muy surrealista. Todo había sucedido tan rápidamente, su vida se había vuelto al revés tan de repente, que apenas podía darse cuenta de lo que estaba pasando. Trataba de aferrarse a la normalidad, a alguna rutina que pudiera brindarle consuelo, pero todo parecía escapársele de las manos. La normalidad parecía no existir más.

Caitlin sintió que una mano le apretaba la suya y vio a Caleb sentado a su lado, con el rostro pálido por la preocupación. En los sillones junto a ellos estaban Sam y Polly, con la preocupación también marcada en sus rostros. La sala estaba llena de gente -demasiado llena para el gusto de Caitlin. Quería que todos simplemente desaparecieran y que todo volviera a ser como el día anterior. El cumpleaños de Scarlet, todos ellos sentados a la mesa, comiendo pastel, riendo. Sintiendo que todo era perfecto en el mundo, que nada podía cambiar.

Caitlin pensó en la noche anterior, recordó sus pensamientos de la medianoche, cuando deseaba que su mundo, su vida, no fuera tan normal. Ahora se arrepentía de haberlo deseado. Daría cualquier cosa para que todo regresara a la normalidad.

Había estado envuelta en un torbellino desde que había regresado a casa de su terrible encuentro con Aiden. Después de que Scarlet había irrumpido fuera de la casa, Caitlin había corrido tras ella y la había perseguido por las calles. Caleb se había recuperado de su golpe y la había alcanzado y, como locos, los dos habían corrido por el pequeño pueblo tratando de recuperar a su hija.

Pero no había servido de nada. Se habían quedado sin aliento, mientras perdían de vista a Scarlet. Scarlet había corrido muy rápidamente y había saltado por encima de un seto de ocho pies, sin siquiera frenar. A Caleb le había sorprendido, no así a Caitlin: sabía qué era Scarlet. Sabía, incluso mientras corría, que estaban haciendo un esfuerzo inútil porque Scarlet podía correr con la velocidad del rayo, saltar por encima de cualquier cosa y en pocos segundos la perderían de vista.

Y así ocurrió. Regresaron corriendo a casa, subieron a su coche, y la buscaron frenéticamente por las calles. Pero Caitlin sabía, incluso mientras Caleb se pasaba las señales de alto y doblaba en las esquinas a alta velocidad, que no tenían ninguna posibilidad de encontrarla. No lograrían atraparla. Scarlet, lo sabía, se había ido.

Después de buscar por horas, Caitlin aceptó que no tenía ningún caso y había insistido en regresar a casa y llamar a la policía.

Horas más tarde, estaban casi sobre la medianoche. Scarlet no había regresado, y la policía no había logrado encontrarla. Por suerte, era una ciudad pequeña, y no tenían nada para hacer, y de inmediato habían enviado varias patrullas, y todavía seguían buscándola. Tres oficiales sentados frente a ellos, junto con otros tres oficiales de pie- les estaban haciendo una pregunta tras otra.

“¿Caitlin?"

Caitlin regresó a la realidad. Se volvió y vio el rostro del oficial sentado en el sofá frente a ella. Ed Hardy. Era un buen hombre, tenía una hija de la edad de Scarlet que estaba en su mismo año. Él la miraba con compasión y preocupación. Ella sabía que él sentía su dolor como padre, y que haría todo lo posible por ayudarla.

"Sé que esto es difícil para ustedes", dijo. "Pero tenemos un par de preguntas más. Realmente necesitamos saberlo todo para poder encontrar a Scarlet.”

Caitlin asintió. Trató de concentrarse.

"Lo siento," ella dijo. "¿Qué más necesita saber?"

El Oficial Hardy se aclaró la garganta y miró a Caitlin y a Caleb, luego nuevamente a ella. Parecía renuente a formular la siguiente pregunta.

“No me gusta preguntar este tipo de cosas, pero ¿Ustedes han discutido con su hija últimamente?"

Caitlin le devolvió la mirada, estaba desconcertada.

“¿Discutir?", le preguntó.

“¿Han tenido algún tipo de desacuerdos? ¿Alguna pelea? ¿Hay alguna razón para que hubiera querido irse?"

Entonces Caitlin se dio cuenta: él le estaba preguntando si Scarlet había huido. Él no estaba entendiendo lo que había ocurrido.

Ella sacudió la cabeza con vehemencia.

"No hay ninguna razón para que ella hubiera querido irse. Nunca discutimos. Nunca. Queremos a Scarlet y Scarlet nos quiere. Ella no es de discutir. No es una chica rebelde. No saldría corriendo de esa manera. ¿No lo entiende? No se trata de eso. ¿No escuchó todo lo que le hemos estado diciendo? ¡Ella está enferma! ¡Y necesita ayuda!"

El Oficial Hardy miró a sus compañeros oficiales, quienes lo miraron con escepticismo.

“Discúlpeme por preguntárselo", continuó. "Pero tiene que darse cuenta que todo el tiempo recibimos llamadas así. Los hijos adolescentes muchas veces huyen de sus casas. Es frecuente que lo hagan. Se enojan con sus padres. Y en el 99% de los casos, regresan. Por lo general, unas horas más tarde. A veces, después de un día o dos. Se quedan en la casa de un amigo. Sólo quieren alejarse de sus padres. Y suele ocurrir después que han tenido una discusión con ellos.”

"No discutimos," Caleb intervino con vehemencia. "Scarlet era muy feliz aquí. Anoche celebramos su decimosexto cumpleaños. Tal como lo dijo Caitlin, ella no es ese tipo de chica.”

“Me parece que no escucharon ni una sola palabra de lo que dijimos," Caitlin añadió. "Scarlet estaba enferma. La enviaron temprano a casa de la escuela. Ella estaba teniendo … no sé qué. Tenía convulsiones … quizás eran convulsiones. Saltó de la cama y salió corriendo de la casa. No se trata de una muchacha que huyó de su casa. Es una chica que está enferma. Que necesita atención médica.”

El Oficial Hardy miró de nuevo a los demás oficiales, que continuaban con su mirada escéptica.

"Lo siento, pero lo que nos están diciendo no tiene ningún sentido. Si ella estaba enferma, ¿cómo pudo salir corriendo de la casa?"

"Usted dijo que fue tras ella," intervino otro oficial, con mayor dureza. "¿Cómo pudo correr más rápidamente que ustedes? ¿Sobre todo si estaba enferma?”

Caleb negó con la cabeza, se veía desconcertado.

"No lo sé", dijo. "Pero eso es lo que pasó."

"Es cierto. Cada palabra que dijimos es verdad ", Caitlin dijo en voz baja, con remordimiento.

Ella tenía la repentina sensación de que esos hombres no los iban a entender. Pero ella sabía por qué Scarlet había sido capaz de huir; por qué había podido correr aun estando enferma. Sabía la respuesta que lo explicaría todo. Pero era la única respuesta que no podía darles, una que esos hombres nunca creerían. No eran convulsiones; eran punzadas de hambre. Scarlet no estaba corriendo; estaba cazando. Porque su hija era un vampiro.

Caitlin se estremeció por dentro, y ardía con ganas de decirles, pero sabía esos hombres nunca entenderían. Así que se quedó mirando por la ventana, esperando, rezando, para que Scarlet regresara. Que se sintiera mejor. Que no se había alimentado. Deseaba que esos hombres se fueran y la dejaran sola. No le servirían de nada, de todos modos. Había sido un error llamarlos.

“Detesto decirle esto", añadió el tercer oficial, “pero, por lo que está describiendo … su hija regresó a casa de la escuela, tenía convulsiones, se le subió la adrenalina, salió corriendo por la puerta .... No me gusta decirlo, pero suena como si hubiera tomado drogas. Tal vez cocaína. O Meth. Suena como si estuviera bajo los efectos de alguna droga. Como si estuviera teniendo un mal viaje. Y le subió la adrenalina.”

“Usted no sabe de lo que está hablando", Caleb respondió inmediatamente. "Scarlet no es ese tipo de chica. Nunca en su vida ha tomado drogas.”

Los tres oficiales se miraron entre sí, escépticos.

"Sé que es difícil saber sobre esto" dijo el Oficial Hardy en voz baja, "es difícil para la mayoría de los padres. Pero nuestros hijos pueden llevar una vida que muchas veces no conocemos. Ustedes no saben lo que ella está haciendo cuando no la ven y está con sus amigos.”

“¿Les ha presentado algún nuevo amigo últimamente?", otro oficial preguntó.

De repente, la cara de Caleb se endureció.

"Ayer por la noche", él dijo, con una ira creciente. "Trajo un novio nuevo. Blake. Fueron juntos al cine.”

Los tres policías se miraron en complicidad.

"¿Cree que es eso?", Caleb preguntó. "¿Cree usted que ese chico está empujándola a las drogas?" Mientras hacía la pregunta, Caleb empezaba a sonar más seguro de sí mismo, hasta optimista al haber encontrado una respuesta lógica para poder explicarlo todo.

Caitlin permaneció en silencio, sólo quería que todo eso terminara. Ardía de ganas de contarles la verdadera razón. Pero sabía que no serviría de nada.

"¿Cuál es el apellido del muchacho?" Uno de los oficiales le preguntó.

"No tengo idea." Caleb se volvió y miró a Caitlin. “¿Tú lo sabes?"

Caitlin negó con la cabeza y se volvió hacia Sam y Polly. “¿Ustedes?"

Ellos negaron con la cabeza.

"Tal vez pueda averiguarlo", dijo Polly. "Si son amigos en Facebook …" comenzó Polly, entonces sacó su teléfono celular y comenzó a escribir. "Soy amiga de Scarlet en Facebook. No conozco su contraseña, pero tal vez pueda ver a sus amigos. Y si ella es amigo de él … ".

Polly tecleó, y sus ojos se iluminaron.

“¡Aquí está! Blake Robertson. ¡Sí, es él! "

Los policías se inclinaron y Polly les acercó su celular para que pudieran leer. Los oficiales lo tomaron y se lo entregaron el uno al otro, miraron su rostro de cerca y anotaron su apellido.

"Vamos a hablar con él", dijo el Oficial Hardy, mientras le regresaban el celular a Polly. "Tal vez él sepa algo."

"¿Qué averiguaron con los otros amigos de Scarlet?", otro oficial preguntó. “¿Se han comunicado con ellos?"

Caitlin miró a Caleb sin comprender, habían estado demasiado aturdidos.

“No había pensado en ello", dijo Caitlin. "No se me ocurrió. Ella no iba a la casa de un amigo. Estaba enferma. No parecía ir a ningún lugar en concreto.”

"Hágalo," dijo un oficial. "Póngase en contacto con todos. Es el mejor lugar para empezar.”

"Después de todo lo que he escuchado,tengo que decir," el Oficial Hardy declaró como dando por concluido el asunto, “que esto tiene que ver con drogas. Creo que Bob tiene razón. Suena como un mal viaje. Mientras tanto, vamos a seguir patrullando las calles. Lo mejor que ustedes pueden hacer es quedarse en su casa. Esperarla aquí. Ella volverá.”

Los oficiales se miraron, luego, de repente se pusieron de pie. Caitlin se dio cuenta de que ya querían irse.

Caleb, Sam y Polly se pararon y lentamente Caitlin lo hizo, sintiéndose débil en las rodillas. Mientras le daba las manos a los oficiales y todos se preparaban para salir, de repente, algo le sobrevino. No podía permanecer en silencio por más tiempo. Ya no podía contener el deseo de decirles lo que sabía. Para darles a entender de que no estaban pensando correctamente.

"¿Y si se trata de otra cosa?" Caitlin gritó cuando los policías estaban a punto de salir.

Mientras se ponían sus abrigos, todos se detuvieron, y, lentamente, se volvieron hacia ella.

"¿Qué quiere decir?", el Oficial Hardy le preguntó.

Con el corazón latiendo en su pecho, Caitlin se aclaró la garganta. Sabía que no tenía que decirles; iban a pensar que se había vuelto loca. Pero no podía contenerlo por más tiempo.

"¿Qué pasa si mi hija está poseída?", preguntó.

Todos se quedaron quietos y la miraron como si ella estuviera completamente loca.

“¿Poseída?" uno de ellos preguntó.

"¿Y si no está actuando como si fuera ella?", Caitlin preguntó. "¿Y si estuviera cambiando? ¿Transformándose en otra cosa? "

Un silencio espeso y pesado llenó la habitación, y Caitlin sentía como todos, incluyendo a Caleb y Sam y Polly, se volvían y la miraban. Tenía las mejillas rojas de vergüenza. Pero no podía parar. Ya no. Tenía que terminar la idea. Y sabía que iba a ser un punto de inflexión, a partir de ese momento todo el pueblo ya no la vería como una persona normal y su vida cambiaría para siempre.

"¿Qué si mi hija se estuviera convirtiendo en un vampiro?"




CAPÍTULO DOS


Caleb acompañó a los policías afuera, cerró la puerta y regresó a la habitación con el ceño fruncido. Nunca antes Caitlin lo había visto mirarla con tal ira, y su corazón se colapsó. Sentía como si toda su vida se estuviera desmoronando ante sus ojos.

“¡No puedes estar diciendo esas cosas frente a la gente!", él espetó. “¡Es como si te hubieras vuelto loca! Van a pensar que estamos todos locos. No nos van a tomar en serio.”

“¡Yo no estoy loca!" Caitlin espetó. "Y tú deberías estar de mi lado, y no del de ellos, y deja de fingir que todo esto es normal. Estabas en esa habitación conmigo. Sabes muy bien lo que viste. Scarlet se lanzó por el cuarto. ¿Una convulsión podría provocar una reacción así? ¿Una enfermedad?"

"Entonces, ¿qué quieres decir?" Caleb replicó, alzando la voz. “¿Quieres decir que ella es un monstruo? ¿Un vampiro? Eso es ridículo. Parece como si hubieras perdido el contacto con la realidad."

La voz de Caitlin se elevó con furia . "Entonces, ¿cómo lo explicas tú?"

“Se puede explicar de muchas maneras", él respondió.

“Dime una.”

"Tal vez tenga que ver con su enfermedad. O tal vez, como dijeron, ella está tomando algún tipo de droga. Tal vez ese chico Blake- "

"Eso es ridículo", Caitlin espetó. "Blake es un buen chico. Él no es un traficante de drogas. Y, además, viste cómo ella nos dejó atrás. Ni siquiera pudimos alcanzarla. Eso no es algo normal. No finjas que no lo viste.”

“No quiero saber más de esto", dijo Caleb.

Él se volvió y cruzó la habitación, tomó la chaqueta del ejército del gancho, se la puso y rápidamente subió la cremallera.

"¿A dónde vas?", Caitlin preguntó.

"Voy a buscarla. No puedo quedarme aquí sentado. Me estoy volviendo loco. Tengo que salir a buscarla.”

"Los policías dijeron que lo mejor es estar es aquí. ¿Y si llega cuando estás fuera? ", Caitlin preguntó.

“Entonces, quédate tú aquí y me llamas," Caleb respondió. “Voy a salir.”

Entonces, él cruzó la habitación, abrió la puerta y la cerró de un golpe. Caitlin escuchó el sonido de sus botas mientras descendía rápidamente por la escalera del porche y el crujido de la grava; luego lo oyó entrar en su coche e irse.

Caitlin tenía ganas de llorar. No quería pelear con Caleb, especialmente ahora. Pero no podía dejar que él la convenciera de que estaba perdiendo contacto con la realidad. Ella recordaba lo que había visto. Y sabía que tenía razón. No iba a permitir que otros trataran de convencerla de que estaba perdiendo la cabeza.

Caitlin se volvió hacia Sam y Polly, quien seguían allí, inmóviles, con los ojos muy abiertos por la sorpresa. Nunca antes habían visto a Caitlin y Caleb pelearse. La misma Caitlin nunca antes había visto algo así -hasta ese momento, su relación siempre había sido muy armoniosa. Sam y Polly se veían atónitos, con miedo a interferir. También la miraban como si ella se hubiera vuelto loca, como si no estuviera en su sano juicio. Caitlin se preguntó si ellos estaban del lado de Caleb.

"Creo que tal vez debería buscarla también," dijo Sam tentativamente. "Dos coches buscando por las calles es mejor que uno. Y no sirvo de nada aquí. ¿Te parece bien? ", le preguntó a Caitlin.

Caitlin asintió, no quería abrir la boca por miedo a ponerse a llorar. Sam tenía razón; él no era de mucha utilidad en la casa. Y Polly estaba con ella. Sam se acercó y le dio un rápido abrazo, luego se volvió y salió.

“Tengo mi celular", dijo al salir. "Llámenme si saben algo."

Sam cerró la puerta y Polly se acercó a Caitlin y le dio un largo abrazo. Caitlin le devolvió el abrazo. Se sentía acompañada al tener a su mejor amiga junto a ella. No sabía qué hubiera hecho sola.

Las dos se sentaron una al lado de la otra en el sofá, mientras Caitlin se enjugaba una lágrima que se estaba formando en la esquina de sus ojos. Sus ojos estaban muy rojos y en carne viva después de tantas horas de estar llorando. Ahora, sólo se sentía vacía.

"Lo siento tanto", dijo Polly. "Es como si todo esto fuera una pesadilla. Es simplemente horrible. No tengo palabras qué decirte. No entiendo que pasó. Nada tiene ningún sentido. Sé que Scarlet no se droga. Ella nunca lo haría. Y tienes razón: Blake parece un buen chico.”

Sentada allí, Caitlin se quedó mirando por la ventana mientras caía la noche, y asintió automáticamente con la cabeza. Quería hablar, pero se sentía tan débil, que tenía miedo de ponerse a llorar de nuevo.

"¿Qué crees de lo que dijo la policía?", Polly preguntó. “¿Sobre ponerte en contacto con sus amigos? ¿Crees que sea una buena idea? "

De pronto, Caitlin lo recordó: era lo que tenían que hacer. Se estrujó el cerebro, preguntándose cómo podía ponerse en contacto con sus amigos.

Entonces recordó: el teléfono de Scarlet. Scarlet había salido sin siquiera detenerse a agarrarlo. Su teléfono debía estar en algún lugar de la casa. Tal vez en su bolso. Probablemente en su dormitorio.

Caitlin se levantó del sofá.

"Tienes razón", Caitlin dijo. "Su teléfono. Debe estar en su dormitorio.”

Caitlin atravesó el cuarto y subió la escalera con Polly y Ruth tras sus talones.

Se apresuró a la habitación de Scarlet, vio las sábanas y las almohadas vueltas hacia arriba, vio el hueco en la plancha de yeso donde Caleb había caído y se había golpeado la cabeza, y lo recordó todo. Se sintió mareada mientras revivía todo nuevamente. Se veía como si hubiera ocurrido un desastre.

Caitlin sintió una oleada de determinación mientras revisaba la habitación. Buscó entre el desorden, en su escritorio, en su tocador, entonces vio su bolso colgado en una silla. Buscó en el bolso, sintiéndose un poco culpable, y palpó su teléfono. Lo sacó, victoriosa.

“¡Lo encontraste!" Polly gritó, corriendo hacia ella.

Todavía tenía un poco de batería. Lo abrió, sintiéndose mal por estar espiando, pero necesitaba hacerlo. No sabía los números de los amigos de Scarlet, y no tenía otra forma de ponerse en contacto con ellos.

Apretó los contactos de Scarlet, y luego fue a sus favoritos. Movió el cursor por la lista y vio docenas de nombres. Reconoció algunos nombres y otros no.

"Deberíamos llamar a todos", Polly dijo. "Uno por uno. Tal vez alguien sepa algo.”

Caitlin se quedó sin moverse, como paralizada, de repente se sintió abrumada. Cuando fue a marcar el primer contacto, se dio cuenta cómo le temblaban las manos.

Polly también lo notó; se acercó y puso una mano sobre la muñeca de Caitlin, y la miró.

"Caitlin, cariño, todavía estás en shock. Déjame llamar a todas estas personas. Por favor. Me daría algo que hacer. Siéntate y descansa. Has pasado por un infierno, y ya has hecho todo lo que estaba a tu alcance."

Caitlin sabía que Polly tenía razón. No estaba realmente en su sano juicio. Miró el teléfono y, por un momento, casi olvidó lo que estaba haciendo. Extendió la mano y se lo pasó a Polly.

Caitlin se dio vuelta y salió de la habitación y, en unos instantes, oyó la voz de Polly mientras hablaba con alguien en la línea.

"¿Eres Heather?" Polly llamó. “Yo soy Polly Paine. Soy la tía de Scarlet Paine. Lamento molestarte, pero estamos buscando a Scarlet. ¿La has visto?”

Poco a poco, la voz de Polly se iba desvaneciendo mientras Caitlin bajaba los escalones. Se agarraba de la barandilla, se sentía mareada, como si el mundo fuera a desplomarse debajo de ella.

Finalmente, entró a la sala, se acercó a una silla grande y mullida, y se hundió en ella. Se sentó allí, mirando por la ventana, la cabeza le daba vueltas. A pesar de sus mejores esfuerzos, las imágenes pasaban por su mente: Scarlet en la cama, gritando; su gruñido, cuando arrojó a Caleb, saliendo de la casa .... ¿Todo eso había sido real?

Mientras pensaba en todo ello, no podía dejar de recordar su reunión con Aiden. Sus palabras, su diario. ¿Su diario había causado todo eso? ¿Por qué había tenido que ir a ese estúpido ático? ¿Por qué tuvo que ir a verlo? Si no lo hubiera hecho, si no lo hubiera tocado, ¿todo esto habría sucedido?

Pensó en la advertencia de Aiden, que Scarlet desataría el vampirismo de nuevo en el mundo.

Es necesario que la detengas.

Caitlin se quedó sentó allí, mientras se preguntaba. ¿Qué estaba haciendo Scarlet en ese momento? ¿Se estaba alimentando de la gente? ¿Se estaba convirtiendo en un vampiro? ¿Lo estaba propagando? ¿El mundo nunca sería el mismo? ¿Era Caitlin la responsable de eso?

Caitlin tenía ganas de agarrar el teléfono y llamar a Aiden.Para presionarlo. Exigirle que le dijera todo, hasta el último detalle.

Pero no se atrevía. Agarró el teléfono y lo sostuvo pero algo dentro de ella la detuvo. Recordó las palabras finales de Aiden, que le provocaron una nueva oleada de náuseas. Quería a Scarlet más que a la vida misma, y nunca podría hacerle daño.

Mientras seguía sentada allí, con el teléfono en la mano, mirando por la ventana, escuchando la voz lejana de Polly en el piso de arriba, su mente daba más vueltas y vueltas. Sintió sus párpados pesados. Antes de que pudiera darse cuenta, estaba profundamente dormida.


*

Caitlin despertó y se encontró sola en su casa grande y vacía. Todo estaba en silencio. Se quedó sentada allí, preguntándose donde se habían ido todos, se levantó y cruzó la habitación. Curiosamente, todas las persianas y cortinas estaban cerradas. Se acercó a una de las ventanas, y abrió la persiana. Miró hacia fuera y vio un sol rojo sangre, pero esta vez se veía diferente. No parecía la puesta del sol, sino el amanecer. Estaba confundida. ¿Había estado durmiendo toda la noche? ¿Scarlet había vuelto a casa? ¿Y dónde se habían ido todos?

Caitlin se dirigió hacia la puerta principal. Por alguna razón, sintió que tal vez Scarlet estaba allí, esperándola.

Lentamente, abrió la pesada puerta y miró hacia fuera. Pero el mundo se veía completamente inmóvil. No había ni una sola persona en la calle, y ni un solo coche a la vista. Todo lo que oía era el canto solitario de un pájaro. Levantó la vista y vio que era un cuervo.

Caitlin escuchó un ruido repentino, y se volvió y regresó a la casa. Entró a la cocina, buscando alguna señal de alguien. Escuchó otro sonido metálico, y se dirigió a la ventana en la pared del fondo. Las cortinas estaban corridas allí también, lo cual era extraño, porque Caitlin siempre las dejaba abiertas. Tomó las cortinas, y tiró de la cuerda.

Entonces, dio un salto atrás con miedo. De pie afuera, con su rostro hacia la ventana, estaba el rostro pálido, blanco de un vampiro, completamente calvo, con los colmillos extendidos hacia el cristal. Gruñía y siseaba mientras colocaba sus palmas contra el cristal. Caitlin vio sus largas uñas amarillas.

Se escuchó otro ruido, y Caitlin se volvió y vio la cara de otro vampiro en la ventana lateral.

Se oyó el ruido de cristales rotos, Caitlin se dio vuelta y vio otra cara en otra dirección. Este vampiro rompió el vidrio con la cabeza mientras se burlaba de ella.

De repente, su casa se llenó con el sonido de cristales rotos. Caitlin corrió por la casa y, por todas partes, las paredes eran diferentes a como las recordaba. Ahora, todas eran de cristal, y por donde viera, se corrían las cortinas y se rompían las ventanas cada vez que vampiro tras vampiro pegaba contra los vidrios con su cabeza.

A medida que más y más ventanas se rompían Caitlin salió corriendo de una habitación a otra, hacia la puerta principal, tratando de escapar.

Llegó a la puerta principal, la abrió de golpe y se detuvo en seco.

Allí, de pie, frente a ella, con una mirada mortal en sus ojos, estaba Scarlet. Miraba a Caitlin, se veía más muerta que viva, completamente blanca y con una mirada feroz: quería matar. Aún más sorprendente, detrás de ella había un ejército de vampiros, miles de ellos. Todos estaban esperando para seguirla y precipitarse en la casa de Caitlin.

“¿Scarlet?", Caitlin preguntó con miedo en su voz.

Pero antes de que pudiera reaccionar, Scarlet hizo una mueca, se echó hacia atrás, y se abalanzó sobre Caitlin, dirigiendo sus colmillos a su garganta.

Caitlin se despertó gritando e irguiéndose en la silla. Se tomó la garganta, frotándola con una mano, mientras con la otra mano, trataba de alejar a Scarlet.

“¿Caitlin? ¿Estás bien?”

Después de varios segundos, Caitlin se calmó y miró hacia arriba y se dio cuenta que no era Scarlet. Era Sam. Al principio, estaba confundida. Entonces se dio cuenta con gran alivio que había estado durmiendo. Había sido sólo una pesadilla.

Caitlin se quedó sentada allí, respirando con dificultad. De pie junto a ella estaban Sam, con una mano sobre su hombro y su cara de preocupación, y Polly. Las luces estaban encendidas, y vio que afuera estaba oscuro. Echó un vistazo al reloj de pie y vio que era después de la medianoche. Debió haberse quedado dormida en la silla.

"¿Estás bien?" Sam le preguntó de nuevo.

Ahora Caitlin se sentía avergonzada. Se incorporó, limpiándose la frente.

“Siento haberte despertado, pero parecía que estabas teniendo un mal sueño", Polly agregó.

Caitlin se levantó lentamente y caminó mientras trataba de sacarse la terrible visión del sueño. Lo había sentido tan real, casi podía sentir aún el dolor en la garganta donde su propia hija la había mordido.

Pero había sido sólo un sueño. Tenía que seguir diciéndoselo. Sólo un sueño.

"¿Dónde está Caleb?", preguntó, recordando. "¿Sabes algo? ¿Cómo te fue con las llamadas?”

Las expresiones en las caras de Sam y Polly le dijeron todo lo que necesitaba saber.

"Caleb todavía está buscándola", dijo Sam. “Yo dejé de buscar hace una hora. Es muy tarde. Pero queríamos hacerte compañía hasta que Caleb llegara a casa.”

"Llamé a todos sus amigos," Polly intervino. “A todos y cada uno. Conseguí hablar con la mayoría. Nadie la ha visto ni ha oído nada de ella. Todos estaban tan sorprendidos como nosotros. Incluso hablé con Blake. Pero dijo que no ha sabido nada de ella. Lo siento mucho.”

Caitlin se frotó la cara, tratando de sacudirse las telarañas. Había tenido la esperanza de que al despertarse nada de eso fuera real. Que Scarlet estuviera de vuelta en casa, a salvo. Que la vida hubiera vuelto a la normalidad. Pero al ver a Sam y Polly en su casa después de la medianoche, viéndose tan preocupados, regresó a la realidad. Todo era real. Demasiado real. Scarlet no estaba. Y pudiera ser que no volviera nunca más.

Darse cuenta de ello le pegó a Caitlin como si le hubieran enterrado un cuchillo. Apenas podía respirar con solo pensarlo. Scarlet, su única hija. La persona que más quería en la vida. No podía imaginar la vida sin ella. Quería correr por ahí, por las calles, gritar y gritar ante la injusticia que estaba viviendo. Pero sabía que sería inútil. Sólo tenía que quedarse allí y esperar.

De repente, se oyó un ruido en la puerta. Los tres se levantaron de un salto y miraron, esperando. Caitlin corrió hacia la puerta, rezando para ver el rostro de su hija adolescente.

Pero su corazón se desplomó al ver que era Caleb. Regresaba a casa, con una expresión sombría en su rostro. Verlo la hizo sentir aun peor. No la había encontrado.

Ya sabía la respuesta, pero de todas maneras le preguntó: “¿La encontraste?”

Caleb miró al piso mientras negaba con la cabeza. Se veía destrozado.

Sam y Polly intercambiaron miradas, se acercaron a Caitlin y cada uno le dio un abrazo.

"Regreso a primera hora de la mañana", Polly dijo. "Llámame si sabes algo. Incluso si es muy tarde. ¿Me lo prometes?”

Caitlin asintió, estaba demasiado abrumada para poder hablar. Sintió que Polly la abrazaba, y le devolvió el abrazo, y luego abrazó a su hermano menor.

"Te quiero, hermanita", le dijo sobre su hombro. "Aguanta. Ella va a estar bien.”

Caitlin se enjugó las lágrimas y miró a Sam y Polly salir por la puerta.

Ahora, sólo estaban ella y Caleb. Por lo general, ella habría estado encantada de estar a solas con él, pero después de su discusión, se sentía muy nerviosa. Caleb, ella podía ver, estaba perdido en su propio mundo de tristeza y lamentación; también todavía estaba enojado con ella por haber expresado sus teorías a la policía.

Era más de lo que Caitlin podía soportar. Había tenido la esperanza, una pizca de optimismo de que Caleb iba a regresar trayendo buenas noticias. Pero al verlo regresar así, sin nada, nada en absoluto, se dio cuenta de la verdadera realidad. Scarlet había estado afuera todo la noche. Y nadie sabía dónde estaba. Era después de la medianoche y todavía no había regresado a casa. Era una muy mala señal. Ni siquiera quería barajar posibilidades, pero sabía que era algo muy, muy malo.

"Me voy a la cama," Caleb anunció mientras se volvía y se pavoneaba por las escaleras.

Caleb siempre le decía "buenas noches", y él siempre le preguntaba si iba a la cama con él. De hecho, Caitlin no recordaba una noche que no hubieran ido juntos a la cama.

Ahora, él ni siquiera le preguntó.

Caitlin volvió a su silla en la sala de estar, y se sentó y escuchaba sus botas mientras subía la escalera, y la puerta de su dormitorio cerrarse detrás de él. Era el sonido más solitario que jamás había oído.

Se echó a llorar, y lloró por quien sabe cuánto tiempo. Eventualmente, se acurrucó en una bola, llorando en la almohada. Recordaba vagamente que Ruth se le acercó tratando de lamerle la cara; pero todo era muy borroso, porque, pronto, su cuerpo atormentado por los sollozos, cayó en un sueño profundo e inquieto.




CAPÍTULO TRES


Caitlin sintió algo frío y húmedo en la cara, y lentamente abrió los ojos. Se sentía desorientada mientras miraba de lado su sala de estar; se había quedado dormida sobre la silla. La habitación estaba en penumbra, y una luz tenue entraba por las cortinas, se dio cuenta de que estaba amaneciendo. La lluvia golpeaba contra el vidrio de las ventanas.

Caitlin escuchó lloriquear, y otra vez sintió algo húmedo en la cara y vio a Ruth de pie sobre ella, lamiéndola y gimiendo histéricamente. La pinchaba con su hocico frío y húmedo, y no dejaba de hacerlo.

Finalmente Caitlin se sentó, dándose cuenta de que algo andaba mal. Ruth no dejaba de lloriquear, y lo hacia cada vez más fuerte, y finalmente le ladró; nunca antes Caitlin la había visto actuar de esa manera.

"¿Qué pasa, Ruth?", Caitlin preguntó.

Ruth volvió a ladrar, luego se volvió y salió corriendo de la habitación, hacia la puerta principal. Caitlin miró hacia abajo y, en la penumbra, vio un rastro de huellas de patas embarradas por toda la alfombra. Caitlin se dio cuenta que Ruth debió haber estado fuera,. La puerta de entrada debió quedarse abierta.

Caitlin se apresuró a ponerse en pie, dándose cuenta de que Ruth estaba tratando de decirle algo, de conducirla a algún lugar.

Scarlet, pensó.

Ruth volvió a ladrar, y Caitlin sintió que era eso. Ruth estaba tratando de llevarla con Scarlet.

Caitlin salió corriendo por la habitación, su corazón latía con fuerza. No quería perder ni un segundo subiendo las escaleras para avisar a Caleb. Atravesó corriendo la sala de estar, de la recepción, y por la puerta principal. ¿Dónde podría haber encontrado a Scarlet? se preguntó. ¿Estaba a salvo? ¿Estaba viva?

Llena de pánico Caitlin salió por la puerta principal, que Ruth ya se había ingeniado en abrir, al porche delantero. El sonido de la lluvia torrencial lo invadía todo. Un trueno retumbó suavemente y le siguió un rayo de la luz del amanecer y, en el suave gris del cielo, la lluvia torrencial azotaba la tierra.

Caitlin se detuvo en lo alto de la escalera para ver a donde había ido Ruth. Se sintió invadida por el pánico. Un relámpago iluminó el cielo y allí, ante ella, había una imagen que la traumatizó -que se alojó en su cerebro y que nunca podría olvidar en toda su vida.

Tirada sobre el césped, acurrucada en una bola, inconsciente, desnuda, estaba su hija. Scarlet. Expuesta a la lluvia.

Mientras caminaba junto a ella, ladrando como loca, Ruth miraba a Caitlin y a Scarlet.

Caitlin estalló en acción: bajo corriendo las escaleras, tropezando, gritando de terror mientras corría hacia su hija. Por su mente se sucedía un millón de escenarios de lo que podría haberle ocurrido, a donde podría haber ido, cómo había regresado. Si estaba sana. Con vida.

Mientras Caitlin corría por el césped embarrado, resbalándose y deslizándose, los peores escenarios posibles pasaron por su mente al mismo tiempo.

"Scarlet" Caitlin chilló mientras otro trueno se unía a su clamor.

Era el lamento de una madre consumida por la pena, el lamento de una madre que no podía dejar de gritar mientras corría hacia Scarlet, se arrodillaba junto a ella, la tomaba en sus brazos, y oraba a Dios con todas sus fuerzas para que su hija estuviera viva.




CAPÍTULO CUATRO


Sentada junto a Caleb en la habitación completamente blanca del hospital, Caitlin miraba a Scarlet dormir. Los dos se sentaron en sillas separadas, a pocos metros de distancia el uno del otro, cada uno estaba perdido en su propio mundo. Estaban tan emocionalmente agotados, tan presos del pánico, que no les quedaba nada de energía para ni siquiera hablarse. En otros momentos difíciles de su matrimonio siempre habían encontrado consuelo el uno en el otro; pero esta vez era diferente. Lo que había ocurrido el día anterior había sido demasiado dramático, demasiado aterrador. Caitlin todavía estaba en estado de shock, y sabía que Caleb también. Cada uno necesitaba procesarlo a su manera.

Se quedaron sentados en silencio, observando a Scarlet dormir, el único sonido que se escuchaba en la habitación era el pitido de las diferentes máquinas. Caitlin tenía miedo de apartar los ojos de su hija, sentía que si miraba hacia otro lado, podría perderla de nuevo. El reloj sobre Scarlet decía las 8 am, y Caitlin se dio cuenta de que había estado sentada observándola las últimas tres horas, desde que la habían admitido al hospital. Scarlet no había despertado desde que la habían llevado.

En varias ocasiones, las enfermeras les habían asegurado que todos los signos vitales de Scarlet eran normales, que estaba durmiendo profundamente y no había nada de qué preocuparse. Por un lado, era un gran alivio para Caitlin pero, por el otro, ella en realidad no iba a creerlo hasta que no lo comprobara por si misma y viera a Scarlet despierta, con los ojos abiertos, la misma Scarlet que conocía, siempre feliz y saludable.

Una y otra vez, Caitlin repasó en su mente los acontecimientos de las últimas 24 horas. Pero no importaba cómo los diseccionara, nada tenía sentido, a menos que regresara a la misma conclusión: Aiden tenía razón. Su diario era real. Su hija era un vampiro. Ella, Caitlin, también lo había sido una vez. Había viajado en el tiempo, había encontrado el antídoto, y había decidido regresar allí, a ese tiempo y lugar, para vivir una vida normal. Scarlet era el último vampiro que quedaba sobre la tierra.

La idea aterrorizó a Caitlin. Quería proteger a Scarlet y estaba decidida a que nada malo le sucediera; sin embargo, también se sentía responsable ante la humanidad, sentía que si todo era cierto, no podía permitir que Scarlet propagara y volviera a crear la raza de los vampiros. No sabía qué hacer, y no sabía qué pensar, o creer. Su propio marido no le creía, y no lo culpaba por eso. Ella misma apenas lo creía.

"¿Mamá?"

Caitlin se incorporó al ver los ojos de Scarlet revolotear y abrirse. Saltó de su silla y corrió a su lado, al igual que Caleb. Los dos se inclinaron sobre Scarlet mientras abría lentamente sus grandes y hermosos ojos, iluminados por el sol de la mañana que entraba por la ventana.

“¿Scarlet? ¿Cariño? ", Caitlin le preguntó. “¿Estás bien?"

Scarlet bostezó y se frotó los ojos con el dorso de sus manos, luego rodó lentamente sobre su espalda, parpadeando, estaba desorientada.

"¿Dónde estoy?", preguntó.

Caitlin se llenó de alivio al oír su voz; sonaba y se veía como la misma Scarlet de siempre. Había fuerza en su voz, ni en sus movimientos, en sus expresiones faciales. De hecho, para sorpresa de Caitlin, Scarlet se veía completamente normal, como si se hubiera despertado de un largo sueño.

"Scarlet, ¿no te acuerdas de nada de lo que pasó?", Caitlin preguntó.

Scarlet se volvió y la miró, luego, lentamente, se apoyó en un codo y se sentó parcialmente.

"¿Estoy en un hospital?", preguntó, estaba sorprendida. Examinó la habitación, dándose cuenta de que sí estaba allí. "Dios mío. ¿Qué estoy haciendo aquí? ¿Me puse muy enferma?”

Caitlin se sintió aún más aliviada al escuchar sus palabras -y ver sus movimientos. Estaba sentada. Estaba alerta. Su voz era completamente normal. Tenía los ojos brillantes. Era difícil creer que algo anormal hubiera ocurrido.

Caitlin pensó cómo responder, cuánto decirle. No quería asustarla.

"Sí cariño," Caleb interrumpió. "Estabas enferma. La enfermera te envió a casa de la escuela, y esta mañana te trajimos al hospital. ¿No te acuerdas de nada?"

"Recuerdo que me enviaron a casa de la escuela … que estaba en la cama, en mi habitación … entonces …" Ella frunció el ceño, como si tratara de recordar. "… Eso es todo. ¿Qué pasó? ¿Era una fiebre? Lo que haya sido. Ahora me siento bien.”

Caleb y Caitlin ambos intercambiaron una mirada llena de confusión. Claramente, Scarlet se veía normal, y no se acordaba de nada.

¿Tenemos que decirle? Caitlin se preguntó.

Ella no quería aterrorizarla. Pero, al mismo tiempo, sentía que necesitaba saber, saber algo de lo que le había pasado. Sabía que Caleb estaba pensando lo mismo.

"Scarlet, cariño," Caitlin empezó en voz baja, tratando de pensar cómo ponerlo en palabras de la mejor manera, "cuando estabas enferma, saltaste de la cama y saliste corriendo de la casa. ¿Te acuerdas? "

Scarlet la miró con los ojos muy abiertos por la sorpresa.

"¿En serio?", preguntó. “¿Salí corriendo por la casa? ¿Qué quieres decir? ¿Como una sonámbula? ¿Hasta dónde fui?”

Caitlin y Caleb intercambiaron miradas.

"En realidad corriste bastante lejos", dijo Caitlin. "Nosotros no pudimos encontrarte por un tiempo. Llamamos a la policía, y llamamos a algunos de tus amigos- "

"¿En serio?", Scarlet preguntó, sentada, poniéndose roja. “¿Llamaste a mis amigos? ¿Por qué? Eso es muy penoso. ¿Cómo conseguiste sus números?“ Entonces se dio cuenta. "¿Revisaste mi teléfono? ¿Cómo pudiste hacer eso?”

Se recostó en la cama, suspirando, mirando al techo, exasperada.

“Eso es terrible. ¿Cómo voy a poder remediarlo? ¿Cómo voy a mirar a los ojos a todo el mundo? Ahora van a pensar que soy una especie de bicho raro o algo así.”

"Cariño, lo siento, pero estabas enferma, y no podíamos encontrarte-"

De repente, la puerta de la habitación se abrió y entró un hombre que era claramente su médico, se pavoneaba con autoridad, flanqueado por dos residentes; cada uno sostenía sujetapapeles. Caminaron hacia el pié de la cama de Scarlet y leyeron el reporte.

Caitlin se alegró de haber sido interrumpida en medio de la discusión.

Una enfermera entró y se acercó a Scarlet e irguió la cama para que Scarlet pudiera estar sentada. Envolvió su bíceps y leyó su presión arterial, y luego insertó un termostato digital en su oído y se lo leyó al médico.

"Normal", anunció al médico mientras leía el reporte, asintiendo con la cabeza. "Igual que cuando llegó aquí. No le encontramos nada malo.”

"Me siento bien," Scarlet intervino. "Sé que ayer estaba enferma, supongo que tenía fiebre o lo que sea. Pero ahora estoy bien. En realidad, quisiera ir a la escuela. Tengo un montón de exámenes hoy. Y tengo que reparar algunos daños", añadió, mirando enojada a sus padres. "Y tengo hambre. ¿Puedo irme?”

Caitlin estaba preocupada por la reacción de Scarlet, su insistencia en tratar de poner todo bajo la alfombra y regresar a la vida normal. Ella miró a Caleb, esperando que él creyera lo mismo, pero percibió en él el mismo deseo de olvidar todo eso y regresar a la normalidad. Se veía aliviado.

"Scarlet", el médico comenzó. "¿Está bien si te examino y te hago unas preguntas?"

“Claro.”

El médico le entregó su portapapeles a uno de sus residentes, se quitó el estetoscopio, lo colocó sobre el pecho de Scarlet y escuchó. Luego puso sus dedos en varios puntos de su estómago, y luego se acercó y tomó sus muñecas, y dobló sus brazos en varias direcciones. Él sintió sus ganglios linfáticos, sintió su garganta, y sintió los puntos de presión detrás de los codos y las rodillas.

"Me dijeron que ayer te enviaron a casa de la escuela con fiebre", dijo. "¿Cómo te sientes ahora?"

"Me siento muy bien", respondió ella, astilladora.

"¿Puedes describirme cómo te sentías ayer?" él la presionó.

Scarlet frunció el ceño.

“No recuerdo muy bien, para ser honesta", dijo. "Yo estaba en clase y empecé a sentirme muy enferma. Me dolía la cabeza, y la luz me hacía doler los ojos, y me sentía muy adolorida … recuerdo que tenía mucho frío cuando llegué a casa … Pero aparte de eso, lo demás está muy borroso.”

"¿Tienes algún recuerdo de ayer, de todo lo que pasó después de que te enfermaste?”, le preguntó.

"Le estaba diciendo a mis padres, que no recuerdo nada. Lo siento. Dijeron que era como una sonámbula o algo así. Pero yo no recuerdo nada. De todos modos, quisiera volver a clase.”

El médico sonrió.

"Eres una joven fuerte y valiente, Scarlet. Admiro tu ética de trabajo. Me gustaría que todos los adolescentes fueran como tú", dijo con un guiño. "Si no te importa, me gustaría hablar con tus padres. Y sí, no veo ninguna razón por la que no puedas regresar a la escuela. Voy a hablar con las enfermeras y vamos a comenzar los trámites para darte el alta.”

"¡Sí!", Scarlet dijo, apretando su puño por emoción mientras se sentaba con los ojos brillantes.

El médico se volvió hacia Caitlin y Caleb.

"¿Puedo hablar con ustedes en privado?"




CAPÍTULO CINCO


Caitlin y Caleb siguieron al médico por el pasillo hasta su amplia oficina, iluminada por el sol de la mañana que entraba por las ventanas.

"Por favor, tomen asiento", dijo en su voz firme pero tranquilizadora mientras les señalabs las dos sillas frente a su escritorio, luego cerró la puerta detrás de ellos.

Caitlin y Caleb se sentaron y, con el archivo en su mano, el doctor tomó asiento detrás de su escritorio. Se ajustó las gafas sobre el puente de la nariz para leer las notas, y luego se las quitó, cerró la carpeta, y la puso a un lado de su escritorio. Cruzó los brazos sobre su estómago, inclinándose un poco hacia atrás en su silla mientras examinaba a Caitlinn y Caleb. Caitlin se sintió tranquila en su presencia, y sintió que sabía lo que estaba haciendo. También, le gustaba lo amable que había sido con Scarlet.

"Su hija está bien", comenzó. "Ella está absolutamente normal. Sus signos vitales son normales, y han estado así desde que llegó; no muestra signos de haber tenido convulsiones o ataques o algún trastorno epiléptico. Tampoco muestra signos de problemas neurológicos. Dado que la encontraron desnuda, también comprobamos si hubo actividad sexual y no fue así. Le realizamos una serie de pruebas de sangre, todos regresaron negativas. Pueden estar tranquilos de que no hay nada malo con su hija.”

Caleb suspiró aliviada.

"Gracias, doctor", dijo. "Usted no sabe lo que eso significa para nosotros escuchar eso."

Pero por dentro, Caitlin todavía estaba temblando. Todavía no se sentía totalmente en paz. Si el médico le hubiera dicho que Scarlet sí tenía un problema médico, paradójicamente, se habría sentido mucho mejor, más en paz: por lo menos así sabría exactamente lo que estaba mal con ella, y podría descontar cualquier posibilidad de vampirismo.

Pero al saber de que no había nada médicamente mal con Scarlet, Caitlin se sintió aun más atemorizada.

“¿Y cómo puede explicar lo que pasó?" Caitlin le preguntó, con voz temblorosa.

El médico se volvió y la miró.

"Por favor, dígame: ¿qué fue exactamente lo que pasó?", le preguntó. "Sólo sé lo que dice el reporte: que ayer tuvo fiebre, la enviaron a casa de la escuela, salió corriendo de la casa, y esta mañana la encontró en el jardín de su casa. ¿Es así?"

"Hay más", Caitlin espetó, estaba decidida a que la escucharan. "Ella no sólo corrió de la casa. Ella … “ Caitlin hizo una pausa, tratando de encontrar la manera de expresarlo. "Ella … se transformó. Su fuerza -es difícil de explicar. Mi marido intentó detenerla, y ella lo lanzó por el cuarto. Ella me lanzó por el cuarto también. Y su velocidad era increíble: corrimos tras ella y no pudimos atraparla. No fue ‘que corrió de la casa.' Algo le pasó. Algo físico.”

El médico suspiró.

"Me doy cuenta que esto debe haber sido muy aterrador parausted", dijo, "como lo sería para cualquier otro padre. Pero, de nuevo, le aseguro que no hay nada malo en ella. De vez en cuando nos encontramos con episodios como éste, sobre todo entre los adolescentes. De hecho, hay un viejo diagnóstico para ella: el síndrome de conversión. También es conocido como "histeria". Puede abrumar al paciente quien puede experimentar un aumento de su fuerza, y llegar a hacer cosas fuera de lo normal. El estado puede durar varias horas, después de lo cual a menudo regresan a la normalidad. Es especialmente frecuente entre las adolescentes. Se desconoce la causa exacta aunque, en general, es provocada por un factor de estrés. ¿Scarlet estuvo bajo tensión en los días previos al evento? ¿Hubo algo diferente? ¿Nada en absoluto?"

Caitlin sacudió lentamente la cabeza, no aceptaba aun su explicación.

"Todo era perfecto en su vida. La noche anterior fue su decimosexto cumpleaños. Ella nos presentó a su nuevo novio. Estaba muy feliz. No estaba bajo ningún tipo de estrés.”

El médico le devolvió la sonrisa.

"Es decir, no notó que estuviera estresada, o ella no se lo dijo. Pero creo que usted misma respondió su pregunta: dijo que Scarlet les presentó a su nuevo novio. ¿No cree que podría ser estresante en los ojos de un adolescente? ¿la aprobación de los padres? Eso ciertamente podría haberle creado estrés que podría estar cargando. Por no hablar, que cumplió 16 años. La escuela secundaria, la presión social, los exámenes, los próximos SATs .... Hay un sinfín de posibles factores de estrés allí. A veces no siempre sabemos lo que puede dispararlo. Scarlet ni siquiera puede saberlo. Pero lo importante es que no tienen nada de qué preocuparse.”

"Doctor," Caitlin continuó, con mayor firmeza, "no fue solo un ataque de histeria, o como sea que lo llame. Como le estaba diciendo, algo pasó en esa habitación. Algo sobrenatural … "

Con los ojos muy abiertos, el médico la miró con dureza por un largo tiempo.

Caleb la interrumpió mientras se inclinaba hacia adelante.

"Lo siento, doctor, mi esposa ha estado bajo mucho estrés últimamente, como podrá entender."

"No estoy bajo estrés", Caitlin espetó, sonando demasiado estresada y contradiciendo sus propias palabras. "Yo sé lo que vi. Doctor, necesito que ayude a mi hija. Ella no es normal. Algo le pasó. Ella está cambiando. Por favor. Tiene que haber algo que pueda hacer. Algún lugar donde podamos llevarla.”

Atónito, el médico miró a Caitlin durante al menos diez segundos. Un silencio espeso flotaba en el aire.

"Señora. Paine ", comenzó lentamente," con todo respeto, yo trabajo en la profesión médica. Y médicamente, no hay absolutamente nada malo con su hija. De hecho, recomiendo que vuelva a la escuela hoy, y se olvide de todo este incidente tan pronto como pueda. Y en cuanto a sus ideas de … … no quiero sonar condescendiente, pero puedo preguntarle: ¿está viendo a alguien?”

Caitlin lo miró fijamente, tratando de entender lo que le estaba diciendo.

”¿Está usted actualmente en terapia, señora Paine?"

Caitlin se sonrojó, al darse cuenta de lo que estaba diciendo. Él creía que estaba loca.

"No", ella respondió rotundamente.

Él asintió lentamente.

"Bueno, sé que ahora estamos hablando de su hija, no de usted. Pero cuando las cosas se calmen, si me lo permite, le sugiero que hable con alguien. Puede ayudarla.”

Él tomo un bloc de notas, y comenzó a garabatear.

"Le voy a dar el nombre de un psiquiatra de primera categoría. Dr. Halsted, un colega mío. Por favor, llámelo. Todos pasamos por momentos de estrés en la vida. Él puede ayudarla.”

Entonces, el médico se puso de pie, extendiendo el papel a Caitlin. Ella y Caleb se pusieron de pie también, pero mientras miraba el papel, ella no podía hacerse a la idea de tomarlo. Ella no estaba loca. Sabía lo que veía.

Y no iba a tomar el papel.

Con su mano temblorosa, el médico sostuvo el papel, por demasiado tiempo, hasta que finalmente, Caleb se acercó y lo tomó.

"Gracias, doctor. Y muchas gracias por ayudar a nuestra hija.”




CAPÍTULO SEIS


Caitlin y Caleb caminaban por el pasillo del hospital hacia la sala de espera. Scarlet necesitaba unos minutos para recoger sus cosas y vestirse, y querían darle privacidad. Caitlin no podía creer lo rápido que había sido el alta: estarían fuera antes de las 9 de la mañana. Caitlin realmente quería que Scarlet se quedara en casa y descansara, pero Scarlet había insistido en ir a la escuela ese día.

Todo parecía surrealista. Hacía apenas unas horas, Ruth había despertado a Caitlin quien se preguntaba si su hija estaba viva o muerta. Ahora, a las 9 am, ella estaba aparentemente bien, y en camino a la escuela. Caitlin sabía que debería estar emocionada porque todo regresaba a la normalidad. Pero nada iba a ser normal otra vez. En su interior, estaba temblando, sentía que cosas mucho peores venían en camino.

Mientras caminaban hacia el atrio del hospital, una sala de espera de cristal con la luz del sol entrando por el cristal, techos altos, grandes brotes de bambú, y una gran fuente de burbujas en su centro, Caleb parecía más feliz que nunca. Él estaba decidido a olvidarse todo para que las cosas regresaran a la normalidad. Y eso la molestaba. Era como si él estuviera fingiendo que nada raro había sucedido.

“¿Entonces, eso es lo que haremos?” ella preguntó finalmente, cuando cruzaron la enorme habitación vacía, mientras sus pasos hacían eco sobre el piso de mármol. “¿Llevamos a Scarlet a la escuela como si nada hubiera pasado?"

Caitlin no quería empezar una pelea, pero no podía evitarlo. No podía pasarlo por alto.

"¿Qué otra cosa se supone que debemos hacer?", Caleb preguntó. "Ella dijo que se siente bien. El médico dijo que está bien. Las enfermeras dicen que está bien. Todas las pruebas muestran que está bien. No quiere volver a casa. Y no la culpo. ¿Por qué debería quedarse en su habitación todo el día, en la cama, cuando quiere ir a la escuela?

"Y, francamente", él añadió, "Creo que es una buena idea. Creo que debe seguir adelante con su vida. Creo que todos deberíamos ", agregó, mirando a Caitlin extrañamente, como si le estuviera dando un mensaje. "Fueron un día y una noche terribles, sin saber dónde estaba, o lo que le estaba pasando. Pero está de nuevo con nosotros. Eso es todo lo que importa. Eso es todo lo que me importa. Quiero olvidarlo y seguir adelante. No quiero pensar en ello. No creo que tampoco sea bueno para Scarlet. No quiero que tenga algún tipo de complejo y empiece a preocuparse por ella, si es normal. Me siento muy agradecido de que esté de nuevo con nosotros, y que esté segura y saludable. Eso es todo lo que importa, ¿no?"





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En RESUCITADO (Libro # 9 del Diario del vampiro), Scarlet Paine de 16 años está cambiando de maneras misteriosas. Ahora es sensible a la luz, es capaz de leer los pensamientos de la gente, y es más rápida y más fuerte de lo que nunca había sido. No entiende lo que le está pasando y trata de ignorarlo. Pero sólo podrá ignorarlo por mucho más tiempo. Su mamá, Caitlin Paine, sabe muy bien lo que le está sucediendo a su hija. Siglos atrás, experimentó la misma transformación en un vampiro una vez. Pero ahora, en el presente, es un simple ser humano, y no recuerda nada. Todo lo que tiene es el diario que encontró en el ático -su misterioso diario de vampiro- en el que cuenta sus hazañas en otro tiempo y lugar, y de cómo se erradicó la raza de vampiros. Pero ¿hubo una excepción a la regla? ¿Podría ser que Scarlet, su hija, fuera el último vampiro que quedaba sobre la tierra? Mientras Scarlet lucha con lo que se está convirtiendo, también lucha con sus sentimientos por Blake, un chico de su mismo año en la escuela de quien estaba enamorada. Sin embargo, no está segura si él también estaba enamorado de ella y, con el gran baile de Halloween a solo unos días, es mucha la presión. Ella haría cualquier cosa para que Blake la invitara a ir con él. Pero Vivian, la más malvada de las chicas populares de la escuela, también está en el radar de Blake, y estaba dispuesta a hacer cualquier cosa para hacer suyo a Blake -y para transformar la vida de Scarlet en un infierno. Por suerte Scarlet tiene su propia camarilla de amigos para ayudarla, incluyendo sus mejores amigas María y Jazmín. Ellas también tienen problemas con los chicos, pero no es hasta que aparece Sage, el chico nuevo y misterioso, con quien sus amigas obsesionan. Scarlet también se siente atraída por él y le sorprende que sea ella, de todas las niñas en la escuela, a quien él le presta atención. Pero tiene en su mente en Blake, al menos por ahora, y sigue esperando que el le pida ir al baile con él. Justo cuando parece que Scarlet tiene lo que quiere, su cuerpo cambia. Pronto, puede que le sea imposible estar cerca de sus compañeros humanos. Pronto, tendrá que elegir entre su deseo de vivir y su deseo de amor.

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