Книга - Traicionada

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Traicionada
Morgan Rice


Diario de un Vampiro #3
En TRAICIONADA (Libro # 3 Diario de un Vampiro), Caitlin Paine se despierta de un coma profundo para descubrir que se ha sido convertida. Ahora es un verdadero vampiro, se maravilla de sus nuevos poderes, incluyendo su habilidad para volar y su fuerza sobrehumana. Descubre que su verdadero amor, Caleb, está todavía a su lado, esperando pacientemente que se recupere. Tiene todo lo que soñaba. Hasta que de repente todo sale terriblemente mal. Caitlin se horroriza al descubrir a Caleb con su ex esposa, Sera y, antes de que Caleb tenga la oportunidad de explicarle, Caitlin le ordena que se vaya. Afligida y confundida, Caitlin quiere acurrucarse y morir, su único consuelo es su loba Rose. Caitlin también encuentra consuelo en su nuevo entorno. La han llevado a una isla escondida en el río Hudson -Pollepel- y vive en una cofradía de vampiros de élite adolescentes, niños y niñas por igual, 24 en total, incluyendo a ella. Se entera de que este es un lugar para los parias, que son igual a ella, y se encuentra con su nueva mejor amiga, Polly; comienza su entrenamiento en el combate élite de vampiros, se da cuenta de que finalmente podría tener un lugar al cual llamar hogar. Pero una guerra de vampiros se avecina, y su hermano Sam está en algún lugar, secuestrado por Samantha. El malvado Kyle ahora esgrime la mítica Espada y está en pie de guerra; no se detendrá ante nada para acabar con Nueva York. A pesar de estar en su nueva casa y de su búsqueda de un nuevo amor en el esquivo vampiro Blake, Caitlin sabe que sólo podrá permanecer en esta isla por un tiempo antes de que la llame su destino. Después de todo, ella sigue siendo la Elegida, y todos esperan que encuentre a su padre y la otra arma que podría salvarlos a todos. Dividida entre sus nuevos amigos y sus sentimientos hacia Caleb, tendrá que decidir donde está su corazón, y si está dispuesta a arriesgarlo todo para tratar de encontrar a Caleb y tenerlo en su vida una vez más ....







traicionada



(libro # 3 del Diario de un Vampiro)



morgan rice


Acerca de Morgan Rice



Morgan Rice es la escritora del bestseller #1: DIARIO DE UN VAMPIRO (THE VAMPIRE JOURNALS), una saga que comprende once libros (y siguen llegando); la saga del bestseller #1: TRILOGÍA DE SUPERVIVENCIA (THE SURVIVAL TRILOGY), thriller pos apocalíptico que comprende dos libros (y siguen llegando); y la saga de fantasía épica, bestseller #1: EL ANILLO DEL HECHICERO, que comprende trece libros (y contando).

Los libros de Morgan están disponibles en audio y edición impresa, y la traducción de los libros está disponible en alemán, francés, italiano, español, portugués, japonés, chino, sueco, holandés, turco, húngaro, checo y eslovaco (próximamente en otros idiomas).

A Morgan le encantaría tener comunicación con usted, así que visite www.morganricebooks.com (http://www.morganricebooks.com) para unirse a la lista de correo electrónico, recibir un libro gratuito, recibir regalos gratuitos, descargar una aplicación gratuita, obtener las últimas noticias exclusivas, conectarse a Facebook y Twitter, y ¡mantenerse en contacto!


Algunas Opiniones Acerca de las Obras de Morgan Rice



"TRAICIONADA es una gran entrega de esta serie. Morgan Rice realmente ha logrado convertirse en una ganadora con esta serie. Tiene un ritmo rápido, está llena de acción, amor, suspenso e intriga. Si usted no ha leído sus dos primeras novelas, leálas y luego ponga sus manos en TRAICIONADA. He leído estos libros en orden, pero cada uno de estos libros también está diseñado para ser leído de forma individual. Si usted no ha leído los dos primeros, lea TRAICIONADA. Estoy seguro que va a terminar comprando los dos primeros - ¡vale la pena leerlos todos ... una o dos veces!"

--VampireBookSite



" CONVERTIDA es un libro que puede rivalizar con TWILIGHT y Vampire Diaries, ¡y querrá seguir leyendo hasta llegar a la última página! Si a usted le interesa la aventura, el amor y los vampiros, ¡este libro es para usted!"

-- Vampirebooksite com



"Rice hace un gran trabajo jalando al lector en la historia desde el principio, gracias a su gran calidad descriptiva que trasciende la mera pintura de los escenarios .... Al estar tan bien escrita y ser de lectura rápida, CONVERTIDA es un buen inicio para una nueva serie de vampiros que seguramente será un éxito entre los lectores que buscan una historia ligera pero entretenida " .

--Black Lagoon Reviews



“Rice hace un gran trabajo para captar su atención desde el principio, al utilizar una gran calidad descriptiva que va más allá de la simple descripción de la ambientación... Bien escrito y sumamente rápido de leer”.

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“Es una historia ideal para lectores jóvenes. Morgan Rice hizo un buen trabajo dando un giro interesante... Innovador y singular. La saga se centra alrededor de una chica... ¡una chica extraordinaria! Es fácil de leer, pero con un ritmo sumamente rápido... Clasificación PG (Guía Paternal)”.

--The Romance Reviews (acerca de Turned)


Libros de Morgan Rice



EL ANILLO DEL HECHICERO (THE SORCERER’S RING)

LA SENDA DE LOS HÉROES (A QUEST OF HEROES) - (Libro #1)

LA MARCHA DE LOS REYES (A MARCH OF KINGS) - (Libro #2)

EL DESTINO DE LOS DRAGONES (A FATE OF DRAGONS) (Libro #3)

EL GRITO DE HONOR (A CRY OF HONOR) (Libro #4)

UNA PROMESA DE GLORIA (A VOW OF GLORY) (Libro #5)

UN DEBER DE VALOR (A CHARGE OF VALOR) (Libro #6)

UN GRITO DE ESPADAS (A RITE OF SWORDS) (Libro #7)

UNA SUBVENCIÓN DE ARMAS (A GRANT OF ARMS) (Libro #8)

UN CIELO DE HECHIZOS (A SKY OF SPELLS) (Libro #9)

UN MAR DE ESCUDOS (A SEA OF SHIELDS) (Libro #10)

UN REINADO DE HIERRO (A REIGN OF STEEL) (Libro #11)

UNA TIERRA DE FUEGO (A LAND OF FIRE) - (Libro #12)

EL DECRETO DE LAS REINAS (A RULE OF QUEENS) - (Libro #13)



LA TRILOGÍA DE SUPERVIVENCIA (THE SURVIVAL TRILOGY)

ARENA UNO: TRATANTES DE ESCLAVOS (SLAVERSUNNERS) - (Libro #1)

ARENA DOS (ARENA TWO) - (Libro #2)



DIARIO DE UN VAMPIRO (THE VAMPIRE JOURNALS)

TRANSFORMACIÓN (TURNED) (Libro #1)

AMORES (LOVED) (Libro #2)

TRAICIÓN (BETRAYED) - (Libro #3)

DESTINADO (DESTINED) (Libro #4)

DESEO (DESIRED) (Libro #5)

PROMETIDO (BETROTHED) (Libro #6)

PROMESA (VOWED) (Libro #7)

ENCUENTRO (FOUND) (Libro #8)

RESURRECCIÓN (RESURRECTED) (Libro #9)

ANSIAS (CRAVED) (Libro #10)

DESTINO (FATED) (Libro #11)











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Escuche (http://www.amazon.es/s/ref=nb_sb_noss_1?__mk_es_ES=%C3%85M%C3%85%C5%BD%C3%95%C3%91&url=search-alias%3Daps&field-keywords=morgan%20rice&sprefix=morga%2Caps&rh=i%3Aaps%2Ck%3Amorgan%20rice)la saga de “EL ANILLO DEL HECHICERO) THE SORCERER’S RING en formato de ¡audio libro!



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Audible (http://www.audible.com/pd/Sci-Fi-Fantasy/A-Quest-of-Heroes-Audiobook/B00F9DZV3Y/ref=sr_1_3?qid=1379619215&sr=1-3)

iTunes (https://itunes.apple.com/us/audiobook/quest-heroes-book-1-in-sorcerers/id710447409)


Copyright © 2013 de Morgan Rice

Todos los derechos reservados A excepción de lo permitido por la Ley de Derechos de Autor de EE.UU. de 1976, ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, distribuida o transmitida en forma o medio alguno ni almacenada en un sistema de base de datos o de recuperación de información, sin la autorización previa de la autora.

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Esta es una obra de ficción. Los nombres, personajes, empresas, organizaciones, lugares, eventos e incidentes son producto de la imaginación de la autora o son usados de manera ficticia. Cualquier parecido con personas reales, vivas o muertas, es solo coincidencia.



Arte Jacket © iStock.com / © Jen Grantham


ÍNDICE



UNO (#u856d51f1-5683-591b-b5f0-f7e83fbb39f3)

DOS (#ud03d15f0-f419-5c93-909e-bac3f220f53d)

TRES (#u6f1a5479-2ec2-5aa8-bc9c-e41ea842980c)

CUATRO (#ud59650d5-4a09-53c2-9ecc-306095a190bc)

CINCO (#u8041887b-095b-5e69-8276-2fb9ed356d36)

SEIS (#u5d1b053e-984d-5ac6-9836-7ea9ddea28e9)

SIETE (#uf69961d5-81aa-5f0e-b3e8-7f4e37b2c36d)

OCHO (#u5a06e093-4f5e-5371-b9f3-f98de195dd7e)

NUEVE (#litres_trial_promo)

TEN (#litres_trial_promo)

ONCE (#litres_trial_promo)

DOCE (#litres_trial_promo)

TRECE (#litres_trial_promo)

QUINCE (#litres_trial_promo)

DIECISEIS (#litres_trial_promo)

DIECISIETE (#litres_trial_promo)

DIECIOCHO (#litres_trial_promo)

DIECINUEVE (#litres_trial_promo)

VEINTE (#litres_trial_promo)

VEINTIUNO (#litres_trial_promo)

VEINTIDOS (#litres_trial_promo)

VEINTITRES (#litres_trial_promo)

VEINTICUATRO (#litres_trial_promo)

VEINTICINCO (#litres_trial_promo)

VEINTISEIS (#litres_trial_promo)


HECHO:



60 millas al norte de Manhattan, existe una isla pequeña y misteriosa en el río Hudson donde se encuentra un castillo escocés en ruinas. Esta isla es conocida como Pollepel, y lleva el nombre de una muchacha, Polly, quien, hace cientos de años, quedó atrapada en el hielo del río Hudson y terminó viviendo a sus orillas. La leyenda cuenta que fue románticamente rescatada por su novio, quien se casó con ella en la isla.


"Setenta puedo recordar bien,

Dentro del volumen del tiempo que he visto

Horas terribles y cosas extrañas; pero esta noche de dolor

Ha burlado antiguos saberes ".



- William Shakespeare, Macbeth


UNO



Isla Pollepel, Río Hudson , Nueva York

(Día de Hoy)



"¿Caitlin? " le llegó la voz. "¿Caitlin?"

Caitlin Paine escuchó la voz y luchó por abrir sus ojos. Los sentía muy pesados, sin embargo, por más que lo intentó, apenas pudo abrirlos. Finalmente, lo logró, sólo por un breve segundo, quería ver de donde provenía la voz.

Caleb.

Él estaba arrodillado a su lado, tomando su mano entre las suyas, tenía la preocupación grabada en su rostro.

"¿Caitlin? ", preguntó nuevamente.

Ella trató de orientarse, de quitar las inmensas telarañas de su cabeza. ¿Dónde estaba? Podía ver lo suficiente para notar que esta habitación hecha de piedra estaba vacía. Era de noche, y por un gran ventanal entraba la luz de la luna llena. Pisos de piedra, paredes de piedra, un techo abovedado de piedra. La piedra se veía suave y antigua. ¿Estaba en un claustro medieval?

Además de la luz de la luna, la habitación estaba iluminada por una pequeña antorcha fijada a la pared del fondo, y no daba mucha luz. Estaba demasiado oscuro para poder ver más.

Ella trató concentrarse en la cara de Caleb, tan cerca, a sólo un pie de distancia, la miraba con expectativa. Sus ojos parecían iluminarse mientras le apretaba la mano con más y más fuerza. Las manos de Caleb se sentían calientes. Las suyas estaban muy frías. Parecían sin vida.

A pesar de sus esfuerzos, Caitlin no pudo mantener abiertos sus ojos ni un segundo más. Estaban demasiado pesados. Se sentía... enferma no era la palabra . Se sentía ... pesada. Se sentía como flotando libremente, como si estuviera en un limbo, atrapada entre dos mundos. No se sentía conectada con su cuerpo, y no sentía que era parte de la tierra. Pero, tampoco sentía que estuviera muerta. Se sentía como si estuviera tratando de despertarse de un sueño muy, muy profundo.

Trató de recordar. Boston ... la Capilla del Rey ... la espada. Y entonces ... la apuñalaron. Yaciendo allí, muriendo. Y Caleb a su lado. Y entonces ... sus colmillos . Acercándose a ella.

Caitlin sintió un dolor sordo y punzante a un costado de su garganta. Debía ser donde la mordieron. Ella se lo había pedido – se lo había suplicado.

Pero por la forma en que se sentía ahora, no estaba segura de habérselo pedido. No se sentía bien. Sentía una sangre helada, fría correr por sus venas. Sentía como si hubiera muerto sin haber dado el siguiente paso. Como si estuviera atrapada.

Más que nada, sentía dolor. Un dolor sordo, palpitante en su costado inferior derecho y en el estómago. Debía ser donde la apuñalaron.

"Lo que está pasando es normal", dijo Caleb en voz baja. "No tengas miedo. Al principio, todos pasamos por eso cuando nos convirtieron. Te vas a sentir mejor. Te lo prometo. El dolor va a desaparecer. "

Ella quería sonreír, tocar y acariciar su rostro. El sonido de su voz hacía que todo en el mundo fuera perfecto. Hacía que todo valiera la pena. Ella estaría con él para siempre, ahora, y eso le dio esperanza.

Pero estaba demasiado cansada. Su cuerpo no estaba respondiendo a lo que su cerebro quería. No podía hacer que sus labios sonrieran y no tenía la fuerza para levantar su mano. Sintió que se volvía a quedar dormida...

De repente, sus pensamientos cambiaron nuevamente sacudiéndola para que despertase. La Espada ... yacía allí, y entonces ... la robaron. ¿Quién la tenía ahora?

Y entonces se acordó de su hermano, Sam. Inconsciente. Luego, ese vampiro se lo llevó. ¿Qué le había pasado ? ¿Estaba a salvo?

Y Caleb. ¿Por qué estaba aquí? Debería estar buscando la Espada. Deteniéndolos. ¿Estaba aquí sólo por su bien? ¿Estaba sacrificando todo para quedarse a su lado ?

Pregunta tras pregunta corría por su mente.

Reunió cada onza de la fuerza que tenía y abrió sus labios un poquito.

"La Espada", alcanzó a decir con la garganta tan seca que le dolió decirlo. "Tienes que ir ...", añadió. "Debes salvar ..."

"Shhh", dijo Caleb. "Descansa."

Quería decir algo más. Mucho más. Quería decirle lo mucho que lo amaba. Lo agradecida que estaba. Cuanto deseaba que él nunca se fuera de su lado.

Pero tendría que esperar. Una nueva ola de sopor cayó sobre ella, y sus labios simplemente no se volvieron a abrir. A su pesar, sintió que se hundía, se hundía, tambaleándose de nuevo en la oscuridad, de regreso a su estado de sueño inmortal.


DOS



Kyle volaba sobre el norte de Manhattan y nunca se había sentido tan eufórico. Detrás de él volaba Sergei, su obediente soldado, y detrás de él cientos de vampiros que se les habían unido en el camino. Ahora Kyle portaba la legendaria Espada en su cinturón, y no necesitaba decirse nada más. Vampiros malévolos a lo largo de la costa este ya habían escuchado la noticia y, muchas cofradías estaban ansiosas de unirse a Kyle. Sabían que la guerra estaba próxima y la reputación de Kyle era una garantía. Estos vampiros mercenarios sabían que, dondequiera que él fuera, no sería para nada bueno. Y querían formar parte.

Kyle sentía la emoción del creciente ejército detrás de él y, mientras volaba sobre la ciudad, sintió otra oleada de confianza. Sergei había hecho bien al agarrar la Espada y apuñalar a esa chica, Caitlin. De hecho, Sergei lo había sorprendido. Nunca había imaginado que Sergei fuera alguien en quien pudiera confiar. Lo había subestimado y, como recompensa, había decidido mantenerlo con vida, se había dado cuenta que podría ser un buen compañero. Estaba particularmente impresionado de que Sergei le había entregado la Espada diligentemente inmediatamente después de salir de la Capilla del Rey. Sí, Sergei sabía cual era su lugar. Si continuaba así, Kyle podría incluso promoverlo, hasta podría llegar a darle una pequeña legión de los suyos. Kyle odiaba la mayoría de cosas, de la mayoría de la gente, pero si algo apreciaba era la lealtad.

Sobre todo después de lo que su gente, el la Cofradía Marea Negra, había hecho con él. Después de miles de años de lealtad, Rexius, su líder supremo, había expulsado a Kyle como si fuera un nadie, como si sus miles de años de servicio no hubieran significado nada. Todo por un pequeño error. Resultaba impensable.

El plan de Kyle había funcionado a la perfección. Ahora esgrimía la espada, y nada, absolutamente nada, se interpondría en su camino. La guerra con la raza humana, y con las demás razas de vampiros, pronto iniciaría.

Al continuar hacia el centro, ahora sobre Harlem, Kyle descendió más cerca del suelo, usando su vista de vampiro para hacer acercamientos a los detalles abajo. Y sonrió de oreja a oreja.

La propagación de la peste bubónica era todo un éxito. Reinaban el alboroto y el caos. Esos pequeños patéticos humanos corrían en todas direcciones, conduciendo sus vehículos a alta velocidad en dirección contraria por las calles de un solo sentido, discutiendo entre ellos, saqueando tiendas. Vio que la mayoría de los humanos estaban cubiertos de llagas horribles, muestra de la presencia de la peste. También vio los cadáveres apilados en casi todas las esquinas. Aní abajo era Armagedón. Y nada podía hacerlo más feliz.

Sólo sería una cuestión de días para que todos los humanos en la ciudad se infectaran. En ese momento, Kyle y sus hombres podrían acabar fácilmente con el resto de ellos. Se alimentarían como nunca antes. Y luego esclavizarían al resto de la raza humana.

El único pequeño obstáculo que quedaba en su camino era la Cofradía Blanca, esos vampiros patéticos que se alimentaban sólo de animales y se creían mejores que los demás. Sí, tratarían. Pero no serían un rival para la Espada. Cuando terminara con los humanos, después acabaría con ellos.

En primer lugar, y lo más importante, tomaría de nuevo el lugar que le corresponía en su propia cofradía. Y lo haría con brutalidad. Rexius había cometido un grave error al castigarlo, creía Kyle, mientras tocaba y palpaba las cicatrices endurecidas en un costado de su cara, su terrible destino, su castigo por dejar escapar a Caitlin. Rexius pagaría por todas y cada una de las cicatrices de Kyle. Rexius era poderoso, pero ahora, con la espada, el poder de Kyle era aún mayor. Kyle no descansaría hasta que Rexius cayera muerto por su propia mano, y hasta que él se declarase como el nuevo líder supremo.

Kyle sonrió ampliamente ante la idea. El líder supremo. Después de todos estos miles de años, se lo merecía. Era su destino.

Kyle y sus hombres volaron y volaron, sobre Central Park, a lo largo Midtown, sobre Union Square, sobre Greenwich Village ... y, finalmente, llegaron al parque del Ayuntamiento.

Kyle bajó con elegancia, cayendo sobre sus pies, y el rebaño de ahora cientos de vampiros aterrizó detrás de él. El ejército de Kyle había crecido más de lo que pudiera creerse. Qué manera de regresar, él pensó.

Kyle estaba a punto de dirigirse a las puertas del Ayuntamiento, estrellar su puerta y comenzar su guerra, cuando notó algo por el rabillo del ojo. Algo que lo molestaba.

Kyle utilizó su visita para hacer un zoom de varias cuadras y poder observar de cerca el caos frente al puente de Brooklyn. Cientos de coches estaban atrapados en el tráfico, atascados unos contra otros, sin poder moverse enfrente del puente. Todos querían salir.

Pero el puente estaba acordonado. Varios tanques y camiones militares bloqueaban el camino, docenas de soldados sentados sobre los tanques apuntaban a la multitud con ametralladoras. A ningún humano le era permitido salir de la isla de Manhattan. Los militares buscaban evitar que la plaga se propaguase. Probablemente, habían bloqueado todos los puentes y túneles.

Por un lado, eso era exactamente lo que Kyle deseaba: facilitaba las cosas, ya que todos los seres humanos estarían atrapados en Manhattan y podría matarlos a todos con mayor facilidad.

Pero, por otro lado, ahora que lo veía con sus propios ojos, se le revolvió el estómago. Odiaba a la autoridad -de todo tipo. Y eso incluía a los militares. Casi se compadecía de las masas de seres humanos que clamaban por salir de la isla. Eran detenidos por elementos de autoridad. Las venas de Kyle hervían ante la idea.

Entonces, se le ocurrió algo. ¿Por qué no dejar que algunos humanos salieran de la isla? De hecho, eso serviría a su propósito. Desparramarían la plaga más lejos. A Brooklyn, para empezar. Sí, eso podría ser muy conveniente, totalmente.

De repente Kyle se elevó de nuevo en el aire y voló hacia el pie del puente de Brooklyn. Inmediatamente, los cientos de vampiros lo siguieron pisándole los talones.

Bien, pensó. Eran leales y obedientes, y no hacían preguntas. Sin lugar a dudas, éste será un ejército muy útil.

Kyle aterrizó en la base del puente de Brooklyn, sobre el capó de un auto, y los cientos de vampiros aterrizaron sobre otros autos, el sonido de sus botas clic - clac cuando tocaron el suelo.

De repente, las bocinas de los autos empezaron a sonar. Parecía que a los humanos no les gustaba que la gente caminara sobre sus autos.

Nuevamente, la ira se apoderó de Kyle, quien pensó en la ingratitud de estos patéticos humanos, haciendo sonar sus bocinas cuando él había llegado para ayudarlos.

De pie sobre el capó de un SUV de Saab, que sonaba su bocina, él se detuvo. Había estado a punto de saltar al suelo para hacer frente a los militares pero, en cambio, se volvió lentamente y miró a través del parabrisas a la familia que lo miraba con furia.

Era una típica familia fresa. En el asiento delantero, se encontraba el marido y la mujer, en sus 40s, y detrás de ellos, sus dos hijos. El marido bajó la ventanilla y agitó el puño hacia Kyle.

" Quítate de mi capó! " gritó el hombre.

Kyle, de pie sobre el capó, se hincó sobre una rodilla, se tiró hacia atrás, y lanzó su puño a través del parabrisas. Agarró al hombre por el cuello de su playera y, en un solo movimiento, lo jaló hacia él a través del parabrisas. Había vidrio rotos por todas partes, mientras los gritos de la esposa y los hijos del hombre iluminaban la noche.

Sonriendo, Kyle se puso de pie sobre el capó, levantó al hombre por sobre su cabeza.

El hombre gemía y lloraba, su cabeza estaba cubierta de sangre por los cristales rotos.

Kyle retrocedió y, con una amplia sonrisa, arrojó al hombre por el aire como si fuera un avión de papel. El hombre voló a cientos de metros y aterrizó en medio del tráfico, sobre el capó de otro auto. Muerto, Kyle esperaba.

Kyle regresó a lo que se traía entre manos. Saltó del coche y corrió hacia los enormes tanques que bloqueaban el puente. Podía sentir detrás de él a los cientos de soldados que lo seguían.

A medida que se acercaba, todos los soldados se ponían más y más tensos. Varios de ellos levantaron sus ametralladoras y le apuntaron.

Había un perímetro sin coches ni gente a unos cien metros de distancia de los tanques, uno que nadie parecía dispuesto a cruzar.

Pero Kyle felizmente cruzó la línea, y caminó de frente hacia el espacio abierto, directamente hacia el tanque.

" ¡Alto! " un soldado gritó por un megáfono . "¡No se acerque más! ¡Dispararemos en el acto!"

Kyle sonrió ampliamente mientras seguía marchando, directamente hacia el tanque.

"Dije ¡NO SE MUEVA! " El soldado volvió a gritar. "¡Esta es tu ÚLTIMA advertencia! Hay un toque de queda en vigor. ¡Tenemos órdenes de disparar contra cualquier persona por la noche! "

Kyle sonrió aún más.

" Soy el dueño de la noche", respondió.

Kyle continuó caminando hacia ellos y, de repente, ellos abrieron fuego. Docenas y docenas de soldados dispararon sus ametralladoras hacia Kyle y sus hombres.

Kyle sintió el dolor de las balas que rebotaban en su cuerpo. Una tras otra, todas rebotaban en su pecho y brazos y la cabeza y las piernas. Se sentían como gotas de lluvia, pero más fuerte. Sonrió ante estas patéticas armas de los humanos.

Kyle vio las expresiones de horror en los rostros de los soldados, en tanto empezaban a darse cuenta de que él ni se inmutaba. No podían entender cómo él podía seguir caminando. Así como sus seguidores.

Pero los soldados no tuvieron tiempo para reaccionar. Kyle se acercó al tanque más cercano, se deslizó debajo, colocó ambas manos debajo de los peldaños, y con una fuerza sobrehumana, lo levantó por encima de su cabeza. Caminó varios metros, cargando el tanque por encima de su cabeza, hasta la barandilla del puente. Al poder mantener el equilibrio, varios soldados cayeron del tanque mientras él caminaba. Pero docenas de otros soldados se aferraron, agarrando el metal, tratando de sostenerse a como diera lugar.

Gran error.

Kyle dio tres pasos a la carrera, alzó de nuevo el tanque, y lo lanzó por todo lo que valía la pena.

El tanque se fue volando por el aire, docenas de pies, limpiando la orilla del carril.

Viajó por los aires sobre el puente de Brooklyn, cayéndo cientos de metros hacia el río. El tanque giró y giró, y los soldados gritaban mientras se soltaban, cayendo en picada. Finalmente, el tanque tocó el agua arrojando enormes cantidades de agua.

De repente, el tráfico se desatascó. Sin dudar, los ansiosos neoyorquinos pisaron el acelerador, y los autos se apuraron por el carril ahora abierto del puente. En cuestión de segundos, cientos de autos corrían fuera de Manhattan. Kyle miraba las caras de los conductores al pasar, muchos ya estaban infectados con la peste.

Kyle sonrió ampliamente. Iba a ser una noche hermosa.


TRES



Samantha observó las monumentales puertas dobles abrirse y crujir ante ella, y sintió un agujero en el estómago. Escoltada por varios guardias vampiros, entró a la sala de audiencias de su líder. No la estaban sujetando - nunca se atreverían - pero la acompañaban de cerca, y el mensaje era claro. Ella seguía siendo uno de ellos, pero estaba bajo arresto domiciliario, al menos hasta que tuviera su encuentro con Rexius. Él la había convocado como un soldado, pero también la estaba convocando como un prisionero.

Las puertas se cerraron con un golpe detrás de ella, y ella pudo ver que la enorme sala estaba llena. No había visto una convocatoria de este tipo en años. Había cientos de compañeros vampiros en la habitación. Era claro que todos querían ver, saber las noticias, qué había ocurrido con la Espada. Cómo ella había permitido que se la quitaran.

Sobre todo, era probable que deseaban verla castigada. Sabían que Rexius era un líder implacable y que incluso el más pequeño error exigía un castigo. Una transgresión de esta magnitud ameritaba un castigo extravagante.

Samantha lo sabía. No intentaba escapar de su destino. Había aceptado una misión, y había fracasado. Había encontrado la Espada , sí, pero también la había perdido. Había permitido que Kyle y Sergei se la robaran.

Todo pudo haber sido perfecto. Recordaba claramente la Espada, allí, sobre el piso de la Capilla del Rey, en el pasillo, a unos pocos metros de su alcance. Estaba a sólo unos segundos de tenerla, de cumplir su misión, de ser la heroína de su cofradía.

Y entonces, Kyle y ese horrible compañero suyo, Sergei, tuvo que llegar, quitándola de en medio, robándosela de su mano. No era justo. ¿Cómo pudo haberlo anticipado?

Y ahora, ¿qué era? La villana. Quien dejó ir la Espada. Quien hizo fracasar la misión. Oh, sí , lo pagaría con el infierno. No tenía dudas.

Ahora lo único que deseaba era que Sam estuviera seguro. Lo habían noqueado, inconsciente, y ella lo había cargado, lo había llevado todo el camino de regreso hasta allí. Quería tenerlo cerca. No estaba preparada para dejarlo ir, y no sabía dónde más para llevarlo. Había logrado introducirlo, y lo había escondido en un lugar seguro, en el subsuelo, en una habitación vacío de su cofradía. Nadie la había visto, al menos eso creía. Él estaría a salvo allí, lejos de las miradas inquisidoras de estos vampiros. Ella le daría su informe a Rexius, sufriría su castigo, y después, esperaría hasta el amanecer, cuando todos estuvieran dormidos, y se escaparía con Sam.

Por supuesto, no podía escapar inmediatamente. Tendría que informar primero, recibir su castigo o, de lo contrario su cofradía la perseguiría y tendría que estar huyendo por el resto de su vida. Una vez que recibiera su castigo, nadie saldría en su búsqueda. Entonces, podría llevarse a Sam y huir lejos de aquí, y podrían establecerse en alguna parte. Solo los dos.

No había anticipado que el muchacho, Sam, que pudiera cogerle el corazón como lo había hecho. Cuando pensaba ahora en sus prioridades, primero pensaba en él. Quería estar junto a él. Necesitaba estar junto a él. De hecho, podía parecer una locura, incluso para ella, pero ya no podía imaginar su vida sin él. Estaba furiosa consigo misma. No sabía cómo había dejado que las cosas llegasen a este punto. Enamorarse de un adolescente. Mucho menos de un humano. Se odiaba por ello. Pero era lo que era. No tenía sentido tratar de cambiar lo que sentía.

Esta idea le dio fuerza, mientras se acercaba lentamente al trono de Rexius dispuesta a recibir su condena. Sufriría un dolor indescriptible, lo sabía, pero pensar en Sam le daba fuerza. Tendría un motivo para volver. Y Sam estaría protegido, a salvo de todo esto. Esa idea la ayudaría a soportarlo.

Pero, ¿él podría amarla después de que ella recibiera el castigo? Si es que conoce a Rexius, él le tenía reservado el tratamiento con ácido Iórico, y marcaría su cara todo lo que pudiera. Ella podría perder lo mejor de su físico. ¿Aún así Sam la seguiría amando? Esperaba que sí.

Un silencio descendió sobre la la sala, mientras los cientos de vampiros se acercaban más, impacientes por ver el cambio. Samantha dio unos pasos hacia Rexius y se puso de rodillas inclinando la cabeza.

A sólo unos pies de distancia, Rexius observaba desde su trono, sus ojos azules duros y helados la perforaban. La miró fijamente durante lo que parecieron varios minutos, aunque Samantha sabía que probablemente se trataba de solo unos segundos. Mantuvo su cabeza hacia abajo. Sabía que no debía cruzar miradas con él.

"Entonces," comenzó Rexius, su voz ronca cortaba el aire, "el pollo viene a casa a dormir."

Siguieron varios minutos más de silencio, mientras él examinaba a Samantha. Ella sabía que no debía tratar de justificarse bajo ningún motivo. Sólo mantenía su cabeza baja.

"Te envié a una misión muy sencilla", continuó. "Después de los fracasos de Kyle, necesitaba a alguien en quien pudiera confiar. Mi soldado más valioso. Nunca me habías decepcionado antes, no en miles de años", dijo mirándola fijamente. "Pero en esta, esta sencilla misión de alguna manera te las ingeniaste para fallar. Y a fracasar lamentablemente."

Samantha bajó la cabeza otra vez.

"Entonces. Dime exactamente lo que pasó con la espada. ¿Dónde está? "

" Mi señor," ella comenzó lentamente, "ubiqué a la muchacha. Caitlin. Y a Caleb. Los encontré a los dos. Y encontré la Espada. Hasta logré que Caitlin me la cediera. Estaba sobre el piso, a mi alcance. En cuestión de segundos, seguramente habría estado en mis manos para traérsela de regreso."

Samantha tragó saliva.

"No pude anticipar lo que sucedió después. Me sorprendieron, Kyle me atacó."

Un fuerte murmullo estalló por toda la habitación repleta de vampiros.

"Antes de que pudiera agarrar la Espada", continuó, " Kyle ya la había tomado. Huyó de la iglesia, ya no podía hacer nada. Traté de encontrarlo, pero ya se había ido. Ahora, la Espada está en su poder."

Un murmullo aún más fuerte se propagó por toda la habitación. Se podía palpar la ansiedad en la sala.

" ¡SILENCIO! " gritó una voz.

De a poco, el murmullo se apagó.

"Entonces," comenzó Rexius , "después de todo, permitiste que Kyle tomara la espada. Prácticamente, se la entregaste."

Samantha sabía qué debía hacer, pero no pudo contenerse. Tenía que decir algo en su defensa. "Mi señor, no había nada que pudiera hacer- "

Rex la interrumpió con solo un movimiento de cabeza. Ella temía ese gesto. Significaba que lo que seguí no era nada bueno.

"Gracias a ti, ahora tengo que prepararme para dos guerras. Esta guerra patética con los humanos, y ahora una guerra con Kyle."

Un pesado silencio cubrió la habitación, y Samantha sintió que su castigo era inminente. Estaba lista para recibirlo. Con firmeza, mantuvo en su mente la imagen de Sam, y el hecho de que no podían matarla así nomás. Ellos nunca lo harían. Habría una vida después de esta, algún tipo de vida, y Sam estaría en ella.

"Tengo un castigo muy especial reservado para ti", dijo Rexius mientras su boca se rompía lentamente en una sonrisa.

Samantha oyó las amplias puertas dobles abrirse detrás de ella y se volvió para ver.

Su corazón se estremeció.

Allí, arrastrado por dos vampiros, encadenado de pies y manos estaba Sam.

Lo habían encontrado.

Estaba amordazado, y por mucho que se retorciera y tratara de emitir algún sonido, no podía. Sus ojos se abrieron en shock y miedo. Lo arrastraron hacia un lado de la habitación, las cadenas repiqueteaban, lo sostenían firmemente, obligándolo a mirar.

"Parece que no sólo perdiste la Espada, sino que también has desarrollado un afecto por un humano, en contra todas las reglas de nuestra raza", dijo Rexius. "Tu castigo, Samantha, será ver sufrir lo que es más querido para ti. Puedo intuir que lo más querido para ti no eres tú. Es este niño. Este pequeño y patético muchacho humano. Muy bien," dijo inclinándose aun más cerca y sonriendo. "Entonces, es así cómo serás castigada. Vamos a infligir un dolor terrible a este muchacho."

El corazón de Samantha latía fuertemente en el pecho. Era algo que no había previsto, y no podía permitir. A cualquier precio.

Entonces, entró en acción, saltó en dirección de los asistentes de Sam. Se las arregló para llegar hasta uno de ellos, cuando pateó su pecho con fuerza, salió volando hacia atrás.

Pero antes de que pudiera atacar al siguiente, varios vampiros estaban sobre ella, la agarraron y la sujetaron. Ella luchó con toda su fuerza, pero eran demasiados y no pudo rivalizar con todos los vampiros al mismo tiempo.

Impotente, observó cómo varios vampiros arrastraron a Sam hacia el centro de la habitación. Lo colocan en el área reservada para quienes serían sometidos al tratamiento ácido de Iórico. El castigo era indescriptiblemente doloroso para los vampiros. Los dejaba marcados de por vida.

En un ser humano, sin embargo, el dolor era incalculable, y el castigo implicaba, seguramente, una muerte horrible. Llevaban Sam a su ejecución. Y la obligaban a mirar.

Rexius sonrió aún más cuando encadenaron a Sam al lugar. Cuando Rexius asintió, uno de los asistentes arrancó la cinta de su boca.

Inmediatamente, Sam miró a Samantha con miedo en sus ojos.

"Samantha", gritó. "¡Por favor! ¡Sálvame! "

A su pesar, Samantha se echó a llorar. No había nada, absolutamente nada que pudiera hacer.

Seis vampiros deslizaron un enorme caldero de hierro, que burbujeaba y silbaba, en la parte superior de una escalera. Pusieron el caldero en posición, justo por sobre la cabeza de Sam.

Sam levantó la mirada hacia el caldero.

Y lo último que vio fue el líquido salir de la caldera, burbujeando y silbando, cayendo directamente sobre su rostro.


CUATRO



Caitlin estaba corriendo. El campo de flores llegaba a su cintura, y al correr, Caitlin abría un camino entre las flores. El sol, rojo sangre, estaba sentado, como una enorme bola, sobre el horizonte.

De pie, dando su espalda al sol, en el horizonte, estaba su padre. O al menos su silueta. Sus rasgos eran difíciles de reconocer, pero ella sabía que se trataba de él.

Mientras Caitlin corría y corría desesperadamente para verlo y abrazarlo, el sol se hundió rápidamente, demasiado rápido. Todo ocurrió en un instante y, en cuestión de segundos, el sol había desaparecido por completo.

Se dio cuenta que estaba atravesando el campo en el medio de la noche. Su padre seguía allí, esperando. Ella sentía que él quería que ella corriera más rápido, él quería abrazarla. Pero sus piernas no le permitían correr más rápido y, aun por mucho que lo intentara, él parecía alejarse cada vez más.

Mientras corría, la luna se elevó en el horizonte - una luna enorme, rojo sangre- cubriendo todo el cielo. Caitlin pudo notar todos sus detalles, las marcas, los cráteres. Todo era muy claro. Su padre estaba de pie, como una silueta y, cuando ella trató de correr aún más rápido, parecía estar corriendo hacia la luna.

Pero no podía llegar. De pronto, sus piernas y sus pies no se movieron más. Miró hacia abajo: las flores se habían enroscado en sus tobillos y sus piernas y se transformaban en vides. Eran tan gruesas y fuertes que ya no pudo moverse en absoluto.

Mientras observaba, una enorme serpiente se deslizó hacia ella, por el campo. Trató de zafarse, escapar, pero no podía. Solo podía observarla mientras la víbora se acercaba. Cuando estuvo cerca, la serpiente saltó en el aire, lanzándose directamente hacia su garganta. Caitlin se dio la vuelta y gritó mientras sentía los largos colmillos perforar su garganta. El dolor era horrible.



Caitlin se despertó sobresaltada, se sentó en la cama, respirando con dificultad. Tocó su garganta y sintió las dos cicatrices endurecidas. Por un momento, confundió su sueño con la realidad y miró alrededor de la habitación buscando la serpiente. No había nada.

Se frotó la garganta. La herida aún le dolía pero no tanto como en el sueño. Respiró profundamente.

Caitlin estaba cubierta de un sudor frío, su corazón aún latía con fuerza. Se limpió la cara y los lados de las sienes y sentía su pelo húmedo y frío pegado a su cara. ¿Cuánto tiempo había pasado desde que se había bañado? ¿Se lavó el pelo? No lograba recordar. ¿Cuánto tiempo había estado acostada allí? ¿Y dónde estaba exactamente?

Caitlin miró alrededor de la habitación. Era el mismo lugar que recordaba de un tiempo atrás - ¿era de un sueño o había estado despierta aquí antes? La habitación era totalmente de piedra y tenía una larga ventana arqueada, a través de la cual podía ver el cielo nocturno y la enorme luna llena, su luz se vertía en la habitación.

Se sentó en el borde de la cama y se frotó la frente tratando de recordar, cuando sintió un dolor tremendo en su costado. Se agachó y pudo palpar la costra de una herida. Trató de recordar de que era. ¿Alguien la había atacado?

Caitlin se puso a pensar y, de a poco pero sin pausa, empezó a recordar los detalles. Boston. El Camino de la Libertad . La Capilla del Rey. La espada. Luego ... sera atacada. Luego...

Caleb. Él había estado allí, mirándola desde arriba. Ella había sentido como su mundo se desvanecía y le había pedido. Conviérteme, se lo había rogado...

Caitlin levantó sus manos y palpó las dos marcas en el costado de su cuello, y se dio cuenta que él la había escuchado.

Eso aclaraba todo. Caitlin se paró de un salto. Estaba claro, había sido convertida. La habían llevado a alguna parte, probablemente, para su recuperación, probablemente bajo la mirada vigilante de Caleb. Se tocó los brazos y las piernas, torció su cuello, palpó su cuerpo...

Se sentía diferente, no tenía duda. Ya no era la misma de antes. Sintió una fuerza sin límites corriendo por ella. Un deseo de correr, de correr a velocidad, de atravesar las paredes, de saltar en el aire. También sintió algo más: dos protuberancias leves en la espalda detrás de sus omóplatos. Eran muy sutiles, pero las sentía. Alas. Ella sabía, sentía, que si fuera a volar, se abrirían.

Caitlin cayó embriagada por su fuerza que apenas descubría. Desesperadamente, deseaba probarla. Se sentía encerrada, no tenía idea de cuánto tiempo había estado allí - y quería saber cómo era esta nueva vida. También sintió algo más que era novedoso: el sentido de la imprudencia. La sensación que no podía morir. Que podía cometer errores estúpidos, que tenía vidas infinitas para probar. Quería llevar las cosas al límite.

Caitlin se volvió y miró por la ventana al cielo nocturno . La ventana tenía un amplio arco, no tenía vidrio, y estaba abierta a los elementos. Típico de un antiguo claustro medieval.

En el pasado, la anterior, la Caitlin humana habría dudado, habría pensado lo que iba a hacer, habría dudado. Pero la Caitlin vuelta a nacer no tenía dudas. Prácticamente al segundo que lo pensó, tomó carrera directamente hacia la ventana.

Con unos pocos pasos, Caitlin saltó al alféizar de la ventana y se lanzó en el aire.

Una parte de ella, algún instinto, le dijo que una vez que estuviera en el aire, brotarían sus alas. Si estaba equivocada, se desplomaría cientos de pies en la tierra. Pero la Caitlin vuelta a nacer sentía como si nunca más podría equivocarse.

Y no lo estaba. Cuando Caitlin saltó hacia la noche, sus alas brotaron desde detrás de sus hombros y sintió la emocionante sensación de volar, de deslizarse por el aire. Estaba encantada con sus alas anchas y largas, estaba encantada de sentir el aire fresco y limpio de la noche en su rostro, su cabello y su cuerpo. La luna estaba tan llena y tan grande que iluminaba la noche como si fuera de día.

Cuando Caitlin miró hacia abajo, se le concedió una vista de pájaro. Había sentido la presencia del agua y había tenido razón. Estaba en una isla. A su alrededor, en todas direcciones, se extendía un río enorme y hermoso, sus aguas estaban tranquilas, iluminadas por la luz de la luna. Era el río más ancho que jamás hubiera visto. Y, en el medio, estaba la pequeña isla donde había dormido. Era una pequeña isla, de poco más de una docena de acres, en un extremo se erguía un castillo escocés desmoronado, parcialmente en ruinas. Un espeso bosque ocupaba totalmente el resto de la isla.

Mientras Caitlin volaba por arriba y por debajo de las corrientes de viento, girando, bajando en picada y planeando, rodeó la isla nuevamente. El castillo era enorme, se veía magnífico. En partes lucía desmoronado, pero otras, las ocultas a la mirada, en el interior, estaban perfectamente intactas. Había patios interiores y patios exteriores, murallas, torres, escaleras de caracol, y más y más acres de jardines. Era lo suficientemente grande para albergar un pequeño ejército.

Cuando descendió, notó que el interior del castillo estaba iluminado con antorchas. Y había gente pululando alrededor. ¿Eran vampiros? Sus sentidos le dijeron que lo eran. Su propia especie. Caminaban alrededor interactuando entre sí. Algunos estaban entrenando, luchaban con espadas, jugaban. La isla estaba rebosante de actividad. ¿Quiénes eran estas personas? ¿Por qué ella estaba aquí? ¿Ellos la habían acogido?

Cuanco Caitlin concluyó su círculo, vio la habitación de la que había saltado. Se había estado quedando en la parte superior de la torre más alta que daba a una gran muralla, una terraza amplia y abierta. Sobre la terraza, había un vampiro solitario. Caitlin no necesitó volar más cerca para saber quién era. Ya lo sabía en su corazón y en su alma. Ahora, su sangre corría por ella, y lo amaba con todo su corazón. Y ahora que la había convertido, lo amaba con algo más que amor. Sabía que, aun desde esta distancia, que la silueta solitaria fuera de su habitación era Caleb.

Su corazón se disparó al verlo. Él estaba aquí. Estaba realmente allí. Esperando, justo afuera de su habitación. Debió haber estado esperando que se recuperara. Todo este tiempo.

¿Cómo saber cuánto tiempo había pasado? Él nunca se había ido de su lado. Inclusive con todo lo que había pasado, con todo lo que estaba pasando ahora. Ella lo amaba más de lo que podía creer. Y ahora estarían juntos para toda la eternidad.

Él estaba allí, inclinado sobre la muralla, miraba hacia abajo en el río, se veía preocupado y triste.

Caitlin se lanzó directamente hacia él, quería sorprenderlo e impresionarlo con su habilidad recién descubierta.

Con sorpresa, Caleb miró hacia arriba y su rostro se iluminó de alegría.

Pero al aterrizar, de repente algo salió mal. Sintió que perdía el equilibrio, perdía control. Como si estuviera entrando demasiado rápido y no pudiera reducir la velocidad a tiempo. Al posarse sobre la muralla, su rodilla topó con la piedra y aterrizó con demasiada fuerza, cayendo sobre la piedra.

"Caitlin" Caleb exclamó y corrió hacia ella.

Caitlin yacía sobre la piedra sintiendo un nuevo dolor correr por su pierna. Estaba bien. Si hubiera sido la anterior Caitlin, simplemente un humano, se habría roto varios huesos. Pero esta nueva Caitlin sabía que iba a recuperarse, recuperarse rápidamente, probablemente en cuestión de minutos.

Pero estaba apenada. Había querido sorprender e impresionar a Caleb. Ahora se veía como una idiota.

"Caitlin", él le preguntó nuevamente, arrodillado a su lado, poniendo una mano sobre su hombro. "¿Estás bien?"

Ella lo miró y le sonrió tímidamente.

"Bonita manera de querer impresionarte," dijo ella, sintiéndose como una tonta.

Pasó su mano por el costado de su pierna y palpó su herida.

"Ya no soy más una humana", le espetó. "No tienes que preocuparte por mí."

Inmediatamente se arrepintió de sus palabras, y su tono. Se escuchaba como una acusación, casi como si lamentase haberse convertido. No había querido expresarse con un tono áspero. Por el contrario, amaba sus detalles, le encantaba que aún fuera tan protector. Habría querido darle las gracias, decirle todo esto y más pero, como de costumbre, la había regado, y dijo exactamente lo incorrecto en el momento incorrecto.

Qué terrible primera impresión como la nueva Caitlin. Todavía no podía mantener la boca cerrada. Era evidente que algunas cosas nunca cambian, ni aún con la inmortalidad.

Ella se sentó, y estaba a punto de poner la mano sobre su hombro y pedirle disculpas, cuando de repente, oyó un gemido y sintió una nube peluda en su rostro. Se echó hacia atrás y se dio cuenta qué era.

Rose. Su loba cachorro, Rose saltó a los brazos de Caitlin. Rose gemía de la emoción y lamía toda la cara de Caitlin. Caitlin se soltó a reír. Le dio un abrazo a Rose, la hizo hacia atrás y la miró.

Seguía siendo un cachorro, pero Rose había crecido y era más grande de lo que Caitlin recordaba. Caitlin recordó cuando vio a Rose por última vez, en la Capilla del Rey, tirada sobre el piso, sangrando, con un disparo de Samantha. Había estado segura que Rose había muerto.

"La libró", dijo Caleb, como siempre leyendo su pensamiento. "Ella es fuerte. Al igual que su madre", añadió con una sonrisa.

Caleb debió haber estado cuidándolas a las dos todo este tiempo.

" ¿Cuánto tiempo estuve inconsciente?" preguntó Caitlin.

"Una semana", dijo Caleb.

Una semana, pensó Caitlin. Increíble.

Sentía que había estado inconsciente por años. Sentía como si hubiera muerto y hubiera vuelto a la vida, pero de una nueva forma. Sentía que había recibido una limpia, que estaba haciendo borrón y cuenta nueva.

Pero al recordar todo lo que estaba ocurriendo, se dio cuenta de que una semana había sido una eternidad. Habían robado la espada. Y su hermano Sam había sido secuestrado. Una semana entera había transcurrido. ¿Por qué Caleb no había ido a buscarlos? Cada minuto era importante.

Caleb se puso de pie y lo mismo hizo Caitlin. Ella se paró frente a él y lo miró a los ojos. Su corazón comenzó a latir. No sabía qué hacer. ¿Cuál era el protocolo, la etiqueta, ahora que ambos eran verdaderos vampiros? ¿Que él era quien la había convertido? ¿Eran una pareja? ¿Él la amaba tanto igual ahora que ella era de su misma raza? ¿Ahora que estarían juntos para siempre?

Se sentía muy nerviosa, como si hubiera más en juego, como nunca antes.

Ella levantó la mano y la puso suavemente sobre su mejilla.

Él la miró a los ojos, sus ojos brillaban con la luz de la luna.

"Gracias," ella dijo en voz baja.

Habría querido decir: Te amo, pero no se hubiera escuchado bien. Ella habría querido preguntar: ¿estarás conmigo para siempre ? ¿Todavía me amas?

Pero a pesar de todo, a pesar de todos sus nuevos poderes, no tenía el valor para decirlo. Al menos pudo haber dicho, Gracias por salvarme, o, Gracias por cuidar de mí, o Gracias por estar aquí. Sabía lo mucho que él había sacrificado para estar allí. Pero lo único que pudo decir fue Gracias.

Él sonrió lentamente, extendió su mano y con cuidado quitó el pelo de la cara de Caitlin y lo trabó detrás de su oreja. Luego, deslizó el dorso de su mano, tan suave, por su cara, examinándola.

Ella se preguntó en qué estaba pensando. ¿Estaba a punto de manifestar su amor eterno por ella? ¿La besarla?

Sentía que él estaba a punto de hacerlo cuando de pronto ella se puso nerviosa. Nerviosa por su nueva vida. Nerviosa por lo que pasaría si no llegaba a funcionar. Así que, en lugar de saborear el momento, tuvo que arruinarlo, abriendo su bocaza cuando lo único que quería hacer era mantenerla cerrada.

"¿Qué pasó con la Espada?" ella preguntó.

La expresión de la cara de Caleb cambió por completo. Dejó de ser una mirada de amor, de pasión para ser una de profunda preocupación. Lo vio transformarse en un instante, como una nube oscura pasando en un cielo de verano.

Él se volvió y dio varios pasos hacia el borde de la muralla de piedra dándole la espalda, y miró hacia el río.

Eres un idiota, pensó para sí misma. ¿Por qué tuviste que hablar? ¿Por qué no pudiste dejar que te besara?

A ella le importaba la Espada, era cierto, pero no tanto como él. Ellos, como pareja. Pero ella había arruinado el momento.

"Temo que la espada desapareció," dijo Caleb en voz baja, aun de espaldas a ella, mirando el río. "Nos la robaron. Primero, Samantha y luego Kyle. Nos tomaron por sorpresa. No imaginé que estuvieran allí. Debí imaginarlo."

Caitlin se acercó a él, se paró a su lado y suavemente puso su mano sobre el hombro de Caleb. Esperaba así poder cambiar su estado de ánimo.

"¿Está bien tu gente? " le preguntó.

Él se volvió y la miró, aún más preocupado que antes.

"No," dijo rotundamente. "Mi cofradía está en grave peligro. Y cada minuto que estoy lejos, el peligro aumenta."

Caitlin pensó.

"Entonces, ¿por qué no has ido con ellos?", preguntó .

Pero ya sabía la respuesta, incluso antes de que él la dijera.

"No podía dejarte", dijo. "Necesitaba asegurarme que estabas bien."

¿Eso fue todo ? Caitlin pensó. ¿Acaso sólo se preocupaba de que ella estuviera bien? Y tan pronto como se recuperara?, ¿iba a dejarla?

Por un lado, Caitlin sintió una oleada de amor por él al saber lo que había sacrificado. Pero, por otro lado, se preguntó¿ si él sólo se preocupaba por su bienestar físico? ¿No de ellos como una pareja?

"Entonces ... " comenzó a Caitlin , "ahora que ves que estoy bien ... ¿vas a irte?"

Había sonado muy duro. ¿Qué le estaba pasando? ¿Por qué no podía ser más amable, más gentil, como él lo había sido? En verdad, no lo decía en serio. Lo había dicho de la peor manera. Había querido decir: Por favor, no me dejes nunca.

"Caitlin", él comenzó dulcemente: "Por favor, comprende. Mi familia, mi gente, mi cofradía - se encuentran en grave peligro. La espada está por ahí, y está en las manos equivocadas. Tengo que regresar con ellos. Debo salvarlos. Tendría que haberme marchado hace una semana... y ahora que veo que te has recuperado, bueno ... no es que yo quiera dejarte. Pero tengo que salvar a mi familia", dijo en voz baja.

"Yo podría ir contigo", respondió Caitlin, esperanzada. "Yo podría ayudarte."

"No te has recuperado por completo", dijo. "Ese choque cuando bajaste no fue un accidente. A todo vampiro le toma algún tiempo acostumbrarse a sus nuevos poderes. Y en tu caso, también sufriste una terrible lesión de la Espada. Puede tardar días o semanas para sanar. Si viajas, podrías lastimarte. El campo de batalla no es lugar para ti en este momento. Ellos podrán entrenarte aquí. Por esa razón te traje."

Caleb se volvió, y ambos cruzaron la terraza y se volvieron hacia el patio.

Allí, muy abajo, iluminados por la luz de las antorchas, había docenas de vampiros boxeando, guerreando y luchando entre sí.

"Esta pequeña isla posee una de las mejores cofradías", dijo Caleb. "Ellos han aceptado acogerte. Ellos te enseñarán. Te entrenarán. Te harán más fuerte. Y luego, cuando tus poderes se hayan desarrollado y te hayas sanado por completo, me sentiría honrado que lucharas a mi lado. Hasta entonces, temo que no puedo permitírtelo. La guerra a la que me dirijo va a ser muy peligrosa. Incluso para un vampiro."

Caitlin frunció su frente. Ella había temido que él dijera algo así.

" Pero, ¿y si no regresas?" preguntó.

"Si sigo vivo, volveré por ti. Te lo prometo."

"Pero ¿qué pasará si no vives?", preguntó Caitlin, con demasiado miedo para poder pronunciar las palabras.

Caleb se volvió y miró hacia el horizonte, y respiró profundamente. Se quedó mirando las nubes, y no pronunció una sola palabra.

Ahora Caitlin tenía una oportunidad. Desesperadamente, quería cambiar de tema. Él estaba decidido a irse, ella lo podía notar, y nada iba a detenerlo. Y era claro que no podía llevarla. SE sintió completamente exhausta, y sabía que él tenía razón: ella no estaba lista para pelear. Necesitaba sanar.

No quería perder más tiempo tratando de detenerlo. Y no deseaba hablar más de vampiros, de guerras, o de espadas. Quería usar el valioso tiempo que les quedaba para hablar sobre ellos. Caitlin y Caleb. Ellos como una pareja. Su futuro. El amor que se tenían. Su compromiso con el otro. ¿Qué los unía exactamente?

Más importante aún, ella se dio cuenta durante todo el tiempo que estuvieron juntos, desde la primera vez que lo vio, ella siempre había dado por sentada su presencia. Nunca se había detenido un momento para mirarlo a los ojos y decirle exactamente lo que sentía profundamente por él. Ahora, ella era una mujer, y sintió que era hora de pasar a otro nivel y actuar con madurez, de actuar como una mujer. Para decirle lo que realmente sentía por él. Deseaba que él lo supiera. Tal vez él lo sentía, sentía lo mucho que ella lo amaba, pero ella nunca había pronunciado las palabras. Caleb, te amo. Te he amado desde el segundo en que te conocí. Siempre te amaré.

El corazón de Caitlin latía con fuerza, estaba más aterrorizada de lo que nunca había estado. Temblando, alzó una mano y suavemente lo puso sobre la mejilla de Caleb.

Lentamente, él se volvió hacia ella.

Finalmente, estaba lista para decirle lo que pensaba.

Pero al intertarlo, las palabras se atascaron en su garganta.

Al mismo tiempo, él la miró con un destello de preocupación y abrió la boca para hablar.

"Caitlin, hay algo que tengo que decirte-", comenzó.

Pero nunca tuvo la oportunidad de terminar la frase.

De repente, se escuchó el sonido de una puerta abrirse y Caitlin inmediatamente sintió que los dos ya no estaban solos.

Ambos se giraron hacia el ruido para ver quién era.

Era una persona. Un vampiro. Una hermosa criatura, increíble, más alta, más delgada, de mejor porte que Caitlin. Con cabello rojo, largo y suelto, y brillantes ojos verdes.

Cuando Caitlin se dio cuenta quién era, su corazón se desplomó.

No. No puede ser.

Era ella. Sera. La ex esposa de Caleb.

Caitlin la había visto brevemente sólo una vez en los claustros. Pero nunca la había olvidado.

Sera caminó hacia ellos con la elegancia de una criatura que había estado en este planeta por miles de años. Segura. Sin detenerse, sin quitar sus ojos en Caitlin, caminó a un lado de Caleb.

Levantó su mano pálida y hermosa y lentamente la puso alrededor del hombro de Caleb. Miró hacia abajo a Caitlin con absoluto desprecio.

"¿Caleb?" dijo en voz baja, con una sonrisa siniestra en su cara. "¿No le has dicho acerca de nosotros?"

Y con esas solas palabras, Caitlin sintió como si hubieran hundido un cuchillo en su corazón.


CINCO



Con horror, Samantha vio como el caldero se inclinaba hacia la cara de Sam. Luchó con toda su fuerza, pero no había nada que pudiera hacer para liberarse de sus captores. No había nada que pudiera hacer. Sólo podía permanecer allí y observar cómo destruían a la persona que amaba.

Mientras el líquido caía sobre Sam, Samantha se preparó para escuchar los gritos horribles que tan a menudo acompañaban de una bendición con ácido Iorico.

Pero a medida que Sam se perdía completamente en la cascada del ácido, curiosamente no se escuchaba ni un solo sonido.

¿El líquido lo había matado tan rápidamente, tan completamente que ni siquiera tuvo tiempo de gritar? Cuando el líquido se detuvo, Sam apareció a la vista.

Y Samantha estaba verdaderamente sorprendida. Como lo estaba cada uno de los vampiros en la habitación.

Él estaba bien. Parpadeó y miró a su alrededor, claramente nada le dolía. Inclusive se mostraba un poco desafiante.

Era increíble. Samantha nunca había visto algo así- nunca había visto a nadie, ya fuera humano o vampiro, que fuera inmune al líquido. Es decir, nadie, excepto una persona. Ahora lo recordaba. Caitlin. Su hermana. Ella había sido inmune también. ¿Qué significaba eso? ¿Estaban relacionados genéticamente? Recordó de nuevo su reloj, su inscripción. La Rosa y la Espina. ¿La dinastía se dividió entre ellos? ¿Pudiera ser que ella no fuera la Elegida?

¿Pero que él lo fuera?

Caitlin era unos años mayor que Sam y tal vez ella había mostrado los signos de la mayoría de edad antes que él. Tal vez si hubieran esperado algunos años, Sam también habría mostrado signos de metamorfosearse en un mestizo.

Cualquiera que fuera la razón, era claro que él era inmune. Lo que lo convertía en alguien muy, muy poderoso. Y muy peligroso para su cofradía.

Samantha miró a su alrededor y en la sala, con varios cientos de vampiros, no se escuchaba ni un sonido. Todos se quedaron mirando en estado de shock.

Sam se veía enojado. Alzó la mano, arrastrando sus cadenas, y se secó el agua de la cara. Tiró de las cadenas pero no pudo liberarse.

"¿¡Alguien me puede quitar esta maldita cosa!? " gritó.

Y entonces, sucedió.

De repente, se escuchó un estruendo en la puerta.

Samantha se dio vuelta y vio el enorme conjunto de puertas dobles desplomarse.

No podía creerlo. Allí estaba Kyle con la mitad de su rostro desfigurado, a su lado Sergei y cientos de vampiros mercenarios detrás de él.

Y eso no fue todo. Kyle la tenía. La sostenía en alto. La Espada.

Kyle dejó escapar un grito horrible y lleno de locura, se lanzó de cabeza en la habitación. Sus partidarios lo seguían de cerca, gritando creando gran alboroto. La habitación se transformó en un caos.

Era vampiro contra vampiro, Kyle y sus hombres atacaban con saña a todo ser que tenían a la vista. Pero la cofradía de la Marea Negra había estado en guerra desde hacía miles de años y no estaba dispuesta a ceder fácilmente. Los vampiros de Rexius se defendían con similar determinación.

Fue una batalla de cuerpo a cuerpo, mano contra mano, vampiro contra vampiro. Ninguno cedía una pulgada.

El propio Kyle avanzaba increíblemente. Con las dos manos, sostenía en lo alto la Espada y la balanceaba ampliamente en ambas direcciones. Dondequiera que fuera, los vampiros se desplomaban. Brazos, piernas, cabezas... Kyle era un ejército de un solo hombre. Cortó un camino a través de la multitud de miles de vampiros, asesinando uno por uno.

Samantha estaba en shock. En sus miles de años, nunca había visto a un vampiro asesinado, en realidad, definitivamente, asesinado. Nunca había imaginado que un vampiro pudiera ser frágil. Esta espada era impresionante. Y muy, muy mortal.

Samantha no esperó más. Cuando un vampiro la enfrentó gritando y apuntó con sus sangrientos dientes afilados a su cara, rápidamente ella se agachó, dejó que volara sobre ella y luego salió corriendo.

Cruzó corriendo el cuarto hacia donde estaba Sam Sam.

Justo a tiempo. Un vampiro truhán tuvo la misma idea y se dirigió directamente hacia donde el muchacho muerto de miedo estaba encadenado. Con los dientes extendidos apuntando a su garganta, el vampiro saltó directamente hacia Sam. Él era como un cordero encadenado en una habitación llena de leones.

Samantha llegó hasta él justo a tiempo. Saltó, chocando con el vampiro en el aire y lo derribó al suelo. Antes de que pudiera levantarse, Samantha lo abofeteó con fuerza, dejándolo fuera de combate.

Ella se puso en pie y arrancó las cadenas de Sam. No bien lo liberó, él miró a su alrededor con total incredulidad, como si una pesadilla fantástica se hubiera hecho realidad.

"Samantha", dijo, " ¿qué diablos está pasando?"

" No es el momento, " dijo Samantha , mientras arrancaba la última de sus cadenas, lo agarraba del brazo y tiraba de él conduciéndolo a través del caos. Ella se dirigió a la salida.

Mientras corrían, otro vampiro malicioso saltó hacia ellos con los dientes extendidos.

Samantha agarró a Sam y lo tiró al suelo, ella se agachó y el vampiro saltó justo sobre sus cabezas.

Rápidamente, ella recuperó su posición, lo jaló hacia arriba, y los dos echaron a correr a través de la habitación. Se las arreglaron para agacharse y dar rodeos mientras ella lo guiaba. Ella sabía que si podía alcanzar esa puerta, había un pasillo detrás y una escalera trasera que podría conducirlos a la calle. Una vez afuera, podía llevarlos lejos, muy lejos de aquí.

En medio del caos, nadie se dio cuenta que ellos estaban esapando. Ella estaba casi fuera, a sólo unos metros de distancia.

Y entonces, justo cuando estaba a punto de lograrlo, sintió la presión en su espalda, sintió que caía golpeando el suelo. La habían saltado por detrás.

Se dio la vuelta y miró hacia arriba para ver quién era. Sergei. Ese pequeño y despreciable compañero ruso de Kyle . Quien había robado la espada de su mano.

Él le sonrió, una sonrisa cruel maléfica y ella lo odió más de lo que nunca lo había hecho antes.

Sam, por su parte, no parecía estar asustado. Saltó sobre la espalda de Sergio y usó sus cadenas para envolverlas alrededor del cuello de Sergei. El chico era fuerte. De hecho, apretó con la fuerza suficiente para obligar a Sergei a aflojar su apretón sobre Samantha, ella aprovechó la oportunidad para rodar por debajo de él.

No obstante, Sam no era un digno rival para un vampiro. Gruñendo, Sergei se levantó y lanzó a Sam lejos de él, como si fuera un muñeco de trapo. Sam aterrizó a tres metros de distancia estrellándose contra la pared.

Cuando Samantha trató de ponerse de pie, una docena de vampiros se abalanzaron sobre ella. Notó que Sam estaba rodeado también. Estaban atrapados.

Lo último que logró ver fue la cruel sonrisa de Sergei, cuando acabó, dándole un puñetazo en la cara.



*



Cuando Kyle atravesó la enorme sala de la cofradía de la Marea Negra esgrimiendo la espada violentamente, destruyendo vampiro tras vampiro, nunca se había sentido más vivo. Estaba cubierto de la sangre que salpicaba en todas las direcciones y sentía sus manos húmedas con la sangre mientras giraba con más y más intensidad. Era la venganza. La venganza por sus miles de años de servicio leal, por la forma en que lo habían tratado. ¿Cómo pudieron atreverse? Ahora conocerían el significado de la palabra venganza. Todos ellos tendrían que disculparse y, hasta el último de ellos, inclinarse ante él, tocando el suelo, y admitir que se habían equivocado terriblemente.

Todo estaba saliendo a la perfección. Después de su pequeño desvío en el puente de Brooklyn, había conducido a su leal gentío por las puertas del Ayuntamiento, matando a los pocos vampiros que se atrevieron a interponerse en su camino. Luego, se habían introducido por el pasadizo secreto más y más en las entrañas del Ayuntamiento, directamente al nido de su cofradía. Ningún vampiro se atrevió a ponerse en su camino cuando su ejército irrumpió en la sala. Muchos otros vampiros, al ver a Kyle y en especial la Espada, inmediatamente se rindieron a él. Lo alegró ver que muchos de sus antiguos de cofradía le seguían siendo leales. Sabía que había llegado el día para reclamar el liderazgo que le correspondía.

Rexius era un líder débil. Si hubiera sido más fuerte, habría encontrado la Espada él mismo, hace años. Nunca habría enviado a otros a hacerlo por él. Le gustaba castigar a otros por sus propios errores, cuando era él quien debía ser castigado. Había crecido ebrio de poder. Desterrar a Kyle había sido un último y desesperado intento por eliminar a todos sus allegados. Pero había fracasado.

Kyle atravesó la sala y se dirigió directamente al trono de Rexius. Rexius lo vio venir y sus ojos se abrieron en pánico.

Rexius saltó de su silla y trató de escabullirse de los combates. El tan llamado líder mostraba su verdadera cara en tiempos de guerra.

Pero Kyle tenía otros planes.

Kyle corrió hacia el otro lado para encontrarse cara a cara con Rexius. Habría sido mucho más fácil simplemente hundir la espada en su espalda, pero él se negaba a que Rexius se desmoronase tan fácilmente. Quería que Rexius viera de cerca quien lo mató.

Rexius se detuvo, su camino bloqueado por los enormes hombros de Kyle y por la espada brillante y reluciente.

La mandíbula de Rexius temblaba. Reixus levantó un dedo tembloroso y lo apuntó a la cara de Kyle. En ese momento, parecía tan solo un hombre viejo. Un hombre débil y viejo, aterrorizado. Qué patético.

"¡Quedas desterrado! ", gritó sin convicción. "¡Ordeno que te destierren!"

Ahora era el turno de Kyle para sonreír, una sonrisa amplia y maliciosa.

"¡No vas a ganar! " añadió Rexius. "¡No vas a ganar!"

Kyle se acercó casualmente, se echó hacia atrás y, con solo un golpe suave, hundió la Espada en el corazón de Rexius.

"Ya lo hice", dijo Kyle.

La habitación entera, aun ocupada en la batalla, se volvió y se quedó mirando. Se escuchó un grito horrible que consumió toda la sala de piedra. Parecía no tener fin porque Rexius chillaba y chillaba. Mientras todos miraban, su cuerpo se disolvió ante sus ojos, desintegrándose en una nube de humo, y luego en una brizna que subió hacia el techo.

Toda la habitación se detuvo y miró a Kyle.

Kyle alzó la espada alta y rugió. Era un rugido de victoria.

Todos los vampiros sobrevivientes de ambos lados de la batalla se volvieron y miraron a Kyle. Todos cayeron de rodillas, bajaron la cabeza inclinándose hasta tocar el suelo. La lucha había terminado.

Kyle respiró profundamente, disfrutándolo. Ahora, él era el líder.


SEIS



Sin poder decir una palabra, Caitlin se alejó de Caleb y Sera.

Era demasiado para que pudiera procesarlo todo de una vez. ¿Acababa de ver lo que creía haber visto? ¿Cómo era eso posible?

Ella había pensado que conocía muy bien a Caleb y que estaban más cerca que nunca. Estaba segura de que estaban juntos, como una pareja, y que sería así para siempre. Había vislumbrado con claridad su nueva vida juntos y estaba segura de que nada iba a separarlos.

Y entonces ocurre esto. Nunca se le ocurrió que podría haber otra mujer en la vida de Caleb. ¿Cómo no pudo haberle dicho?

Por supuesto, Caitlin recordaba a Sera de su breve visita a los claustros pero Caleb insistió en que ya no sentía nada por ella, que lo que vivieron juntos, pasó años atrás, cientos de años atrás.

Entonces, ¿qué estaba haciendo ella allí? ¿Sobre todo ahora? En el momento más privado de Caleb y Caitlin juntos, ¿cuando Caitlin había levantado, totalmente convertida en un verdadero vampiro, por la propia sangre de Caleb? ¿Cómo pudo saber dónde estaban? ¿Caleb la había invitado? Él debío hacerlo. Pero, ¿por qué?

Olas y olas de dolor la invadieron. No encontraba una explicación. Siempre había temido mostrarse vulnerable, sobre todo frente a los hombres, por esta misma razón. Pero con Caleb, se había soltado, había confiado en él por completo. Se había mostrado más vulnerable que con cualquier hombre con quien había estado. Y él se las había arreglado para lastimarla profundamente, más profundamente de lo que pudo haber imaginado.

Sin embargo, no podía comprender cómo podía haberlo juzgado tan mal, ¿cómo pudo equivocarse tanto? Sentía como sus entrañas se rompían a pedazos. ¿Cómo será ahora la inmortalidad, sin él? Sería una condena. Una condena eterna. Sentía que quería morir. Y aun peor, se sentía como un idiota.

"¡Caitlin!" Caleb gritó detrás de ella, mientras ella escuchaba sus pasos corriendo tras ella. "Por favor, déjame explicarte."

¿Qué tendría que explicar? Era claro que él la había invitado a aquí. Era evidente que aún la amaba. Y era evidente que sus sentimientos por Caitlin no eran tan fuertes como los sentimientos de ella por él.

Caleb la tomó del brazo jalándola, rogándole para que se volviese y lo mirase.

Pero ella se apartó. No soportaba que él la tocara. No quería saber nada de él. Nunca más.

"¡Caitlin! " exclamó. "¿No vas a dejar que te explique?"

Pero Caitlin no se detuvo. Ahora, era una persona diferente, un ser diferente y lo sentía en más de un sentido. Junto con su fuerza de vampiro recién descubierta, también le sobrevino una nueva serie de emociones propias de los vampiros nuevas para ella. Ya podía sentir que sus emociones eran más fuertes de cuando había sido humana, eran mucho más intensas. Sentía todo mucho más profundamente. No se sentía deprimida - sentía como si estuviera muriendo literalmente. No se sentía traicionada - sentía como si, literalmente, la hubieran apuñalado en el corazón. Quería abrirse a sí misma, hacer cualquier cosa para detener el dolor que la desgarraba en su interior.

Se dirigió al otro lado de la terraza y entró a su habitación, cerrando la puerta de roble detrás de ella.

"¡Caitlin, Caitlin por favor!", se escuchaba la voz apagada del otro lado de su puerta.

Caitlin se volvió y cerró la puerta.

"¡Vete!", gritó. "¡Regresa con tu esposa!"

Después de algunos segundos, por fin sintió que él se había ido.

Ahora estaba sólo ella. Sólo el silencio. Caitlin se sentó en el borde de la cama en su pequeña habitación, puso su cabeza entre las manos y lloró. Sollozaba y sollozaba con gritos desgarradores. Sentía que todo lo que tenía de pronto se lo habían quitado.

Escuchó un gemido y sintió un pelaje suave contra su rostro, y miró hacia abajo para ver a Rose, frotando su cara contra la suya. Rose lamió las mejillas de Caitlin tratando de lamer sus lágrimas.

Le ayudaba a Caitlin para despejarse. Se agachó y acarició el rostro de Rose, tocando su pelaje. Rose saltó al regazo de Caitlin, todavía era pequeña para hacerlo, y Caitlin la abrazó.

"Todavía tengo a ti, Rose" dijo Caitlin. " Tú no me dejarás, ¿verdad?"

Rose se echó hacia atrás y le lamió la cara.

Pero era demasiado el dolor. Caitlin no podía permitirse el lujo de sentarse en ese cuarto un segundo más. Sentía como si estuviera a punto de estallar a través de las paredes.

Miró la enorme ventana, vio el cielo acogedor de la noche y, sin vacilar, bajó a Rose, saltó de la cama, dio dos zancadas y saltó hacia afuera.

Sabía que sus alas brotarían y la llevarían lejos. Pero una parte de ella deseaba que no lo hicieran - deseaba que fallaran y la hicieran caer en picada directamente sobre la tierra.


SIETE



Samantha estaba encademada. Varios vampiros la agarraban con firmeza de los brazos mientras la arrastraban a través de la gran sala. La habitación se había convertido en un matadero. Por donde viera, había miles y miles de cadáveres de vampiros; sus ex -compañeros de cofradía -su sangre formaba charcos por todo el piso- cortados en pedazos por Kyle y su maldita espada. Esa espada tenía un poder mayor al que había imaginado.

Sin embargo, en medio de esta carnicería, varios cientos de vampiros permanecían vivos. Ahora eran parte de la gente de Kyle. Y a cada momento, docenas más entraban por las puertas abiertas. De hecho, la corriente de vampiros ávidos de declarar su lealtad a Kyle parecía no tener fin. Era evidente que ahora se trataba de su cofradía. Con Rexius muerto, no quedaba nadie más a quien declararle lealtad. Y Kyle se lo había ganado. Se las había arreglado para acabar con todos los vampiros que lo habían traicionado.

Había cientos de vampiros que lo habían ayudado en la batalla contra Rexius. Algunos eran verdaderamente leales a Kyle, mientras que otros eran simplemente oportunistas. A otros simplemente les disgustaba Rexius y habían estado esperando su oportunidad. Llegaban vampiros de cofradías de toda la ciudad. La noticia se difundió rápidamente en el mundo de los vampiros y todos querían ser parte de la próxima guerra. Cualesquiera que fueran sus razones, ahora eran parte del ejército de Kyle.

Ahora que Kyle era el líder, ahora que la Espada estaba en su poder, era claro que pronto habría una gran guerra, una guerra como ninguna otra que la raza de los vampiros hubiera librado. Kyle era despiadado y estaba sediento de sangre y ni siquiera esta carnicería lo había satisfecho. Estaba resentido y no lo podía evitar. Todos los vampiros que no se habían apresurado a jurarle lealtad pagarían por ello. Además de todos los inocentes seres humanos. Sus vendettas se extendían interminablemente, Samantha lo sabía, y la ciudad de Nueva York pronto sería su juguete.

Arrastraron a Samantha bruscamente a través de todo el caos hasta el centro del cuarto.

Kyle estaba ahora sentado en el trono de Rexius, saboreando su poder; una sonrisa maligna se extendió por su rostro cuando, desde todas las direcciones, los vampiros se inclinaron ante él.

De pie a un lado de Kyle, Sergei golpeó su bastón de metal en el piso, tres veces.

El cuarto entero con miles de vampiros se alineó en perfecto orden. Todos levantaron sus puños y gritaron : "¡Dios te salve, Kyle!"

Samantha estaba asombrada. Era una increíble demostración de fuerza y lealtad. Nunca había presenciado una manifestación de obediencia así. Kyle tenía magnetismo. Ya era un tirano.

Pero Kyle no parecía interesado en sus soldados. En cambio, tenía sus ojos fijos en Samantha. Todos en la habitación parecían notar su interés por ella, y el rumor se calmó para presenciar el intercambio.

"Entonces," le dijo Kyle. "Me ganaste la Espada. Pero tal como puedes ver, yo soy quien la esgrimo."

"Por ahora," le sorrajó Samantha .

Dejemos que lo crea, ella pensó. Porque en verdad, estaba segura que un día ya no le pertenecería. Quien estaba destinado a empuñar la espada lo haría y, en el fondo, ella sabía que no era él.

Kyle alzó sus cejas.

"¿Sabes por qué te he mantenido con vida todo este tiempo", él le preguntó.

Samantha le devolvió una mirada desafiante. No tenía ningún interés en entablar un diálogo con él. No quería saber nada de este nueva cofradía. Quería irse para estar lo más lejos posible de este lugar. Tan solo quería llevarse a Sam y partir. Si él se los permitía.

Pero Sam no estaba a la vista. Los soldados de Kyle lo habían capturado y ella no lo había visto desde entonces. Samantha necesitaba mantener la calma hasta que pudiera averiguar dónde estaba. Necesitaba comprar tiempo, declarar su lealtad a él si era necesario, hasta que ella y Sam pudieran escapar.

"Todavía no sé por qué Rexius te envió a ti a recuperar la espada y no a mí. Como ya todos sabemos, soy un mejor guerrero. Pero tengo que admitir que tienes algunas habilidades", dijo.

"Pero esa no es toda la razón por lo que te he mantenido con vida. Rexius había planeado castigarte. Por eso, supongo, ya no tienes ningún motivo para seguirle siendo leal. Se avecina una guerra y necesito guerreros fuertes como tú. Si te sientes lista para jurarme lealtad, consideraré la posibilidad de mantenerte con vida."

Samantha pensó. No tenía problema con jurarle lealtad porque sabía que muy pronto dejaría todo esto. Pero, primero. necesitaba saber qué habían hecho con Sam.

" ¿Qué hicieron con el chico? " preguntó. "¿Dónde está?"

Kyle sonrió.

"Ah, cierto, el chico. Llegamos al corazón de lo que quiero hablar. No entiendo por qué te has encariñado tanto con este humano, violando nuestras reglas. Ya sabes que podría matarte sólo por eso. Pero lo encuentro muy interesante y, de hecho, es una de las razones por las que te estoy dejando vivir.

"Mira, Samantha, necesitas ser castigada. Cualquier vampiro que en algún momento fue fiel a Rexius y no a mí, tiene que ser castigado. Es parte del proceso de iniciación a mi nuevo Ejército. Aprenderás a obedecerme, obedecerme solo a mí.

"En tu caso, encontré la solución perfecta: un acto que servirá tanto para poner a prueba tu lealtad hacia mí como para castigarte. Mis hombres te llevarán con el muchacho, lo traerás de regreso aquí y, delante de todos, lo matarás."

El corazón de Samantha se desmoronó ante la idea. Eso era algo que nunca, nunca podría hacer. Se quitaría antes su vida para no quitar la de Sam. Como de costumbre, Kyle estaba delirando. Y era cruel. Sí, era el sucesor apropiado de Rexius.

"Me voy a divertir observándote mientras le quitas la vida", dijo Kyle, sonriendo con solo pensar en ello. "Como ves, considero que este chico es una carga. Viene de la misma hebra que su hermana y, por lo que sé, tienen una inmunidad que nos podrían hacer daño. No confío en ninguno de ellos. Por no mencionar que es un humano."

Kyle estudió el rostro de Samantha detenidamente.

"Si lo haces, te recompensaré con rango, honor y prestigio. Habrá un lugar especial para ti en mi nueva cofradía. Esta será una guerra magnífica, uno de las más bellas que nuestra raza haya visto jamás. Y tú puedes ser uno de sus principales artífices.

"Pero si te niegas... serás torturada, lentamente, serás exiliada en un dolor eterno, y tu nombre será borrado por completo de la historia de nuestra cofradía."

La habitación se sumió en un silencio sepulcral mientras Samantha pensaba. Su mente daba vueltas, tratando desesperadamente de encontrar una salida.

"¿Por qué, simplemente, no lo matas tú mismo?"preguntó finalmente.

Kyle se echó hacia atrás y sonrió lentamente.

"La mitad de la diversión estará en observarte hacerlo", dijo. "Uno de mis pasatiempos favoritos es ver a la gente matar lo que considera muy valioso."


OCHO



Caitlin voló y voló. No tenía idea a dónde iba pero cualquier lugar a donde la llevara el viento le parecía bien. Sentía como si no tuviera a dónde ir y no le quedara nada por qué vivir. Su bien amado Caleb la había traicionado y la única persona que le importaba en el mundo, su hermano, Sam, probablemente también la había traicionado. Después de todo, Sam había guiado a Samantha, había guiado a todos esos vampiros maléficos, directamente hacia ella, a la Capilla del Rey. ¿Quedaba alguien en el mundo en quien pudiera confiar? ¿Era su destino que todo el que entraba en su vida acababa traicionándola?

Caitlin voló muy lejos sobre el río Hudson y miró hacia la tierra que brillaba con la luz de la luna. El aire de la noche le rozaba la cara y el pelo y le enjugaba las lágrimas. Ahora, estaba muy lejos de la isla que era sólo un punto en el horizonte. Ella voló más y más lejos, desesperada por aclarar su cabeza.

Se lanzó hacia bajo, a unos metros del agua y voló muy cerca de la superficie, casi tocándola. Se sentía bien estar tan cerca del agua. Una parte de ella deseaba zambullirse y sumergirse. Pero otra parte de ella, la parte nueva de vampiro, sabía que sería inútil. Un vampiro no podía morir. Ni siquiera por ahogamiento.

Mientras volaba, a su alrededor grupos de peces saltaban fuera del agua. Debieron sentir su presencia. ¿Sintieron la sangre de vampiro?

No bien Caitlin se elevó en el aire, su cabeza se empezó a aclarar nuevamente. Pensó en todo lo que había sucedido. Los detalles ya se sentían difusos. ¿Era posible que hubiera agrandado la situación? Ahora que lo pensaba, ¿qué había hecho Caleb realmente? Sí, Sera estaba allí y, por un lado, su presencia era inexcusable. Pero cuanto más pensaba en ello, más se daba cuenta de que no sabía exactamente por qué Sera estaba allí o cómo había llegado. A ciencia cierta, realmente no sabía si Caleb la había invitado. A ciencia cierta, no sabía si los dos estaban de nuevo juntos. ¿Era posible, remotamente posible, que hubiera otra explicación?

Tal vez, había reaccionado demasiado rápido. Siempre lo hacía, nunca podía controlarse.

Mientras Caitlin volaba aún más alto, dio un amplio giro amplio de regreso en dirección a su isla. Sintió que le atraía volver allí, y una parte de ella se preguntó incluso si podría regresar. Después de todo, realmente, ¿dónde más podría ir?

Mientras se dirigía en esa dirección, sintió que tenía un nuevo propósito. Tal vez, debió haberle dado a Caleb al menos una oportunidad para que se explicase. Él le había salvado la vida muchas veces. La había cuidado todos estos días, la había traído de regreso a la vida. Tal vez, todavía la amaba. Tal vez...

Caitlin ya no estaba tan segura. Pero cuanto más volaba, más se daba cuenta de que le debía a Caleb al menos una oportunidad, una oportunidad para explicarse.

Sí, se la daría. Y, después, tomaría una decisión.

*

Caleb estaba furioso. Una vez más, Sera llegaba a su vida ocasionando destrucción, dondequiera que fuera. No podía recordar, durante miles de años, cuántas veces le había pedido que se mantuviera lejos de él, cuántas veces le había dejado en claro que no sentía nada por ella, que no la quería en su vida. Pero innumerables veces, en todos los momentos equivocados, se las arreglaba para aparecer. Era como si supiera, como si percibiera cada vez que estaba con alguien nuevo, cada vez que estaba con alguien que realmente le importaba. Y ella siempre aparecía exactamente en el momento equivocado. Era la criatura más territorial y posesiva que jamás hubiera conocido. Y ella había infestado su vida durante miles de años.

Esta vez, no podía aceptarlo. No se lo permitiría. Ella había arruinado sus relaciones demasiadas veces, y esta vez era ya más que demasiado. Caitlin le importaba más que cualquiera -sea vampiro o humano- con quien hubiera estado antes. Y Sera, como una polilla a una llama, debió percibirlo. Esto debió ser lo que la sacó de la clandestinidad y la impulsó a localizarlo.

Ella tenía una excusa -siempre tenía una excusa. Ese era el problema con ella: nunca se la podía culpar un cien por ciento porque siempre se presentaba con algún mensaje urgente que siempre tenía algo de legitimidad. En este caso, por supuesto, su cofradía estaba a punto de ser atacada. Kyle, ella había dicho, había regresado a la ciudad de Nueva York, con la espada, y era solo cuestión de días para que iniciara una guerra abierta de vampiros. Llegó con un mensaje de su cofradía: querían que él volviese. Ellos perdonarían sus antiguas transgresiones. Necesitaban todos los soldados con que podían contar en estos tiempos de guerra y Caleb era uno de los mejores.

Entonces, por un lado, no podía molestarse tanto con ella como hubiera querido - lo que hacía la situación aún más desesperante. Por el otro, sospechaba que ella había estado esperando una situación como ésta para tener una excusa para inmiscuirse nuevamente en su vida. Aun así, no tenía ningún derecho para dejar en Caitlin la impresión de que todavía estaban juntos.

En la terraza del castillo, donde aun permanecían, Caleb estalló con el rostro encendido.

"Sera", espetó. "¿Por qué tuviste que decir eso? ¿Por qué usaste esas palabras? ¡No hay nada entre nosotros! Y, como bien tú sabes, no hay nada que no le haya dicho a Caitlin. Viniste para entregar un mensaje de nuestra cofradía. Eso es todo. Le diste la impresión de que le escondía algún secreto, que tú y yo todavía estamos juntos."

Su ira no la disuadió. En todo caso, ella parecía disfrutarlo. Había conseguido desordenar sus plumas y parecía que eso era exactamente lo que había buscado.

Ella sonrió lentamente, dio un paso hacia él, puso una mano sobre su hombro.

"¿Pero no lo estamos?" preguntó ella seductoramente. "En el fondo tú sabes que todavía lo estamos. Esa es precisamente la razón porque te molesta tanto. Si no sintieras algo por mí, no te importaría de ninguna manera."

Caleb quitó la mano de Sera de su hombro.

"Sabes que eso es un completo disparate. No hemos estado juntos desde hace cientos de años. Y nunca volveremos a estarlo. No sé cuántas veces necesito decírtelo," dijo Caleb exasperado. "Necesito que te quedes fuera de mi vida. Necesito que te alejes de mí. Y sobre todo de Caitlin. Te advierto: debes mantenerte alejada de ella."

En un abrir y cerrar de ojos, el rostro de Sera se llenó de ira.

"Esa niña patética", le espetó. "El que ahora sea una de nosotros, no la coloca en una posición superior. Ella no tiene nada en mi contra. No entiendo cómo puedes estar de su lado. Por no mencionar de que nuestra cofradía nunca sancionó que la convirtieras", dijo Sera, dando a Caleb una mirada oscura.

Caleb sabía qué significaba eso. Era una amenaza. Ella le estaba advirtiendo que había violado la ley. Podría ser castigado severamente por ello - y ella lo estaba amenazando con decírselo a los demás.

"Tus amenazas no me asustan," dijo Caleb oscuramente. "Puedes decirles a todos lo que quieras. Yo mismo voy a enfrentar lo que ellos quieran decirme."

"Me das asco" Sera espetó." Aquí estamos en guerra, toda nuestra cofradía, nuestra familia están en riesgo. Y tú, ¿qué estás haciendo? Estás escondido aquí, en una isla esperando que una niña patética se recupere. Deberías estar en casa, defendiendo a tu gente como el verdadero hombre que solías ser-"

"Mi cofradía me expulsó", espetó Caleb", después de cientos de años de leal servicio. No les debo nada. Están viviendo ahora exactamente lo que se merecen."

Caleb exhaló.

"Sin embargo, ellos sí me importan y, considerando la situación, no voy a defraudarlos. Te dije que voy a volver, cuando sea el momento adecuado."

"Dijiste que volverías cuando ella se hubiera recuperado. Es evidente que ya está bien. No tienes ninguna excusa. ¡Debes volver ahora!"

"Voy a cumplir con mi palabra, como siempre lo he hecho. Pero voy a ser muy claro en este punto: sólo regreso para ayudar a salvar nuestra cofradía y a los humanos que podrían ser sacrificados, y para recuperar la Espada. No abrigues ninguna falsa ilusión de que es por cualquier otra razón. Tan pronto como cumpla mi misión, me iré de nuevo, esta vez para siempre y será la última vez que veas mi cara. No abrigues ninguna fantasía que estamos juntos de nuevo. Porque no lo estamos."

"Oh, Caleb," dijo, con una risita oscura, "puedes creer lo que quieras, pero tú sabes en el fondo que tú y yo hemos estado juntos por siempre, y que siempre vamos a estarlo. Cuanto más luches, más cerca estarás de mí. Sé lo mucho que me amas . Puedo sentirlo, todos los días."

"Te estás engañando", dijo Caleb. "Estás cada vez peor."





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En TRAICIONADA (Libro # 3 Diario de un Vampiro), Caitlin Paine se despierta de un coma profundo para descubrir que se ha sido convertida. Ahora es un verdadero vampiro, se maravilla de sus nuevos poderes, incluyendo su habilidad para volar y su fuerza sobrehumana. Descubre que su verdadero amor, Caleb, está todavía a su lado, esperando pacientemente que se recupere. Tiene todo lo que soñaba. Hasta que de repente todo sale terriblemente mal. Caitlin se horroriza al descubrir a Caleb con su ex esposa, Sera y, antes de que Caleb tenga la oportunidad de explicarle, Caitlin le ordena que se vaya. Afligida y confundida, Caitlin quiere acurrucarse y morir, su único consuelo es su loba Rose. Caitlin también encuentra consuelo en su nuevo entorno. La han llevado a una isla escondida en el río Hudson -Pollepel- y vive en una cofradía de vampiros de élite adolescentes, niños y niñas por igual, 24 en total, incluyendo a ella. Se entera de que este es un lugar para los parias, que son igual a ella, y se encuentra con su nueva mejor amiga, Polly; comienza su entrenamiento en el combate élite de vampiros, se da cuenta de que finalmente podría tener un lugar al cual llamar hogar. Pero una guerra de vampiros se avecina, y su hermano Sam está en algún lugar, secuestrado por Samantha. El malvado Kyle ahora esgrime la mítica Espada y está en pie de guerra; no se detendrá ante nada para acabar con Nueva York. A pesar de estar en su nueva casa y de su búsqueda de un nuevo amor en el esquivo vampiro Blake, Caitlin sabe que sólo podrá permanecer en esta isla por un tiempo antes de que la llame su destino. Después de todo, ella sigue siendo la Elegida, y todos esperan que encuentre a su padre y la otra arma que podría salvarlos a todos. Dividida entre sus nuevos amigos y sus sentimientos hacia Caleb, tendrá que decidir donde está su corazón, y si está dispuesta a arriesgarlo todo para tratar de encontrar a Caleb y tenerlo en su vida una vez más ....

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