Книга - Cenicienta De Sangre

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Cenicienta De Sangre
Victory Storm


Cómo podrá April salvarse de la sed de sangre y venganza del Príncipe, sin poner en peligro el delicado equilibrio que sostiene  la paz entre las distintas razas? Cómo podrá Vane vengarse de aquellos que osaron desafiarlo y mentirle, sin ceder al perfume hipnótico de su sangre? Después de siglos de lucha, finalmente la paz entre los vampiros y la Orden de la Cruz Ensangrentada parece haberse alcanzado bajo el mando de Zachary Macross. Sin embargo, todavía quedan algunas facciones poco dispuestas en aceptar las condiciones impuestas por la Orden. Entre las mismas se encuentra la casta noble de los vampiros, gobernada por el Príncipe Vane Vampire. April, futura heredera de la Macross Company, es solo una humana como su padre, pero esta decidida a hacer cualquier cosas para conservar la paz entre los cazadores, los lobisones y los vampiros. Lamentablemente, su humanidad la vuelve un blanco fácil para estas criaturas sobrenaturales y cuando decidirá introduciré furtivamente en una fiesta de disfraces del Príncipe, gracias a un hechizo que ocultará su naturaleza, las cosas se precipitarán drásticamente cuando llegue la medianoche. Cómo podrá April salvarse de la sed de sangre y venganza del Príncipe, sin poner en peligro el delicado equilibrio que sostiene  la paz entre las distintas razas? Cómo podrá Vane vengarse de aquellos que osaron desafiarlo y mentirle, sin ceder al perfume hipnótico de su sangre?










Victory Storm









Cenicienta De Sangre




Cenicienta De Sangre

Victory Storm




Cenicienta De Sangre

Saga de Sangre

Cómo podrá April salvarse de la sed de sangre y venganza del Príncipe, sin poner en peligro el delicado equilibrio que sostiene la paz entre las distintas razas? Cómo podrá Vane vengarse de aquellos que osaron desafiarlo y mentirle, sin ceder al perfume hipnótico de su sangre?





Después de siglos de lucha, finalmente la paz entre los vampiros y la Orden de la Cruz Ensangrentada parece haberse alcanzado bajo el mando de Zachary Macross. Sin embargo, todavía quedan algunas facciones poco dispuestas en aceptar las condiciones impuestas por la Orden. Entre las mismas se encuentra la casta noble de los vampiros, gobernada por el Príncipe Vane Vampire. April, futura heredera de la Macross Company, es solo una humana como su padre, pero esta decidida a hacer cualquier cosas para conservar la paz entre los cazadores, los lobisones y los vampiros. Lamentablemente, su humanidad la vuelve un blanco fácil para estas criaturas sobrenaturales y cuando decidirá introduciré furtivamente en una fiesta de disfraces del Príncipe, gracias a un hechizo que ocultará su naturaleza, las cosas se precipitarán drásticamente cuando llegue la medianoche. Cómo podrá April salvarse de la sed de sangre y venganza del Príncipe, sin poner en peligro el delicado equilibrio que sostiene la paz entre las distintas razas? Cómo podrá Vane vengarse de aquellos que osaron desafiarlo y mentirle, sin ceder al perfume hipnótico de su sangre?

Nueva Edición ©2021 Victory Storm

Portada : © Cover Art by Cora Graphics

© Depositphotos.com/ MaksymVlasenko / Major-gaine

Traductora (ita – esp): Georgina Jiménez

Editor: Tektime

Todos los derechos reservados. Ninguna parte del libro puede reproducirse o difundirse por ningún medio, fotocopias, microfilm u otro, sin el permiso de la autora.

Este libro es una obra de fantasía. Los personajes y lugares citados son resultado de la imaginación de la autora y tienen como finalidad dar realismo a la narración. Cualquier analogía con hechos, lugares y personas, vivas o muertas, es absolutamente casual.




Prólogo


“ Alarma roja, ¡señores!”, alcanzó a decir el agente casi sin aliento, mientras entraba corriendo en la habitación con el rostro tenso y seguido por una colega.

“ Señor, me temo que deberemos evacuar el edificio. En menos de cinco minutos llegará el helicóptero y podremos llevarlo a un lugar seguro”, intervino el compañero a pesar de que la situación era desesperante, como se podía percibir del transceptor que sostenía nerviosamente en su mano.

“ No”, respondió su superior después de un largo suspiro, entre la resignación y la irritación.

“ Pero… Señor, su seguridad… La Macross Company lo necesita… ¡La Orden lo necesita!”, se preocupó el primer hombre, que habría dado incluso la vida por su superior.

“ Estoy seguro, Alex. Quédate tranquilo. Quédense todos tranquilos.”

“ Esos vampiros allí afuera están cazando! No pasará mucho tiempo antes de que derriben al último guardia y entren aquí”, gruñó el segundo oficial.

“ Den la orden a todos que los dejen pasar! Que vengan. Los esperaré”, dijo el presidente de la Macross Company decidido, antes de acercarse a su esposa que permanecía en la cama, sin energías.

“ Oh, tesoro, ¡tengo tanto miedo de que puedan hacerte daño! Me siento tan impotente en este momento”, susurró apenas la mujer abrazando lo que más quería en el mundo.

“ Fanny, quédate tranquila! Estoy aquí”, le dijo el marido sonriéndole sereno. “No pasará nada. Es sólo que no entiendo por qué justo ahora, sin preaviso. No suelen hacer eso”, frunció el ceño por un momento Zachary Macross, antes de volver con los guardaespaldas.

“ Alex y Michael, avisen a todos que no hagan nada. Dejen libre el ingreso. Pongan a todos los demás pacientes de la clínica, a salvo en sus habitaciones”, dijo seguro Zack.

“ Y usted?”, se apresuró a preguntar Michael, reacio a dejar a su jefe y su familia en las manos de esas criaturas.

“ Yo estoy a salvo. Esos vampiros no me harán nada”, intentó tranquilizarlo.

Incluso sino estaba convencidos, los dos agentes salieron de la habitación para seguir las nuevas directivas. La Orden de la Cruz Ensangrentada había puesto bajo vigilancia toda el área de la clínica privada del famoso Zachary Macross, hombre de negocios a cargo de una de las compañías más poderosas del mundo, que sirvió como pantalla a la orden de los cazadores de vampiros más despiadada de Occidente y estrechamente vinculada con las fuerzas vaticanas más secretas y arcaicas de la Iglesia.

“ Es posible que todo este caos se deba a esta hospitalización?”, dijo la esposa Fanny apenas quedaron solos.

“ Estaba pensando lo mismo. Y creo que esta vez Vera y Blake tendrán que pagar las consecuencias. Saben que la tregua de los últimos años ha requerido grandes sacrificios de ambas partes. Contener los espíritus violentos y sanguinarios de los vampiros, manteniendo a raya también a la Orden no fue nada fácil”, se enojó Zack.

“ Y fue posible también gracias a nosotros, los lobisones”, le recordó Fanny pensando en el respaldo que había dado su especie para asegurar que ese armisticio continuara imperecedero a lo largo de los años.

“ Claro, amor mío. ¡Hicimos de todo, pero ahora los vampiros están echando todo por la borda! ¡Esta vez la Confederación de Sangre me va a escuchar!”

“ Es extraño que Vera haya permitido este ataque de locos! Sabes que te quiere mucho. Dudo que haya permitido a los vampiros hacerte daño.”

“ Olvidas que Vera no controla a todos los vampiros. Hay algunas facciones que declararon la guerra a la Confederación después que hicieron la alianza con nosotros, los lobisones y los Cazadores Hechiceros de Susa.”

“ Es cierto…”, suspiró perturbada Fanny dejándose caer en las suaves almohadas. Estaba muy cansada, como nunca lo había estado en su vida. Sin embargo, habría peleado hasta la muerte para defender a su familia. Ella no dejaba de ser una mujer lobo y, los vampiros no tenían salida frente a su fuerza y su venenosa mordida.

A medida que pasaban los minutos, el zumbido se hacía cada vez más intenso y alborotado, terminando con un violento empujón en la puerta, que inmediatamente cayó y terminó ruidosamente en el suelo.

El gentío que se extendió como la pólvora dentro de la habitación asombró a Zack y a Fanny, que estaban petrificados ante ese inesperado caos.

Por lo que se veía, aquellos que sus agentes habían llamado “sanguinarios mercenarios devastadores del hospital” eran en su mayoría personajes que parecían cualquier cosa, menos asesinos: dos niños por debajo de los siete años, tres ancianos de los cuales uno era ciego, un vampiro que temblaba y estaba lleno de paquetitos de colores con moños, tres mujeres jóvenes de las cuales una estaba embarazada, dos lobisones de la familia de Fanny y tres vampiros más preparados para escapar por la vergüenza que para luchar y matar.

“ Se puede saber qué demonios han hecho?”, explotó Zack furibundo después de haber entendido que aquellos que consideraba sus amigos más queridos, habían destruido media clínica, enviado al hospital a la mitad del staff, asustado a su esposa y puesto en peligro la tregua entre la Orden y los vampiros.

No pudo agregar más nada, porque la mujer que parecía estar a cargo de esa misión le dio una sonora bofetada en la cara.

“ Habrías tenido que decírnoslo!”, dijo colérica Vera tratando de no balancearse demasiado por la panza que parecía que no dejaba de crecer. De todas formas, todos temían encontrarse de frente a un embarazo múltiple.

“ Ocultarnos una cosa así! ¡Debes avergonzarte!”, se entrometió Tess con aire amenazante, a pesar de que intentaba contener a la pequeña niña de apenas dos años que llevaba en brazos y, que intentó rasguñar el rostro de Zack.

“ Has olvidado que somos tu familia?”, dijo Siobhan ofendida, arrastrando detrás de ella un niño de siete años, que remarcó las palabras de la madre con una poderosa patada en la pierna de Zack.

Tuvo que contenerse para no gritar de dolor. Incluso si era pequeño y aparentaba ser indefenso, Leo ya tenía la fuerza de un lobisón y esto sólo le recordó lo débil y frágil que era su naturaleza humana, comparada con la de los demás.

“ Todo este lío por...”, susurró Zack.

“ Por ella!”, exclamaron todos a coro, señalando con el dedo a la pequeña recién nacida que Fanny sostenía en brazos.

“ Vera! Tess! Siobhan!”, gritó Fanny viéndolos acercarse e intentando aplacar la ira del marido.

“ ¡Oh, Dios! ¡Pero es hermosísima!”, dijeron las tres amigas empujándose entre ellas para poder admirar mejor a la niñita nacida hacía apenas ocho horas.

Fanny rio feliz ante esas expresiones llenas de afecto y, finalmente también Zack volvió a sonreír.

“ Felicitaciones!”, se felicitaron los dos vampiros Blake y Nick, dándose la mano.

“ Gracias!”, balbuceó mientras se sonrojaba, Zack. Ver a todas esas personas allí por él y su familia lo hizo sentir especial y amado. Especialmente después de haber terminado definitivamente la relación con su padre algunos años atrás.

“ Yo también voy a felicitarte, pero te has condenado a una existencia difícil y complicada”, se acercó Jack, el padre de Vera, uno de los vampiros más temidos en todo el mundo. “Ser padre no es lindo como parece. A menudo me hizo desear envejecer y morir, para escapar de este rol que me encadena a Vera y a sus problemas por toda la eternidad.”

“ Y dentro de poco serás abuelo”, sonrió divertido Zack.

“ No me lo recuerdes”, murmuró Jack con la voz rota, arreglándose la corbata con gestos nerviosos, como si estuviera a punto de sofocarse.

“ Pero se dan cuenta que hoy con su imprudencia han puesto en peligro nuestra alianza?”, se recompuso Zack notando la molestia de sus agentes parados en la salida y listos para intervenir ante la mínima insinuación de ataque.

“ Lo sabemos, pero apenas Félix nos avisó del inminente parto, Vera, Tess y Siobhan salieron al ataque. Teníamos sólo dos posibilidades: dejarlas venir solas a enfrentarse con los guardias de la Macross Company o seguirlas y protegerlas”, explicó Blake avergonzado.

La idea de Vera embarazada y cerca del parto, que se enfrentaba con sus guardias lo hizo reír, sobre todo porque había sabido por medio de Félix, el hermano de su esposa, que desde el comienzo del embarazo ella había perdido todos sus poderes vampiros. Ahora era una simple y débil humana. Lástima que no se diera cuenta.

Lo mismo se podía decir de la frágil y humana Tess, que para estar junto a la que ella consideraba su familia, no había dudado un instante en correr al hospital, haciéndole caer el cabello a su marido Nick, un vampiro Antiguo.

“ Zack, no te olvides que Fanny forma parte de mi grupo de lobisones. Como Alfa, es mi deber estar aquí para protegerlos, sobre todo ahora que ella está débil por el parto”, intervino Xander, el imponente marido de Siobhan, que tomaba muy en serio su rol de líder de la manada. Él mismo había ordenado a Félix informarle todo sobre su hermana y su vida en el interior de la Orden.

“ Fanny es mi esposa. Es mi deber cuidarla”, dijo ofendido Zack, sintiéndose poca cosa porque era sólo un humano. A veces, para él no era fácil aceptar que había sido “adoptado” por una familia alargada, con poderes sobrenaturales. Sin embargo, el afecto que le habían demostrado siempre había quitado cualquier inseguridad y ahora estaba contento de tenerlos allí, incluso porque Sarah, su hermana, habría podido llegar sólo a la noche por el largo viaje desde Japón.

“ No te ofendas, Zack. Sabes que aquí son todos híper-protectores”, intervino el vampiro Peter abrazándolo, seguido por su pareja Cecilia, la tía humana de Vera.

“ La verdad es que todos te extrañamos en la Confederación”, agregó Cecilia abrazando a quien consideraba su hijo.

“ ¡Oh, Cecilia! ¡Gracias! Estoy muy feliz que hayan venido… ¡De verdad! No me lo esperaba”, se emocionó Zack sintiéndose por un instante como si todavía fuera el científico de la Confederación, junto a Grucho y Kurosawa. ¡Cuánto extrañaba esos tiempos!

Pero ahora todo había cambiado porque, precisamente para salvar a la Confederación y a todos los que estaban en esa habitación, había decidido echar a su padre, tomar el mando de la Orden de la Cruz Ensangrentada y llevar un nuevo equilibrio entre los humanos y los vampiros.

Todavía perdido en sus pensamientos, se encontró frente a los últimos dos que llegaron: el sirviente de la Confederación, Harold, que intentaba mantener en equilibro la bella cantidad de cuarenta y dos paquetes de regalos todos apilados uno sobre el otro y, finalmente Ahmed, el Cazador Hechicero que le había enseñado a tener mayor control sobre el poder mágico aprendido en Susa muchos años atrás, cuando estaba buscando a Vera y odiaba a los vampiros, como su padre.

Sabiendo que la ceguera de Ahmed no había desaparecido a pesar de los años, se acercó a él y lo abrazó con afecto.

“ Ahmed, que hermoso verte aquí.”

“ Te has vuelto un gran hombre”, dijo brevemente Ahmed, como solía hacer.

“ Gracias también a lo que me has enseñado.”

El rostro arrugado de Ahmed se abrió en una tímida sonrisa.

“ Quiero que tú seas el primero que tenga en brazos a mi hija”, lo invitó Zack acompañándolo hacia la cama donde estaba su esposa.

“ April”, susurró apenas Ahmed, pero Zack alcanzó a oír la palabra.

“ April?”, se sorprendió Zack que todavía estaba negociando con su esposa el nombre, estando indecisos si llamar a su pequeña, Diana como la madre de Zack o, Frida como la hermana difunta de Fanny y Félix.

Ahmed no respondió, pero de todas formas Zack había entendido y, de repente, sintió que ese era el nombre indicado.

Sólo pronunciarlo lo había llenado de alegría.

En ese momento, su esposa estaba discutiendo el nombre con sus amigas.

“ Se llamará April”, sentenció Zack en voz alta, atrayendo la atención de los demás.

Para la sorpresa general, tomó entre sus brazos esa pequeña bolita perfumada que dormía tranquila, totalmente indiferente del ruido a su alrededor.

Hizo a un lado la delicada manta rosa que la envolvía y sacó a la luz esa carita por la que había sentido que su corazón latía rápido, tan pronto como la vio.

Esa pequeña criatura resumía todo lo que habría sido su mundo desde ese momento.

Los pocos cabellos rubios con algunos mechones rojizos le acariciaban la cabecita.

Le dio unas palmaditas en la suave y tersa mejilla. Le recordó el delicado capullo de una flor recién nacida entre la tierna hierba de un prado, todavía frío por la última nieve.

Esa niña representaba el renacer, la primavera.

Sí, April era el nombre indicado.

Cuando levantó la mirada hacia los presentes, se encontró rodeado sólo de sonrisas felices.

“ April? ¡Me gusta!”, se conmovió Fanny frente a su pequeña en las manos amorosas del padre.

Con delicadeza, Zack besó a la dulce niña y con calma la colocó en los brazos delgados, pero todavía fuertes de Ahmed.

Ese gesto molestó a todos los que estaban allí.

Zack fingió no darse cuenta, pero en realidad sabía el motivo: Ahmed era un hechicero poderosísimo y había predicho grandes cosas, no siempre felices, cuando habían nacido otros de los niños allí presentes. Y ahora todos temían a la que llamaban “La profecía de Ahmed.”

Sin embargo, Zack y Fanny no tenían miedo: April tenía sangre de lobizón y eso la haría fuerte e invencible para la felicidad de la madre, además de ser la futura heredera del imperio de los Macross.

Ahmed dijo una breve pero dulce letanía en árabe que ninguno comprendió.

Cuando terminó, Zack y Siobhan, ella también una hechicera, percibieron algo preocupante en el futuro de la pequeña.

“ Quiero saber, Ahmed”, le dijo Zack notando el silencio del anciano.

“ April. Una criatura delicada y frágil, pero capaz de desencadenar una de las guerras más violentas entre humanos y vampiros”, murmuró Ahmed arrugando el rostro por el esfuerzo de entender lo que su mente veía.

“ April será muchas cosas excepto delicada y frágil!”, dijo Fanny lista para hacerle conocer la fuerza de lobizón a Ahmed. No era casualidad que ella fuera la responsable del entrenamiento y de los combates de los agentes del Orden.

“ April es humana”, reveló Ahmed haciendo helar la sangre a todos los presentes.

“ Pero ¿qué estás diciendo?”, se preocupó Zack temblando por el enojo y el miedo. “Fanny es una lobizón. Una sola mordida a un vampiro y se muere.”

“ Lo lamento, Zackary, pero April no morderá a nadie. No podrá. Su humanidad…”

“ Imposible!”, explotó Fanny reteniendo las lágrimas por la frustración.

“ Sólo puedo decirles que la dulce April no morirá jamás por culpa de un vampiro. Su vida estará llena de amor, larga pero trabajosa.”

“ Y una simple humana puede desencadenar una guerra?!”, se sorprendió Félix incrédulo.

“ También tendrá el aspecto delicado de una flor, pero la fuerza heredada de la madre yace en su corazón.”

Zack cayó exhausto sobre el borde de la cama. Era como si le hubiera caído encima una roca imposible de soportar.

Durante todos los meses de embarazo, tanto Fanny como él se habían mantenido en la fantasía que su niña habría sido invencible como un lobizón, una criatura capaz de llevar adelante un imperio y combatir contra los vampiros rebeldes y, por el contrario, ahora tenían en sus brazos la vida precaria de una pequeña humana nacida en medio de una guerra más grande que ella.

“ ¡Humana o no, no nos interesa! ¡Nosotros nos ocuparemos de defenderla!”, exclamó Vera determinada y decidida en no dejarse abatir por esa noticia.

“ Vera tiene razón. April no será una guerrera, pero será siempre una princesa”, se unió Siobhan.

“ Una princesa capaz de desencadenar una guerra”, recordó Jack, ganándose una mirada extraña por parte de Vera y Cecilia.

“ Exacto. Capaz de desencadenarla. Ahmed no dijo que sucederá indefectiblemente”, aclaró Cecilia.

“ El destino siempre puede cambiar”, se sintió obligado a aclarar Ahmed.

“ Hasta que la Orden y la Confederación no sellen un pacto de forma oficial, el riesgo de una guerra será siempre inminente”, agregó Blake.

“ Exacto”, continuó Vera. “Por ello decidí venir aquí y poner fin a esta guerra fría velada sólo por nuestra tregua. Ahora todo tendrá que cambiar.”

“ El nacimiento de April cambia todo. Nosotros también somos su familia y queremos estar”, se entrometió Siobhan dirigiéndose a Zack, que se sentía cada vez más confundido.

“ Por ello decidimos extender la Confederación y abrir una segunda sede aquí en Londres.”, reveló Vera entusiasmada.

“ Qué cosa?!”, dijeron Zack y Fanny al unísono, junto a los agentes que estaban todavía firmes en la salida de la habitación.

“ Han comprendido. New York está lejos. Ustedes están aquí en Londres, incluso los negocios de Nick y Tess los llevan siempre a los Estados Unidos e Inglaterra, por eso decidimos traer a la Confederación aquí. Para estar cerca.”

“ La Orden de la Cruz Ensangrentada no lo tomará bien”, susurró apenas Zack con disgusto.

“ Eres el jefe, ¿no?”

“ Debo rendir cuentas incluso al Vaticano.”

“ Estoy segura de que podrás hacerlo.”

“ No lo sé.”

“ Tienes que hacerlo por todos nosotros, por un futuro juntos, por la paz entre las razas… Hazlo por April.”

April. Por ella habría hecho cualquier cosa. Incluso atravesar el fuego… o aceptar una alianza desquiciada.

Vera le estaba ofreciendo en una bandeja de plata, lealtad y protección absoluta. Lo sabía.

“ De acuerdo”, decidió finalmente, sorprendiendo a sus agentes.





23 años después







APRIL


“ Nos están tomando el pelo!”, gritó furibundo y enojado Zack, tirando sobre la mesa la carta que había recibido esa mañana.

“ No te adelantes”, intentó calmarlo Vera.

“ Estás bromeando? Estos bastardos vienen aquí, a mi ciudad, ¡y se comportan tan arrogantes!”

“ Zack tiene razón”, lo defendió la esposa furiosa. “Sabes cómo llaman a los lobizones? ¡Bárbaros! ¿Pero quiénes se creen que son?”

“ Fanny, te lo ruego…”, le suplicó Vera que esperaba su ayuda.

La situación se estaba complicando día a día y la que debía ser una alianza nueva con una de las facciones de vampiros más potentes y difíciles de acercar, se estaba transformando en una pesadilla por causa del odio recíproco cultivado por siglos.

“ Los vampiros no olvidan”, habían sido las únicas palabras que había conseguido decirle a Vane Vampire, llamado por su clan como “El Príncipe”.

“ Fueron muy tontos en creer que habría sido un paseo involucrarse con la que se considera la purasangre de la raza vampira, compuesta en su mayoría por aristócratas de alto linaje”, se entrometió Nicholas que había formado parte de esa facción donde todos lo conocían como “El Duque.”

“ Nick, no te entrometas! Sabes que era inevitable llegar a este punto”, se enojó Vera, que en los últimos veinte años había conseguido mantener la paz entre las razas y sellar definitivamente la alianza con la Orden de la Cruz Ensangrentada.

Sin embargo, todavía quedaban dos facciones a unir: la aristocrática a cargo del Antiguo y noble Príncipe, y la de los rebeldes que no querían dejar de alimentarse de sangre humana o someterse al control de la Orden, en quienes no confiaban por causa de la guerra secular entre ellos.

“ Y ahora qué tendría que hacer?”, los interrumpió Zack indicando nerviosamente la carta.

“ Se trata de una invitación. No aceptarla sería una declaración de guerra”, explicó Nick que conocía bien la mentalidad de Vane.

“ Y aceptarlo significaría arrojarse a la boca del lobo y arriesgarse de salir muertos”, dijo Fanny asustada de no poder proteger a su familia.

“ No creo que hagan una tontería de ese tipo. Vane sabe que alcanzaría con un paso en falso para tener encima a toda la Confederación con lobizones y Cazadores Hechiceros juntos… además, en mi opinión, si después de todos estos años de rechazo hacia nosotros, ahora decidieron aceptar al menos conocernos, significa que hay un descontento entre los aristócratas. Probablemente también Vane necesita de esta alianza, pero olvídense que vaya a admitirlo. El orgullo y el honor son las únicas cosas que importan en el interior de su grupo”, dijo Nick pensativo. “Además, la invitación es extensiva también a nosotros. Por lo tanto, no estarán solos.”

“ Vera te necesito”, se rindió Zack acercándose a su más querida amiga, pero ella bajó la mirada cubierta de tristeza y se alejó.

“ Lo lamento, Zack, pero yo no voy a ir. Tengo un vuelo que me espera y debo volver urgentemente a New York. Alguien me necesita…. Sin embargo, estará Nick contigo. El conoce a El Príncipe mucho mejor que yo”, murmuró Vera, intentando contener las lágrimas.

“ Entiendo”. Sabía que, cuando Vera no hacía referencia a nadie en particular, en realidad se refería a sus hijos.

“ Nunca entendí por qué tiene que haber todo este misterio sobre los hijos de la tía Vera”, pensé corriendo a esconderme para no dejarme atrapar espiando.

Bajé corriendo las escaleras, pretendiendo haber llegado en ese momento de la facultad.

Apenas hice tiempo, cuando vi a mis espaldas a mis padres que salían de la biblioteca con el tío Nick y la tía Vera.

Apenas me vieron, corrieron felices a mi encuentro.

“ April, tesoro, estás cada día más bella! ¿Cómo van los exámenes? Me dijo tu padre que tienes dificultad en aprobar los de arqueometría”, me dijo tía Vera abrazándome. Después, bajando la voz, agregó: “Y también sobre los de la legislación de los bienes culturales.”

Entendí enseguida que había tenido una intrusión mental, ya que recién había llegado de la facultad, donde me habían aplazado en “Legislación del patrimonio cultural”, sólo cuarenta minutos antes.

Además de mis compañeros y el profesor, nadie lo sabía aún.

“ Claro… si yo también pudiera tener una de esas pildoritas azules de Grucho”, respondí irritada por mi cerebro lento y poco propenso a memorizar lo que no me interesaba.

“ Y tú qué sabes de las píldoras de Grucho?”, intervino de inmediato mi padre.

Ops! Claro que no podía decirle que Elizabeth y Leo me habían hecho entrar varias veces escondida en la Confederación de Sangre, lugar definido por mi padre como “cueva de vampiros” y por mí como “País de las Maravillas y Magias”. Allí había presenciado actuaciones deportivas y peleas sobrenaturales, salir con fascinantes vampiros, poderosos hombres lobo, curiosos híbridos, presenciado innumerables hechizos del abuelo Ahmed y la tía Siobhan o los extraños experimentos científicos del vampiro más loco y brillante de la Confederación, Grucho, un chupasangre que había exagerado con las pastillas azules capaces de incrementar dramáticamente el desempeño intelectual y mnemotécnico de cualquiera.

Por lo que sabía, mi tía Vera y mi prima Elizabeth se habían graduado gracias a esa píldora que les habían ayudado a memorizar a ambas en un sólo día todo el programa.

¡Qué suerte!

Yo también, con doce años, había intentado tomar una y casi lo había conseguido gracias a Grucho y a mi primo Leo, pero alguien (mi tía Siobhan, la madre de Leo, me parece) se lo dijo a mi madre que había corrido a buscarme a la Confederación, confiscándome la famosa píldora y castigándome por un mes.

El peor regaño de mi vida y la desilusión de mi madre fueron tan letales para mi corazón inseguro y en búsqueda de su aprobación, tanto que abandoné la idea y decidí confiar sólo en mí.

Claro, después de haber sido desaprobada dos veces en arqueometría y ahora, en legislación sobre bienes culturales, el deseo de esa píldora azul había regresado prepotente a mi mente.

Además, era la más grande de mi curso ya que había perdido dos años en economía, antes de decidirme en abandonar esa facultad que odiaba y que había elegido sólo para poder ayudar a mi padre y volverme una futura y merecida heredera de la Macross Company .

“ Tesoro, la vida es tuya y está bien que elijas el camino que más amas. No tienes que pensar en mí y en la Compañía o en la Orden de la Cruz Ensangrentada. Si amas el arte y la restauración, deja economía y concéntrate en tu pasión”, me había dicho un día mi padre, siempre atento a mis deseos.

Era realmente muy afortunada en tener un padre tan amoroso y comprensivo (excepto cuando se trataba de aventuras amorosas con vampiros), pero con tan malos resultados tenía terror de desilusionarlo.

Y ahora mi padre estaba allí, delante mío, con la mirada amenazante, listo para reprenderme.

“ Me contó hace un tiempo Leo”, mentí girándome hacia mi madre que pretendió no recordar el día en el que me había encontrado rodeada por siete vampiros, dos híbridos y con esa píldora en la mano.

Nunca supe qué le había dicho a mi padre exactamente, pero por lo que parecía, la verdad había sido camuflada también por ella.

“ Ahora tenemos que irnos, Vera. Se hizo tarde”, intervino mi tío Nick, con los ojos fijos en el cielo plomizo que dejaba entrever los primeros y débiles rayos de sol de la tarde.

Ser un Antiguo, lamentablemente no significaba ser a prueba de incineración y sabía cuán grave era ese problema para los vampiros que no tomaban la BloodSky, una píldora de sangre sintética que les permitía vivir incluso de día y sobrevivir sin tomar sangre humana. Pero los vampiros de estirpe Antigua como Nick y Vera eran inmunes a la BloodSky.

Mi tío, el hombre más bello que yo había visto en mi vida (excluyendo a mí otro tío, Blake, a quien veía raramente), vino a abrazarme para saludarme.

Aunque si mi padre confiaba mucho en él, cada vez que esto sucedía, veía en sus ojos una cierta aprehensión: su niña humana en los brazos de uno de los vampiros más fuertes y poderosos del mundo.

Haciendo caso omiso de ese miedo insensato y en adoración a ese tío con la mirada tan profunda y penetrante que hace que todos pierdan y anulen toda voluntad, lo abracé también.

“ Espero volver a verte pronto, tío. Y saluda a la tía Tess y a Elizabeth”.

“ Seguro, pequeña espía mentirosa”, me susurró en la oreja de manera que sólo yo pudiera escucharlo.

La idea de que me hubiera descubierto in fraganti espiando y que supiera siempre cuando estaba mintiendo, me hizo sonrojar hasta las orejas.

Inútil esconder mi vergüenza ya que mi piel, blanca como la leche y ligeramente cubierta por pecas doradas, se sonrojaba y se pone rojo fuego sin control cada vez que sentía alguna emoción más fuerte de lo normal.

Esa sensación era odiosa. Elizabeth decía que era peor que un libro abierto y que agradecía que su gen humano no le hubiera dado un signo de debilidad como ese, de lo contrario, sufriría de eritrofobia

Apenas se fueron mis tíos, me disculpé rápidamente con mis padres con la excusa de ir a estudiar para el examen de antropología.

En realidad, corrí a la biblioteca para buscar esa carta que había desencadenado la ira de mi padre.

Me tomó sólo un momento encontrarla.

Abrí el sobre.

Era una invitación.

El papel estaba en relieve y era antiguo, con un efecto particular. Al tacto parecía suave como tela y la escritura estaba decorada en relieve con un efecto bronce levemente brilloso.

“ El nobel e Ilustrísimo Príncipe, Vane Vampire, le ofrece el honor de asistir al baile de máscaras en Brumoise Hall, su residencia de verano en Derbyshire, el sábado 12 de julio a la hora 23.

La invitación está reservada exclusivamente al Señor Zachary Macross y su familia.”

Volví a leer la invitación unas diez veces sólo para fijar en mi mente ese fuego de adrenalina que me había desencadenada en todo el cuerpo.

¡Una noche mascarada!

¡En la residencia de un nobel vampiro que se hacía llamar El Príncipe!

¡Sólo mamá, papá y yo! ¡Sin los miembros de la Orden de la Cruz Ensangrentada que siempre están de guardia!

¡Dios mío! ¡No lo podía creer!

¡¿Cuándo tendría otra oportunidad así?!

Lamentablemente no pude terminar de fantasear sobre ese hecho, cuando alguien me quitó la invitación de la mano.

“ Olvídalo!”

Era mi madre y cerca de ella estaba mi padre con apariencia de no asegurar nada bueno.

“ La invitación es también a mí”, le recordé, pero por el enojo que percibí en mis padres, entendí que habría tenido que moderar el tono sino quería desatar una guerra familiar.

“ No es una invitación. ¡Es una trampa y tú no irás! No tienes las habilidades adecuadas…”, intentó explicarme más dulcemente mi madre, pero yo me enojé todavía más.

“ ¿Sólo porque no tengo los poderes de un hombre lobo como tú, mamá?”

“ Exacto.”

“ Ni siquiera papá los tiene. ¡Él y yo somos humanos, y sin embargo aquí estamos! Temidos por los vampiros e intocables para cualquiera.”

“ Sí, pero todo eso tiene un precio y la seguridad permanente de la Orden es prueba de ello.”

“ Seguridad que no sería suficiente, sino tuviéramos de nuestra parte a toda la Confederación de Sangre, que esa noche estará allí con nosotros. Lista para protegernos. Apuesto que será así.”

“ Estarán sólo Nick y Xander con sus familias”, me informó mi padre.

“ Entonces también van a estar Elizabeth y Leo! ¡Con ellos estaré segura! ¿Quién podría siquiera tocarme, sabiendo que podría contrariar a la hija de un Antiguo o al hijo de un hombre lobo Alfa y de una vampiresa con poderes mágicos?”

“ April, no discutas”, intervino mi padre con voz cansada y sufrida. “Sabes cuánto eres importante y frágil en este mundo en el que te hemos educado.”

“ Papá, sé que tienes miedo de que me pueda suceder algo, pero te aseguro que no sucederá.”

“ No, pequeña mía, no lo entiendes.”

“ Ya no soy una pequeña!”, me enojé.

“ Tu padre sólo intenta decirte que te queremos mucho y que ese cariño podría transformarse en un arma en contra nuestro”, intervino mi madre abrazándome.

“ Lo sé”, me tranquilicé, abrazándola también.

Nunca conseguía lo que quería con ellos y siempre terminaba cediendo, pero esta vez sabía que no habría permitido a mis padres mantenerme en una caja de cristal, como solían hacerlo, alejada del peligro.

“ No quiero hacerlos sufrir, pero tengo que empezar a vivir y a tomar mis propias decisiones”, hubiera querido decir, pero las palabras murieron en mi garganta.





Estrategia







APRIL


La Confederación de Sangre era mi segunda familia.

Allí estaban todos tíos, primos, abuelos, incluso si ninguno de ellos era pariente mío, excepto por Félix, el hermano de mi madre.

Y yo era la “pequeña April” para los vampiros que trabajaban en la sede de Londres, la “muchacha con perfume de primavera”, para quien todavía no había pasado de nutriste de sangre humana a la BloodSky, “la humana que esconde un secreto que todavía no he podido descifrar” para el científico Grucho, “piel de zanahoria/ Pandereta / flor de campo” para Elizabeth que adoraba molestarme por mis cualidades que ella consideraba vergonzosas, como mis pecas y el cabello rojo, mi corazón tan “humano” que latía como un tambor haciéndose siempre sentir y expresando todas sus emociones, o el aroma que tenía, tan delicado y persistente como un prado florido.

Elizabeth era una contradicción: podía decir la cosa más antipática y de inmediato la más dulce, pero en mi opinión, su miedo mayor era el mostrar la humanidad que había dentro de ella, ya que su madre Tess era una simple humana.

De todas formas, nadie hacía caso a mi presencia y después de las usuales cortesías, me encerraba en el gimnasio donde sabía que habría encontrado a las únicas personas que me habrían ayudado.

Como siempre, el gimnasio estaba lleno de jóvenes vampiros de espíritus encendidos y con el temperamento irascible y a menudo presumido, que los empujaba a participar en los combates contra los lobizones.

Había faltado a un seminario en la facultad para estar allí y de inmediato estaba contenta de ver al último vampiro al que le habían dado un KO, con la fuerza y la técnica increíbles de Leo, hijo de Xander, el lobizón Alfa que lideraba su clan.

A pesar de que Leo sólo tenía siete años más que yo, parecía que nadie podía desafiarlo.

Aunque al inicio había sido considerado casi una subespecie de lobizón, ya que su madre Siobhan era sólo una hechicera que luego se había vuelto vampiresa y no un hombre lobo, no se necesita mucho antes que todos entendieran que Leo no era menos por sus orígenes híbridos.

¡Es más! Esa unión de genes distintos lo había vuelto perfecto: ¡fascinante y magnético como un vampiro, resistente y poderoso como un lobizón, dulce y humilde como un humano… con una pizca de magia!

¡Irresistible para mí! ¡Tanto como para considerarlo “el muchacho de mis sueños” durante toda mi adolescencia!

Una obsesión jamás correspondida, sino con un gran afecto y sentido de protección de su parte.

Incluso si había crecido y la obsesión se había atenuado, bastó que su mirada ámbar se posara en mi por un instante, antes de mirar al resto de los presentes, para sentir de nuevo el corazón dando brincos.

Cuando lo vi luego quitarse la playera mojada por el sudor y quedarse con el pecho desnudo con esa sonrisa dulce grabada en su rostro, me puse completamente roja.

“ April, ¿qué haces aquí?”, me dijo de inmediato viniendo hacia mí y dándome un beso en la mejilla caliente.

“ Hola, Leo. Te estaba buscando. Necesito tu ayuda.”, lo saludé orgullosa de mí. Me había llevado cinco años conseguir hablar delante de él sin balbucear y finalmente lo había conseguido.

“ Siento perfume a problemas”

“ Es por la invitación a la fiesta de máscaras de esta noche.”

“ Problemas serios”, dijo de inmediato Leo.

“ No si tú me ayudas”, le supliqué. “Te lo ruego.”

“ Y como podría decirte que no”, me susurró haciéndome una caricia en la mejilla que hizo que me temblaran las piernas.

“ Aquí estas!”, llegó como un rayo Elizabeth interrumpiendo mi encuentro idílico. “Sentí tu presencia desde afuera, con ese tambor que tienes en el lugar del corazón.”

“ Ely, déjala en paz”, intervino Leo. “Sabes que no es de buena educación hacer notar cuanto podemos percibir las emociones humanas.”

“ No es culpa mía si tengo un oído extrafino”, se justificó Elizabeth de inmediato, mordaz con Leo. “Y tú, por otra parte, ¡vístete! ¿No ves que haces que se emocione? ¡Está toda roja y acalorada! Es obvio que el enamoramiento que siente por ti todavía no se le pasó, y ya que no quieres corresponderla, por lo menos ten la decencia de vestirte y de evitar ciertas cosas con ella o seguirás ilusionándola, ¡estúpido!”

Era imposible estar delante de Elizabeth sin sentir al menos por un instante el impulso de matarla.

Y no sólo para las pobres humanas como yo, sino también para los vampiros y lobizones.

Ella era la Princesa de la Confederación: las más hermosa, la mejor, la más fuerte, la más deseada, la perfecta…

Y ella lo sabía. ¡Y lo sabía bien!

Al único al que no le importaba era a Leo.

Y eso enojaba muchísimo a Elizabeth. Las cosas, además había empeorado cuando ella, la mejor en combate, había sido vencida por el mejor en combate, es decir, Leo.

Una derrota imperdonable para Elizabeth, tanto que se había vuelto aún más resentida hacia él, quien por el contrario siempre la trató como a una dulce hermanita a la que amaba, a pesar de todo.

Como un perrito obediente, Leo fue de inmediato a buscar una playera limpia para ponerse.

“ Entonces estas aquí por la fiesta de máscaras?”, me trajo nuevamente a la realidad, Elizabeth.

“ Sí. Quiero ir, pero mis padres no me lo permiten.”

“ Creía que eras lo suficientemente grande como para decidir sobre tu vida”, dijo ella, clavando el cuchillo en la herida.

“ Es obvio que no quiere dar un disgusto a su padre o hacerlo preocupar”, llegó en mi auxilio Leo que en el mientras tanto se había puesto una playera.

“ Entonces? ¿Quieres ir y darle un disgusto a tu padre o no?”, intentó comprender Elizabeth.

“ Quiero ir sin darle un disgusto a mi padre.”

“ De qué forma?”, sospechó Elizabeth cruzando los brazos. Su mente ya estaba buscando una solución.

“ Se trata de una fiesta de máscaras, por tanto, ¡nadie sabrá realmente quien será quien!”

“ Olvídate de la invitación.”

“ No es que tal vez les sobra una?”

“ Yo tendré la de mi padre. Está furioso por eso y decidió que no irá. Hace días que pelea con mi madre por ese motivo. De todas formas, en mi casa no queda nada entero. Parece una casa bombardeada”, intervino Leo.

“ Tiene que ir o arriesgará la posibilidad de hacer una alianza!”, se alarmó Elizabeth.

“ Lo sé, de hecho, iré en su lugar… pero eso todavía no lo sabe.”

“ Perfecto! ¿Y yo podré usar su invitación?”, pregunté esperanzada.

“ Será difícil hacerte pasar por esa montaña de músculos del tío Xander”, me respondió mi prima con la aprobación de Leo.

“ ¡Se los ruego, ayúdenme! ¡Sólo quisiera poder ir! ¡Aunque sea sólo por diez minutos! Quizás, si voy alrededor de las once y mis padres se demoran, nadie sabrá jamás lo que hice.”

“ Las once? ¡Mi invitación es para la medianoche!”, me informó Elizabeth.

“ Por qué?”

“ Para los vampiros la medianoche es considerada la Hora de la Sangre. Es un honor haber recibido la invitación para esa hora, a diferencia de los demás que fueron invitados con antelación”, me explicó pavoneándose.

“ Entonces no podré ir a las once?”

“ Yo puedo ir cuando quiera”, dijo ofendida.

“ Entonces por qué no le das tu invitación a April hasta la medianoche?”, intentó preguntar Leo.

“ Buena idea!”, exclamé sintiéndome en el séptimo cielo.

“ Están bromeando? ¡April es una humana! ¡Me hará quedar mal!”, dijo Elizabeth.

“ También tú eres mitad humana y además estoy segura de que, siguiendo tus consejos, voy a estar perfecta como tú... o casi”, dije implorando para hacerla ceder.

“ Con ese concierto cardíaco que tienes y esas mejillas siempre rojas? No, imposible.”

“ Podría pedirle a Grucho o a alguien más hacerme un encantamiento.”

Finalmente, pude convencerla de ayudarme.

Sin embargo, todas mis ideas sobre el look para la noche fueron rechazadas por mi prima.

“ ¿Recuerda que durante esa hora serás yo, por tanto, deberás estar impecable, fui clara? ¡Y pobre de ti si dejas que te descubran! Si todo esto llegara a oídos de mi madre…”, comenzó a decir antes que el temblor de su voz revelara su malestar. Bien, la vampiresa perfecta Elizabeth tenía miedo a una sola cosa: su madre, una simple humana, a quien no le importaba la sangre Antigua que llevaba su hija y el hecho que fuera considerada la princesa de la Confederación.

“ Creía que eras demasiado grande, para tener miedo todavía de tu madre”, me burlé de ella.

“ Nunca se es demasiado grande para ella”, me respondió con una sonrisa tímida que escondía el infinito amor que sentía por su madre.

Finalmente, ese día voló a manos de Harold, el lacayo más entretenido y emotivo de la Confederación. Bajo las órdenes tiránicas de Elizabeth, a quien temía como la muerte, me hizo un vestido idéntico al que ella usaría más tarde cuando me fuera de la fiesta.

Después fue el turno de la máscara de plumas.

Todo estrictamente negro y ultraliviano.

Y finalmente los zapatos. Rojos y cubiertos de brillantes similares a los rubíes.

“ Está todo!”

“ No, querida mía”, dijo Elizabeth. “¡No hay reloj para este atuendo y no quisiera que nuestra Cenicienta rodara escaleras abajo para escapar a último momento del Príncipe Azul y perder el zapatito, corriendo el riesgo que la descubran! Para ello te daré un collar mío de rubíes donde haré colocar un trasmisor o algo por el estilo, que pueda avisarte cinco minutos antes de la Medianoche, para darte tiempo de irte y a mí de llegar como si nada ocurriera.”

“ De todas formas, yo estaré a tu lado”, intervino Leo. “No te quitaré los ojos de encima ni por un instante. Así que, April, no tienes que preocuparte.”

“ Número uno: no confío en ti. Número dos: no quiero correr riesgos, por lo tanto, mejor tener una preocupación de más que una de menos”, aclaró mi prima poniendo nervioso a Leo. Ya que ella no esperaba otra cosa que desencadenar la enésima pelea con él, surgió una diatriba capaz de hacer temblar a los vidrios de la habitación.

Atemorizada, me fui con el collar de Elizabeth buscando a Grucho.

Toda la habitación dedicada a los experimentos químicos del científico estaba en el caos más absoluto y desde que, muchos años antes de mi nacimiento, Harold había tenido la brillante idea de limpiar su laboratorio, ahora el acceso estaba prohibido a todos. Todavía estaba en la puerta el letrero “Muerte a los lacayos”, escrita a mano con la sangre del mismo Grucho.

No hace falta decir que Harold, miedoso como era, no osaba siquiera a acercarse a todo el piso por miedo de caer en la venganza del vampiro científico.

“ ¡Hola, Grucho! ¿Cómo estás?”, intenté preguntar al ingresar, tratando de hacerme espacio entre las miles de cosas sucias arruinadas que había en el piso.

“ Cómo quieres que vaya? ¡Mal! ¡El tiempo no se detuvo y yo no tengo tiempo de escucharte! ¡Quisiera, pero no puedo! El tiempo se escapa…”, murmuró él como un loco, emergiendo de detrás de un estante cromado con un libro en la mano.

“ Dicho por un vampiro centenario, ese concepto del tiempo casi que provoca angustia.”

“ Escanear los átomos del tiempo, eso es lo que tengo que hacer”.

“ Mientras buscas esos benditos átomos para escanear, podrías crear una especia de alarma para esta noche, cinco minutos antes de la medianoche… ¿y ponerla en este collar?”

“ Quisiera… quisiera, pero no tengo tiempo.”

“ Qué lástima, creía que podías hacerlo. Atrapar cinco minutos de Tiempo en este collar”, dije con un tono profético y fingidamente encantador, pero que alcanzó para llamar su atención.

“ Pero ¿tú quién eres?”, me preguntó después de algunos segundos.

“ April”, respondí cuando me di cuenta de que, en lugar de tiempo, Grucho tendría que buscar y escanear sus neuronas.

“ La muchacha que esconde un secreto que todavía no he descubierto?”, preguntó acercándose e inclinándose hacia mí, tanto como para que por un instante nuestras narices se rozaran.

“ Exacto”, exclamé feliz, preguntándome una vez más por que seguía llamándome así.

Antes de que se perdiera nuevamente en su locura, le entregué en la mano el collar y le repetí mi pedido.

Ya no entendía lo que pasaba, porque las quejas de Grucho se volvían cada vez más tenues mientras se ponía a trabajar en el collar detrás de un escritorio lleno de basura.

Luego de diez minutos, regresó con el collar, al que le había aplicado una sutil e invisible hoja metálica detrás de la gema más grande.

“ ¿Estás seguro de que, cuando lo lleve puesto, me avisará la hora?”

“ Claro. Quien lo lleve puesto tendrá una especia de paro cardíaco que volverá a la persona, inerte por varias horas.”

Sentí cada gota de mi sangre fluir hacia mi rostro.

“ No, mira… yo llevaré este collar y no quisiera morirme.”

“ Prefieres una sirena que pueda romper los tímpanos?”

“ No se podría optar por un minúsculo y apenas perceptible hormigueo?”

“ Algo que no dañe los tejidos humanos?”

“ ¡Eso, exactamente! ¡Sería perfecto!”, exclamé intentando tragar toda la tensión que había acumulado en la garganta.

“ Oh… ok, creía que preferías morir.”

“ No… no todavía. Sabes, todavía tengo que terminar mis estudios, casarme y tener hijos, envejecer… y después, al final, morir”, intenté explicar delante a la mirada perdida del científico.

“ Podrás hacer todo eso antes de morir? Sé que ustedes humanos tienen sólo algunos decenios a disposición y a veces pueden morir anticipadamente por causas naturales. Podría ocurrir incluso dentro de algunos minutos.”

Hablar con él podría producir mucha angustia, así que lo interrumpí.

“ El collar, Grucho. Soluciónalo rápidamente, de lo contrario corres el riesgo de perder más tiempo y sabes, el tiempo…”

“… escapa”, terminó él la frase corriendo a arreglar el collar mientras era preso del apuro.

Después de un cuarto de hora y con un poco de ansiedad por no vivir lo suficiente, volví con Leo y Elizabeth que estaban todavía peleando.

“ Qué sucede?”, una voz me hizo exaltar obligándome a dar la vuelta.

Era mi tía Siobhan, la madre de Leo.

Aunque sostenía que había perdido todos sus poderes mágicos al volverse una vampiresa, yo percibía en ella sólo magia y, una conexión especial con la naturaleza que la volvía especial y más parecida a un hada que a una vampiresa gracias a sus movimientos delicados y femeninos, a sus cabellos salvajes y llenos de trencitas y listones de colores.

“ Tía, hola.”

“ Esta mañana escuché el viento cambiar y ahora tú estás aquí”, dijo en voz baja y con el ceño fruncido.

“ Vine a ver a Leo y a Elizabeth”, mentí, pero apenas ella intentó tocarme, me alejé bruscamente. Mi prima me había explicado muchas veces como los vampiros pueden entrar en la mente de las personas a través del contacto físico.

“ No puedo evitar tu destino, pero sólo presta atención y elije con sabiduría tu futuro”. Con esas últimas palabras se fue, dejándome sola con mis elucubraciones.

Cuando llegué donde estaban mis primos, me llevó al menos media hora hacer que se calmen.

“ Se puede saber adónde fuiste?”, se enojó Elizabeth que se dio cuenta de mi presencia sólo después de haber terminado la discusión.

“ Aquí. Esperando que terminara esta tonta pelea.”

Con un gesto de enfado, Elizabeth me hizo callar. “De todas formas está todo decidido. Desde aquí se necesita cerca de media hora para llegar a la Brumoise Hall. Yo saldré a las once con mi padre, mientras tú iras con Leo en un coche rentado para no levantar sospechas. Partirán dentro de tres horas, por tanto, empieza a prepararte e intenta encontrar una excusa con tus padres. Por último, Leo y yo discutimos mucho y es mejor no pedirle ayuda a Siobhan, por tanto, ya que el abuelo Ahmed se ha ido a Susa, deberás conformarte con la magia de Leo.”

“ Magia de Leo?”, repetí confundida.

“ Si, April”, intervino él amablemente. “Yo no soy tan bueno como mi madre, pero habiendo heredado sus genes, un poco de su magia ha pasado también a mí, aunque si no la uso nunca. Con un encantamiento, esconderé tu lado humano, poniendo un escudo entre tú y los demás. Nadie percibirá el latido de tu corazón de manera que puedas pasar inadvertida. Sin embargo, tendremos que estar atentos porque será una magia débil y de poco tiempo. A medianoche, si todavía estamos allí, tendremos que renovarla, ya que la Hora de Sangre tiende a anularla.”

“ Y con el maquillaje apropiado, cubriremos ese enrojecimiento que te cubre siempre el rostro cuando te emocionas.”





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Cómo podrá April salvarse de la sed de sangre y venganza del Príncipe, sin poner en peligro el delicado equilibrio que sostiene la paz entre las distintas razas? Cómo podrá Vane vengarse de aquellos que osaron desafiarlo y mentirle, sin ceder al perfume hipnótico de su sangre? Después de siglos de lucha, finalmente la paz entre los vampiros y la Orden de la Cruz Ensangrentada parece haberse alcanzado bajo el mando de Zachary Macross. Sin embargo, todavía quedan algunas facciones poco dispuestas en aceptar las condiciones impuestas por la Orden. Entre las mismas se encuentra la casta noble de los vampiros, gobernada por el Príncipe Vane Vampire. April, futura heredera de la Macross Company, es solo una humana como su padre, pero esta decidida a hacer cualquier cosas para conservar la paz entre los cazadores, los lobisones y los vampiros. Lamentablemente, su humanidad la vuelve un blanco fácil para estas criaturas sobrenaturales y cuando decidirá introduciré furtivamente en una fiesta de disfraces del Príncipe, gracias a un hechizo que ocultará su naturaleza, las cosas se precipitarán drásticamente cuando llegue la medianoche. Cómo podrá April salvarse de la sed de sangre y venganza del Príncipe, sin poner en peligro el delicado equilibrio que sostiene la paz entre las distintas razas? Cómo podrá Vane vengarse de aquellos que osaron desafiarlo y mentirle, sin ceder al perfume hipnótico de su sangre?

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