Книга - Callejón Sin Salida

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Callejón Sin Salida
Blake Pierce


«Una obra maestra de misterio y suspenso. Pierce desarrolló muy bien a los personajes psicológicamente, tanto así que sientes que estás en sus mentes, vives sus temores y aclamas sus éxitos. Este libro te mantendrá pasando páginas hasta bien entrada la noche debido a sus giros inesperados.» --Books and Movie Reviews, Roberto Mattos (sobre Una vez desaparecido) CALLEJÓN SIN SALIDA (Un misterio de Chloe Fine) es el libro #3 de una nueva serie de suspenso psicológico del autor bestseller Blake Pierce, cuyo libro exitoso Una vez desaparecido (Libro #1) ha recibido más de 1.000 opiniones de cinco estrellas. La agente especial del programa ViCAP del FBI Chloe Fine debe sumergirse en un mundo suburbano de camarillas, chismes y mentiras para tratar de resolver el asesinato de una esposa y madre aparentemente perfecta en la noche de su 20a reunión de secundaria.Viejos amigos de la escuela secundaria, ahora treintañeros, han regresado al mismo pueblo suburbano para criar a sus hijos, y eso ha resucitado las mismas camarillas que los dividieron hace 20 años. Su reunión 20a de secundaria evoca viejos recuerdos, resentimientos, traiciones y secretos. La misma noche de esa reunión, la antigua abeja reina de la escuela secundaria aparece asesinada en su casa.En este pueblo aparentemente perfecto, el pasado acecha al presente, y todos y cada uno de ellos es sospechoso.¿Puede Chloe Fine resolver el asesinato, mientras lucha con los demonios de su propio pasado y la posible liberación de la cárcel de su propio padre?Un thriller lleno de acción con suspenso emocionante y personajes multi-facéticos, CALLEJÓN SIN SALIDA es el libro #3 de una nueva serie fascinante que te dejará pasando páginas hasta bien entrada la noche. El Libro #4 de la serie de CHLOE FINE estará disponible pronto.







CALLEJÓN SIN SALIDA



(un libro de suspenso psicológico de Chloe fine—libro 3)



b l a k e p i e r c e


Blake Pierce



Blake Pierce es el autor de la serie exitosa de misterio RILEY PAIGE que cuenta con trece libros hasta los momentos. Blake Pierce también es el autor de la serie de misterio de MACKENZIE WHITE (que cuenta con nueve libros), de la serie de misterio de AVERY BLACK (que cuenta con seis libros), de la serie de misterio de KERI LOCKE (que cuenta con cinco libros), de la serie de misterio LAS VIVENCIAS DE RILEY PAIGE (que cuenta con tres libros), de la serie de misterio de KATE WISE (que cuenta con dos libros), de la serie de misterio psicológico de CHLOE FINE (que cuenta con dos libros) y de la serie de misterio psicológico de JESSE HUNT (que cuenta con tres libros).



Blake Pierce es un ávido lector y fan de toda la vida de los géneros de misterio y los thriller. A Blake le encanta comunicarse con sus lectores, así que por favor no dudes en visitar su sitio web www.blakepierceauthor.com para saber más y mantenerte en contacto.



Copyright © 2018 por Blake Pierce. Todos los derechos reservados. Con excepción de lo permitido por la Ley de Derechos de Autor de los Estados Unidos de 1976, ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, distribuida o transmitida de ninguna forma ni por ningún medio, ni almacenada en una base de datos o en un sistema de recuperación de datos, sin el permiso previo del autor. Este e-book está autorizado para tu disfrute personal solamente. Este e-book no puede ser revendido o regalado a otras personas. Si desea compartir este libro con otra persona, por favor compre una copia adicional para cada destinatario. Si está leyendo este libro y no lo compró, o si no lo compró para su uso exclusivo, devuélvalo y compre su propia copia. Gracias por respetar el arduo trabajo de este autor. Esto es una obra de ficción. Nombres, personajes, empresas, organizaciones, lugares, eventos e incidentes son producto de la imaginación del autor o se utilizan ficticios. Cualquier parecido con personas reales, vivas o muertas, es una coincidencia. Imagen de la cubierta Copyright robsonphoto, utilizado bajo licencia de Shutterstock.com.


LIBROS ESCRITOS POR BLAKE PIERCE



SERIE DE THRILLER DE SUSPENSE PSICOLÓGICO CON JESSIE HUNT

EL ESPOSA PERFECTA (Libro #1)

EL TIPO PERFECTO (Libro #2)

LA CASA PERFECTA (Libro #3)



SERIE DE MISTERIO PSICOLÓGICO DE SUSPENSO DE CHLOE FINE

AL LADO (Libro #1)

LA MENTIRA DEL VECINO (Libro #2)

CALLEJÓN SIN SALIDA (Libro #3)



SERIE DE MISTERIO DE KATE WISE

SI ELLA SUPIERA (Libro #1)

SI ELLA VIERA (Libro #2)

SI ELLA CORRIERA (Libro #3)

SI ELLA SE OCULTARA (Libro #4)

SI ELLA HUYERA (Libro #5)



SERIE LAS VIVENCIAS DE RILEY PAIGE

VIGILANDO (Libro #1)

ESPERANDO (Libro #2)

ATRAYENDO (Libro #3)



SERIE DE MISTERIO DE RILEY PAIGE

UNA VEZ DESAPARECIDO (Libro #1)

UNA VEZ TOMADO (Libro #2)

UNA VEZ ANHELADO (Libro #3)

UNA VEZ ATRAÍDO (Libro #4)

UNA VEZ CAZADO (Libro #5)

UNA VEZ AÑORADO (Libro #6)

UNA VEZ ABANDONADO (Libro #7)

UNA VEZ ENFRIADO (Libro #8)

UNA VEZ ACECHADO (Libro #9)

UNA VEZ PERDIDO (Libro #10)

UNA VEZ ENTERRADO (Libro #11)

UNA VEZ ATADO (Libro #12)

UNA VEZ ATRAPADO (Libro #13)

UNA VEZ INACTIVO (Libro #14)



SERIE DE MISTERIO DE MACKENZIE WHITE

ANTES DE QUE MATE (Libro #1)

ANTES DE QUE VEA (Libro #2)

ANTES DE QUE CODICIE (Libro #3)

ANTES DE QUE SE LLEVE (Libro #4)

ANTES DE QUE NECESITE (Libro #5)

ANTES DE QUE SIENTA (Libro #6)

ANTES DE QUE PEQUE (Libro #7)

ANTES DE QUE CACE (Libro #8)

ANTES DE QUE ATRAPE (Libro #9)

ANTES DE QUE ANHELE (Libro #10)

ANTES DE QUE DECAIGA (Libro #11)



SERIE DE MISTERIO DE AVERY BLACK

CAUSA PARA MATAR (Libro #1)

UNA RAZÓN PARA HUIR (Libro #2)

UNA RAZÓN PARA ESCONDERSE (Libro #3)

UNA RAZÓN PARA TEMER (Libro #4)

UNA RAZÓN PARA RESCATAR (Libro #5)

UNA RAZÓN PARA ATERRARSE (Libro #6)



SERIE DE MISTERIO DE KERI LOCKE

UN RASTRO DE MUERTE (Libro #1)

UN RASTRO DE ASESINATO (Libro #2)

UN RASTRO DE VICIO (Libro #3)

UN RASTRO DE CRIMEN (Libro #4)

UN RASTRO DE ESPERANZA (Libro #5)


ÍNDICE



PRÓLOGO (#u5797aea3-a07a-5d0c-9b82-b4264862df5b)

CAPÍTULO UNO (#u769d3d24-1d34-5e27-8273-3269dbd15489)

CAPÍTULO DOS (#u8c43f238-95c0-5fd9-89a0-4157c985da64)

CAPÍTULO TRES (#u8a140972-2dad-5243-908e-7bcf699c3886)

CAPÍTULO CUATRO (#ud9a5798c-aee3-534e-b485-1ecc9088a37a)

CAPÍTULO CINCO (#u855e2b15-bd32-58c0-9649-370ed751a40d)

CAPÍTULO SEIS (#u7234af53-1540-591d-8427-234a4e1335ed)

CAPÍTULO SIETE (#u82c7591d-029f-53ee-9837-b7d5538689ba)

CAPÍTULO OCHO (#litres_trial_promo)

CAPÍTULO NUEVE (#litres_trial_promo)

CAPÍTULO DIEZ (#litres_trial_promo)

CAPÍTULO ONCE (#litres_trial_promo)

CAPÍTULO DOCE (#litres_trial_promo)

CAPÍTULO TRECE (#litres_trial_promo)

CAPÍTULO CATORCE (#litres_trial_promo)

CAPÍTULO QUINCE (#litres_trial_promo)

CAPÍTULO DIECISEIS (#litres_trial_promo)

CAPÍTULO DICISIETE (#litres_trial_promo)

CAPÍTULO DIECIOCHO (#litres_trial_promo)

CAPÍTULO DIECINUEVE (#litres_trial_promo)

CAPÍTULO VEINTE (#litres_trial_promo)

CAPÍTULO VEINTUNO (#litres_trial_promo)

CAPÍTULO VEINTIDOS (#litres_trial_promo)

CAPÍTULO VEINTITRÉS (#litres_trial_promo)

CAPÍTULO VEINTICUATRO (#litres_trial_promo)

CAPÍTULO VEINTICINCO (#litres_trial_promo)

CAPÍTULO VEINTISEIS (#litres_trial_promo)

CAPÍTULO VEINTESIETE (#litres_trial_promo)

CAPÍTULO VEINTIOCHO (#litres_trial_promo)




PRÓLOGO


Jerry Hilyard estacionó su Mercedes Benz en su camino de entrada justo después de la una de la tarde de un lunes y sonrió ampliamente. No había nada mejor que ser dueño de su propio negocio y ser lo suficientemente rico como para terminar el día cuando le plazca.

Jerry esperaba con ansias ver la expresión de sorpresa en la cara de su esposa cuando le dijera que la llevaría a un almuerzo sorpresa. Él quería que fuera un brunch, pero sabía que Lauren aún tendría una resaca de la noche anterior. Ella se había quedado hasta muy tarde, por razones que él aún no comprendía, en su reunión de veinte años de la escuela secundaria. Para la hora del almuerzo, ella debería estar menos irritable, y quizás hasta dispuesta a acompañarlo con uno o dos Bloody Mary.

Sonrió cuando pensó en las buenas noticias que le compartiría: estaba planeando una escapada de dos semanas a Grecia. Sólo él y ella, sin los niños. Se irían el mes que viene.

Jerry se dirigió a la puerta, con el maletín en la mano, entusiasmado sobre cómo podría salir la tarde. Encontró la puerta cerrada, lo que no era inusual. Ella nunca había sido una mujer confiada, ni siquiera en un barrio tan acomodado como el suyo.

Al abrir la puerta y entrar en la cocina para servirse una copa de vino, se dio cuenta de que no escuchaba el televisor del dormitorio. La casa estaba tan tranquila como cuando se había ido. Tal vez la resaca aún no había terminado.

Se preguntaba como habría sido la reunión de anoche. Ella no había dicho nada esta mañana. Él se había graduado en la misma clase que ella, pero odiaba las tonterías sentimentales como las reuniones de la escuela secundaria. Todo era una excusa para que los compañeros se reunieran diez o veinte años más tarde para ver a quién le estaba yendo mejor que a todos los demás. Pero una vez que los amigos de Lauren la convencieron para que fuera, ella casi estaba emocionada por ver a algunos de sus antiguos compañeros de clase. O eso parecía. La ingesta de alcohol de la noche indicaba que podría haber sido una noche difícil.

Estos pensamientos merodeaban en la cabeza de Jerry mientras se abría paso por el pasillo del piso de arriba hacia su dormitorio. Pero cuando se acercó a la puerta, se detuvo.

Todo estaba muy silencioso.

Seguro, esto era de esperarse si Lauren estaba tomando una siesta y no había puesto Netflix para terminar de devorar compulsivamente la serie que le hubiera gustado esta semana. Pero este era un tipo de silencio diferente… una completa falta de movimiento o un movimiento que parecía fuera de lugar. Era como un silencio que se podía oír, un silencio que él podía sentir literalmente.

Algo anda mal, pensó.

Era un pensamiento aterrador, pero aun así se dirigió rápidamente hacia la puerta. Tenía que saber, tenía que asegurarse de que…

¿Asegurarme de qué?

Todo lo que vio al principio fue rojo. En las sábanas, en las paredes, un rojo tan espeso y oscuro que en algunos lugares era casi negro.

Un grito se abrió paso a través de sus pulmones y salió por su boca. No sabía si debía ir corriendo hacia ella o hacia el teléfono.

Al final, no hizo ninguna de las dos cosas. Le fallaron sus piernas y el peso de sus gritos desgarradores lo llevó al suelo, donde golpeó sus puños, donde trató de darle sentido al horrible panorama que tenía frente a él.




CAPÍTULO UNO


Chloe se concentró, entrecerró los ojos a la mira de la pistola y disparó.

El retroceso fue suave, la explosión ligera y casi pacífica para ella. Respiró hondo y volvió a disparar. Fue fácil; ahora le era algo natural.

No podía ver el blanco al otro lado del campo de tiro, pero sabía que había hecho dos buenos disparos. Últimamente era capaz de sentir estas cosas. Fue una de las formas en las que supo que se estaba convirtiendo en agente. Se sentía más cómoda con el arma, la culata y el gatillo ahora le eran tan familiares como sus propias manos cuando realmente se concentraba. En el pasado, había ido al campo de tiro sólo como un especie de estudio, como una forma de practicar y mejorar. Pero ahora lo disfrutaba. Daba algo de libertad, una extraña liberación al disparar incluso a un blanco de papel.

Dios sabía que ella necesitaba sentirse así últimamente.

Habían sido dos semanas mediocres en el trabajo, y eso dejaba a Chloe con nada más ayudando a otros con datos y trabajos de investigación. Casi había sido atraída para ayudar a un equipo con una pequeña operación de piratería informática y estaba demasiado entusiasmada con ello. Eso la hizo darse cuenta de lo lentas que habían estado las cosas para ella.

Así es como terminó en el campo de tiro. No era necesariamente su idea de pasar un buen momento, pero sabía que precisaba algo de práctica. Aunque había estado entre las mejores de su clase en su paso por la academia, la transición del Equipo de respuestas de evidencias al Programa de crímenes violentos la hizo darse cuenta de que nunca se es demasiado astuta o atenta.

Cuando disparó unas veces más a un blanco a cincuenta metros de distancia, entendió como a la gente le atraía esto. Estabas absolutamente solo, sólo tú y tu arma de fuego y un objetivo en la mira. Había algo muy Zen en el enfoque y la intención detrás de todo esto. Y luego estaba el bang del disparo en un espacio abierto. Lo que Chloe siempre rescataba del campo de tiro era lo fluida que puede ser la relación entre el cuerpo humano y un arma lateral. Cuando estaba concentrada, su Glock se sentía como una extensión de su brazo, algo más que podía controlar con su mente de la misma manera que podía controlar el movimiento de sus dedos o brazos. Esto era un ejemplo de precaución de cómo su arma sólo debería utilizarse cuando fuera absolutamente necesario, porque cuando estás entrenada para usarla, puede empezarse a sentir demasiado natural al apretar el gatillo.

Cuando terminó su sesión, recogió sus blancos e hizo un balance. Tuvo un sorprendente número de impactos directos en el centro del blanco, pero unos pocos dispersos en el exterior, justo a lo largo del borde del papel.

Tomó algunas fotos de los blancos con su teléfono e hizo algunas notas, asegurándose de que mejoraría la próxima vez. Luego tiro los blancos de papel y salió de las instalaciones. Mientras lo hacía, sintió otra cosa que asumió que también era atractiva para aquellos que pasaban mucho tiempo en el campo de tiro. La sensación de los numerosos retrocesos que palpitaban por sus manos y muñecas era particular, pero al mismo tiempo, agradable de una forma que no podía describir.

Al salir por el vestíbulo, vio una cara familiar entrando por la puerta. Era Kyle Moulton, el hombre que le había sido asignado como su compañero, pero también el hombre al que no había visto mucho en las últimas semanas debido a la poca carga de trabajo. Tuvo un momento de pánico de colegiala cuando Moulton le sonrío al cerrarse las puertas detrás de ella.

–Agente Fine –dijo con un tono casi sarcástico. Se conocían lo suficiente como para no usar el agente y llamarse por los nombres de pila. De hecho, Chole estaba segura de que se estaba generando una cierta tensión romántica entre ellos. Ello lo sintió casi de inmediato, desde el momento en que lo vio hasta el momento en que terminaron su primer caso hace tres meses.

–Agente Moulton –respondió de la misma manera.

–¿Desea desahogarse o sólo pasar el tiempo? –preguntó.

–Un poco de ambos –contestó ella –. Últimamente me siento inquieta, ¿sabes?

–Lo entiendo. Estar detrás de un escritorio tampoco es lo que más me gusta. Pero… bueno, no sabía que frecuentabas el campo de tiro.

–Sólo trato de mantenerme lúcida.

–Eso veo –dijo sonriendo.

El silencio que caía sobre ellos era el típico al que Chloe se estaba acostumbrando. Odiaba sentirse tan engreída, pero estaba bastante segura de que él sentía lo mismo que ella. Se notaba en cada mirada que se daban y en la forma en que Moulton no podía verla a los ojos por más de tres segundos, como ahora mismo, en ese momento, mientras estaban parados en la puerta del campo de tiro.

–Entonces, mira –dijo Moulton –. Esto puede sonar estúpido e incluso un poco imprudente, pero me preguntaba si te gustaría cenar conmigo esta noche. Pero no como compañeros.

Chloe no pudo evitar que una sonrisa se le escapara. Quería decir algo un poco mordaz y sarcástico como respuesta, quizás algo como un “ya era hora”, o algo así.

En cambio, optó por una forma mucho más segura y genuina:

–Si, creo que me gustaría mucho.

–Si te soy sincero, he querido preguntarte hace un tiempo, pero… bueno, las cosas siempre estaban muy movidas. Y estas semanas han sido todo lo contrario.

–Me alegro de que finalmente decidieras preguntarme.

Ese silencio los envolvió nuevamente y esta vez, él pudo mirarla a los ojos sin apartar la vista. Por un momento, ella estuvo segura de que él la iba a besar. Pero el momento pasó y el señaló hacia la puerta con la cabeza.

–Será mejor que empiece –dijo él –. Llámame más tarde para decirme dónde te gustaría cenar.

–Lo haré.

Ella se quedó un momento parada allí, mirándolo entrar al campo de tipo. En lo que se trataba como un comienzo de relación, había sido algo incómodo. Era el equivalente a una preadolescente nerviosa que espera parada en un baile cuando se entera de que un chico guapo la está mirando. Esto la hizo sentir increíblemente ingenua y juvenil, así que se alejó de allí lo más rápido posible,

Eran casi las cinco de la tarde y como no tenía nada en su agenda, simplemente decidió volver a casa. No tenía sentido volver a su pequeño cubículo para ver pasar los últimos quince minutos. Pensando en el tiempo, se dio cuenta de que no tenía mucho tiempo para prepararse para la cena con Moulton. Ella no tenía idea de a qué hora él preferiría cenar, pero asumió que sería cerca de las siete, lo que le daba un poco más de dos horas para decidir dónde ir a comer y qué se pondría.

Se apresuró para llegar al estacionamiento y se subió a su coche. Aquí cayó nuevamente en el modo chica de secundaria. ¿Y si terminaran en su coche por alguna razón? El coche estaba bastante desagradable, considerando que no se había molestado en limpiarlo desde que se separó de Steven. Cuando pensó en Steven, se dio cuenta de que era por eso por lo que se sentía tan incómoda al volver a sumergirse en el mundo de las citas. Ella sólo había tenido una relación seria antes de Steven, y luego, ella había salido con Steven por cuatro años antes de comprometerse. No estaba acostumbrada al mundo de las citas y la idea le parecía anticuada y, siendo honesta, un poco aterradora.

Hizo todo lo posible para calmarse en su viaje de quince minutos hasta su apartamento. No tenía idea como era el sumario de citas de Kyle Moulton. Él podría estar tan oxidado y fuera de práctica como ella. Por supuesto, a juzgar por su aspecto, ella dudaba que ese fuera el caso. Honestamente, si se basaba en su apariencia, no tenía idea de por qué estaba interesado en ella.

Quizás le atraigan las chicas con un pasado roto y una tendencia a volcarse demasiado al trabajo, pensó. Los chicos encuentran eso sexy hoy en día, ¿verdad?

Para cuando llegó a la calle de su casa, sus nervios se habían calmado bastante. La ansiedad se iba convirtiendo en emoción de a poco. Habían pasado siete meses desde que ella terminó todo con Steven. Fueron siete meses sin besar a un hombre, sin tener sexo, sin…

No nos precipitemos, se dijo a sí misma mientras estacionaba su coche al final de su cuadra.

Ella salió del auto, mentalmente repasando si algo de lo que tenía en su armario se vería bien, pero no demasiado bien. Tenía algunas ideas de que ponerse, así como alguna idea de dónde podían ir a cenar, ya que últimamente estaba antojada por comida japonesa. Un poco de sushi sería perfecto, y…

Mientras caminaba hacia la escalera de su casa, vio a un hombre sentado el último escalón. Parecía bastante aburrido, su cabeza estaba apoyada en una de sus manos mientras miraba su teléfono con la otra.

Chloe aminoró su marcha y luego se detuvo por completo. Ella conocía a este hombre. Pero no había forma de que él pudiera estar aquí, sentado en los escalones de su edificio.

No hay forma de que…

Con lentitud, ella dio otro paso hacia adelante. El hombre finalmente se fijó en ella y levantó la vista. Sus ojos se encontraron y cuando lo hicieron, Chloe sintió como su corazón se estremecía.

El hombre en los escalones era Aiden Fine, su padre.




CAPÍTULO DOS


–Hola, Chloe.

Intentaba sonar normal. Intentaba hacer que sonora como si fuera algo muy normal el hecho de que él estuviera en la escalera. Sin mencionar el hecho de que había estado en prisión durante casi veintitrés años, cumpliendo condena por haber participado en el asesinato de su madre. Claro que, los recientes eventos que ella misma había descubierto mostraban que él probablemente fuera inocente de esos cargos, pero para Chloe el hombre siempre sería culpable.

Pero al mismo tiempo, ella tenía un pequeño anhelo de ir hacia él. Tal vez incluso para abrazarlo. No podía negar que verlo aquí, a la intemperie, le despertó una gran variedad de emociones.

Sin embargo, no se atrevió a acercarse más. Ella no confiaba en él, y peor aún, ella no confiaba plenamente en sí misma.

–¿Qué estás haciendo aquí? –preguntó.

–Sólo quería venir a visitarte –dijo poniéndose de pie.

Un millón de preguntas pasaron por su cabeza. La principal de ellas era, ¿cómo había averiguado donde vivía? Pero ella sabía que cualquiera que tuviera conexión a Internet y determinación podría descubrirlo. En su lugar, trató de ser civilizada sin ser cálida y acogedora.

–¿Hace cuánto saliste? –preguntó ella.

–Hace una semana y media. Tuve que hacerme de coraje para venir a verte.

Ella recordó la llamada telefónica que le había hecho al Director Johnson cuando encontró aquella última prueba hace dos meses, la prueba que aparentemente había sido más que suficiente para liberar a su padre. Y ahora él estaba aquí. Por causa de su esfuerzo. Se preguntó si él sabía lo que ella había hecho por él.

–Y esta es la razón por la que esperé tanto –dijo–. Este… este silencio entre nosotros. Es incómodo e injusto y…

–¿Injusto? Papá, has estado en prisión la mayor parte de mi vida… por un crimen del que ahora sé que no eres culpable, pero del cual no parecía importarte asumir la culpa. Sí, va a ser incómodo. Y dada la razón de tu encarcelamiento y las últimas conversaciones que hemos tenido, espero que entiendas si no me aproximo a ti bailando y llena de dicha.

–Claro que lo entiendo a la perfección. Pero… hemos perdido tanto tiempo. Puede que no puedas sentir eso todavía, siendo tan joven. Pero esos años que perdí en prisión, sabiendo lo que había sacrificado… tiempo contigo y Danielle… mi propia vida…

–Sacrificaste todas esas cosas por Ruthanne Carwile –lanzó Chloe–. Esa fue tu elección.

–Lo fue. Y es un remordimiento con el que he tenido que vivir por durante casi veinticinco años.

–¿Qué es lo que quieres? –preguntó.

Ella se aproximó en su dirección, sólo para abrirse paso a su lado, hacia su puerta. Se necesitaba más fuerza de voluntad de la que ella pensaba para pasar junto a él, para estar tan cerca de él.

–Esperaba que pudiéramos cenar juntos.

–¿Así de fácil?

–Tenemos que empezar por algún lado, Chloe.

–No, en realidad no tenemos que hacerlo –ella abrió la puerta y se volvió hacia él, mirándolo por primera vez a los ojos. Su estómago estaba hecho un nudo y ella estaba haciendo lo posible para no emocionarse frente a él–. Necesito que te vayas. Y por favor, no vuelvas nunca más.

Él parecía genuinamente herido, pero sus ojos nunca se apartaron de los de ella.

–¿Lo dices en serio?

Quería decir que sí, pero lo único que salió de su boca fue:

–No lo sé.

–Hazme saber si cambias de opinión. Tengo un lugar…

–No quiero saber –interrumpió ella –.Si quiero ponerme en contacto contigo, te encontraré.

Él le sonrió ligeramente, pero aún había algo de dolor.

–Ah, es cierto. Trabajas para el FBI ahora.

Y lo qué pasó entre tú y mamá es lo que me llevo por ese camino, pensó.

–Adiós, papá –dijo ella y cruzó la puerta.

Cuando la cerró detrás de ella, no se molestó en mirar hacia atrás. En cambio, fue hacia el elevador tan rápido como le fue posible sin que pareciera que tuviera prisa. Cuando las puertas se cerraron detrás de ella y el elevador comenzó a subir, Chloe apretó sus manos contra su rostro y empezó a llorar.



***



Ella miró fijamente su armario, pensando si debería llamar a Moulton y decirle que no podría salir esta noche después de todo. Ella no le diría la verdadera razón: que su padre había salido de la cárcel después de haber pasado allí veintitrés años y que de repente había aparecido en la puerta de su casa. Ciertamente, él entendería lo traumático de la situación, ¿verdad?

Pero decidió que no iba a dejar que su padre arruinara su vida. Su sombra ya había rondado sobre una parte demasiado grande de su vida. E incluso algo tan pequeño como cancelar una cita debido a su presencia le daba demasiado poder sobre ella.

Llamó al número de Moulton y cuando salió el buzón de voz, dejó su sugerencia de un lugar para cenar. Una vez hecho esto, se dio una ducha rápida y se vistió. Mientras se ponía un pantalón, sonó tu teléfono celular. Vio que era Moulton quien la llamaba y su mente se imaginó primero los peores escenarios.

Ha cambiado de opinión. Me llama para cancelar.

Ella realmente lo creyó hasta que atendió el teléfono.

–¿Hola?

–Entonces, comida japonesa me parece muy bien –dijo Moulton–. Ahora, quizás te des cuenta por mi falta de detalle y seguimiento, pero no hago mucho esto. Así que no sé, ¿voy a recogerte o si nos encontramos allí…?

–Ven a recogerme, si no te molesta –dijo, pensando de nuevo en el estado andrajoso de su coche–. Hay un lugar bueno no muy lejos de aquí.

–Suena bien –dijo–. Nos vemos entonces.

…No hago mucho esto. A pesar de que él lo habría admitido, a Chloe le resultaba difícil de creer.

Terminó de vestirse, se peinó un poco y esperó a que la llamaran a la puerta.

Quizás será tu padre de nuevo, se dijo a sí misma. Aunque en realidad, si estaba siendo honesta, no era su propia voz la que se lo decía. Era la voz de Danielle, condescendiente y confiada.

Me pregunto si ella ya sabe que él ha salido, pensó Chloe. Dios mío, se pondrá furiosa.

Sin embargo, no tuvo mucho tiempo para pensar en ello. Antes de que pudiera hacerlo, llamaron a la puerta. Durante un momento de parálisis, ella estaba segura de que era su padre. Esto la hizo congelarse por un segundo, sin querer contestar. Pero luego recordó que Moulton se había sentido igual de torpe que ella fuera del campo de tiro, y se dio cuenta de lo mucho que deseaba verlo. Especialmente después de lo que habían sido las últimas horas de su vida.

Ella abrió la puerta con su mejor sonrisa. Moulton tenía otra sonrisa. Tal vez fue porque rara vez se veían fuera del trabajo, pero a Chloe le pareció muy sexy su sonrisa. También ayudó el hecho que aunque estaba vestido simplemente con una camisa abotonada y un par de pantalones bonitos, se veía increíblemente guapo.

–¿Lista? –le preguntó él.

–Absolutamente –dijo.

Ella cerró la puerta y se dirigieron al pasillo. Una vez más, estaba ese silencio perfectamente tranquilo entre ellos, uno que la hizo desear que ya estuviesen más adelantados. Incluso algo tan simple e inocente como él intentando tomarla de la mano… ella necesitaba algo.

Y fue esa simple necesidad de contacto humano que la hizo darse cuenta de lo mucho que la había alterado la presencia de su padre.

Sólo va a empeorar ahora que él ha salido de la cárcel, pensó ella mientras Moulton y ella tomaban el elevador hasta el vestíbulo.

Pero no iba a dejar que eso arruinara esta cita.

Ahuyentó todos los pensamientos de su padre de su mente mientras Moulton y ella se salían a una cálida noche. Y para su sorpresa, realmente funciono.

Por un tiempo.




CAPÍTULO TRES


El restaurante japonés que había elegido era un lugar de parrilla hibachi, con las grandes cocinas abiertas para permitir que grandes grupos se sentaran a ver a los cocineros realizar su arte. Chloe y Moulton optaron por una mesa en la zona más tranquila y privada del restaurante. Cuando ambos estaban sentados, ella se alegró de ver que se sentía natural estar sentada en un lugar como este con él. Aparte de la atracción física, Moulton le había gustado desde el primer momento en que lo conoció. Él había sido lo único positivo en el día que la habían cambiado del equipo de respuestas de evidencias al programa de crímenes violentos. Y aquí estaba él, haciendo que los momentos incómodos de su vida fueran más soportables.

No quería arruinar su noche con tal conversación, pero sabía que si no se desahogaba, sería una distracción innecesaria.

–Entonces –dijo Moulton, doblando las esquinas de su menú al abrirlo–, ¿no fue extraño que te invitara a salir?

–Estoy segura de que depende a quién le preguntes –respondió ella–. El Director Johnson podría pensar que no es la mejor de las ideas. Sin embargo, para serte honesta, he estado esperando que me lo pidieras.

–¿Así que eres tradicional? ¿No me habrías invitado a salir tú? ¿Habrías esperado a que yo te lo pidiera?

–No es por ser tradicional, sino es por estar marcada por una relación pasada. Y supongo que es mejor que te lo diga. Hasta hace siete meses aproximadamente, estaba comprometida.

La sorpresa en su cara fue algo sólo momentáneo. Afortunadamente ella no notó miedo o incomodidad de su parte. Antes de que él pudiera comentar algo sobre esto, vino la camarera a tomar sus pedidos de bebidas. Ambos pidieron un Sapporo, haciendo el pedido rápidamente, para no dejar que el ímpetu de su conversación se interrumpiera.

–¿Puedo preguntar por qué se terminó? –preguntó Moulton.

–Es una larga historia. La versión resumida es que el tipo era autoritario y no podía separarse de la sombra de su familia, en particular de su madre. Y cuando de repente tuve la oportunidad frente a mí de tener una carrera en el FBI, él no me apoyó mucho. Tampoco me apoyaba en absoluto en mis propios problemas familiares…

Entonces se dio cuenta de que él quizás supiera algo de su historia familiar. Cuando fue a investigar sobre ello al final de su entrenamiento, estaba muy consciente de que era algo comentado en los pasillos de la academia.

–Sí, he oído un poco sobre ello…

Dejó el comentario en el aire. Chloe creyó que eso significaba que si ella quería contárselo, él la escucharía. Pero si ella prefería no hablar de ello, también estaría de acuerdo con eso. Y en ese momento, con todo lo que tenía en mente, pensó que era ahora o nunca. No tiene sentido esperar, pensó ella.

–Aunque te voy a evitar los detalles para más adelante, supongo que debería decirte que hoy vi a mi padre.

–¿Así que ya salió?

–Sí. Y creo que es sobre todo por los descubrimientos que hice sobre la muerte de mi madre en los últimos meses.

A Moulton le tomó un momento saber cómo continuar después de eso. Él también bebía sorbos de su cerveza como un método para tomarse un tiempo. Cuando dio un largo sorbo, contestó con lo mejor respuesta posible.

–¿Estás bien?

–Creo que sí, fue muy inesperado.

–Chloe, no teníamos que salir esta noche. Lo habría entendido si lo hubieras cancelado.

–Casi lo hago. Pero no le di el control de incluso otra parte de mi vida.

Él asintió y ambos tomaron el silencio que le siguió a ese momento como un tiempo para mirar sus menús. El silencio permaneció hasta que volvió la misma camarera para tomar sus órdenes. Cuando se fue, Moulton se inclinó un poco sobre la mesa y preguntó:

–¿Quieres hablar de ello o lo ignoramos?

–¿Sabes? Creo que preferiría ignorarlo por ahora. Sólo ten en cuenta que puede haber momentos de esta noche en los que podría estar distraída.

Sonrió y lentamente se levantó de su silla.

–Me parece justo. Pero déjame intentar algo, si te parece bien.

–¿Qué…?

Dio un gran paso hacia ella, se inclinó un poco y la besó. Ella retrocedió al principio, insegura de lo que estaba haciendo. Pero cuando se dio cuenta de su intención, dejó que sucediera. No sólo eso, sino que le siguió el beso. Era suave, pero con la urgencia suficiente para dejarle saber que de él había estado pensado en esto probablemente tanto tiempo como ella.

Él cortó el beso antes de que fuera incómodo, después de todo; estaban sentados en un restaurante, rodeados de personas. Y a Chloe nunca le han gustado las demostraciones públicas de afecto.

–No es que me queje –dijo ella–, pero, ¿por qué fue eso?

–Dos cosas. Era yo siendo valiente… algo que rara vez puedo ser con una mujer. Y también era yo dándote otra distracción… espero que pueda superar la distracción de tu padre.

Su cabeza daba vueltas y el calor subía por todo su cuerpo, ella suspiró.

–Sí, creo que eso pudo haber sido suficiente.

–Bien –dijo–. Además, supongo que eso anula el hecho de que se supone que debemos besarnos al final de la cita, cosa que siempre arruino.

–Oh, después de ese beso, será mejor que lo hagamos –dijo ella.

Y, como Moulton esperaba, los pensamientos sobre la repentina aparición de su padre parecían muy lejanos.



***



La cena fue mucho mejor de lo que ella esperaba. Una vez que pudieron superar el tema de la aparición de su padre y continuaron luego del inesperado beso de Moulton, todo salió muy bien. Hablaron de aprender los pormenores de la oficina, música, películas, conocidos e historias de sus épocas de la academia, sus intereses y pasatiempos. Se sentía natural de una manera que no esperaba.

Tristemente, le hizo desear haber terminado con Steven antes. Si esto era lo que se había estado perdiendo al salirse del mundo de las citas por él, se había perdido demasiado.

Habían terminado de comer, pero se quedaron a tomar unas copas más. Fue otra oportunidad para que Moulton mostrara su cuidado y afecto, ya que se detuvo en el segundo trago mientras Chloe se tomaba un tercero. Incluso le preguntó si ella se sentiría más cómoda tomando un taxi, por si se sintiera incómoda con él conduciendo.

La llevó de vuelta a su apartamento, llegando a su calle un poco después de las diez. Ella estaba lejos de estar borracha, pero estaba un poco alegre, lo suficiente como para preguntarse acerca de cosas que de otra manera no consideraría.

–La pasé muy bien –dijo Moulton–. Me gustaría hacerlo de nuevo muy pronto si no crees que se interpondrá con el trabajo.

–Yo también, gracias por finalmente invitarme.

–Gracias por decir que sí.

Nunca fue una maestra en el arte de la seducción, ella respondió a esa comentario acercándose a él y besándolo. Al igual que el beso del restaurante, comenzó lentamente, pero luego comenzó a crecer. De repente la mano de él estaba en su rostro, deslizándose hasta la nuca para acercarla. El apoyabrazos estaba entre ellos y se encontró a si misma inclinando su cuerpo para poder apoyar su mano en el pecho de él.

No estaba segura de cuánto tiempo había durado el beso. Fue lento y salvajemente romántico. Cuando se separaron, Chloe se encontraba sin aliento.

–Como ya hemos cubierto el hecho de que nunca he salido en citas –dijo–, tendrás que perdonarme si hago mal la siguiente parte.

–¿Qué parte?

Ella dudó por un momento, pero los tres tragos la animaron.

–Quiero invitarte a entrar.. Diría que es para tomar café u otra bebida, pero eso sería una mentira.

Moulton parecía genuinamente sorprendido. Era una mirada que la hizo preguntarse si la había malinterpretado.

–¿Estás segura? –preguntó.

–Eso sonó mal –dijo ella, avergonzada–. Lo que quise decir es que… me gustaría hacer esto sin un apoyabrazos entre nosotros. Pero no voy a… no voy a acostarme contigo.

Incluso en la luz tenue, ella pudo ver como él se sonrojaba con ese comentario.

–Nunca hubiera esperado que lo hicieras.

–Entonces… ¿quieres entrar?

–En realidad, realmente quiero.

Y dicho esto, la besó. Esta vez, fue un poco más juguetón. En el medio del beso, le dio un codazo al apoyabrazos en broma.

Ella se separó de él y abrió la puerta. Mientras caminaban hacia la entrada de su edificio, ella no podía recordar la última vez que se había sentido tan… tan en el aire.

En el aire, pensó sonriendo. Era una palabra que Danielle había usado una vez para explicar lo que se sentía al bajar de la altura física en que un orgasmo provocaba. El recuerdo de repente hizo que Chloe sintiera calor por todo el cuerpo, tomando la mano de Moulton al entrar al edificio.

Tomaron el ascensor y cuando las puertas se cerraron, Chloe se sorprendió a sí misma al llevarlo contra la pared del ascensor y besarlo. Ahora, siendo capaz de ponerle las manos encima, lo agarró por la cintura y lo acercó a ella. Este beso fue un poco más apasionado, insinuando lo que ella quería hacerle en ese momento.

Él estaba igual de ansioso, sus manos estaban en la parte baja de la espalda de ella. Cuando él la apretó más cerca de él y sus cuerpos se encontraron, ella soltó un pequeñísimo jadeo. Fue un poco embarazoso.

El ascensor se detuvo y ella se alejó. Ya se podía imaginar las caras de las personas con las que compartía el edificio si la pillaban besándose en el ascensor. Se sintió aliviada a ver que Moulton parecía un poco fuera de sí y respiraba pesadamente.

Ella lo condujo por el pasillo, cuatro puertas hasta su apartamento. Entonces se le ocurrió que aparte de Danielle, Moulton sería la única persona que habría visitado su apartamento.

Es una pena que no planeo perder el tiempo con un recorrido, pensó ella.

Ese era otro pensamiento que la hacía sentirse un poco avergonzada. Nunca se había sentido tan físicamente necesitada cuando se trataba de un hombre. Después de un tiempo, el sexo con Steven se había transformado en algo previsible y esperado. Y si era honesta consigo misma, las veces que había quedado satisfecha habían sido pocas y muy lejanas. Y debido a eso, ella realmente no tenía ganas de tener ningún tipo de intimidad con él.

Chloe abrió la puerta y entraron. Encendió la luz de la cocina y colgó su bolso en uno de los taburetes del bar.

–¿Hace cuánto tiempo estás aquí? –preguntó Moulton.

–Seis meses más o menos, supongo. No tengo mucha compañía.

Moulton se acercó a ella y puso una mano en su cintura. Cuando se aproximaron para besarse, fue lento y con un propósito. Sólo tardó un momento en presionarla contra la barra suavemente y su beso se hizo más profundo. Chloe se sintió sin aliento de nuevo, sintiendo un nivel de deseo que no había sentido desde que tuvo relaciones por primera vez en la escuela secundaria.

Ella rompió el beso lo suficientemente lejos, como para llevarlo al sofá, donde se sentaron uno al lado del otro e inmediatamente continuaron. Se sentía bien simplemente estar con un hombre de esa manera, especialmente con uno que la hacía sentir así. Si incluía la parte de su relación con Steven en la que la intimidad física prácticamente se había enfriado, no había sido besada ni tocada así por un hombre en aproximadamente un año y medio.

Eventualmente, después de lo que se sintió como simples segundos pero que en realidad eran más bien cinco minutos, ella se inclinó sobre él y no tuvo más remedio que acostarse. Chloe se acostó encima de él y cuando lo hizo, una de las manos de él encontró su camino hasta la parte posterior de su camisa. Ese pequeño contacto piel a piel empujó a Chloe a un abismo que no veía venir. Ella suspiró contra él y él respondió deslizando su mano más arriba de la espalda de ella y pasándola por el costado de su sostén.

Ella se enderezó, sentándose a horcajadas sobre él y le sonrió. Su cabeza le daba vueltas y cada músculo de su cuerpo le pedía más.

–Lo que dije fue en serio –dijo ella casi disculpándose–. No puedo acostarme contigo. No tan pronto. Sé que puede parecer anticuado…

–Chloe, está bien. Dime cuando debemos parar y estaremos bien. Avísame cuando haya agotado mi bienvenida.

Ella le sonrió. La respuesta fue casi suficiente como para hacerla cambiar de opinión. Pero estaba convencida de que no debían apresurarse. Sentarse encima de él en su sofá ya estaba sobrepasando sus límites.

–La bienvenida no se agotará –le dijo–. ¿Parecería una loca si te pidiera que te quedaras? Nada de sexo, pero… ¿realmente dormir juntos?

La oferta pareció sorprenderlo. Supuso que era bastante extraño.

¿Y sabes por qué le preguntas eso? Era la voz de Danielle en su cabeza, siempre burlona, pero también útil al mismo tiempo. Es porque papá apareció hoy y se derrumbó tu mundo. Quieres a Moulton aquí para no estar sola esta noche.

–Lo siento –dijo ella–. Esto parece contradictorio y tonto y…

–No, está bien –dijo Moulton–. Eso suena bien. Sin embargo, tengo una cosa para pedirte.

–¿Qué cosa?

–Más besos, por favor –dijo con una sonrisa.

Ella le devolvió la sonrisa y lo complació gustosa.



***



Se despertó más tarde cuando Moulton se bajó del sofá. Se levantó apoyándose en su codo. Se le había salido la camisa durante la sesión de besos, pero eso fue todo. Había sido raro quedarse dormida en su sofá con los pantalones puestos, pero estaba extrañamente orgullosa de su moderación. Miró el reloj de la pared y vio que eran las 5:10 de la mañana.

–¿Estás bien? –le preguntó ella.

–Sí –dijo –Yo sólo… me siento raro quedándome aquí. No quería que fuera raro por la mañana. Pensé que quizás sería mejor que me fuera. Pero al menos no está la incomodidad añadida del sexo.

–Quizás ese fue mi plan todo el tiempo –bromeó.

–¿Debería salir rápido y fingir que esto no ha sucedido? –preguntó Moulton.

–Creo que me gustaría que te quedaras. Voy a preparar café.

–¿Sí?

–Sí. Creo que realmente me gustaría eso.

Se puso la camisa y entró en la cocina. Ella fue a preparar el café mientras Moulton se ponía su propia camisa.

–¿Así que es jueves? –dijo él–. No sé por qué, pero se siente como si fuera sábado.

–¿Es porque lo que hicimos anoche suele estar reservado para los viernes por la noche? ¿Una forma de empezar el fin de semana?

–No lo sé –dijo él–. Hace tiempo que no hago algo así.

–No te creo – dijo mientras preparaba la cafetera.

–En serio. Desde el primer año de secundaria, creo. Ese fue un buen año para mí en términos de sesiones de besos sin sexo.

–Bueno, aparentemente no perdiste el ritmo. Anoche fue… bueno, fue mucho más de lo que esperaba cuando me recogiste.

–Lo mismo digo.

–Pero me alegro de que haya pasado –añadió rápidamente–. Todo.

–Bien, tal vez podamos hacerlo de nuevo. ¿Este fin de semana, tal vez?

–Tal vez –dijo ella–. Pero mi moderación ya se siente debilitada.

–Tal vez ese era mi plan después de todo – dijo con una sensual sonrisa.

–Ella se sonrojó y miró hacia otro lado rápidamente. Estaba un poco sorprendida por lo mucho que le gustaba verlo en un estado tan seductor.

–Mira –dijo ella–. Necesito darme una ducha. Siéntete libre de tomar cualquier cosa de la nevera si quieres desayunar. Pero no hay mucho ahí.

–Gracias – dijo, parecía incapaz de apartar sus ojos de ella.

Ella lo dejó en la cocina y fue al dormitorio, el cual estaba conectado al baño más grande. Se desnudó, abrió el grifo y se metió en la ducha. Casi se sintió con ganas de sonreír por cómo había pasado la noche. La había hecho sentir como una adolescente, disfrutando de la sensación de que él estuviera allí con ella y sintiéndose lo suficientemente cómoda con él como para saber de qué no la iba a presionar con el sexo. Había sido romántico de una forma extraña y hubo dos momentos en los que ella casi se retracta de su decisión de no acostarse con él. Con un regocijo al que no estaba acostumbrado, secretamente esperaba que él decidiera reunir el valor para unirse con ella bajo el agua.

Si lo hiciera, todas las restricciones se irían por la ventana, pensó ella.

Estaba a punto de salir de la ducha cuando lo oyó entrar en el baño.

Más vale tarde que nunca, pensó. Todo su cuerpo se puso tenso de emoción y ella se encontró instantáneamente ansiosa por que él se le uniera.

–Oye, Chloe.

–¿Sí? –preguntó ella, un poco provocativamente.

–Tu teléfono acaba de sonar. Tal vez estaba siendo entrometido… pero miré. Era del número de la oficina.

–¿En serio? Me pregunto si ha surgido algo.

Luego escucho el sonido de otro teléfono celular. Este estaba más cerca, probablemente en la mano de Moulton. Chloe se asomó por fuera de la ducha, tirando ligeramente de la cortina a un lado. Intercambiaron una mirada antes de que Moulton contestara su teléfono.

–Aquí, Moulton –respondió. Salió del baño y entro al dormitorio. Al darse cuenta el por qué, Chloe cerró el grifo. Ella agarró una toalla del estante y salió, sonriéndole cuando él la miró mientras ella se envolvía rápidamente con la toalla. El hecho de que se hubieran besado durante una hora y media anoche no significaba que ella estuviera de acuerdo con que la viera completamente desnuda.

No era una gran conversación para escuchar a hurtadillas. Principalmente era Moulton escuchando lo que le decían y diciendo un par de veces:

–Está bien… sí, señor.

La llamada duró alrededor de un minuto y cuando terminó, asomó cómicamente la cabeza en el baño.

–¿Puedo entrar?

Como estaba envuelta en una toalla que cubría todos sus partes privadas, ella asintió.

–Sí. ¿Quién era?

–Era el Subdirector García. Dijo que intentó llamarte, pero que debías no haberlo escuchado mientras dormías –él le sonrió y luego continúo–. Me dijo que te llamara o que viniera a despertarte. Nos quieren en un caso.

Se río al salir del baño y entrar al dormitorio.

–¿Crees que lo de anoche afectará la forma en la que trabajamos juntos?

–Podría hacer que me colara en tu habitación de motel fuera de horario. Aparte de eso… no lo sé. Ya veremos.

–¿Me sirves una taza de café? Necesito vestirme.

–Esperaba poder usar tu ducha.

–Por supuesto. Aunque hubiera sido mejor si me lo hubieras pedido hace diez minutos, cuando aún estaba allí.

–La próxima vez, sabré qué hacer –dijo.

Cuando se fue a la ducha y Chloe comenzó a vestirse, se dio cuenta de que era feliz. Bastante feliz, de hecho. Agregándole un caso encima de todo lo que había pasado anoche… parecía como si su día no hubiera sido para nada devastado por la repentina aparición de su padre.

Pero si hay algo que le había enseñado el vivir con una historia familiar tan quebrada, era que nunca escapas verdaderamente de ella. De una forma u otra, siempre parece que te alcanza.




CAPÍTULO CUATRO


Más o menos en el mismo momento en que a Chloe se le recordaba lo que era perderse en un hombre, su hermana estaba en el medio de una pesadilla.

Danielle Fine estaba soñado con su madre de nuevo. Era un sueño recurrente que había estado teniendo desde los doce años o más y que parecía tomar un significado diferente en cada etapa de la vida que Danielle atravesaba. El sueño era siempre el mismo, sin cambiar nunca ni un detalle, ni la trama.

En el sueño, su madre la perseguía por un largo pasillo. Sólo que era la versión de su madre que ella y Chloe habían descubierto aquel día cuando eran niñas. Sangrando, con los ojos muy abiertos y sin vida. Por alguna razón, dentro del sueño siempre había asumido que se había roto una pierna en la caída (aunque no había informes oficiales de ningún tipo que sugirieran tal cosa), así que la versión de su madre de su sueño se arrastraba por el suelo en busca de su hija.

A pesar de su lesión, su madre muerta siempre estaba pisándole los talones, a sólo unos cuantos centímetros de agarrar su tobillo y tirarla al suelo. Danielle huía de la espantosa visión aterradora, con los ojos fijos en el final del pasillo. Y allí, en una puerta que parecía estar un millón de años luz de distancia, estaba su padre.

Él siempre estaba arrodillado, abriéndole sus brazos con una gran sonrisa en el rostro. Pero había sangre goteando de sus manos y en un momento de pánico onírico que siempre la despertaba, Danielle dejaba de correr, atrapada entre su madre muerta y su padre maníaco, insegura de cuál era la dirección más segura.

Ahora no era diferente. El sueño llegó a una conclusión estrepitosa, sacudiendo a Daniell y despertándola. Se sentí en la cama lentamente, estaba tan acostumbrada a este sueño que ahora sabía que era un sueño incluso antes de estar completamente despierta. Aún dormida, miró el reloj y vio que eran las 11:30. Sólo había estado dormida una hora antes de que el sueño la sorprendiera.

Se recostó de espaldas, sabiendo que tardaría un momento en poder volver a dormirse. Ella intentó sacudirlo, habiendo aprendido hace muchos años el cómo sacarlo de su mente recordándose a sí misma de que no había nada que pudiera haber hecho para evitar que su madre muriera. Incluso si se hubiera sincerado con todos sus pequeños secretos sobre las cosas que había visto, oído y experimentado en relación a la personalidad tóxica de su padre, no había nada que pudiera haber dicho o hecho para mantener con vida a su madre.

Se dio vuelta y miró hacia la mesita de luz. Casi coge el teléfono para llamar a Chloe. Habían pasado tres semanas desde la última vez que se hablaron. Había sido tenso e incómodo y había sido su culpa. Ella sabía que había estado proyectando mucha negatividad hacia Chloe, principalmente porque Chloe no odiaba a su padre con el veneno y la angustia que ella tenía. Había sido Danielle quién la había llamado hace tres semanas, dándose cuenta de que Chloe estaba esperando que ella diera el siguiente paso desde la última conversación que habían tenido, que no había salido muy bien, ya que Danielle le decía a su hermana que prácticamente no se le acercara.

Pero no conocía los horarios de Chloe. No tenía ni idea si las 11:30 era demasiado tarde. A decir verdad, Danielle había estado teniendo problemas para dormirse antes de las dos de la madrugada últimamente. Esta noche fue una de sus raras noches en las que no estaba en el salón y una de esas noche donde no se la necesitaba para dar ningún tipo de aprobación en la renovación del bar que su novio le había comprado.

Rápidamente se quitó todos los pensamientos de trabajo de la mente mientras intentaba dormir. Si empezaba a pensar en el trabajo y en todo lo que tiene que hacer, nunca se volvería a dormir.

Una vez más, pensó en Chloe. Se preguntaba qué tipo de sueños y pesadillas tenía su hermana sobre sus padres. Se preguntaba si todavía estaba obsesionada con la idea de liberar a su padre y, de ser así, si había decidido no contarle.

Eventualmente, las ganas de dormir la atraparon nuevamente. Cuando sucedió, el último pensamiento de Danielle fue sobre su hermana. Pensó en Chloe y se preguntó si finalmente había llegado el momento de perdonar y olvidar, no dejar que los recuerdos de su padre le impidieran de tener una relación significativa con Chloe.

Se sorprendió de lo feliz que la hacía este pensamiento… tan feliz que cuando se quedó dormida, en su rostro había una ligera sonrisa.



***



La joven cantinera que había sido contratada como su sustituta se adaptó rápidamente. Tenía veinte años, era guapísima y tenía una especie de don para entender a los borrachos. Y debido a que lo estaba haciendo tan bien, Danielle pudo reunirse con su novio y los contratistas en el edificio que sería su propio pub y restaurante en un mes y medio aproximadamente.

Hoy, se estaba colocando la climatización, así como unos paneles de último momento en un cuarto trasero que serviría como un espacio reservado para fiestas más grandes. Cuando ella llegó al lugar, su novio estaba revisando el contrato con un electricista. Estaban sentado en una de las mesas que habían sido desembaladas recientemente, en una de las tres variaciones que Danielle debía elegir de los tipos de mesas que tendrían en el restaurante.

Su novio la vio apenas entró. Rápidamente le dijo algo al electricista y luego se acercó para recibirla. Su nombre era Sam Dekker y aunque no era necesariamente el hombre más honeste o inteligente, lo compensaba con un aspecto robusto y su perspicacia para los negocios. Era unos veinte centímetros más alto que ella, así que cuando la besó tuve que inclinarse para hacerlo.

–Reportándome al servicio –dijo–. ¿Qué puedo hacer hoy?

Sam se encogió de hombros, mirando alrededor del lugar de una manera casi teatral.

–Honestamente, no creo que haya mucho que puedas hacer. Todo está empezando a encajar. Sé que puede parecer una tontería, pero tal vez quieras empezar a mirar el catálogo para decidir qué marcas de licores prefieres servir. Puedes decidir donde quieres que estén los pequeños altavoces para la música y cosas por el estilo. Son el tipo de cosas que se dejan de lado en la confusión y de repente aparecen como molestias de último minuto cerca del final del proyecto.

–Supongo que puedo hacer eso –dijo, un poco decepcionada.

Hubo días en los que entraba en el lugar de la renovación y sentía que Sam sólo la estaba entreteniendo, dándole tareas menores para que él pudiera manejar las cosas importantes. Era algo degradante en cierto modo, pero también tenía que recordarse a sí misma que Sam sabía lo que estaba haciendo. Él había abierto tres bares a los cuales les estaba yendo increíblemente bien, incluso vendió uno de ellos a una gran compañía nacional el año pasado por más de diez millones de dólares.

Y ahora él estaba eligiendo apoyarla en su propio emprendimiento. Era un emprendimiento para el cual él tuvo que convencerla. Insistió en que ella tenía la inteligencia para dirigir un lugar como este, pero sólo después de que todas las piezas sueltas se colocaran en su lugar.

A la mayoría de las chicas que salen con chicos semi-ricos se les regala joyas y autos, pensó mientras caminaba hacia el área que pronto sería el salón. A mí… me regalaron un bar. No es un mal negocio, supongo.

Se sentía fuera de lugar la mayor parte del tiempo cuando pensaba en el camino que le esperaba., Ella estaría a cargo de algo. Se encargaría de todo y tomaría decisiones. También sentía algo de culpa con esto. Sentía que se le había dado la oportunidad sin ninguna razón real, excepto de que tenía una relación con un tipo que sabía cómo empezar un negocio. Como resultado de esto, ella era consciente de que debía sacrificar muchas cosas y cosas que debía permitirle a Sam. Ella nunca cuestionó sus salidas nocturnas, siempre creyéndole las historias de que estaba en reuniones o con los contratistas, cenando con ellos. Ella había sido parte de algunas de esas reuniones, así que sabía que era verdad, a veces.

También sentía que tenía que mostrar su aprecio tan a menudo como pudiera. Eso significaba no regañarlo después de no verlo por un par de días. Significaba no poner demasiado reparo a ciertas cosas que él esperaba en el dormitorio. Significaba no enojarse porque a pesar de comprarle un bar y confiarle a ella la dirección, la idea del matrimonio no se había mencionado ni una sola vez. Danielle estaba bastante segura de que Sam no tenía intenciones de casarse. Y por ahora, ella estaba de acuerdo con eso, así que no veía razón para discutir sobre ello.

Además… ¿de qué tenía que quejarse? Finalmente había conocido a un tipo que la trataba de la realeza, mientras estaba presente, y ella parecía estar en camino al éxito asegurado de una manera muy fácil.

Cuando las cosas parecen demasiado buenas para ser verdad, normalmente lo son, pensó.

Cuando llegó a la habitación que iría a ser el área del salón, sacó los planos digitales de su teléfono. Colocó indicaciones sobre dónde podrían ir los parlantes y también hizo una anotación sobre la posibilidad de añadir algún tipo de ventana polarizada en la pared del fondo. Fue al hacer cosas así que sintió que este sueño se estaba haciendo realidad. De alguna manera, esto le estaba sucediendo.

–Oye…

Se dio vuelta y vio a Sam de pie en la puerta enmarcada. Él le sonreía y la miraba con la expresión de apetito que a menudo se le disparaba cuando se sentía juguetón.

–Oye, tú –dijo ella.

–Sé que parece que te he estado ignorando –dijo–, pero realmente… estas próximas semanas, todo lo que voy a necesitar de ti son unas cuantas firmas.

–Me estás haciendo trabajar demasiado duro –bromeó.

–Tenía la intención de que tu entrenamiento con la chica nueva del bar durara más tiempo. No es mi culpa que termináramos contratando a una cantinera brillante –se acercó a ella y le envolvió los brazos alrededor de la cintura. Ella tuvo que alzar la vista para poder mirarlo a los ojos, pero eso siempre la había hecho sentir segura por alguna extraña razón; la hacía sentir como si este hombre literalmente siempre la protegería.

–Almorcemos más tarde –dijo Sam–. Algo simple. Pizza y cerveza.

–Suena bien.

–Y mañana… ¿qué te parece si vamos a algún sitio? A una playa… A Carolina del Siro o algo así.

–¿En serio? Eso parece muy espontáneo y un poco como una molestia con todo el trabajo que queda por hacer. En otras palabras… no suena nada como algo que tú dirías.

–Lo sé. Pero he estado muy involucrado en este proyecto y…. me doy cuenta de que te he estado descuidando. Así que quiero compensártelo.

–Sam, me estás dando mi propio negocio. Eso es más que suficiente.

–Bien, entonces seré egoísta. Quiero alejarme de todo esto y estar desnudo y solo contigo cerca del océano. ¿Eso suena mejor?

–De hecho, suena mejor.

–Bien. Entonces ve al bar a ver cómo está la novata. Te recogeré para almorzar cerca del mediodía.

Lo besó y aunque claramente él se estaba precipitando, el sentimiento de todo lo que le acababa de decir no le era indiferente. Ella sabía que era difícil para él ser emocional y sincero. Rara vez podía ver esta lado suyo, así que cuando aparecía, no se atrevía a cuestionarlo.

Danielle camino de regreso entre los espacios abiertos del viejo edificio de ladrillo que pronto sería su pub y restaurante. Era difícil pensar que era suyo, pero ese era el caso.

Cuando salió el sol parecía más brillante que cuando había entrado. Sonrío, aun tratando de encontrarle sentido a todo en lo que se había convertido su vida. Pensó en Chloe de nuevo y tomó la decisión de llamarla en los próximos días. Todo lo demás iba tan bien en su vida, que podía intentar reparar la tensa relación con Chloe.

Se subió a su auto y se dirigió al otro bar de Sam, el bar en el cual él la había contratado para trabajar hace seis meses. Ella estaba tan distraída por la idea de irse con él el fin de semana que no se dio cuenta del coche estacionado a unos metros de distancia, que arrancó detrás de ella cuando salió.

Si lo hubiera notado, quizás hubiera reconocido al conductor, aunque no lo hubiera visto en mucho tiempo.

Sin embargo, ¿alguna hija alguna vez olvida cómo luce la cara de su padre?




CAPÍTULO CINCO


Cuando Chloe y Moulton llegaron a la oficina de García, el Director Johnson ya estaba allí esperándolos. Parecía que García y él habían estado revisando los archivos del caso. García tenía unos cuantos en su pantalla mientras que Johnson tenía una pequeña pila de copias impresas frente a él.

–Gracias por venir tan rápido –dijo Johnson –. Tenemos un caso en Virginia, un pequeño pueblo al otro lado de Fredericksburg, en un barrio acomodado. Y probablemente debería comenzar diciendo que la familia de la víctima tiene algunos amigos políticos muy poderosos. Por eso nos han llamado. Bueno, por eso y por el espantoso carácter de la muerte.

Mientras Chloe se sentaba en la pequeña mesa en la parte de atrás de la oficina de García, quiso hacer todo lo posible para no ser obvio al tratar de crear alguna distancia entre ella y Moulton. Ella sabía que probablemente estaba resplandeciente, radiante por cómo había pasado la noche y mañana. No estaba segura de cómo podría Johnson pudiera reaccionar ante cualquier tipo de relación entre ellos y honestamente no quería saberlo.

–¿A qué nos estamos enfrentando? –preguntó Chloe.

–Hace cuatro días, un esposo llegó a casa del trabajo y encontró a su esposa muerta –dijo García–. Pero fue más que eso. No sólo había sido asesinada, sino que fue brutalmente asesinada. Había múltiples heridas punzantes, dieciséis por el recuento del forense. La escena del crimen era un desastre… sangre por todas partes. No se parece a nada que la policía local haya visto jamás.

Deslizó hacia Chloe una carpeta con una mirada de advertencia. Chloe lo tomó y lo abrió lentamente. Miró dentro y sólo vio un destello de la foto de la escena del crimen, y la cerró con la misma rapidez. Basándose en lo que acababa de ver, parecía más un matadero que una escena del crimen.

–¿Quiénes son los amigos de la familia de la víctima? –preguntó Moulton –. Dijiste que alguien de la política, ¿verdad?

–Realmente preferiría no dar esa información –dijo Johnson–. No queremos que parezca que el FBI tiene favoritos cuando se trata de asuntos bipartidistas.

–¿Cuál es el nivel de participación de la policía local –preguntó Chloe.

–Han iniciado una cacería humana en todo el condado y han involucrado a la policía estatal –dijo García–. Pero se les pide que lo mantengan en secreto. La policía local está comprensiblemente molesta porque siente que estamos obstaculizando un caso que ya está fuera de su zona de comodidad. Así que necesito que vayan allí lo antes posible. Además… y por favor, escuchen atentamente; Pensé en ustedes dos por lo bien que han trabajado juntos en el pasado. Y agente Fine, parece que tiene un don para este tipo de crimen de pueblo pequeño y comunidad aislada. Sin embargo, si el caso y las fotos de la escena del crimen la hacen sentir incómoda, como si fuera demasiado para manejar en esta etapa de su carrera. No la juzgaré y no se volverá contra ti.

Chloe y Moulton se miraron y ella pudo ver que él estaba tan ansioso como ella por tomar el caso. No obstante, Moulton, incapaz de contenerse, echó un vistazo a lo que había dentro de la carpeta. Puso una mueca de dolor mientras miraba las pocas fotos de la escena del crimen y escaneaba el breve informe que se encontraba en el dorso. Luego volvió a mirar a Chloe y asintió con la cabeza.

–En lo que a mí respecta, estoy de acuerdo –dijo Chloe.

–Lo mismo digo –dijo Moulton–, y aprecio la oportunidad.

–Me alegra oírlo –dijo Johnson, poniéndose de pie–. Estoy emocionado por ver lo que ustedes dos pueden hacer. Ahora… será mejor que comiencen. Aún tienen que conducir.



***



Moulton estaba al volante del coche de la agencia, saliendo de la carretera y dirigiéndose hacia Virginia. Barnes Point estaba a sólo una hora y veinte minutos de distancia, pero la interestatal 495 hacía que cualquier lugar se sintiera como si estuviera del otro lado del planeta.

–¿Estás segura de esto? –le preguntó él.

–¿Sobre cuál parte?

–Trabajar juntos en un caso como este. Quiero decir… hace unas diez horas estábamos besándonos como un par de adolescentes lujuriosos. ¿Serás capaz mantener tus manos alejadas de mí mientras trabajamos?

–No te lo tomes a mal –dijo Chloe –, pero después de lo que vi en esa carpeta, hacer eso contigo otra vez es en lo que menos estoy pensando.

Moulton asintió. Se desvió hacia la siguiente salida, hizo un tramo recto y pisó el acelerador.

–Dejando todas las bromas a un lado… me gustó lo de anoche, incluso la parte antes de tu casa. Y me gustaría hacerlo de nuevo. Pero con este caso…

–Debemos ser estrictamente profesionales –ella terminó su frase.

–Exacto. Y con ese fin –dijo, sacando su iPad del centro hueco del tablero –descargue los archivos del caso mientras té empacabas.

–¿Tú no empacaste?

–Has visto mi bolso. Sí, he empacado. Pero soy muy rápido para hacerlo –la miró con una ligera sonrisa mientras decía esto, indicando qué quizás ella había tardado un poco más de lo que él esperaba–. Aunque no tuve oportunidad de echarle un vistazo.

–Ah, un poco de lectura ligera –dijo Chloe.

Ambos se rieron y cuando Moulton apoyó su mano en la rodilla de ella mientras leía el archivo, Chloe dudó de que pudieran mantener las cosas profesionales.

Revisó los archivos del caso, leyendo en voz alta las partes importantes para Moulton. Descubrieron que García y Johnson habían hecho un buen trabajo al resumirlo. El informe policial era bastante detallado, así como las fotos. Aún eran difíciles de mirar y Chloe podía entender a la policía local. Se imaginó que cualquier policía de un pueblo pequeño podía sentirse fuera de su elemento al enfrentarse a algo tan violento y sangriento.

Compartieron pensamientos y teorías, y para cuando pasaron un cartel que les decía que Barnes Point estaba a 20 kilómetros de distancia, Chloe había cambiado de opinión. Pensó que serían capaz de trabajar profesionalmente juntos. Había pasado las últimas semanas tan enfocada en su atracción física hacia él que casi había olvidado lo agudo e intuitivo que podía ser cuando se trataba de un caso.

Entonces se le ocurrió la idea de si podían hacer que funcionara, ella podía tener lo que casi todas las mujeres del planeta deseaban ; un hombre que la respetara como un igual laboral e intelectualmente, pero también en su dormitorio.

No ha pasado ni un día, dijo una voz en su cabeza. Era la voz de Danielle de nuevo. ¿De verdad ya estás delirando y soñando sobre esto? Jesús, se besaron durante algunas horas y ni siquiera te acostaste con él, apenas lo conoces y…

Pero Chloe eligió ahuyentar esos pensamientos.

Luego prestó atención al informe del forense. Contaba la misma historia que Johnson les había contado a ellos, pero con más detalles. Y fueron estos detalles en los que se centró. La sangre, la violencia, el potencial motivo político. Los leyó de nuevo, estudiando con gran concentración.

–Estoy pensando que esto no tiene nada que ver con la política –dijo–. No creo que el asesino estuviera muy preocupado por los poderosos amigos políticos que los Hilyards pudieran tener.

–Pareces muy convencida de esa afirmación –dijo Moulton–. Explícame, por favor.

–Lauren Hilyard fue apuñalada dieciséis veces. Y cada una de las heridas estaba centrada en el área del abdomen, y sólo una de ellas se encontraba en su seno izquierdo. El forense informó que las heridas eran irregulares y casi una encima de la otra, lo que indica que alguien hizo el movimiento de apuñalamiento uno detrás del otro. La nota que hay en los informes dice: como en una rabia ciega o en un frenesí. Si este fuera el acto de alguien con una motivación política probablemente habría algún tipo de mensaje u otro indicador.

–Muy bien–dijo Moulton–, estoy de acuerdo. No está motivado por la política.

–Eso fue fácil.

Se encogió de hombros y dijo:

–Estoy entendiendo que la gente en Washington piensa que todo tiene una motivación política. ¿Qué importa si los Hilyards conocen a alguien de una alta jerarquía en la escalera política. No a todo el mundo le importa.

–Me gusta como piensas –dijo–. Pero no sé si lo debemos descartar totalmente todavía.

Se estaban acercando a Barnes Point y el hecho de que se les había confiado un caso con posibles vínculos políticas no les era menor. Era una oportunidad increíble para ambos y ella tuvo que asegurarse que era en eso que estaba su atención por el momento. Por ahora, nada era más importante que eso, ni siquiera la aparición repentina de su padre desaparecido, ni la voz sin emoción de su terca hermana… ni siquiera un romance potencialmente perfecto con el hombre que estaba sentado a su lado.

Por ahora, sólo existía el caso y nada más que el caso. Y eso era más que suficiente para ella.




CAPÍTULO SEIS


Barnes Point era una ciudad tranquila pero bonita, con una población de nueve mil habitantes. La residencia de los Hilyard estaba situada justo afuera de los límites de la ciudad, en una subdivisión llamada Farmington Acres. El esposo de la víctima, Jerry Hilyard, aún no había podido regresar a su casa desde que descubrió el cuerpo de su esposa; al no tener familiares cercanos, lo habían invitado a quedarse en otro lugar del vecindario, con amigos cercanos.

–Creo que necesitaría alejarme mucho más que de unas pocas casas –dijo Moulton–. Quiero decir, ¿te imaginas por lo que está pasando este pobre hombre?

–Pero quizás también podría necesitar estar cerca de su casa –sugirió Chloe–.Cerca del lugar dónde él y su esposa habían compartido una vida juntos.

Moulton pareció considerar esto mientras conducía su coche de alquiler hacia la subdivisión, en la dirección que les había indicado la policía estatal mientras estaban en la ruta. Este era otro ejemplo de cómo Chloe estaba empezando a entender y respetar la fluidez con la que se trabajaba en la agencia. Era difícil imaginar que cualquier información que necesitara -direcciones, números de teléfono, historiales laborales, antecedentes penales- estuvieran disponibles a sólo una llamada o a un correo electrónico de distancia. Ella asumió que los agentes eventualmente se acostumbran a esto, pero por el momento, aún se sentía privilegiada de ser parte de tal sistema.

Llegaron a la dirección y se dirigieron hacia la puerta. El buzón de correo decía Lovingston y la casa era una copia de casi todas las otras casas del vecindario. Era el tipo de vecindario donde las casas están una encima de la otra, pero el ambiente era tranquilo, un buen lugar para que los niños pudieran aprender a andar en bicicleta y probablemente un montón de diversión durante Halloween y Navidad.

Chloe llamó a la puerta y fue atendida de inmediato por una mujer con un bebé en sus brazos.

–¿Es usted la Sra. Lovingston? –preguntó Chloe.

–Lo soy. Y ustedes deben ser los agentes del FBI. Recibimos una llamada de la policía hace un rato diciendo que ustedes estaban en camino.

–¿Jerry Hilyard sigue aquí? –preguntó Moulton.

Un hombre apareció detrás de la mujer, saliendo desde la habitación de la izquierda:

–Sí, todavía estoy aquí –dijo. Se unió a la Sra. Lovingston en la puerta y se apoyó en el marco de la puerta. Parecía absolutamente exhausto, aparentemente no había dormido bien desde que perdió a su esposa de manera brutal.

La Sra. Lovingston se volvió hacia él y lo miró de una forma que a Chloe le hizo pensar que el bebé en sus brazos podía esperar algunas miradas de desaprobación en el futuro.

–¿Seguro que puedes hacer esto? –le preguntó la mujer.

–Estoy bien Claire –dijo–, gracias.

Ella asintió, sostuvo a su bebé más cerca de su pecho y se dirigió a otra parte de la casa.

–Pueden pasar –dijo Jerry.

Los llevó a la misma habitación de dónde él había venido. Parecía una especie de estudio, decorada en su mayoría con libros y dos elegantes sillas. Jerry se dejó caer en una de las sillas como si sus huesos le estuvieran fallando.

–Sé que Claire puede parecer un poco inquieta sobre su presencia aquí –dijo Jerry–. Pero… ella y Lauren eran buenas amigas. Ella cree que necesito estar de luto… que es lo que estoy haciendo. Es sólo que…

Se detuvo allí y Chloe pudo ver como él luchaba con un torrente de emociones, tratando de sobrevivir a esta conversación sin desmoronarse ante ellos.

–Sr. Hilyard, soy la agente Fine y él es mi compañero, el agente Moulton. Me preguntaba si podría contarnos sobre los lazos políticos que pueda tener su familia.

–Jesús –dijo en un suspiro–. Es algo exagerado. La policía local armó un gran escándalo y se escandalizaron. Estoy bastante seguro de que por eso los llamaron, ¿verdad?

–¿Hay lazos políticos? –preguntó Moulton, ignorando la pregunta.

–El padre de Lauren solía ser muy buen amigo del Secretario de Defensa. Crecieron juntos, jugaban al fútbol juntos, todo eso. Todavía se juntan de vez en cuando a cazar patos, a pescar, cosas así.

–¿Lauren hablaba con el Secretario? –preguntó Chloe.

–No desde que nos casamos. Vino a nuestra boda. Recibimos una tarjeta de navidad de su familia. Pero eso es todo.

–¿Cree que lo que sucedió se debe a esta relación? –preguntó Moulton.

–Si lo fuera, no tengo ni idea de por qué. Lauren no estaba metida en política en absoluto. Creo que es la forma que tiene su padre de creer que es importante. Alguien mató a su hija, así que debe ser porque conoce a gente importante. Él es de ese tipo de imbéciles.

–¿Qué puede decirnos de los últimos días de la vida de Lauren? –preguntó Chloe.

–Ya le he dicho a la policía todo lo que sabía.

–Lo entendemos –dijo Moulton–. Y tenemos copias de todos sus informes. Pero para que podamos afianzarnos adecuadamente, quizás le hagamos algunas preguntas que lo hagan repetir algunas cosas.

–Muy bien, de acuerdo –dijo Jerry.

Chloe pensó que el hombre quizás no fuera totalmente consciente de lo que estaba sucediendo. Se veía increíblemente distante. Si ella no hubiera sabido por la situación traumática que estaba atravesando, podría haber asumido que estaba drogado.

–La primera pregunta puede parecer una tontería en función a lo que ha sucedido –dijo Chloe–, pero, ¿sabe de alguien que pudiera haber tenido una razón para estar molesto con su esposa?

Hizo una mueca y negó con la cabeza. Cuando habló, su voz tembló en una especie de bostezo eterno.

–No, Lauren estaba muy reservada estos días. Una introvertida. Se había vuelto aún peor últimamente… retrayéndose cada vez más, ¿sabes?

–¿Alguna idea de por qué era eso?

–Tuvo un pasado duro. Padres desquiciados y todo eso. Era una especie de bravucona en la secundaria. Supongo que así es como le dirían hoy en día. O tal vez una chica mala. Ella había estado haciendo las paces con esos errores últimamente. Creo que empeoró cuando recibió por correo la maldita invitación para la reunión de secundaria.

–¿Estaba ansiosa por ir? –preguntó Chloe.

–No estoy seguro. Creo que la entristeció… el pensar en las personas con las que había sido mala.

–¿Se graduaron juntos?

–Sí.

–¿Y fuiste con ella a la reunión?

–No, por Dios. Odio ese tipo de cosas. Posando y fingiendo que te cae bien la gente que odiabas en la secundaria. No. No participé.

–Dice que era introvertida –dijo Chloe–. ¿No tenía muchos amigos?

–Oh, tenía algunos. Claire era una de ellas. Y los amigos que tenía eran como de la familia para ella. Eran muy unidos.

–¿Has hablado con ellos desde que esto sucedió? –preguntó Moulton.

–Sólo con una. Ella llamó poco después para preguntarme si precisaba algo.

–¿Son estos los amigos que tal vez fueron a la reunión con ella?

–Sí. Claire también fue. Pero también es un poco introvertida. Creo que fue sólo por curiosidad.

–¿Tú y Lauren tienen hijos? –preguntó Chloe–. En un vecindario como este, me imaginé que habría al menos un niño en cada casa.

–Tenemos dos. Nuestra hija mayor, Victoria, tiene dieciocho años; acaba de empezar la universidad este año. Ella… bueno, eligió pasar este momento tan difícil con sus abuelos. Y como ella se fue con ellos, nuestro hijo pequeño, Carter, también quiso ir. Nunca he tenido la mejor relación con mis suegros, pero el que mis hijos estén con ellos ahora es una bendición. Me siento como un padre terrible, pero si mis hijos estuvieran aquí, me desmoronaría y creo que me haría pedazos.

–¿Tiene algún resentimiento por que sus hijos estén con sus abuelos ahora? –preguntó Moulton.

–Quiero que estén aquí conmigo… sólo para verlos. Pero soy un desastre. Y hasta que la casa esté en mejor estado… allí es donde tienen que estar.

–Ha dicho que su hija mayor eligió estar con ellos durante este momento –dijo Moulton–. ¿Por qué es eso?

–Ella no podía esperar a salir de nuestra casa. Tuvo una relación tensa con Lauren durante los últimos años. Cosas tóxicas de la relación madre e hija- Nuestra hija… estaba trayendo chicos a nuestra casa, entrando a hurtadillas durante la noche. Estaba haciendo esto desde los trece años. Tuvo su primer susto de un embarazo a los quince. Y si haces los cálculos… Lauren tenía treinta y siete. Tuvimos a nuestra hija cuando Lauren y yo teníamos diecinueve años.

Chloe se imaginaba que la tumultuosa situación familiar no hacía las cosas más fáciles para Jerry Hilyard. Ella creía que no había nada que valiera la pena investigar al respecto, aunque podría ser bueno poder hablar con la hija.

–Sr. Hilyard, ¿le importaría si echamos un vistazo a su casa? –preguntó ella.

–No hay problema. El comisario y algunos de sus hombres han entrado y salido varias veces. El código para entrar es dos-dos-dos-ocho.

–Gracias, Sr. Hilyard –dijo Moulton–. Por favor, contáctenos si se acuerdo de algo más. Por ahora, creo que hablaremos con la Sra. Lovingston para ver si tiene algún detalle para compartir.

–Le ha dicho a la policía todo lo que sabe. Creo que está empezando a irritarse.

–¿Qué hay de su marido? ¿Él conocía a su esposa? ¿Ustedes cuatro pasaban mucho tiempo juntos?

–No. El marido de Claire trabaja a menudo fuera de la ciudad. Lo llamé por FaceTime para asegurarme de que estuviera de acuerdo de que yo me quedara aquí. Y de todos modos, casi siempre eran Claire y Lauren. Tenían una reunión semanal en la que bebían vio en el porche, cambiando de casa cada semana.

Claire entró lentamente en la habitación, aparentemente después de haber puesto a dormir la siesta al bebe que había estado cargando.

–Y hacíamos las cosas predecibles que hacen las mujeres. Hablar de nuestros maridos, recordar el pasado. Yo le hablaba de los altibajos de tener un bebé. Y recientemente, hablábamos de lo que le estaba pasando con su hija.

–¿Qué puede decirnos sobre Lauren y lo que pudo haber llevado a alguien a hacer algo así? –preguntó Claire.

–Lauren tomó algunas decisiones durante la escuela secundaria con las que sus padres no estaban de acuerdo –contestó Claire–. Una vez que Lauren se graduó de la secundaria y tuvo a su hija… bueno, la universidad no era una opción.

–Estaban avergonzados –añadió Jerry–. Se enojaron y se mudaron a Nuevo Hampshire. Le llenan la cabeza a nuestra hija con mentiras brutales sobre Lauren siempre que pueden.

–Tratando de compensar sus errores y negligencia al criar a Lauren –dijo Claire–. Un par de imbéciles, la verdad.

Al sentir que la conversación se dirigía a una ronda de acusaciones, Chloe habló:

–Sra. Lovingston, ¿podría usted pensar en algún enemigo o relaciones tensas que Lauren pudiera haber tenido? –preguntó Chloe.

–Nada fuera de su familia. Y aunque son un par de idiotas, ciertamente no harían esto. Esto es… esto es deplorable.

Moulton metió la mano en su bolsillo interior y sacó una tarjeta de presentación. La dejó en la mesa de café y dio un paso atrás.

–Por favor… si a alguno de ustedes se les ocurre algo más, no duden en contactarnos.

Tanto Claire como Jerry sólo asistieron bruscamente. La conversación había sido breve, pero les había afectado. Chloe y Moulton salieron en un silencio incómodo.

Cuando estaban afuera, dirigiéndose al coche, Chloe se detuvo un momento en la acera. Miro hacia la calle, en dirección a la casa de Hilyard y vio que estaba fuera de su vista. Aun así, estaba empezando a estar de acuerdo con Moulton. Tal vez estaba demasiado cerca. Y si el dormitorio aún se parecía en algo a lo que había visto en las fotografías que Johnson le había mostrado, parecía casi morboso que Jerry se quedara tan cerca.

–¿Listo para ir a ver la casa? –preguntó Chloe.

–En realidad no –dijo Moulton, las imágenes que había visto en el archivo del caso todavía estaban claras en su mente–. Pero supongo que debemos empezar por algún lado.

Volvieron al coche y se dirigieron por donde habían venido. Inmediatamente, Chloe se decía a si misma que no podía ser tan malo como aparecía en las fotos, todo ese rojo carmesí entre las sábanas blancas.



***



Le tomó veinte segundos llegar a la casa de Hilyard. El hecho de que se pareciera tanto a la casa de Lovingston -y a las demás casas de la cuadra- era un detalle espeluznante para Chloe. Entraron por la puerta principal con el código que Hilyard les había dado y entraron en una casa absolutamente tranquila y silenciosa.

Sabiendo exactamente por qué estaban allí, no perdieron el tiempo y subieron directamente al piso de arriba. El dormitorio principal era fácil de descubrir, la habitación al final del pasillo. A través de la puerta abierta, Chloe ya podía ver salpicones rojos en la alfombra y las sábanas.

Sin embargo, se sintió aliviada al descubrir que la escena del crimen no se veía tal mal como se veía en las fotos que el Director Johnson les había mostrado. En primer lugar, el cuerpo había sido retirado. En segundo lugar, las manchas de sangre estaban hace más tiempo, lo que las hacía más pálidas.

Se dirigieron hacia la cama, con cuidado de no pisar ninguna salpicadura de sangre que quedaban. Podían ver las áreas de sangre en las que accidentalmente habrían pisado los forenses e investigadores. Chloe miró hacia el otro lado de la habitación, donde había un cómoda y había un pequeño televisor de pantalla plana montado a la pared. Probablemente estaba viendo la televisión cuando sucedió, tal vez purgando su mente de los recuerdos de la reunión de la escuela secundaria…

Chloe fue abajo y echó un vistazo. No veía señales de que la entrada haya sido forzada ni indicios de que algo hubiera sido robado. Miró alrededor de la sala de estar, la cocina y el dormitorio de huéspedes. Incluso salió a la terraza trasera para echar un vistazo. Había una pequeña mesa de patio en la esquina. Había un cenicero en el centro, bajo la sombrilla.

Chloe lazó un humm como sonido de curiosidad cuando vio lo que contenía el cenicero. No había colillas en el recipiente, sino algún otro tipo de ceniza y papel. Se inclinó sobre él y olfateo ligeramente. El aroma de la marihuana era inconfundible. Trato de juntar las piezas en su mente, tratando de descifrar si esto podía ser relevante de alguna forma.

Chloe se exaltó cuando sonó su teléfono. Moulton, salió a la terraza trasera para unirse a ella, vio su expresión de sorpresa momentánea y sonrió. Ella puso los ojos en blanco y contestó la llamada sin reconocer el número.

–Aquí habla la agente Fine –contestó.

–Aquí habla Claire Lovingston. Pensé que querrían saber que acabo de recibir una llamada de una de mis amigas, Tabby North. Ella era una de las amigas íntimas de las cuales Jerry les habló. Me preguntó si alguien más de la policía había venido a hablar conmigo. Le dijo que el FBI acababa de visitarme y a ella le gustaría hablar con ustedes.

–¿Tiene información para darnos?

–Honestamente… no lo sé. Probablemente, no. Pero esta es una comunidad bastante pequeña. Creo que sólo quieren llegar al fondo del asunto. Estoy segura de que le será de gran ayuda.

–Genial. Envíeme su número después de esta llamada.

Chloe terminó la llamada y le informó a Moulton.

–Era Claire. Dijo que una de las otras amigas de Lauren la llamó para ver su algo más había sucedido. Le gustaría hablar con nosotros.

–Bien. No te mentiré… he tenido suficiente de este lugar. Ese dormitorio me está dando escalofríos.

Era una buena manera de explicarlo. Chloe todavía podía ver las imágenes en su mente, así que ver la escena sin el cuerpo era como mirar un viejo lugar abandonado que no debía ser visto.

Aun así, volvieron al dormitorio y se tomaron el tiempo para revisar el lugar, miraron en el baño, en el vestidor, incluso debajo de la cama. Después de no encontrar nada de interés, dejaron la casa y momentos después, el barrio de Farmington Acres. Chloe pensó nuevamente que era increíblemente pintoresco, el vecindario perfecto para criar una familia y crear un futuro.




CAPÍTULO SIETE


Tabby North era una pelirroja que tenía el tipo de cuerpo que Chloe suponía que iría al gimnasio al menos cuatro días a la semana; también era un cuerpo al cual no le vendrían mal algunas comidas de más, en la humilde opinión de Chloe. Era hermosa de una manera muy obvia, pero parecía que si venía un viento muy fuerte, se volaría.

Chloe y Moulton se encontraron con Tabby en su casa y descubrieron que había invitado a otra amiga cercana, una mujer que parecía ir al mismo gimnasio que Tabby. Esta otra mujer era Kaitlin St. John, y estaba llorando cuando llegaron Chloe y Moulton. Se reunieron en la terraza trasera de Tabby, dónde ella les ofreció una jarra de limonada de lavanda. Chloe no podía evitar los pensamientos que se agolpaban en su cabeza, todo parecía muy pretencioso, estas mujeres que se acercan rápidamente a los cuarenta, con sus diminutas cinturas y sus modernas bebidas saludables.

Estos pensamientos ciertamente no son la razón por la que Johnson declaró que pensaba que tenías un don para estos casos ocurridos en pequeños vecindarios, pensó para sí misma.

Para ser educada, bebió la limonada. Y a pesar de sus pensamientos negativos, era realmente deliciosa.

–Supongo que ya han hablado con la policía –preguntó Chloe.

–Sí –dijo Tabby–- Y aunque entiendo que están haciendo lo mejor que pueden, era claro que no tienen ni idea de lo que estaban haciendo.





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«Una obra maestra de misterio y suspenso. Pierce desarrolló muy bien a los personajes psicológicamente, tanto así que sientes que estás en sus mentes, vives sus temores y aclamas sus éxitos. Este libro te mantendrá pasando páginas hasta bien entrada la noche debido a sus giros inesperados.» –Books and Movie Reviews, Roberto Mattos (sobre Una vez desaparecido) CALLEJÓN SIN SALIDA (Un misterio de Chloe Fine) es el libro #3 de una nueva serie de suspenso psicológico del autor bestseller Blake Pierce, cuyo libro exitoso Una vez desaparecido (Libro #1) ha recibido más de 1.000 opiniones de cinco estrellas. La agente especial del programa ViCAP del FBI Chloe Fine debe sumergirse en un mundo suburbano de camarillas, chismes y mentiras para tratar de resolver el asesinato de una esposa y madre aparentemente perfecta en la noche de su 20a reunión de secundaria.Viejos amigos de la escuela secundaria, ahora treintañeros, han regresado al mismo pueblo suburbano para criar a sus hijos, y eso ha resucitado las mismas camarillas que los dividieron hace 20 años. Su reunión 20a de secundaria evoca viejos recuerdos, resentimientos, traiciones y secretos. La misma noche de esa reunión, la antigua abeja reina de la escuela secundaria aparece asesinada en su casa.En este pueblo aparentemente perfecto, el pasado acecha al presente, y todos y cada uno de ellos es sospechoso.¿Puede Chloe Fine resolver el asesinato, mientras lucha con los demonios de su propio pasado y la posible liberación de la cárcel de su propio padre?Un thriller lleno de acción con suspenso emocionante y personajes multi-facéticos, CALLEJÓN SIN SALIDA es el libro #3 de una nueva serie fascinante que te dejará pasando páginas hasta bien entrada la noche. El Libro #4 de la serie de CHLOE FINE estará disponible pronto.

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