Книга - Cicatrices De Heridas

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Cicatrices De Heridas
Aldivan Teixeira Torres


”Todos llevamos importantes marcas de dolor y desánimo frente a los acontecimientos de la vida. Qué hacer con esto es lo que mucha gente se pregunta. ”Las cicatrices de las heridas” viene a traer un guión y al mismo tiempo responden a sus preguntas más perturbadoras. Es muy recomendable para aquellos que aún no han encontrado el camino de la felicidad”.





Aldivan Teixeira Torres

Cicatrices de Heridas




CICATRICES DE HERIDAS


Aldivan Teixeira Torres

Cicatrices de heridas

__________

Por: Aldivan Teixeira Torres

Copyright © 2018—Aldivan Teixeira Torres

Todos los derechos reservados

E—mail:aldivanvid@hotmail.com

Traductor: Arturo Juan Rodríguez Sevilla

__________

Este libro, incluyendo todas sus partes, está protegido por derechos de autor y no puede ser reproducido sin el permiso de Autor, revendido o transferido.

__________

Breve biografía: Aldivan Teixeira Torres, nacido en Arcoverde (Brasil), creó la serie El vidente, las series Los hijos de la luz, y también ha publicado libros de poesía y guiones. Su carrera literaria comenzó a finales de 2011 con la publicación de su primera obra romántica Opposing forces. Por razones que no han trascendido, dejó de escribir sólo para reanudar su carrera en la segunda mitad de 2013. Desde entonces no ha parado. Espera que su escritura contribuya a la cultura pernambucana y brasileña, despertando el placer de la lectura en aquellos que aún no tienen el hábito. Su lema es: "Por la literatura, la igualdad, la fraternidad, la justicia, la dignidad y el honor del ser humano para siempre".




Nota para el editor:




○ «Cicatrices de heridas» es una locución que suena extraña en español, puesto que todas las cicatrices son de heridas, incluso las metafóricas. Se usa mucho en la novela, revisar la elección de traducción.

○ En este caso, por coherencia, la narración arranca en pasado, y cuando se empieza a contar esta nueva historia, se vuelve a los tiempos en presente, por unificación y coherencia en este texto y en Yo soy, el anterior. También se suprimen las comillas de apertura ya que todo el libro estaría contenido en ellas.

○ Nombre de los personajes: Messias y Emmanuel quedan unificados así por consistencia con la versión española de Hijos de la Luz.

○ «Padre», cuando se refiere a Dios, está escrito con mayúscula por unificación.

○ Las cantidad de dinero que pagan por el taxi se ha revertido a reales, porque en dólares no tenía sentido.

○ Los diálogos están mal puntuados. Cuando se incluye algún verbo dicendi, se ha corregido la acotación con raya de diálogo, cuando sólo aparece el nombre del personaje entre paréntesis se ha dejado así, aunque debe corregirse.

○ El texto está corregido para una versión castellanizada. Esto quiere decir que se mantienen formas como «vosotros queréis» en lugar de «ustedes quieren». El uso del «usted» se ha limitado a un trato de especial educación cuando los personajes no tienen mucho trato, por consistencia. En cuanto a palabras o expresiones, se ha tratado de mantener un equilibrio con vocabulario latinoamericano. Es decir, se usa «auto», pero también «coche». Se han mantenido formas como «jugo» o «felicitaciones».

○ Para las fechas se ha unificado el formato de día y mes escrito en letra y el año en número, por ejemplo: uno de enero de 2011. Para las horas también se ha unificado el formato escrito de doce horas: Las «18.00 h» son «las seis de la tarde»





Dedicatorias y agradecimientos


Dedico este trabajo a todas las personas que viven la vida de la mejor manera posible. Todos sufrimos con las desgracias, caemos en el sufrimiento, pecamos, luchamos, nos rendimos o persistimos. Lo que es diferente de uno a otro es la forma en que lo enfrentamos. Igualmente, la vida debe ser vivida y, ya que estamos en esta nave llamada Tierra, transformemos este momento en un período de reflexión, gozo y superación. Debemos superar nuestras "cicatrices de heridas" que son inevitables.

Doy gracias a mi Padre espiritual, a mi familia, a mis amigos, a mis compañeros de trabajo, a mis conocidos, a mis parientes, a mis vecinos, a mis compatriotas, a mis queridos lectores y a todos los que se han animado a leer. Hagamos del país del carnaval y del fútbol también el país de la cultura. Valoremos la literatura brasileña, con tanto talento escondido ahí fuera.

"¡Libérame, oh Dios, Señor, date prisa en ayudarme! Que aquellos que intentan quitarme la vida se avergüencen y se confundan. Que los que anhelan mi desgracia se retiren y queden atónitos; que retrocedan, cúbranse de vergüenza los que dicen: ¡Ah! ¡Ah! Que todos los que te buscan se regocijen y sean felices; y los que aman tu salvación repitan incesantemente: ¡Dios es grande! En cuanto a mí, pobre e indigente, ven pronto, ¡oh Dios! ¡Tú eres mi apoyo, mi salvador, Señor, no te demores!"

Salmo 70, 69




Introducción


"Cicatrices de heridas" es un libro destinado a todos los mortales. A través de la línea temporal de la aventura, es posible verse reflejado en las dificultades de cada personaje y, a través de las lecciones aprendidas, proyectar una nueva dirección en la vida.

Al final, espero que haya reflexión y un verdadero recomienzo de la vida. Porque no debemos permitir que las "cicatrices" y nuestro propio miedo tomen el control de nuestra existencia, sino que debemos ser más proactivos. Disfruten de la lectura y espero sinceramente que se beneficien mucho de ella.




Capítulo 1: El retorno


El vidente había vuelto. Después de un largo e intenso viaje junto a los arcángeles, Renato y trece personas increíbles, volvía a casa. Poco a poco regresó a la rutina normal: su trabajo como servidor público, los constantes viajes de ida y vuelta a la ciudad, el contacto con la familia, con los vecinos y con los lectores; y la escritura, que necesitaba dedicación, publicidad, persistencia y mucha fe. Finalmente estaba inmerso por completo en su "Yo soy", cada día. Sin embargo, era consciente de que podía ir más allá y tomó la decisión de no detenerse.

Sólo entonces volvería a suceder algo importante su vida. Permítanme compartirlo con ustedes:

El vidente se encuentra en Arcoverde, cerca del distrito de negocios, cuando un hombre aparentemente en apuros se acerca a él. Le dice que vive en Sertania (Pernambuco) y que su madre está gravemente enferma en el hospital de la ciudad. Menciona que ni tiene dinero para cuidarla ni puede pedir ayuda a sus familiares. Pide ayuda en el nombre de Dios, porque no tiene esperanza ni salvación.

Sintiendo pena por el hombre angustiado y conmovido en lo más profundo de su alma por la situación, Aldivan decide ayudarlo. Toma algunos billetes de su cartera y se los da, diciendo: "ve a ayudar a tu madre, compra algo de comida y vete a casa". Sonriendo, el hombre guarda el dinero sin siquiera dar las gracias y desaparece en medio de la multitud. Se queda allí, solo.

Lo más gracioso es lo que pasa a continuación. Después de su gesto de amabilidad, continúa caminando por la avenida principal del pueblo, Coronel Antonio Japiassu, y en cinco minutos algo espectacular le sucede. En medio del camino están sus dos grandes amigos y maestros de la anterior aventura de la serie "Hijos de la Luz". Llevan mochila y comen unos sándwiches comprados en la tienda de la esquina. Cada vez más cerca y antes de que pueda sorprenderlos, se dan cuenta. Se producen saludos y abrazos. La felicidad del reencuentro lo inunda todo. Inevitablemente, la conversación comienza:

–Emmanuel, Messias, qué bueno veros. ¿Cuánto tiempo ha pasado? ¿Cómo estáis? ―pregunta Divino.

–Estoy bien, maestro, todo sigue como de costumbre. (Emmanuel)

–Sí, ¿y cómo te sentiste ayudando a ese hombre? (Messias)

–Me sentí bien. Ayudar a otros despierta nuestros mejores sentimientos. La caridad es una forma de redimir las faltas del ser humano ―predica el hijo de Dios.

–Lo sé, lo sé. Y en caso de que te haya engañado, ¿estás enfadado con ese hombre? (Messias)

–Ni siquiera pienso en esa posibilidad. Lo que importa es mi acto. Si mintió o no, es su propia responsabilidad. Muchas personas no ayudan por miedo. El miedo muchas veces también hace que se rindan, se aíslen, se sientan incapaces. Yo, sin embargo, les diré: "ayuda y ama a tu prójimo, porque esa actitud puede cambiar la vida de muchas personas". (El vidente)

–Es lo que quería oír, maestro. Doy gracias al Padre por haberte puesto en nuestro camino. Tu luz nos da una vida plena y creo que el mundo también merece ser iluminado por esa luz. (Messias Escapuleto)

–Estoy de acuerdo. Desde que te salvé de aquella tragedia fatal, comprendí su importancia. Te echaba mucho de menos. (Emmanuel Melkin Escapuleto)

–Yo también os echaba de menos. Vosotros fuisteis los ángeles que entraron en mi vida y la transformaron. ¿Qué hacéis aquí en la ciudad? (Aldivan)

–Estamos de camino a la estación de autobuses. Uno de nuestros mejores amigos está en problemas y vamos a tratar de ayudarlo a recomenzar. (Messias)

–¿Quieres unirte a nosotros, hijo de Dios? ¿Quién sabe si con tu presencia no se sentirá mejor? (Emmanuel)

–¿A dónde vamos? ¿Cuánto tiempo? (el hijo de Dios)

–Vamos a Buíque. (Messias)

–Por un tiempo indeterminado ―añade Emmanuel.

–Oh, sí. Me encanta Buíque. Esperad un momento. (Aldivan)

Aldivan se aleja un poco de sus compañeros, se alisa la ropa, el pelo, se coloca las gafas de sol y habla por el móvil. Le pide permiso a su jefe para mantenerse alejado del trabajo durante algún tiempo, alegando un grave peligro. Conmovido, el jefe le da su permiso. Después llama a su familia y les informa de un viaje de trabajo como escritor. Les dice que estará fuera por un tiempo indeterminado. A pesar del shock, su familia lo entiende. Bien. Ahora es libre de cumplir su misión: ayudar a una persona a restablecer sus sueños más profundos. "El vidente" está de nuevo en acción, en este caso en la serie "Hijos de la luz" con sus compañeros de la estirpe italiana Emmanuel y Messias.

Terminada la llamada, regresa con sus amigos y todos parten hacia el destino mencionado. Los tres caminan a lo largo de la avenida, doblan la esquina, pasan la catedral de la Liberación, un supermercado, el distrito de negocios de la ciudad y doblan otra esquina. La estación oficial de autobuses de Arcoverde se encuentra unos cien metros más adelante, la capital de los bosques de Pernambuco.

Nuestros estimados amigos hacen esta última parte de la ruta con entusiasmo y dedicación. En este preciso momento el sentimiento predominante es el de ansiedad, nerviosismo, junto con el deseo de nuevas aventuras y el miedo a lo desconocido e impredecible. Como por arte de magia van a dejar la monotonía de la rutina, que para el hijo de Dios consiste en viajar de su casa al trabajo y para los otros, la plácida vida en Jeritacó (Ibimirim, Pernambuco), un pueblo perdido en los bosques del noreste, caracterizado por una constante sequía y olvidado por la mayoría de las autoridades.

Llegan a la estación de Buíque y, como esta localidad está cerca del centro de operaciones de Arcoverde y su industria y comercio están ligados, el movimiento de personas es constante en todo momento. Por lo tanto, no tienen que esperar mucho antes de que el autobús (una bestia plateada de doce asientos) se estacione.

El vehículo llega rápidamente al centro de la ciudad, a San Cristóbal y a otros barrios. Poco después de llegar a la tercera rampa de salida de la ciudad, cruzan la carretera BR-232 y por el otro lado llegan a la carretera estatal PE-270. Viajando por esta última, aprovechan el viaje para relajarse y reflexionar sobre los últimos acontecimientos.

Por parte del vidente había una aventura muy clara en la que había reunido a los apóstoles y descubierto una gran parte de los condados del estado. Les enseñó acerca de su Padre y cómo despertar el "Yo soy" interno de cada uno de ellos. Del lado de los hijos de la luz (Messias Escapuleto, el padre, y Emmanuel Melkin Escapuleto, el hijo), habían estado planeando todo este tiempo una reunión con su amado maestro, que ni siquiera sospechaba. Como dice el viejo dicho, todo a su tiempo.

Ahí están, los tres reunidos, deseando encontrarse con alguien que necesita su ayuda. El hijo de Dios ya ha tenido esta actitud con numerosas personas: Christine, Claudio, Clodoaldo, Phillipe Andrews, el campesino que era la virgen María, la niña humilde que había conocido en la asistencia social, el mendigo y muchos más. Cada uno de ellos tenía una historia trágica y encontró consuelo en sus brazos. Siempre repetía este gesto.

Este es el maravilloso hijo de Dios, un buen tipo, humilde, digno, paciente, creyente, capaz, visionario, sin preconceptos ni discriminaciones. Junto con sus compañeros de aventura, los hijos de la luz, esperan transformar muchas vidas.

Con esta confianza siguen avanzando por la carretera PE-270. Pasan por distintos pueblos, atravesando la inmensa zona gris circundante. Buíque, además de ser una enorme comarca, es un área de muchas maravillas naturales.

Todo es perfecto para el comienzo de una nueva aventura. Esta nueva etapa ciertamente traería nuevas sorpresas que Emmanuel y Messias ya saben, pero quieren preservar. Sigamos adelante.

Un poco más tarde el viaje termina, al principio del perímetro urbano, donde piden al conductor que se detenga. Bajan del vehículo, pagan los pasajes y caminan unos metros por la tranquila ciudad. Se detienen frente a la puerta de la tercera casa en el lado derecho de la primera calle del lugar. Una casa de estilo contemporáneo, de tamaño mediano, de 12x5 metros, la puerta de entrada a la derecha y la ventana a la izquierda, una sala de estar, dos dormitorios, un baño común, una cocina, los trasteros de la casa y una pequeña pared.

Suavemente llaman a la puerta, y al escuchar el sonido de pasos que se acercan, esperan un rato. Inmediatamente abre un hombre delgado, de unos cuarenta años de edad, alto, cabello negro, ojos de color castaño claro, rasgos de belleza media con nariz baja, cejas normales, boca mediana, orejas prominentes, cintura estrecha, brazos y piernas peludos y delgados. Con una cara sonriente, saluda a sus conocidos y mira al vidente con cierta suspicacia, iniciando la conversación:

–Bienvenidos. ¿Quién es el joven que está con vosotros?

–Este es nuestro compañero de aventura, Aldivan Teixeira Torres, autor reconocido mundialmente ―explica Emmanuel.

–Tadeu, él es nuestro "Maestro de la luz". (Messias)

–¡Caramba! Escritor y maestro. Enhorabuena. (Tadeu Barbosa)

–Gracias. Es la gran misión que debo cumplir con vuestra colaboración. (El vidente)

–Muy bien, pasad y sentíos como en casa. (Tadeu)

Aceptando la invitación, los tres entran a la humilde residencia acompañados por el anfitrión. En la sala de estar, que es la primera habitación, se sientan en un sofá de cinco plazas y se ponen cómodos.

Sobre el sofá hay una foto de una oveja. En el lado derecho, hay un simple estante de metal donde hay un televisor y una radio a batería de tamaño mediano. Se desarrolla una conversación relajada entre ellos.

–Qué bueno que hayáis llegado. Mi vida cayó en una tediosa rutina de la que no puedo escapar. (Tadeu)

–Recibí tu carta. Tan pronto como la leí, hablé con mi hijo y juntos decidimos responder a tu llamada. Para eso están los amigos. (Messias Escapuleto)

–Sí. Estamos siempre a tu servicio. (Emmanuel)

–Estoy aquí para conocerte y ayudarte también. (Hijo de Dios)

–Os doy las gracias a los tres. ¿Cómo os va la vida laboral y personal? (Tadeu)

–Por el momento, vivo de mi pensión y paso más tiempo en casa. (Messias)

–Trabajo en el campo y en otros empleos pequeños. Con el dinero, ayudo en casa y salgo los fines de semana. Estoy razonablemente bien. (Emmanuel Melkin Escapuleto)

–Tengo mi trabajo oficial como funcionario público y como escritor. Ambos me satisfacen. En mi vida personal, todavía no estoy completamente realizado. (El vidente)

–Estáis muy bien. En mi vida, prácticamente no queda nada. Con el paso del tiempo, sólo he acumulado desgracias. Son "Cicatrices de heridas" que se instalan y no quieren salir nunca ―confiesa él.

–Por esa razón trajimos al hijo de Dios con nosotros. Él es el único capaz de cambiar tu situación. (Messias)

–¿Cómo? (Tadeu)

–Explícaselo, maestro. (Emmanuel)

–Yo soy lo que soy. A través de su grandeza, mi Padre me ha elegido para ayudar a los pobres pecadores. Puedo ver, sentir y entender sus problemas y ayudar a cambiar su futuro. Creer es suficiente. (Aldivan)

Tadeu se queda boquiabierto. ¿Cómo puede cambiar su futuro? Con el paso del tiempo y la secuencia de constantes fracasos, perdió completamente su fe en Dios y en la gente. Sin embargo, se contradice: confía absolutamente en sus amigos Emmanuel y Messias, y si ellos se toman la molestia de traer a este hombre a su presencia, debe haber una razón verdadera y fuerte para hacerlo. ¿Quién sabe si un gran milagro es posible o no?

–Te voy a dar una oportunidad. ¿Cuál es el siguiente paso? (Tadeu)

–Encontrar a Dios. ¿Conoces Catimbau? (Aldivan)

–Conozco el pueblo, pero nunca fui al parque ―responde Tadeu.

–Muy bien. Catimbau es el lugar perfecto para mi objetivo. (Aldivan)

–Excelente idea, maestro. (Messias)

–Te seguimos. (Emmanuel)

–Muy bien. Preparemos las mochilas. Nos iremos por la tarde. Tadeu, voy a necesitar algo de tu ropa. (Aldivan)

–No hay problema. Hay suficiente ropa para todos. (Tadeu)

– Excelente. ¡Vámonos! (El vidente)

Desde la habitación donde se encuentran se dirigen al dormitorio principal y juntos seleccionan lo básico necesario para una corta estancia. Eligen ropa, cosas personales, una tienda de campaña, libros, una radio, protector solar, un reloj, comida para cocinar y ya hecha. Después de terminar esta labor, van a preparar el almuerzo en la cocina. Allí comparten los deberes: mientras Aldivan y Tadeu preparan los ingredientes, Messias y Emmanuel se encargan de cocinar. De esta manera, cada uno participa directamente en la preparación de la comida.

Dos horas después, todo está listo. Se sientan en la mesa pequeña y se sirven. Mientras comen, alternan entre el silencio y la conversación corta. Todo es muy agradable y cómodo entre ellos, abriéndose así nuevas perspectivas para los corazones de los cuatro.

Treinta minutos después, terminan la comida. Después, satisfacen sus necesidades fisiológicas por si acaso y se encargan de los últimos detalles del viaje. Con todo listo, se dirigen a la salida y una vez fuera cierran la casa. ¡Hacia nuevos retos!

Caminan unos cientos de metros y llegan al centro, deteniéndose en la plaza principal. Tadeu Barbosa conoce muy bien la ciudad y se pone en contacto con un taxista conocido y de confianza que ha estacionado ahí su Fiat, en el lado derecho de la plaza.

–Sr. Fabricio Toledo, ¿puede llevarnos a Catimbau? (Tadeu)

–Por supuesto, hermano. ¿Tú y estos tres hombres? (Fabricio)

–Sí, son mis amigos Aldivan, Emmanuel y Messias. (Tadeu)

–Encantado de conoceros. Estoy disponible para llevarte por cincuenta reales. ¿Está bien? (Fabricio)

–Por mí está bien. ¿Qué pensáis, amigos míos? (Tadeu)

–A mí también me parece bien. (El vidente)

–Excelente. (Messias)

–¡Vamos, entonces! (Emmanuel Melkin Escapuleto)

Uno tras otro se suben al coche. Después, el conductor también entra y comienza el viaje. Catimbau los espera con grandes sorpresas. ¡Vamos juntos, lectores!




Capítulo 2: Hacia Catimbau


Comienzan el viaje, que promete muchas emociones. Dejan la carretera, tomando un desvío por un camino de tierra que va todo recto. El estado del camino es deplorable y está lleno de baches. Aparte de eso, la sensación es fantástica: aire puro, montañas, granjas, rocas y bosques son elementos que hacen que el lugar sea único. Sin duda, uno de los lugares más bellos del mundo.

En ese preciso momento, el semblante de nuestros amigos oscila entre la excitación y el completo nerviosismo. ¿Qué está preparando el hijo de Dios para ellos? ¿Qué tiene en mente con este viaje a Catimbau? El misterio es inmenso. Sin embargo, no tienen el valor de confrontarlo ahí. Prefieren vivir la magia de cada momento como si fuera el último, el tiempo mismo les presentará las respuestas necesarias. Por eso, esperan.

Avanzan a ritmo constante, incluso ante grandes dificultades. A mitad de camino le piden al conductor que se detenga y para tomar algunas fotos del paisaje. Así podrán conservar los recuerdos y documentarlos, y después mostrárselos a la familia y a los hijos probables, nietos y bisnietos. Al final, estarían orgullosos de decir: estuve allí.

Diez minutos más tarde, regresan al coche y reanudan el viaje. El conductor aumenta la velocidad a medida que la carretera mejora. Los últimos seis kilómetros pasan en diez minutos. Llegan a Catimbau, un lugar rústico perdido en la inmensidad salvaje de Pernambuco. El taxista deja a nuestros amigos en la asociación de guías locales, donde contratan a uno de ellos para que los guíe hasta el parque. Se despiden de Fabricio, conservando su número de teléfono para contactar con él más tarde.

Contratan un guía, planifican el itinerario y alquilan una camioneta para que los lleve a un punto cercano al parque. Todo está listo. El guía se presenta como Paulo Lacerda, que también será el conductor. Con el vehículo superan las dificultades de la subida. En este momento la adrenalina bombea fuertemente, y los turistas están asombrados incluso antes de llegar al santuario ecológico.

Cuando llegan al punto en que el vehículo ya no puede continuar, se bajan y comienzan el itinerario a pie. Siguen un camino angosto, lleno de obstáculos, subidas y bajadas difíciles, espinas y cortezas peligrosas en ese paisaje llamado chapadão.

Después de caminar durante unas dos horas, se detienen y comienzan a despejar el terreno en un claro que han encontrado. Levantan la tienda y descansan un rato. Un poco más tarde, van a buscar leña al bosque y cuando la encuentran, regresan y encienden una fogata. Comienzan a preparar una cena sencilla, sopa de cebolla. Directa o indirectamente, todo el mundo contribuye al ambiente armonioso y a preparar la cena. Cuando la comida está lista, la toman allí, en el bosque, sin ninguna comodidad. Es el precio a pagar por la osadía. Pero nadie se queja. Catimbau sirve de válvula de escape a sus frustraciones personales, y ha servido de ruptura con la rutina monótona de la mayoría de ellos. Estar allí, en medio del bosque, junto a la madre naturaleza es todo un premio. Un privilegio para unos pocos.

Una vez terminada la cena, el vidente se pone de pie frente a ellos y comienza a hablar:

–Mis queridos amigos, de las experiencias de mi vida, seleccioné algunos puntos importantes para discutir en este santuario. Os he traído aquí exactamente para que podáis interiorizar este conocimiento tan necesario. ¿Os parece bien?

–Totalmente. Mi experiencia en la vida me ha traído sólo el caos. Por lo tanto, necesito aprender. (Tadeu Barbosa)

–La última vez, yo era el maestro, pero ahora el papel es tuyo. Con gusto. (Messias)

–Tú eres el maestro de la luz. Tienes todos los atributos para enseñar. (Emmanuel)

–Soy un extraño en este nido, pero prestaré atención a tus enseñanzas. (Paulo Lacerda)

–Gracias a todos. El tema que quiero discutir se refiere a la base familiar. Nací en el seno de una familia humilde, hijo de campesinos y, como se criaron hace unas décadas (en la frontera del nordeste brasileño), recibieron una educación rígida de sus padres, que incluía palizas frecuentes, trabajo infantil, pobreza y discriminación. Ellos absorbieron estos valores y actuaron de la misma manera conmigo, lo que me causó gran frustración, tristeza, desafecto e incomprensión. No encontraba justo ese tipo de trato y me prometí a mí mismo que no lo perpetuaría en caso de que me casara. ¿Cómo fueron vuestras experiencias y qué pensáis al respecto? (El vidente)

–Soy oriundo de la región de Sicilia, en Italia, y en mi época, el comportamiento familiar era similar al que acabas de describir. Éramos siete hermanos y la comida escaseaba. Mis padres estaban ausentes y eso causó varios desórdenes. A menudo, los mayores se aprovechaban de la debilidad de los más jóvenes o los golpeaban, y nuestros padres ni siquiera lo sabían, o fingían no saber. Al llegar a Brasil, cada uno siguió su propio camino, mis abuelos y mis padres murieron, y formamos nuestras propias familias. Así, prioricé la justicia, la igualdad y la paz entre los miembros de mi familia ―relata Messias Escapuleto.

–Gracias a Dios, mi padre y yo estamos felices con nuestra familia. Como él ha dicho, en su época las cosas tenían una connotación diferente. Sin embargo, aún hoy en día, hay muchas familias problemáticas. (Emmanuel Melkin Escapuleto)

–Mi padre era muy estricto. Tuve que empezar a trabajar temprano y no pude estudiar. Crecí sin ninguna educación entre madera, piedra, polvo y serpientes deslizándose entre mis pies. Así que sé feliz, amigo mío, por la oportunidad de haber tenido una educación y ser el hombre que eres hoy ―observa Paulo Lacerda.

–Paulo tiene razón, Aldivan. Mi vida era mucho más complicada que la tuya y aun así sobreviví. Así que deberías sentirte bendecido. (Tadeu Barbosa)

–Los entiendo a todos y también a mí mismo. La familia es la primera comunidad en la que participamos y en ella aprendemos a compartir, dialogar, interactuar con otros. Nada ocurre sin sufrimiento, porque no hay una familia perfecta. Lo que quiero transmitiros a vosotros y al público es que tienen derecho a elegir. No somos nuestros padres ni debemos seguir su ejemplo en todo porque son seres imperfectos. Aquellos a quienes debemos imitar se llaman Yahvé y su hijo Jesucristo que dejaron sus mandamientos en la Tierra. A través de ellos, podemos alcanzar la perfección y obtener los resultados deseados en todos los campos. Bendito sea nuestro Padre! (Aldivan)

–¡Amén! (Los otros)

–Hablemos ahora de los problemas modernos. Para vosotros, ¿qué es la familia hoy en día y cuál es su importancia según vuestras experiencias? (Aldivan)

–Comparar la familia del presente con la del pasado es una tarea imposible. En el pasado, los niños respetaban y temían más a sus padres. Hoy en día, el progreso ha destruido el concepto de familia. (Messias Escapuleto)

–También hay diferencias entre la familia rural y la familia urbana, además de los diversos estratos sociales ―observa Emmanuel.

–Mi familia es como cualquier otra, con problemas, malentendidos y acuerdos. Poder manejar esto es lo normal para un ciudadano consciente del estado de derecho democrático. Gracias a Dios que no he seguido el camino de mis padres y hoy en día mis hijos pueden estudiar. (Paulo Lacerda)

–No quiero entrar en eso. Es una "cicatriz de herida" que todavía duele mucho. (Tadeu Barbosa)

–¿Por qué, mi amigo? ¿Puedo ayudarte en algo? (Vidente)

–En este momento, no quiero hablar de ello. Prefiero conocerte mejor y entonces sí, quizás puedas ayudarme. (Tadeu)

–Te entiendo perfectamente. No hay problema, esperaré el momento adecuado. (Vidente)

–Muchísimas gracias. (Tadeu)

–Ni lo menciones. Muy bien. Fin de la charla. Disfrutemos el resto de la noche. (El vidente)

–De acuerdo. (Los otros)

La noche avanza y el frío aumenta cada vez más. Los exploradores se reúnen alrededor del fuego para calentarse y hablar un poco más. Allí, en ese pedazo de tierra, cada uno aprovecha su individualidad para absorber la sabiduría de la madre tierra y del hijo de Dios. El caso más grave es el de Tadeu, que acarrea profundas "cicatrices de heridas", que aún no se han curado, pero no es la excepción. Messias Escapuleto, Emmanuel Melkin Escapuleto, Paulo Lacerda e incluso el propio maestro de la luz también han sufrido. La diferencia entre ellos es que este último sí fue capaz de superarlo y seguir adelante con su vida. "El vidente" es un caso raro, preparado para enseñar y para escuchar a sus superiores, subordinados y amigos. Esta es una lección muy importante para la humanidad en general.

Además del aprendizaje y la aventura, el viaje es una gran oportunidad para liberarse de la monotonía de la vida. ¿Cuántas veces no nos hemos aburrido o nos hemos metido en una depresión profunda por el simple hecho de una rutina repetitiva? Siempre que llegamos a este punto, lo mejor que podemos hacer es cambiar drásticamente: hablar, caminar, aprender cosas nuevas, ver la televisión, ir al cine, leer un libro, son sólo algunas de las cosas que podemos hacer para cambiar nuestra rutina. Nuestro cerebro exige una fluctuación constante entre las diversas actividades placenteras de la vida. No podemos detenernos.





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”Todos llevamos importantes marcas de dolor y desánimo frente a los acontecimientos de la vida. Qué hacer con esto es lo que mucha gente se pregunta. ”Las cicatrices de las heridas” viene a traer un guión y al mismo tiempo responden a sus preguntas más perturbadoras. Es muy recomendable para aquellos que aún no han encontrado el camino de la felicidad”.

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